Antonio Román, 1955
Carmen Sevilla (Carmen) Fernando Fernán Gómez (Dr. Kroll) Manolo Gómez Bur (Señor raro) José Isbert (Congresista despistado) Carlos Casaravilla (Dr. Radowsky) Katie Rolfsen (Dra. Petersen)
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Spain is differentCarmen Sevilla (Carmen) Fernando Fernán Gómez (Dr. Kroll) Manolo Gómez Bur (Señor raro) José Isbert (Congresista despistado) Carlos Casaravilla (Dr. Radowsky) Katie Rolfsen (Dra. Petersen)
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Congreso en Sevilla es precursora en un tema que en los años sesenta será cotidiano en el cine español, el de la visión de los nórdicos, el del tópico de la España diferente, el de los valores castizos enfrentados con los pobres europeos ricos. Ya en los años cincuenta, el español empieza a preguntarse que tiene de bueno vivir en un país subdesarrollado. Para responder a los infinitos complejos de su público, Román dice que España tiene sol y alegría, y Carmen Sevilla demuestra que sus mujeres son más decentes.
Carmen Sevilla interpreta a una emigrante española en Estocolmo que no tiene para mantener su negocio ni tampoco para comprar un billete de vuelta a España. Gracias a un malentendido conoce a la Doctora Petersen que tiene una invitación para un congreso médico en Sevilla y que no piensa acudir. Ella usa el billete y se hace pasar por la doctora el tiempo justo para llegar a la ciudad, pero después se ve obligada a mantener la mentira.
La andaluza disfrazada de sueca sorprende a todos los médicos con sus remedios caseros y su gracia, y demuestra que no hay nada como la mujer del sur. El compañero sueco le ayuda a mantener la mentira para cortejarla, y la auténtica Doctora Petersen amenaza con llevarla a la carcel.
Hay influencias fáciles de adivinar, como “Bola de Fuego”, en el congreso de sabios simpáticos y algo talluditos que se dejan rejuvenecer por la cantante, y sobre todo de “La fierecilla domada” que Román estaba rodando con Carmen Sevilla y Alberto Closas. La relación entre el doctor Kroll y la falsa doctora tiene poco que ver con la historia y mucho con la de Don Beltrán y Catalina. Román añade algunas marcas de la casa, como ese esfuerzo concienzudo en que la protagonista cometa su travesura forzada por los hechos y en ningún caso por maldad; también los diálogos ingeniosos, pulidos, en esa prosa barroca que tanto gustaba entonces, también eso suena a Román.
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