El niño con el pijama de rayas



Ingenuismo

Es curioso anotar que Billy Wilder pierde a su madre en un campo de concentración alemán, y cuando lleva su cámara a Alemania rueda “Berlín Occidente”, “Traidor en el infierno” o “Uno, dos, tres”, tres comedias agridulces. En Wilder, los alemanes eran tipos ridículos que llevaban su sentido del deber hasta el extremo, pero no monstruos. Wilder se ríe de esos defectos nacionales, y quiere darles lecciones de picardía. La época de las grandes acusaciones genocidas y la representación del holocausto en el cine creo que empezó a partir de los setenta.


"The boy with the stripped pyjama"
Mark Herman, 2008
Reparto: Asa Butterfield (Bruno), Vera Farmiga (la madre), David Thewlis (el padre), Jack Scanlon (Shmuel), Amber Beattie (Gretel), Richard Johnson (el abuelo), Shelia Hancock (la abuela), Rupert Friend (teniente Kotler), David Hayman (Pavel), Jim Norton (Herr Liszt), Cara Horgan (Maria).
Guión: John Boyne y Mark Herman; basado en la novela de John Boyne.
* * *
El único momento wilderiano de la película es cuando la madre pilla al hijo escapándose al columpio y quiere registrar su maleta. Tiene miedo de que lea libros de historia y siente un alivio cuando el niño confiesa que lleva novelas de aventuras. Más wilderiano hubiera sido si llevara pornografía. La madre representa la tensión dentro de una familia entre lo moral y las reglas de un régimen totalitario. El padre es un oficial que cumple con su consigna sin rechistar. El niño pone la mirada, pero el padre es el blanco de la parábola. Boyne reflexiona en él que es lo que llevó a un país de hombres honrados a hacer algo monstruoso. O, como la obediencia puede llegar a ser malvada.

La infancia aparece en “El niño del pijama de rayas”como un lugar sin prejuicios; un niño que mira a otro con ojos limpios. Pero creo que la infancia es mucho más fascista y racista que el mundo de los adultos. Se parece más a la que pinta Golding en “El señor de las moscas”. Por eso nos creemos más a Bruno cuando le falla a su amigo.

La intención final de Boyne, lo saben los que han leído el libro, era ponernos en el lugar de las víctimas. Pero no era necesario llegar tan lejos, ni cambiar fichas con una jugada inverosímil. Con haber mostrado la lógica sencilla de los hechos ya nos hubiera llegado el horror.
Mirito Torreiro. Fotogramas **: una madre que no sabe a lo que se dedica su marido, una hermanita dispuesta a inmolarse por Hitler para, súbitamente, dejar de hacerlo... como si toda Alemania hubiese sido resistente...
Roberto Piorno. Guía del ocio ***: Esta película se vende sola, por esa razón Miramax, productora de la adaptación, no necesitó descuadrar las cuentas adornando la cinta con rostros mediáticos.
Alberto Bermejo. Metropoli *: Sería muy fácil despachar esta película con el recurrente: el libro era mejor, pero en realidad lo llamativo es que la adaptación, relativamente fiel a la novela de John Boyne, se queda en una anodina tierra de nadie, sin llegar a apropiarse de la eficacia sencilla, casi simplona, del original –de ahí su naturaleza de 'bestseller'–, ni a conseguir la fortaleza emocional y visual exigible a cualquier filme sobre el Holocausto.
Enrique Colmena. Criticalia **: esta pequeña fábula sobre el niño que no sabía, ni llegará a saber, qué punto de maldad son capaces de alcanzar sus mayores en según qué circunstancias.

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Tropic Thunder



Guerras de pega y guerras de verdad

Cuando rodaban “Marathon Man” Laurence Olivier preguntó donde estaba Dustin Hoffman. Le dijeron que estaba corriendo para la escena del footing y él respondió “Ah, ¿pero no es actor?” El director de una película sobre la guerra de Vietnam piensa, igual que Hoffman, que sus actores no lo hacen bien porque no han vivido una guerra y se los lleva a la jungla. La cuestión es ¿ahora que tienen problemas de verdad les sirve para algo lo que saben? La película podría ser un intento de volver a contarnos “Los viajes de Sullivan” con un presupuesto más holgado y la imperdonable ausencia de Verónica Lake. Si bien yo encontré un parecido mucho mayor con “Bugs” de la casa Pixar, donde una pandilla de titiriteros inútiles tienen que vérselas con una plaga de langostas vengativas a las que no les hace gracia sus números.


Ben Stiller, 2008
Reparto: Ben Stiller (Tugg Speedman), Jack Black (Jeff Portnoy), Robert Downey Jr. (Kirk Lazarus), Brandon T. Jackson (Alpa Chino), Jay Baruchel (Kevin Sandusky), Danny McBride (Cody), Steve Coogan (Damien Cockburn), Bill Hader (Rob Slolom), Nick Nolte (John Tayback), Brandon Soo Hoo (Tran), Reggie Lee (Byong).
Guión: Ben Stiller, Justin Theroux y Etan Cohen; basado en un argumento de Ben Stiller y Justin Theroux.
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Para asegurarse de que haya acción y nadie la confunda con una película sueca, los guionistas recurren a una banda de traficantes. Pero los verdaderos conflictos ocurren dentro de cada uno de los protagonistas. El personaje de Stiller ha fracasado porque no ha conseguido un oscar ni tampoco una relación estable. En la jungla encuentra un público más agradecido que el de la civilización. El personaje de Jack Black es víctima de sus adicciones. Black siempre se pilla los personajes más divertidos, o bien les da él la gracia.

Robert Downey Jr se maquilla de negro para cumplir la cota racial de la película. En la partida viaja un negro de verdad que no lo soporta. “Los negros no hablamos así”, le dice todo el tiempo. A los andaluces nos ocurre algo parecido, no soportamos a los falsos andaluces en el cine. Los guetos y las jergas tienen una magia que se rompe en pedazos cuando la usurpan los extraños.

Se trata de una película referencial. Hay quien la compara con las Scary Movies, o las infumables Epic Movie o Disaster Movie. Lo es, pero de otra manera. Aquellas están construidas de arriba abajo en torno a las obras que quieren parodiar. Ésta podría funcionar sola, quitando de los diálogos la alusión metacinematográfica constante. Y seguiría sin gustarme, creo.
Jordi Costa. El País: Tropic Thunder, una guerra muy perra es eso: crítica de cine hecha gran espectáculo, la culminación de una tradición subterránea de la comedia que, desde Loquilandia (1941) hasta las parodias deconstructivas del trío ZAZ
Roberto Piorno. Guía del Ocio ***: Tropic Thunder" se impone como una mofa de punta afilada de todas las convenciones habidas y por haber del cine bélico existencialista.

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Aunque todavía está lejos de conocerse cómo se resolverá este crash financiero que se ha llevado por delante la a la banca de inversión estadounidense -Lehman está quebrado, Merrill Lynch vendido, Morgan Stanley y Goldman reconvertidos a bancos comerciales-, ya se puede decir que en Estados Unidos han fracasado los reguladores financieros, los supervisores y los gestores de riesgo. Este fracaso mancha además la capacidad política de la Administración Bush para conseguir que se apruebe el plan de rescate patrocinado por el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. De esta cadena de frustraciones, todas ellas peligrosas para la estabilidad financiera internacional, tiene que salir forzosamente una banca mejor supervisada, más regulada y más preocupada por el riesgo. Podría decirse, en términos del clásico ¡Que bello es vivir!, que los banqueros estadounidenses se parecerán cada vez más al desagradable Mr. Potter y cada vez menos al rooseveltiano George Bailey.

El País. Negocios. Editorial. 28 de septiembre de 2008.


"It's a wonderful life"
Frank Capra, 1943
BAILEY: Tiene usted razón cuando dice que mi padre no era un hombre de negocios. Lo sé. El porqué empezó este negocio de Construcción y Préstamos nunca lo sabré. Pero ni usted ni nadie pueden hablar mal de su caracter. Porque toda su vida consistió en... Que digo, en veinticinco años desde que él y el tío Billy empezaron esto él nunca pensó en sí mismo. ¿No es cierto Tío Billy? No ahorró lo bastante para envíar a Harry a la universidad, no digamos a mí. Pero él ayudó a mucha gente a salir de la miseria, Sr Potter. ¿Y qué hay de malo en eso? Miren... ustedes son todos hombres de negocios. ¿No hace eso mejores ciudadanos? ¿No hace mejores clientes?

