Happy Feet



Individuos y manadas


George Miller, 2006
Doblaje original: Elijah Wood (Mumble), Robin Williams (Ramon/Lovelace), Brittany Murphy (Gloria), Hugh Jackman (Memphis), Nicole Kidman (Norma Jean), Hugo Weaving (Noah el Viejo), Anthony LaPaglia (Alpha Skua), Miriam Margolyes (Sra. Astrakhan), Magda Szubanski (Srta. Viola), Carlos Alazraqui (Nestor), Johnny Sanchez III (Lombardo), Jeff Garcia (Rinaldo), Lombardo Boyar (Raul).
Guión: George Miller, John Collee, Judy Morris y Warren Coleman.
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Esopo, La Fontaine, Iriarte, a los tres les gustaba hacer hablar a los animalitos para emocionar a los humanos, generalmente a costa de moralejas. Las moralejas están pasadas de moda, esos rabos secos, cenizas de cigarrillo, como las llama Juan Ramón, ya no gustan. Los bichos de los dibujos animados nos entusiasman con sus peripecias más que con sus lecciones.

Mumble Happy Feet, empieza siendo el patito feo. En un mundo de pingüinos cantores, él no sabe cantar, sabe mover sus pies. ¿Aprenderá a cantar y será un pingüino más o demostrará la valía de su arte individual? Vale, acepto que el desenlace estaba cantado. Pero la película ofrece muchas más cosas. "Happy Feet" no sólo es digna de verse porque supere el rollo de la moraleja. Es especialmente interesante por el trasfondo social.

Hay un conflicto entre los pinguinos cantores y otra raza más pequeña que está doblada por cubanos. Y el conflicto está narrado en forma músical. Los pinguinos cantores hacen baladas, mientras los pequeños traen mambo y ritmos latinos. Así que los líderes de la tribu se escandalizan y defenestran a los elementos corruptores de la manada. Aquí se inicia el peregrinaje del héroe, un esquema narrativo que no ha dejado de funcionar desde la Odisea.

La lectura del final es la más moderna, habla del poder de la comunicación para cambiar sociedades y transformar el mundo.

Son muchas cosas para una hora y media, y a un módico precio. Lo único que nos pide la película es que olvidemos lo que son todos esos bailes y canciones: son el resultado de una tradición, que empieza por Fred Astaire pasa por los Beach Boys los Blues y Michael Jackson y llega a Ricky Martin. No son voces que salen de dentro de cada pingüino y con las cuales expresa su interior.

«Pero siempre dejaba sin leer la moraleja, ese rabo seco, esa ceniza, esa pluma caída del final.»
Platero y Yo. Juan Ramón Jiménez.

Ratónpolis



¿Qué es aburrimiento? me preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila azul


David Bowers y Sam Fell, 2006
Doblaje original/español: Hugh Jackman/Fele Martínez (Roddy), Kate Winslet/María Esteve (Rita), Ian McKellen/Javier Gurruchaga (Sapo), Jean Reno (Le Rana), Bill Nighy (Blanquito), Shane Richie (Sid), Andy Serkis (Pincho), Kathy Burke (madre de Rita), David Suchet (padre de Rita), Miriam Margolyes (abuela de Rita).
Guión: Dick Clement, Ian La Frenais, Chris Lloyd, Joe Keenan y Will Dayes; basado en un argumento de Sam Fell, Peter Lord, Dick Clement e Ian La Frenais.
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Ratónpolis no es ni remotamente una película aburrida. De hecho, es una película divertidísima. Pero tiene unos minutos en que se queda sin fuelle. Los suficientes para destapar un detalle.

Roddy es un ratón mimado de una familia rica de Londres. La familia se va de vacaciones y él se queda solo. Una visita inesperada y un accidente le llevan a dar con sus huesos en las cloacas de la ciudad. Entonces conoce a Rita, una ratoncita que huye de un mafioso a causa de un rubí. El mafioso la encuentra y le roba el rubí, pero Roddy le ayuda a escapar y firma un pacto con ella; ella le ayudará a llegar a casa y él le pagará por el trabajo. En este momento viene el bajón de la película. El mafioso sigue persiguiéndola porque la chica se ha llevado un cable que él necesita para sus planes maléficos.

Es una torpeza pequeña, disculpable, y sólo dura unos minutos. Pero también era evitable. La película exige frenesí, de modo que arranca con un rubí, pero cuando el malo consigue el rubí hay que darle otra excusa para que los buenos sigan escapando. Sólo falta que un señor salga del escenario y nos pida de rodillas que no nos vayamos porque tiene otro número. Los espectadores no queríamos excusas para estar allí sentados, los espectadores creíamos que éramos unos testigos invisibles de algo importante. Cuando las excusas se vuelven pobres y dejan ver que son excusas, los espectadores descubrimos que estamos allí en aquella incómoda butaca, descubrimos que un señor está intentando distraernos con cualquier cosa. Podemos incluso imaginarlo dandole vueltas a la cabeza, trabajando horas extra por la noche para rellenar la siguente página del guión. Entonces es cuando uno mira el reloj.

Los dibujos animados son las creaciones más humanas que nos da el cine. Roddy, con su mansión de lujo es un ejemplo perfecto de la soledad. Tiene cosas pero no tiene familia, es igual que un millonario aislado, o igual que el Niño Grande de Hugh Grant. Toda la aventura que ha vivido le sirve para hacernos pasar un buen rato a nosotros, pero, también para plantearse su vida y tomar una buena decisión.
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