Park Chan-wook, 2003
Reparto: Choi Min-sik (Oh Dae-su), Woo Ji-tae (Lee Woo-jin), Gang Hye-jung (Mido), Chi Dae-han (No Joo-hwan), Oh Dal-su (Park Cheol-woong), Kim Byoung-ok (Sr. Han), Lee Seung-shin (Yoo Hyung-ja), Yoon Jin-seo (Lee Soo-ah), Lee Dae-yun (Mendigo), Oh Gwang-rok (Suicida).
Guión: Hwang Jo-yung, Lim Joon-hyung y Park Chan-wook; basado en una historia original de Tsuchiya Garon y Minegishi Nobuaki.
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Sófocles y el Conde de MontecristoReparto: Choi Min-sik (Oh Dae-su), Woo Ji-tae (Lee Woo-jin), Gang Hye-jung (Mido), Chi Dae-han (No Joo-hwan), Oh Dal-su (Park Cheol-woong), Kim Byoung-ok (Sr. Han), Lee Seung-shin (Yoo Hyung-ja), Yoon Jin-seo (Lee Soo-ah), Lee Dae-yun (Mendigo), Oh Gwang-rok (Suicida).
Guión: Hwang Jo-yung, Lim Joon-hyung y Park Chan-wook; basado en una historia original de Tsuchiya Garon y Minegishi Nobuaki.
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Perdonen que no me levante y me ponga a aplaudir hasta desollarme las manos pero es que a mí el cine de venganzas orientales no me saca de mi asiento. Quizá consigan mi aplauso cuando me cuenten una de un señor que se venga de otro que come palomitas en el cine como un cerdo con la boca abierta o con una bolsa de plástico de esas ruidosas. El tema del resentimiento me gusta a un nivel más cercano, más casero.
En occidente podemos disfrutar mucho de una película oriental de venganzas, pero hay algo que nos impide rodarlas. Yo creo que es el cristianismo. Dos mil años de herencia no se limpian con un prelavado. Nuestros héroes buscan al culpable que les ha arruinado la vida, pero cuando lo encuentran no lo estrangulan con sus propias manos ni le cortan los dedos a rodajas como una tripa de salchichón; esas cosas sólo las hacen en oriente. Aquí el espectador se rebelaría ante tamaña crueldad, los héroes occidentales son compasivos. Al malo siempre se lo carga el guionista. Hace que se caiga por un barranco o se clave un cuchillo cuando intenta abalanzarse contra el bueno, cosas así.
Para que una película oriental funcione, Tarantino lo sabe muy bien, tiene que empezar con una afrenta de un inocente. Una vez herido injustamente, el protagonista se venga de todos los que le han hecho daño para mayor regocijo del público que durante dos horas disfruta de la golosina sanguinaria de la venganza sin tener que pagar el peaje de la culpa. El hombre inocente se llama Oh Dae-su. Al principio de la película es secuestrado sin razón. Pasa en una habitación 15 tormentosos años. Una vez liberado sólo vive para descubrir y vengarse del hombre que lo encerró. Encontrarlo es fácil, pero no puede matarlo porque necesita saber el porqué de ese cautiverio. El desenlace nos reserva una jugada brutal, cuando sepa la verdad, Oh Dae-su, deseará no haberla descubierto nunca.
La fuerza de la película está en la desmesura de las pasiones que pone en juego. Todo el alarde formal de la puesta en escena, todos los virtuosismos, travellings, juegos visuales y demás modernidades; toda esa imaginación desbordada como el suicida de la azotea, el sushi vivo, no añaden ni quitan nada.
Spaulding: tras Old Boy se amaga un relato totalmente amoral, en nada puritano (sino todo lo contrario) y con una de las historias de amor más trágicas (y bellas) plasmadas en mucho tiempo, en donde el pecado y su purgación acaban tomando cuerpo de manera casi terrorífica.
Cooper: narra un conjunto de sucesos crudísimos difíciles de digerir, nada es gratuito ni parece tener finalidad de epatar sin motivo, sino que todo cuanto vemos está al servicio de uno de los guiones más apasionantes de los últimos tiempos, un libreto que reflexiona sobre el amor, el odio, la crueldad y el recuerdo teniendo como punto álgido cierto giro de guión que nos desmorona hasta tal extremo que, seguro, figurará durante un largo periodo en nuestra memoria.
Sergi Sánchez *****: Cuando el thriller se transforma en tragedia griega, cuando la transfusión de géneros muestra la posibilidad de un corazón, la película de Park Chan-wook alza el vuelo y carga de sentido romántico su estética nihilista. Ya no estamos ante una oda al caos contemporáneo, porque detrás del improbable catálogo de atrocidades que propone el cineasta coreano existe un elogio del amor (disfuncional e incestuoso) como principio y fin de todas las cosas.