Cerrar puertas


Tenemos una compulsión irracional a mantener las puertas abiertas. Así es como estamos hechos. Pero eso no significa que no debamos intentar cerrarlas. Piense en este episodio de Lo que el viento se llevó: Rhett Butler dejando a Scarlett O'Hara, en la escena en la que ella se aferra a él y le suplica: «¿Qué será de mí? ¿Adonde iré yo?». Rhett, que ha tenido que aguantar demasiado de Scarlett y que finalmente se ha hartado de ella, le responde: «Francamente, querida, me importa un bledo». No es casualidad que esta frase de la versión cinematográfica de la novela de Margaret Mitchell haya sido votada como la más memorable de toda la historia del cine. Es su categórica manera de cerrar una puerta lo que le proporciona su generalizado atractivo. Y debería servirnos a todos de recordatorio de que tenemos puertas -pequeñas y grandes- que deberíamos cerrar.

Debemos deshacernos de los comités que no representan sino una pérdida de tiempo, y dejar de enviar tarjetas de felicitación a personas que se han mudado a vivir otras vidas con otros amigos. Hemos de determinar si realmente tenemos tiempo para ver partidos de baloncesto, jugar al golf y al squash, y mantener unida a nuestra familia; tal vez deberíamos dejar atrás esos deportes. Son puertas que debemos cerrar porque nos roban energía y capacidad de compromiso con otras que sí deberían quedar abiertas; y también porque acaban por volvernos locos.

Dan Ariely. "Las trampas del deseo"
Fotos de "Lo que el viento se llevó".

Babylon A.D.



Epidérmica

Leo que Kassovitz está enfadado con los productores por el montaje de Babylon y me alivia saber que el desagisado no es cosa de él. Ya sólo me falta saber quien tiene la culpa de los otros dos engendros que dirigió antes, "Gothica" y "Los ríos Color Púrpura".


Mathieu Kassovitz, 2008
Reparto: Vin Diesel (Toorop), Gérard Depardieu (Gorsky), Mélanie Thierry (Aurora), Michelle Yeoh (hermana Rebecca), Charlotte Rampling (Gran Sacerdotisa), Lambert Wilson (Dr. Arthur Darquandier), Mark Strong (Finn), Jérôme Le Banner (Killa), Joel Kirby (doctor Newton), Souleymane Dicko (Jamal), David Belle (hacker), Radek Bruna (Karl).
Guión: Mathieu Kassovitz y Éric Besnard; basado en la novela "Babylon babies" de Maurice G. Dantec.
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Kassovitz es, probablemente, uno de los creadores más epidérmicos de nuestro tiempo. Un director capaz de copiar emociones, estéticas, laberintos y gestos, sin pararse a pensar ni por un segundo que es lo que da sentido a lo que narra. Si alguien le pidiera a Kassovitz un resumen descubiriría que no tiene nada que contar. Lo que ocurre es que sus vehículos sin mensaje van rodeados de envoltorios apabullantes de persecuciones, de muertes, de futuros desolados y de conflictos colosales que deben dejar a alguien boquiabierto.

Bastan un par de preguntas sencillas, tipo niño de cinco años, para hacer temblar los cimientos del edificio. Por ejemplo ¿por qué es tan complicado llevar a la joven a Nueva York? ¿Quién se opone? Por ejemplo ¿Cuáles son esas dos bandas rivales que luchan a muerte por capturarla? ¿Qué se están rifando? Por ejemplo ¿Qué es lo que ve el protagonista al final que hace que cambie de opinión? ¿Alguien se enteró de algo? Esas premisas básicas que mueven la acción a Kassovitz no le interesan. A Kassovitz le importan los tiros y las peleas. Las dirige con solvencia, porque tiene medios. Kassovitz sabe enfatizar. Si escribiera textos los llenaría de mayúsculas. Pero lo que es el cine, a él le resulta indiferente.
Roberto Piorno. Guía del Ocio **: Nada funciona, ni las inyecciones de tensión, ni la presunta intensidad sentimental de la historia a pequeña escala, ni la inexpresividad crónica de Vin Diesel, ni los flirteos con la ciencia-ficción seria y trascendente ni, apurando, las secuencias de acción pura y dura.
Mr Cranky: The sad thing is, when I went to see this I really had to pee. But I didn't want to go use the bathroom in fear that I would miss the "key scene" in which I would finally "get" the entire movie. Sadly, no scene exists in this film.

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Atrapado en un pirado




"Meet Dave"
Brian Robbins, 2008
Reparto: Eddie Murphy (Dave), Elizabeth Banks (Gina), Austyn Lind Myers (Josh), Gabrielle Union (Nº 3), Scott Caan (Dooley), Ed Helms (Nº 2), Kevin Hart (Nº 17).
Guión: Rob Greenberg y Bill Corbett.
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Más marcianos ingenuos

He descubierto que mis compañeros del instituto desconfían de mis gustos porque piensan que soy un gafapasta. Yo intento convencerlos de que, aunque escribo cosas de cine, me gusta el mismo cine que a todo el mundo, pero no lo consiguo. Mi reputación ya está arruinada, creo, para siempre. Y me parece injusto. Sería justo si yo despellejara habitualmente las películas como voy a hacer con ésta, pero yo no lo hago con las demás...: Para disfrutar "Atrapado en un pirado" yo tendría que ir al cine por primera vez y no saber que se han filmado cientos de películas sobre salvajes, extranjeros, robots y alienígenas que tienen que aprender el rollito neoyorkino. Y cuando acaba la película le hemos cogido un cariño inmenso porque el tipo raro ya no es tan raro y es algo así como un crío al que hemos enseñado algo, y se va a acordar de nosotros. Pero sobre todo tendría que olvidar que ese argumento estaba mucho mejor desarrollado en los años cuarenta cuando Tarzán fue a Nueva York. Y que después han hecho películas maravillosas hablando de eso mismo. "Atrapado en un pirado" compite en una liga donde le sacan demasiada ventaja. ¿La última? Puede que "Encantada" donde la chica se escapa de un cuento de hadas. (Me salto a propósito "Zohan: licencia para matar" donde el cateto es un agente israelí para no ponérselo fácil a Eddie Murphy).

Murphy, o sus guionistas, han querído volver sobre un título donde la misma jugada les salía bien. En "El principe de Zamunda", el protagonista venía de un reino africano para dejarse impresionar por una hamburguesería del Queen’s, que es como decir una tasca de Vallecas. Pero en aquella comedia tan divertida Murphy buscaba novia y nos invitaba a dejar a un lado nuestros prejuicios sobre reyes y nuevos ricos para ver lo que brillaba en el interior aquellos estereotipos tan sanotes. En "Atrapado en un pirado" el deseo de pareja también es el hilo conductor, pero los extraterrestres son una especie de empollones que no saben lo que es un escote y lo aprenden en Nueva York, lo cual requiere del espectador una especie de inocencia que raya en la estupidez.

Podría pasar por una película floja, pero honradamente se merece menos porque acaba con fanfarrias y miradas empalagosas como si hubieramos vivido una gran aventura. Se despide rodeada de unos laureles que no se ha ganado. Y la manera que el espectador tiene de vengarse de estas tomaduras de pelo es soltar algún taco, reírse de ellos o ponerles un cero que es lo que yo, con su permiso, voy a hacer en este momento.
Alberto Luchini. Metropoli *: Lo cierto es que la película se pasa en un suspiro, que tiene varios momentos divertidos, que las actrices secundarias son encantadoras, que los efectos especiales están bastante conseguidos... No es ninguna maravilla pero, al menos, no duele.

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Entrevista a Woody Allen



Ha explorado las relaciones humanas en todas sus películas ¿Cuáles son las respuestas que ha encontrado?

[...] Barcelona es una ciudad hermosa, hay mucha luz, la música es muy bella y los actores también lo son. Sin embargo, los personajes de Javier y Penélope no pueden estar juntos, pero tampoco pueden vivir separados, por lo que se sienten permanentemente insatisfechos. Lo mismo pasa con el personaje de Scarlett Johansson, que sufre de una insatisfacción permanente, ya que desea algo pero no sabe qué es, de modo que jamás logra encontrarlo. Nunca nada logrará contentarla porque no sabe qué es lo que necesita, pero el problema está en ella. El personaje de Rebecca Hall va a casarse, sabe que le espera una vida aceptable y tranquila, sin altibajos, que de alguna forma será como la que tiene el personaje de Patricia Clarkson. Siempre tendrá la sensación de que ha perdido ciertas oportunidades en la vida. La verdad es que tengo una visión pesimista de las relaciones amorosas. Mi visión es que uno puede hablar sobre eso con sus amigos, hacer conjeturas, planificar estrategias o ir al terapeuta. Puedes ir a ver al consejero matrimonial, tomar medicamenos o hacer todo lo que se pueda, pero en definitiva es sólo una cuestión de suerte. Esa es la pura verdad, sólo pasa por la suerte.

¿Cómo logra crear personajes femeninos tan eficaces en sus películas?

Es curioso, porque en la primera parte de mi carrera nunca fui capaz de escribir buenos papeles femeninos. No lo logré en mis primeras dos películas, tampoco cuando escribía mi espectáculo de cabaret, ni cuando hacía sketches para televisión. Siempre me concentré en el punto de vista masculino. Trabajé de esa forma durante un tiempo, y de hecho la gente me lo comentaba. Luego, trabajé con Diane Keaton en "Sueños de seductor" y comencé a salir con ella, nos fuimos a vivir juntos y estuvimos muy unidos. De esa forma, a través de una especie de osmosis socrática, empecé a escribir papeles femeninos. Comencé escribiendo para Diane, y así descubrí que era capaz de hacerlo. A partir de ese momento, de alguna manera escribí sólo papeles para mujeres. Me refiero a que empecé a hacerlo con mayor frecuencia, hasta que me especialicé en eso. Me gustan las mujeres y disfruto con la compañía femenina. De hecho, la persona con la que hago el montaje, mis ayudantes en la sala de montaje, mis encargadas de prensa y mi productora, son todas mujeres. Su presencia me estimula mucho. Además, por alguna razón me resulta interesante escribir sobre ellas. Aunque también me gustan los papeles masculinos, la verdad es que pongo todo mi corazón sólo cuando escribo para ellas. Lo cierto es que no puedo olvidar esta transición desde una completa incapacidad para escribir papeles femeninos, cuando sólo era capaz de imaginar mujeres unidimensionales, hasta que comencé a escribir para ellas constantemente y adquirí la capacidad de crear personajes que resultaran creíbles. Con el paso de los años he escrito muchos personajes femeninos que llegaron a ser algunos de los más interesantes que he creado en mi carrera.

¿Fue complicado para usted como guionista escribir sobre tres personajes culturalmente tan diversos?

No fue para nada complicado. Siempre tuve una idea para hacer una película sobre dos mujeres que un verano se iban juntas de vacaciones. Alguien me llamó de Barcelona para preguntarme si me interesaba la idea de hacer una película allí si la financiaban. Esa siempre es la parte más difícil de hacer una película. Escribirla, dirigirla y todo lo demás es fácil comparado con lo complicado que es conseguir el dinero para rodarla. Por lo tanto les dije que sí, que aceptaba la oferta. Una o dos semanas después recibí una llamada de Penélope Cruz. No la conocía, quería encontrarse conmigo y estaba en Nueva York. Sólo la había visto en "Volver". Me pareció fantástica en esa película. Me dijo que sabía que iba a hacer una película en Barcelona y que le gustaría participar. Así que todo comenzó con Barcelona y Penélope. Además sabía que quería volver a trabajar con Scarlett. Luego oí que Javier Bardem también estaba interesado. Digamos que poco a poco el proyecto fue tomando forma y escribí la película pensando en esta gente. Y luego confié en mis conocimientos sobre la ciudad. Había estado varias veces en Barcelona a lo largo de mi vida, pero tampoco la conocía tanto. Cuando llegué, el director artístico me llevó a todos estos sitios. Pero todos en el equipo técnico me ayudaron. Me decían que nunca iban a hablar así o que jamás irían a tal restaurante si tuvieran esa edad, y me sugerían otro. Era curioso cómo todos me hacían sugerencias, desde los actores al muchacho que servía el café. Con la ayuda de todos vas construyendo la imagen de que conoces Barcelona, o de que conoces Londres, cuando en realidad no es cierto.

¿Qué opina de la calidad del equipo técnico en España?

[...] Lo difícil es tener un buen guión. Y una vez que tuve un guión decente, el hecho de que nadie hablara inglés no tuvo importancia. En el caso de Penélope y Javier, les estimulé para que improvisaran continuamente. No tenía ni idea de lo que decían. Claramente podía darme cuenta por el lenguaje corporal de que era la escena que había escrito. No eran mis palabras, pero estaban rompiendo la relación, o discutiendo sobre su vida emocional. No supe qué habían dicho en el rodaje hasta que volví a Nueva York y estaba poniendo los subtítulos en la película, y así fue como me enteré de lo que dijeron. No es necesariamente lo que escribí, pero no está mal. Lo importante es tener una historia para contar. Una vez que tienes la historia, todo el mundo puede encontrar su propia forma para contarla.

¿Hubo algo que le sorprendió de trabajar con ellos?

Que se toman a sí mismos muy seriamente. Javier y Penélope son actores muy serios. Y eso siempre me asombra. Como Robert De Niro y otros grandes actores, que son buenos porque se preparan mucho. Lo cierto es que han nacido con ese talento. Son talentosos cuando se levantan por la mañana. Si no se prepararan tanto también harían las cosas maravillosamente bien. La realidad es que nunca ensayé con los actores ni les hablé del argumento ni nada por el estilo. Simplemente llegaba al plato para filmar. Consigo muy buenas interpretaciones con sólo contratar a la gente indicada. Javier y Penélope estaban hablando constantemente sobre el argumento, pero no conmigo. Lo hablaban entre ellos y estaban ensayando todo el tiempo, repitiendo sus diálogos. Me sorprende tanta preparación. Sé que si Javier entrara en este momento en esta habitación podría hacer un papel sin ensayarlo y dejarte con la boca abierta. Lo haría con su carisma habitual, porque es parte de él. Lo mismo vale para Robert De Niro o Jack Nicholson. Es algo habitual en muchos actores.
Por Gabriel Lerman, para "Dirigido Por"

Vicky Cristina Barcelona



El cine de Allen

Con la mayoría de los directores conocidos nos ocurre que vamos a verles sabiendonos lo que van a darnos. Con Woody Allen siempre oigo la misma discusión de si la película es más suya que otras o se sale de su cine. Nadie se pone de acuerdo. A Woody Allen le ocurre que cada uno cree que tiene clara una idea de él, y de cual es su cine, pero no tenemos más que un fragmento muy parcial, y al final siempre nos desborda. Creemos que nos falla, pero somos nosotros los que fallamos.


Woody Allen, 2008
Reparto: Javier Bardem (Juan Antonio), Patricia Clarkson (Judy Nash), Penélope Cruz (María Elena), Kevin Dunn (Mark Nash), Rebecca Hall (Vicky), Scarlett Johansson (Cristina), Chris Messina (Doug), Zak Orth, Carrie Preston, Pablo Schreiber.
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Hay quien cree que Allen está en su mundo verbal de juegos semánticos y de respuestás ágiles, pero Allen no se acaba ahí. En “Vicky Cristina Barcelona” quiere evitar el chiste oral, el marido cuenta uno que debe ser bueno, pero lo corta a la mitad con el sonido de la música. Reserva todo su humor para sus giros dramáticos, para sus tiros a bocajarro directos al corazón de nuestros hábitos narrativos. Allen juega al eterno juego de asombrarnos, sólo que él no juega con el espectador, ni con la información. Sus trucos no son los del prestidigitador que nos asombra con su chistera, sino los del cirujano que disfruta descubriendo cada brizna de vida que hay en un tejido humano. Para conseguir semejantes vuelcos en la audiencia, otros, como Jerry Bruckheimer tienen que gastarse millones de dólares en efectos especiales.