Zach Hines *****: Parallels to the most prominent revenge flicks of the past few years, Kill Bill, Vol. 1 & 2 are unfortunate but necessary. They’re unfortunate because Oldboy is several levels beyond, both in inventiveness and effectiveness. They’re necessary because it was Quentin Tarantino’s unwavering love for this film that propelled it to seize the Grand Jury Prize at Cannes this year.
Jamie Rusell ****: Like Shakespeare's Titus Andronicus with chopsticks, this Korean thriller is a modern Asian answer to the Elizabethan revenge tragedy. Full of insanely grand passions, bloodthirsty violence and jet black comedy, it's a sadistic masterpiece that confirms Korea's current status as producer of some of the world's most exciting cinema.
Ed Gonzalez: It’s easy to see why Quentin Tarantino’s Cannes jury went ga-ga for Oldboy, a pomo revenge saga of the best-served-cold variety. Daesu (the great Choi Min-sik, of Chiwaseon fame) wigs out at a police station before inexplicably landing inside a Kafkaesque prison cell (essentially a seedy hotel room as imagined by Michel Gondry but photographed by David Fincher). Fifteen years and countless mental breakdowns later, Daesu returns to the real world with revenge in mind. Courtesy of Jeong-hun Jeong’s perpetually roving camera and Yeong-wook Jo’s inventive score, Daesu appears as if he’s participating in a video installation project dedicated to his life. Over the course of the film’s two hours, not only does Daesu enact revenge on his alleged enemies but comes to discover the rationale behind his mysterious prison sentence.
Duane Byrge: Although the premise is stirring, "Old Boy" degenerates into an assaultive smear of sadistic stylistics: Gruesome scenes of torture, combined with sordidly sensational flourishes (eating a live octopus), poison the film with their overt nastiness. Ultimately, we feel like the hero, hypnotized but desensitized and utterly turned off by its histrionic horrors.
Berge Garabedian 9/10: In fact, you can qualify this film as the Asian, much more sadistic version of Fincher's maze of questions, with a much greater emphasis on the why, rather than the "who" or the "what".
Rotten Tomatoes: 64%
Cooper: narra un conjunto de sucesos crudísimos difíciles de digerir, nada es gratuito ni parece tener finalidad de epatar sin motivo, sino que todo cuanto vemos está al servicio de uno de los guiones más apasionantes de los últimos tiempos, un libreto que reflexiona sobre el amor, el odio, la crueldad y el recuerdo teniendo como punto álgido cierto giro de guión que nos desmorona hasta tal extremo que, seguro, figurará durante un largo periodo en nuestra memoria.
Sergi Sánchez *****: Cuando el thriller se transforma en tragedia griega, cuando la transfusión de géneros muestra la posibilidad de un corazón, la película de Park Chan-wook alza el vuelo y carga de sentido romántico su estética nihilista. Ya no estamos ante una oda al caos contemporáneo, porque detrás del improbable catálogo de atrocidades que propone el cineasta coreano existe un elogio del amor (disfuncional e incestuoso) como principio y fin de todas las cosas.
Zach Hines *****: Parallels to the most prominent revenge flicks of the past few years, Kill Bill, Vol. 1 & 2 are unfortunate but necessary. They’re unfortunate because Oldboy is several levels beyond, both in inventiveness and effectiveness. They’re necessary because it was Quentin Tarantino’s unwavering love for this film that propelled it to seize the Grand Jury Prize at Cannes this year.
Jamie Rusell ****: Like Shakespeare's Titus Andronicus with chopsticks, this Korean thriller is a modern Asian answer to the Elizabethan revenge tragedy. Full of insanely grand passions, bloodthirsty violence and jet black comedy, it's a sadistic masterpiece that confirms Korea's current status as producer of some of the world's most exciting cinema.
Ed Gonzalez: It’s easy to see why Quentin Tarantino’s Cannes jury went ga-ga for Oldboy, a pomo revenge saga of the best-served-cold variety. Daesu (the great Choi Min-sik, of Chiwaseon fame) wigs out at a police station before inexplicably landing inside a Kafkaesque prison cell (essentially a seedy hotel room as imagined by Michel Gondry but photographed by David Fincher). Fifteen years and countless mental breakdowns later, Daesu returns to the real world with revenge in mind. Courtesy of Jeong-hun Jeong’s perpetually roving camera and Yeong-wook Jo’s inventive score, Daesu appears as if he’s participating in a video installation project dedicated to his life. Over the course of the film’s two hours, not only does Daesu enact revenge on his alleged enemies but comes to discover the rationale behind his mysterious prison sentence.
Duane Byrge: Although the premise is stirring, "Old Boy" degenerates into an assaultive smear of sadistic stylistics: Gruesome scenes of torture, combined with sordidly sensational flourishes (eating a live octopus), poison the film with their overt nastiness. Ultimately, we feel like the hero, hypnotized but desensitized and utterly turned off by its histrionic horrors.
Berge Garabedian 9/10: In fact, you can qualify this film as the Asian, much more sadistic version of Fincher's maze of questions, with a much greater emphasis on the why, rather than the "who" or the "what".
Rotten Tomatoes: 64%