Toda la película está narrada en tercera persona, como un relato decimonónico, o como una película francesa, y todas las cartas están a la vista desde el principio. Vicky, nos dice, no sabe lo que busca en el amor, pero tiene una idea clara de que es lo que no quiere. Cristina, en cambio tiene todo controlado. Llegan a Barcelona para pasar dos meses, y las dos tendrán que enfrentarse a los estragos que causa en sus corazones conocer a un hombre sorprendente que interpreta Javier Bardem. Allen teje una historia de variaciones y permutaciones sobre el modo en que dos mujeres, o bien nosotros mismos, lidian el toro de la embriaguez, de la seducción frente a la responsabilidad.

Vicky está, desde el principio, dispuesta a entregarse a la pasión. Parece la más débil, pero precisamente su capacidad de aceptar la hace más invulnerable. Cristina tiene trazado un camino demasiado estrecho, y por eso le resulta más fácil caer en las garras del embrujo, como le ocurre cuando oye el sonido de la guitarra.

El personaje de Bardem, el artista capaz de seducir a todas las mujeres, es un ejemplo del inmenso respeto que Allen tiene por otras culturas. La Barcelona y la España de Allen no conocen el tópico. El personaje de Penélope Cruz es el menos alleniano que conozco. El director la deja hacer, pero no es una de sus criaturas. Los personajes de Allen son siempre caricaturescos porque no son víctimas, sino autores de sus propios excesos. En allen todos los personajes viven sus dramas como si una parte de ellos no se los creyeran, por eso nos hacen gracia. No se esfuerzan como ella. Es una pena que la actriz española no aprovechara el rodaje con Woody Allen para añadir esa faceta a su repertorio.
Javier Ocaña. El País: Sexy, divertida y seguramente mucho más compleja de lo que parece, contiene una mordaz visión de las relaciones afectivas, cargada de vitriolo y de un humor negro y sangrante que apabulla por su desesperanza.
Roberto Piorno. Guía del Ocio ***: "Vicky Cristina Barcelona" nos devuelve al Woody Allen en plan etológico, que se ríe de la vida por no llorar, maléfico demiurgo presto a inundar de obstáculos y trampas la inestable estabilidad de sus criaturas. [...] Barcelona no es sino un apéndice exótico de Manhattan, un Nueva York de sensuales formas mediterráneas.
Enrique Colmena. Criticalia *: La visión que se da de España no excede la que pueda tener un turista americano en una estancia de una semana: mucha postal, muchas tapitas en los bares, hasta una velada con guitarrista para una recua de ociosos progres…
Aberto Bermejo. Metropoli ***: bajo su aparente ligereza y cierto desaliño, esconde sugerentes destellos de complejidad y melancolía y la evidencia de que a su autor, más que la perfección, lo que parece interesarle es la posibilidad de seguir contando sus rocambolescas historias como soporte de su irónico punto de vista sobre el mundo y sus habitantes.
Vicente Molina Foix. El País: casi seguro de que Allen no ha visto los modelos de cine de barrio que, sin saberlo, imita: Las chicas de la Cruz Roja, Muchachas de azul o El día de los enamorados.
Arcadi Espada: Dentro de algunos años la veremos como un ejemplo kitsch del régimen nacionalista, con la misma hilaridad y compasión que vemos hoy las películas de Juan de Orduña.
Roger Ebert ***: "Vicky Cristina Barcelona" is typical of a lot of his mid-range work. It involves affluent characters at various levels of sophistication, involved in the arts and the intrigues of love. They're conflicted about right and wrong. They're undoubtedly low-level neurotics. [...] All the time, Allen gives us a tour of the glories of Barcelona, the city of Gaudi and Miro, the excuse being that Juan Antonio is showing the girls the sights. As Hollywood learned long ago, there's nothing like a seductive location to lend interest to whatever is happening in the foreground.
Diario del rodaje. El País.
Entrevista a Woody Allen. Dirigido por.

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Los extraños



Máscaras

A Browning, o a Fisher, nunca les hubieran consentido en sus Dráculas secuencias tan horribles como las que le aguantamos a Bertino o a Haneke. En La Niebla de Stephen King, un padre mata inutilmente a su hijo. Una crueldad parecida no se la hubieran tragado a Lovecraft. Y no se trata de que King, Bertino, o Haneke tengan más atrevimiento o más imaginación. Creo que la causa es el público, que está más dispuesto a pasarlo mal. Por eso, una película como “Los extraños”, no me dice tantas cosas de donde ha llegado la imaginaicón de su autor sino de donde ha llegado su público.


"The strangers"
Bryan Bertino, 2008
Reparto: Liv Tyler (Kristen McKay), Scott Speedman (James Hoyt), Gemma Ward (la muñeca), Kip Weeks (el enmascarado), Laura Margolis (chica Pin-Up), Glenn Howerton (Mike).
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El principio de la película es una llamada a la policía. Unos niños horrorizados acaban de descubrir el escenario de una matanza. El principio cierra las puertas a un final feliz, sabemos que va a haber sangre. Y empezar mostrando el horror no es una cuestión de estilo. En una película de terror debería haber pocas cosas gratuitas. La sangre es necesaria para que sepamos que esos invasores con máscaras no están jugando.

Pero a veces parece que juegan. Merodean por la casa, entran y salen, dan cortas esperanzas a los inocentes. Pasan largos periodos de tiempo sin dar señales de vida. ¿A qué juegan los extraños? El cine de terror de la última década nos a acostumbrado a entender al fantasma. El mal era parte de un drama que acabábamos conociendo. Pero “Los extraños” ignora por completo la moda.

Quizá por eso era necesario que los extraños tuvieran máscara. No tienen expresión, no tienen identidad. No nos cuentan nada. Y lo peor, no sabemos hasta donde quieren llegar. Esta vuelta atrás en el tiempo, a la década de los ochenta, al género de terror por terror nos devuelve a nuestras pesadillas sin la frágil seguridad de la coartada.

La pareja protagonista vuelve a casa de una boda. No es una pareja feliz, es una pareja con problemas. No pasan de la felicidad al terror, pasan de vivir sus problemas a hacernos sentir a nosotros una de las mayores pesadillas de los últimos años. Espero que los copiones de la industria tomen nota porque uno empieza a cansarse de esos principios idílicos antes de la tormenta, y prefiere mil veces estos.
Jordi Costa. El País: Los extraños formula un escalofriante discurso sobre el mal como inercia y se convierte en la rotunda carta de presentación de un cineasta con absoluto control del lenguaje y el tono.
Nick Shager. Slant ***: its finale is the writer-director's main (albeit minor) misstep, if only because after rooting suspense in shared glances, stark imagery and the menacing sound of silence, he should have recognized that the answer his film provides to Kristen's desperate query would have been more chilling had it simply been left unsaid.
Enlaces de Patxon.

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El ministerio del miedo



Divertimentos

Graham Greene dividía sus novelas en obras serias y divertimentos. Entre las primeras ponía a las aburridas y en el segundo grupo mezcló algunas, que a mi me parecen las mejores, como “El americano impasible” o “Nuestro hombre en la Habana”, con otras menores. “El ministerio del miedo” pertenece indiscutiblemente a las menores. Parece ser que Lang tenía un gran interés por rodarla cuando leyó el libro, pero cambió de opinión cuando leyó el guión. La obra tiene ecos del primer Hitchcock. Hay un inocente que se ve involucrado en un complot sin quererlo (como en “Alarma en el expreso”, o en “El hombre que sabía demasiado” o en “Con la muerte en los talones”). Y hay un encadenamiento de casualidades que llevan a un hombre común a formar parte de un hecho transcendente (como en “39 escalones” o en “El agente secreto”).


"Ministry of fear"
Fritz Lang, 1944
Reparto: Ray Milland (Stephen Neale), Marjorie Reynolds (Carla Hilfe), Carl Esmond (Willi Hilfe), Hillary Brooke (Mrs Bellane), Percy Waram (Prentice), Dan Duryea (Travers)
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Neale acaba de cumplir su condena cuando entra en una celebración y es confundido con un espía por un lío de contraseñas. De modo que se va de la fiesta con un pastel, que, imaginamos contiene un enigma, y es perseguido por un falso ciego. Cuando llega a Londres investiga los hechos en la asociación que organizó la fiesta. Ignora que el organizador es un espía nazi y que la organizadora va a enamorarse perdidamente de él. Para apartar sus narices del caso, el nazi urde un falso asesinato que lo compromete, y, más adelante un aparatoso, y siempre ineficaz, explosivo.

Aunque el Londres de los ataques alemanes y los refugios antiaéreso en el metro es coetáneo a la película, es un Londres idealizado, un Londres acartonado. Lang pasea su cámara por elegantes pasillos y lujosos hoteles. Guarda su tenebrismo expresionista para la sesión de espiritismo donde se comete el falso asesinato. Lang tiene, con frecuencia, demasiado miedo de manchar las manos de sus héroes. Neale fue encarcelado por ayudar a morir a una esposa desauciada por la enfermedad. Es tan higiénico como el policía herido de “Los sobornados” que deja a la chica, a Gloria Grahame, que despache sus trapos sucios.
Michael Toteberg. Lo esencial de Fritz Lang. Ed. T&B: De esta manera Lang renuncia a hacer creíble la historia de espionaje fantástica para concentrarse en una dirección lumínica basada en las paradojas. Aquí se le da la vuelta a los viejos símbolos, convertidos ya en tópicos: la santidad significa aquí muerte. Vemos un cuarto totalmente a oscuras, se oye un ruido y se reconoce luego un agujero diminuto por el que entra un rayito de luz: han matado a un hombre a través de la puerta. Las películas mudas de Lang enlazan con los modelos básicos de Hitchcock, intercalados con momentos de ironía y parodia: en el film se reconoce la actitud de rechazo contra el guión. El ministerio del miedo no ofrece aleccionamiento político.
Fantomas. Cinemascope: Fritz Lang ahondó en numerosas ocasiones durante su carrera en el tema del enemigo interno que hay en todos nosotros. En “M, el vampiro de Dusseldorf” (1931), el director se encarga de exponer el clima de paranoia y desconcierto existente en Alemania poco antes de la subida de Hitler al poder. Luego, al llegar a los Estados Unidos, se percató que existían enemigos internos en todos lados, y que básicamente todos los hombres son potenciales “enemigos internos”. Esto lo expone de manera bastante excepcional en este film.
Bosley Crowther. New York Times, 1945: Anyone who has read the recent novels of Mr. Greene can anticipate the style. It combines a touch of sorcerer's magic with a modern, sophisticated wit. And Fritz Lang, in directing this picture, has kept a curious off-key, spectral tone insinuating through the telling of a thoroughly captivating tale. [...] Mr. Lang has given the picture something of the chilling quality of some of his early German shockers—a strangely arch and maniacal surge that comes through suggestive use of camera and morbid pace in more critical spots. The clammy and numbing sensations of fear are thereby conveyed in a manner that is quite unusual for our generally overworked screen.
Dennis Schwartz: Stephen Neale is released from a prison insane asylum after spending two years there for a mercy killing of his very sick wife, which she actually did herself. Happy to be free and to be going back to London by rail, he stops off at a charity event run by an organization called 'Mothers of the Free Nations.' After seeing a clairvoyant, he's told by her the exact weight of a cake being given to the one who comes closest to guessing its weight and is told that it's important for him get the cake. The cake was meant for a Nazi spy, as it contains microfilm of a map showing where the British plan to invade Europe.
Graeme Clark: There is romantic interest, too, and although Neale has a tragic past in that he assisted in his terminally ill wife's suicide (that's what landed him in the asylum) he makes friends with an Austrian brother and sister, Will Hilfe (Carl Esmond) and his sibling Carla (Marjorie Reynolds struggling with the accent). It's Carla who takes a fancy to him, but who can he really trust in this world of paranoia and double crosses? Examination of the narrative finds absurdities, such as the spies fronted by a group of middle aged women, but it all makes a kind of nightmarish sense while you're watching.
Paul Tatar. TCM: Unlike most of his Hollywood contemporaries, director Lang had a real-life connection to the Nazi party. In fact, many Germans thought he distastefully utilized the connection to get extra publicity for his war-based films Hangmen Also Die (1943), Ministry of Fear, Man Hunt (1941), and Cloak and Dagger (1946). As Lang stated in an interview for Hangmen Also Die, Adolf Hitler had personally selected him to make pictures that glorified the Nationalist Party. [...] In 1967, he told Peter Bogdanovich that he had actually fallen asleep while trying to watch it on TV.

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Mi ligue en apuros



Universos adolescentes


"Love wrecked"
Randal Kleiser, 2005
Reparto: Amanda Bynes (Jenny Riley), Chris Carmack (Jason Masters), Jamie-Lynn DiScala (Alexis), Jonathan Bennett (Ryan), Susan Duerden (Bree Taylor), Fred Willard (Ben Taylor), Jackie Long (Chase), Joey Kern (Milo), Kathy Griffin (Belinda), Alfonso Ribeiro (Brent).
Guión: Stephen Langford.
*
Todo el mundo se cree más alto subiendose al arbol caído de las comedias estudiantiles norteamericanas. Las llaman pop, pijas, o subproductos. Pero lo cierto es que no todas son lo mismo; "Chicas malas" era un buen sociograma de un instituto, sin embargo, su imitadora, "Todas contra él", era un tostón. "Ella es el chico" adaptaba a Shakespeare con gracia, sin embargo, esta imitación de Randal Kleiser (El lago Azul, Grease) no consigue alcanzar ningún listón de su modelo. Amanda Bynes, Lindsay Lohan, y Hillary Duff son tres divas adolescentes que han puesto su encanto al servicio productos diseñados especialmente para ellas. La marca High School Musical sigue los mismos derroteros pero con un sentido coral y musical que la hace jugar en otra liga.

Ryan es amigo de Jenny (Amanda Bynes) y aguanta incluso ir con ella a los conciertos de su ídolo para que ella de rienda suelta a su pasión de fan. La Chica despierta algo en él, pero no sabe qué. ¿Cómo se sentira cuando sepa que ella se ha perdido en una isla desierta con el ídolo de sus amores?

El problema de “Mi ligue en apuros” es que está contado desde la chica, pero en realidad trata del chico. Deberían sucederle cosas a él, pero la diva es Amanda Bynes y le suceden a ella. La chica no está tan sola como cree en su paraíso y la comedia de enredo se ve reforzada con dos enemigas que quieren sostener la misma farsa como sea. No es tan mala idea, dos chicas quieren hacerse la puñeta pero ninguna va a desvelar la mentira que les permite ligarse al chico. A Wilder le hubiera gustado una comedia de este tipo, con mentiras y suplantaciones. Pero ésta no alza el vuelo. El drama estaba en otro lado y no da tiempo a enfocar la historia.
Sin pelos en la lengua (4/10): Su director bien podría haber aprovechado esta cinta para, sin perder su fácil atractivo comercial, realizar una -mordaz o no- crítica tanto a los efímeros fanatismos pubescentes como al propio mercado de ídolos de temporada, pero simplemente se limita a realizar una comedia romántica

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Cacerías

Un año antes de pasar a la historia del cine con su "King Kong", Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper habían rodado una historia sobre la caza del hombre. "El Malvado Zaroff" propone al espectador la idea de vivir la sensación de una cacería desde el punto de vista de la presa. En una escena inicial, los guionistas cometen la ingenuidad de explicarnos la trama. Más eficaz que este primer intento son las películas de terror como "La matanza de Texas", y, sobre todo, las de zombies, que nos lanzan de lleno a la angustia sin explicarla.


Gonzalo López-Gallego, 2007
Reparto: Leonardo Sbaraglia (Quim), María Valverde (Bea), Pablo Menasanch (guardia joven), Francisco Olmo (guardia mayor), Manuel Sánchez Ramos (empleado gasolinera).
Guión: Javier Gullón y Gonzalo López-Gallego.
* * *
"El rey de la montaña" empieza con una escena de sexo entre dos jóvenes que no se conocen para llevarnos a una cacería interminable en medio de una sierra deshabitada. En el primer desvío de la carretera, el protagonista no sabe si continuar su camino o seguir a la chica. Toda la película está llena de elecciones que nos van a hacer ponernos en su lugar queramoslo o no. ¿Habríamos cogido esa carretera? ¿Entraríamos en la casa abandonada? Perdidos en un camino vecinal, los dos son víctimas de un francotirador invisible. La ansiedad de la huida deja poco espacio para la reflexión. Los incidentes caen raras veces en el tópico y hacen avanzar la acción como una barrena. El director sabe alternar la ansiedad de los disparos con la calma de los refugios.

Los cánones del thriller imponen siempre el mismo desenlace. Los dos pacíficos ciudadanos tendrán que aprender a pelear o morirán. Es el canon heróico de Hollywood. Pero, por suerte o por desgracia, nuestros creadores no tienen que colar sus guiones a productores avaros. Es una pena no poder discutir los desenlaces en una página de cine, porque, en casos como este, son lo más suculento. "El rey de la montaña" tiene un giro inteligente. Nos hace pensar en el asesino sin simplezas, y, a diferencia de la tradición española, no aprovecha la ocasión para unir el mal con ningún credo ideológico. Las cataris deberían ser siempre así de complicadas.
Jordi Costa. El País: su extrema singularidad se ha perdido por el camino y, en el resultado final, la eficacia gana el pulso a la heterodoxia.
Mirito Torreiro. Fotogramas: la salva una puesta en escena contenida, la creación de un aire amenazante, lo abstracto de la propuesta.
Roberto Piorno. Guía del Ocio ***: Es ella, y no él, la heroína de la fábula, capaz de sacrificarse por el objetivo común en contraste con los intereses individualistas y cobardes del personaje masculino. [...] La identidad de los verdugos sobrecoge y la película asume un cariz sociológico pronunciado.

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Wanted



Epígonos


Timur Bekmambetov, 2008
Reparto: James McAvoy (Wesley Gibson), Morgan Freeman (Sloan), Angelina Jolie (Fox), Terence Stamp (Pekwarsky), Thomas Kretschmann (Cross), Common (el Armero), Marc Warren (el Reparador), Dato Bakhtadze (el Carnicero).
Guión: Michael Brandt, Derek Haas y Chris Morgan; basado en un argumento de Michael Brandt y Derek Haas; sobre el cómic de Mark Millar y J.G. Jones.
* * *
Los años que siguieron a Matrix, el cine se llenó de héroes que desafiaban las leyes de la física y las balas. La mitad de los epígonos no tenían una coartada para sus excesos, no eran héroes dentro de un videojuego, como Neo. La otra mitad no tenía imaginación. Dentro de esa colección de imitadores, yo creo que los de "Wanted" serían los más capaces de no indignar a los Wachowski. La idea de dar efecto a las balas tiene su gracia. Algunas de las ejecuciones, como la del coche que salta por encima de la víctima para acceder a la trampilla, son cautivadoras. Los duelos alocados con balas espirales y ese tren moravo son inolvidables. El kazajo (qué mal suena) Bekmambetov se inspira en un comic de Millar, pero su universo creativo bebe de Matrix.

He leído muchos comentarios de espectadores que se quejaban de la instrucción de Neo y Trinity (a la que reemplaza, casi al dedillo, Angelina Jolie) a base de cartuchos digitales. A aquellos que se quejaban de la solución, les gustará la instrucción de Wesley. A este alumno no le ponen fácil ni una sola lección del temario.

Una secta de asesinos que se hace llamar La hermandad mantiene el equilibrio en el mundo desde hace diez siglos eliminando a las personas que pueden romperlo.

El problema que plantea un programa de limpieza como el de La hermandad no es tanto el prodigio de sus asesinos. El problema es la lista de las víctimas. ¿Cómo sabemos quien sobra en el planeta? Un telar, del que ignoramos todo, redacta la lista en clave binaria.

Todo lo que vemos puede ser una trampa, como dicta la última moda del cine de cajas chinas, pero nadie discute una coma a ese telar. Los creadores necesitan una verdad absoluta a la que aferrarse después de tanto mareo de mentiras e identidades. Yo sólo me pregunto si el subconsciente del espectador tiene esa misma necesidad de asideros.
Jordi Costa. El País: La amoralidad del cómic se ha rebajado, pero el sentido del espectáculo de Timur Bekmambetov marca un nuevo listón en la escala del exceso.
Rafael Gutsan. El Pasadizo: Al paso de un medio al otro ha sobrevivido, en parte, la mala leche de Mark Millar, a quien los lectores de cómics conocerán por sus aportaciones a series como The Authority y a algunos de los Ultimates de Marvel, pruebas de esa mala leche, que puede ser traducida por el apego a la violencia más explícita, el retorcimiento de la figura del superhéroe -herencia directa de Alan Moore y Frank Miller-, y el siempre cínico reflejo del mundo actual. En el camino han quedado, tras sufrir varios cambios, un grupo de villanos mucho más interesante y pintoresco que el propuesto en la película, así como un sentido del nihilismo que en el cómic va a caballo entre lo repugnante y lo exquisito, y que en la película se ha intentado imitar de una forma bastante vaga. [...] Hasta este punto los parecidos con otras muchas películas en las que se sigue una trama de descubrimiento/aprendizaje/realización son innegables. Gibson (Luke Skywalker/Neo) es guiado a través de una parte de la realidad cuyas posibilidades desconocía de la mano de Fox (Obi-Wan Kenobi/Morpheo), y el héroe pasa a serlo mientras intenta vengar a su padre, al mismo tiempo que se convierte en él.
Enrique Colmena. Criticalia ***: temas tan graves como el dedo del destino, la asunción de la propia responsabilidad, la corrupción del sistema, incluso la irrupción de Edipo, hasta llegar al tema final, la necesidad de poner bajo control un poder omnipotente. Todo ello sin que dé la impresión de que nos están largando un rollo filosófico.
David Cárdenas. Tu blog de cine: El redundante giro de guión que tiene el largometraje con el objetivo de hacernos creer que los guionistas le han echado cerebro al script, sólo ha conseguido convencerme aún más que a Bekmambetov le importa un carajo las historias, y que únicamente le sirven para justificar el apotéosico éxtasis videoclipero con el que viste sus películas.
Richard Corliss. Time.com: As if in instant celebration of the Supreme Court's ruling on a citizen's right to bear arms, the burly new fantasy Wanted reveals the magic that can blossom when you put a gun in the hand of a meek wage slave and tell him he was born to be a righteous killer.
Keith Philips. The Onion: Wanted's James McAvoy has problems: He's broke. His girlfriend's cheating on him with his best friend. His boss is a demanding jerk. Oh, and there's a man with a gun following him around who seems to want him dead.

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Che, el argentino



Historias de la mili


Steven Soderbergh, 2008
Reparto: Benicio del Toro (Che), Demián Bichir (Fidel Castro), Santiago Cabrera (Camilo Cienfuegos), Elvira Mínguez (Celia Sánchez), Julia Ormond, Jorge Perugorría (Joaquín), Edgar Ramírez (Ciro Redondo), Victor Rasuk (Rogelio Acevedo), Armando Riesco (Benigno), Catalina Sandino Moreno (Aleida Guevara), Rodrigo Santoro (Raúl Castro), Unax Ugalde (Pequeño Cowboy), Yul Vázquez (Alejandro Ramírez).
Guión: Peter Buchman; inspirado en "Pasajes de la guerra revolucionaria" de Ernesto "Che" Guevara.
* * *
Si tiene un amigo que ha hecho la mili, nunca le saque el tema. Tendrá que soportar estoicamente cada una de las conversaciones que tuvo con el cabo, con el teniente y con el alférez; tendrá que reírse de alguna broma que le hizo el sargento y que a usted no le hace ninguna gracia. Los militares viven una experiencia irrepetible que tiene que ver con el sentimiento de hermandad masculino, con el heroísmo y la justicia, con la vivencia de ser parte de algo más grande que nuestro individualismo narcisista. Ellos no saben explicarlo, pero quieren volver una y otra vez a recuperar aquello, mientras usted mira a otro lado buscando una manera de no tener que aguantar la misma historia de siempre.

“Che, el argentino” está compuesto con los trozos de diario de un militar, y respira ese sentimiento indefinible por los cuatro costados. Son anécdotas nobles y sinceras. La historia de hombres que dieron su vida por un ideal.

La película abre con una pregunta de una periodista que es como esas puertas que le gustaba usar a John Ford para empezar sus cintas. La periodista le dice “¿Cree usted que si los sudamericanos consiguieran mejorar su nivel de vida no necesitarían una revolución?”. Colocar la pregunta al principio hace pensar que la película es la respuesta, pero no lo es. No es una película que reflexione sobre la revolución, es la misma película que hubiera rodado Fidel si hubiera podido hacerlo.

Mezclados con la batalla para llegar al poder en Cuba aparece un Guevara posterior que habla en las Naciones Unidas en representación de Cuba. La imagen es en blanco y negro para parecerse a imágenes sacadas de un documental de la época, o para confundirse con ellas. No son gratuitas, Guevara se enfrenta a los Estados Unidos y lo acusa de su imperialismo. Este Flash-ahead le da un sentido a la lucha. Ellos pelearon por eso que defienden ahora en la sede del imperio.

Castro y Guevara merecían su hagiografía. Y para los occidentales ensimismados como nosotros en nuestros vicios nos viene como una cura participar en el fragor de una revolución. Es justo que entendamos a aquellos cubanos. Ellos llevan glorificando aquel momento de su historia cincuenta años. Pasé un mes en La Habana en casa de un amigo y pude verlo con mis propios ojos. El triunfo de la revolución es allí desayuno, almuerzo y cena. Pero, a diferencia de nosotros, no cambian de menú cuando les da la gana.
Roberto Piorno. Guía del Ocio ****: El primer plano está en otro sitio, en las maniobras de conquista relámpago de Fidel Castro, Soderbergh nos muestra así las bambalinas del hecho histórico.
Jordi Costa. El País: El argentino es, así, una hagiografía que neutraliza su riesgo panfletario, a través de la voz funcionarial de un cineasta que utiliza su virtuosismo como salvoconducto. [...] Soderbergh se empeña en mantener una distancia que coloca su película más cerca del cine didáctico que del cine político.
Alberto Bermejo. Metropoli ***: equilibrado retrato de un héroe contemporáneo reconvertido por el mercado en una marca más o menos abstracta, en franquicia, icono o símbolo de rebeldía, ansias de justicia y de libertad.
Enrique Colmena. Criticalia: Soderbergh apuesta, extrañamente, por la reconstrucción aplicada, algo que a él, uno de los cineastas más peculiares surgidos en los años ochenta, no le va en absoluto.

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Viaje al centro de la tierra



Verniano


"Journey to the center of Earth"
Eric Brevig, 2008
Reparto: Brendan Fraser (Trevor Anderson), Josh Hutcherson (Sean Anderson), Anita Briem (Hannah), Seth Meyers (profesor Alan Kitzens), Jean-Michell Paré (Max Anderson), Jane Wheeler (Elizabeth), Frank Fontaine (hombre mayor), Giancarlo Caltabiano (Leonard).
* *
Yo he intentado razonar varias veces por qué me aburre tanto este libro de Julio Verne (y los demás) y tengo un par de teorías: una, falta la chica. Es cierto que Axel tiene novia, Grauben. Pero se la deja en tierra y se va de viaje con su tío, así que no cuenta. La otra teoría que se me ocurrió fue que no había malo. A los protagonistas les pasan cosas, pero nadie conspira contra ellos así que no nos preocupan tanto.

De esta versión puedo decir que responde a las dos pegas. Hay chica, porque si no, no hay taquilla. Y sigue sin haber malo, pero a cambio, le han añadido a la historia eso que a Hollywood se le da tan bien, le han añadido conflictos familiares. El tío y el sobrino no son dos empollones sin sentimientos, han perdido al padre y le echan de menos.

De la historia cabe agradecer que repita a Verne sin aburrirnos con él. Aparecen sus océanos, sus plantas, sus seres marinos y sus dinosaurios. Estos últimos transformados por el avance de la ciencia y también porque entre Verne y Brevig se han escrito otros libros y se ha rodado cine, y un tal Spielberg nos ha impuesto la iconografía de sus tiranosaurios.

El viaje sirve a Verne para asombrarnos, a Brevig para unir una familia con los avatares de un viaje. En ninguno de los dos casos consiguen explicarnos que pasó con el magma y las temperatura de esas profundidades, con esos mares, o con la gravedad. Pero no es tan terrible. Sobre todo si uno consigue desconectar un par de neuronas científicas y se sumerge de lleno en la acción.
Lou Lumenick. New York Post ***: Unusual for this genre, the script doesn't insult the audience's intelligence, and it mercifully soft-pedals its message about the virtues of reading.

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La conjura del Escorial



Dos horas de documental, media hora de culebrón


Antonio del Real, 2008
Reparto: Jason Isaacs (Antonio Pérez), Julia Ormond (princesa de Éboli), Jürgen Prochnow (Espinosa), Jordi Mollà (Mateo Vázquez), Joaquim de Almeida (Juan Escobedo), Juanjo Puigcorbé (Felipe II), Blanca Jara (Damiana), Fabio Testi (duque de Alba), Rosana Pastor (doña Juana de Coello), Pablo Puyol (Insausti), Concha Cuetos (doña Bernardina), Anthony Peck (Tiépolo).
*
Sería una suerte que personajes como la princesa de Éboli o don Antonio Pérez se hicieran tan populares como Hanibal Lecter o el pirata Barbosa. Lo de matar dos pájaros de un tiro y que uno sea educativo nunca deja de seducirme. Pero con películas como “La conjura del escorial” difícilmente vamos a conseguir que alguien se quede hasta el final cuando la echen dentro de un año por la segunda cadena.

El McGuffin es el mismo que el de los Tres Mosqueteros. Los nobles se juegan su poder y los vasayos, que son quienes nos importan, se juegan la vida. Antonio Pérez, que es el malo pero sólo descubriremos que es malo al cabo de dos horas, conspira para conseguir unos papeles que lo comprometen en asuntos de estado. Jordi Mollá, que es el bueno, pero sólo descubriremos que es bueno cuando caiga el telón, pide los servicios de un alguacil para destapar la trama contra el rey.

El alguacil quiere descubrir al culpable porque le va en ello una cuestión personal. La historia de amor del alguacil, contada con el mismo arte que un culebrón venezolano; y la investigación posterior, contada con el mismo arte que un serial español, son los únicos veinte minutos de cine que uno soporta dentro de este larguísimo documental. Las otras dos horas de inacción muestran a personajes históricos discutiendo sobre Flandes e Inglaterra delante de una colección de postales de las fachadas del siglo de oro.
Jordi Costa. El País: Con el punto de mira en la comercialidad más banal, la apasionante intriga histórica cede demasiado terreno a una lamentable trama amorosa. Al director quizá le traicione su propia ambición y, aunque la grandilocuente música pretenda ensalzar una puesta en escena más esforzada que talentosa, la película parece un trabajoso remedo de aquellos modelos británicos un tanto pasados de moda
Es Madrid, no Madriz: La calle donde fue asesinado Juan Escobedo es la calle de la Almudena, que se encuentra a muy pocos metros de la catedral, como podemos leer en la placa que el Ayuntamiento colocó allí.
Roberto Piorno. Guía del Ocio **: Cuando Del Real abandona la crónica histórica para deslizarse por los límites del relato aventurero la película hace agua, y cuando se sumerge sin contemplaciones en las profundidades del melodramilla romántico bucólico, hortera y forzosamente intercultural se oyen las alarmas de naufragio.
Francisco Marinero. Metropoli 0: esta confusa conjura cuyos personajes actúan contradictoriamente, como si cada uno de los cuatro guionistas hubiera trabajado por su cuenta y cada uno de los actores no supiera si su personaje es ingenuo o taimado, bueno o malo.

IMDB | web | muchocine | La Princesa de Éboli | Antonio Pérez



Juanjo Puigcorbé es Felipe II

Julia Ormond es la Princesa de Éboli

Jason Isaacs es Antonio Pérez
La situación parecía propicia para la existencia de facciones, ya que no había todavía un acuerdo total respecto a los ejes fundamentales de la política, especialmente de la política exterior, y el gobierno vacilaba entre distintas alternativas. Las alternativas se concretaban en dos enfoques comunes de los problemas políticos, uno intransigente y tradicionalista, y el segundo flexible y moderado. Por esa razón, a la facción ebolista se la designa frecuentemente como partido pacifista, o incluso liberal, mientras que se considera a la facción albista como un partido belicista y conservador. Pero esas etiquetas tienen escasa significación. De hecho, existían una serie de facciones, o grupos de patronos y clientes, algunos de ellos con un acceso más directo al monarca que el que podían tener el duque de Alba (FABIO TESTI) o el príncipe de Éboli, caso de doña Juana, hermana de Felipe II, y de Isabel de Valois, su esposa. No existían tampoco ideologías coherentes. Es cierto que el duque de Alba defendía con energía la guerra total en los Países Bajos, pero no era partidario de extender el conflicto bélico al otro lado del Canal de la Mancha. Defendía una línea de compromiso diplomático con Inglaterra, y en este sentido ejercía una influencia de moderación en la política española. Los elementos religiosos realmente intransigentes se hallaban en el entorno de Diego de Espinosa (JÜRGEN PROCHNOW), otro inquisidor general, que inició el índice de libros prohibidos y que mantenía una estrecha vigilancia sobre los conversos, los moriscos y los partidarios del príncipe de Éboli. El llamado partido pacifista defendía un acuerdo pacífico en los Países Bajos, pero sólo para conseguir un cierto respiro que permitiera a España enfrentarse a Inglaterra, lanzando una invasión a través del Canal de la Mancha. En cuanto a la revuelta de los moriscos (BLANCA JARA), los dos partidos no representaban posturas distintas.

La facción ebolista supo atraerse a un importante grupo de nobles, como al marqués dé los Vélez, un veterano guerrero y diplomático y miembro del Consejo de Estado, al duque de Sessa, descendiente del Gran Capitán, y a la amplia y poderosa familia de los Mendoza, cuyos miembros desempeñaban no pocas veces los cargos de virrey y embajador. Más tarde contó también con el apoyo del cardenal Quiroga.

También se integraban en este grupo una serie de oficiales, de entre los cuales el más notable era Antonio Pérez (JASON ISAACS), que llegó a ser su figura clave y que asumió el liderazgo tras la muerte del príncipe de Éboli en 1573, sirviéndose de él para sus propios intereses. Fue entonces cuando entabló una estrecha relación con la esposa del príncipe de Éboli, tanto, que se ha querido presentar como una de las causas fundamentales del conflicto político del reinado de Felipe II la existencia de una supuesta relación amorosa entre la princesa de Éboli (JULIA ORMOND) y Antonio Pérez (ISAACS). El conflicto se habría producido por la rivalidad entre el monarca y su secretario por el amor de la misma mujer. Esta historia, como ocurre con muchas otras historias de este reinado, es falsa, tanto por lo que respecta a Antonio Pérez como a Felipe II (JUANJO PUIGCORBÉ). La princesa de Éboli, que llevaba un parche de color negro sobre su ojo derecho, era otro miembro de la familia Mendoza, una mujer dominante, piadosa hasta la teatralidad —ingresó en un convento el día del fallecimiento de su esposo para abandonarlo unos meses después— pero, sobre todo, ávida de influencia tanto sobre los acontecimientos como sobre las personas. Santa Teresa tuvo que sufrir sus atenciones y Antonio Pérez avanzó hacia su ruina gracias a ellas. Los objetivos políticos de esta excéntrica mujer no eran otros que los de interferir allá donde pudiera. Por ello cultivó la amistad de Antonio Pérez, del que opinaba que «llegaría lejos», con la esperanza de permanecer, gracias a él, en el centro de los acontecimientos cuando la muerte de su esposo amenazó con poner fin a su influencia. Por otra parte, a Antonio Pérez le resultaba útil por sus contactos aristocráticos. Pero la relación de ambos fue exclusivamente política y financiera. Los dos necesitaban dinero, que estaba al alcance de un oficial con los contactos adecuados. Así pues, le reveló secretos de Estado y juntos comerciaron con las concesiones reales y la información del gobierno, ayudando a aquellos que estaban dispuestos a comprar sus favores. Probablemente, el amor no formaba parte de la intriga.

El portavoz de la facción rival era el duque de Alba (TESTI), jefe poderoso de una poderosa familia, cuya distinguida carrera como virrey y militar sufrió la más dura de las pruebas en los Países Bajos. El duque de Alba era un inveterado enemigo de Antonio Pérez y su grupo, entre los cuales incluía en su odio al príncipe de Éboli, su viejo rival en el Consejo de Estado, y en su desprecio aristocrático por los oficiales. En su bando se alinearon su amplio linaje —los Toledo eran eran prolíficos en generales, almirantes y virreyes—, los secretarios Vázquez (JORDI MOLLÁ), Zayas, Idiáquez y Moura y el confesor del rey, fray Diego de Chaves. La facción incluía también a dos grandes señores, que ejercieron una notable influencia en la segunda parte del reinado y que se enriquecieron sin rubor en el desempeño de su cargo. Se trataba del conde de Barajas, presidente del Consejo de Castilla, a quien Felipe II (PUIGCORBÉ) utilizaría en su campaña contra Antonio Pérez hasta que, también él, fue objeto de investigación por malversación y destituido de su cargo, y el conde de Chinchón, tesorero general de Aragón e Italia, realista extremo que había conseguido su promoción en el cursus honorum gracias al rival de Pérez, Mateo Vázquez (MOLLÁ). Sin embargo, en los años de 1570 esta facción no había alcanzado todavía un lugar bajo el sol. El duque de Alba (TESTI) fracasó en los Países Bajos. En 1572 perdió el favor de Felipe II y se ordenó la investigación de su actuación como gobernador. Su sustitución en 1573 y su posterior alejamiento de la corte por un monarca cansado de sus pretensiones coincidieron con el comienzo de la gran influencia de Antonio Pérez. Pero también éste se excedió. De comerciar en concesiones e informaciones oficiales pasó a interferir sin autorización en asuntos de Estado —en asuntos referentes a los Países Bajos y, tal vez, a Portugal— y ello determinó su caída en 1579. Cuando los administradores intentaban actuar como políticos, Felipe II prescindía de ellos y lo hacía con total impunidad. La debilidad fundamental de esta política faccionalista estriba en la ausencia de fuerza de los diferentes grupos fuera de la administración. En efecto, nada tenía que temer el rey de sus Cortes.

"Historia de España". Dirigida por John Lynch.



Felipe II

La Princesa de Éboli

Antonio Pérez
Desde 1573 la voz más influyente en la administración había sido la del secretario de Estado, Antonio Pérez (JASON ISAACS), el nuevo cabecilla de la facción «pacifista». Pero la influencia de Pérez no era decisiva. En el período en que don Juan de Austria fue gobernador de los Países Bajos, el secretario real y los hombres más próximos a él, el marqués de los Vélez y el cardenal Quiroga, defendieron una solución de compromiso con los rebeldes y la invasión de Inglaterra. Pero se trataba de una propuesta prematura; el rey deseaba la paz en los Países Bajos, pero no estaba preparado todavía para la guerra con Inglaterra. No obstante, Felipe II (JUANJO PUIGCORBÉ) no hacía caer en desgracia a quienes no concordaban con su política, sino que simplemente los dejaba de lado. Antonio Pérez fue mucho más lejos en sus transgresiones. Por razones todavía oscuras, tal vez con la intención de convertirse en un elemento indispensable tanto para Felipe II como para don Juan de Austria, hizo lo posible por deteriorar las ya tensas relaciones entre el rey y su hermanastro. Felipe II sabía que don Juan tenía ambiciones en Inglaterra y le informaron desde los Países Bajos que estaba negociando con el papa y con los católicos franceses a fin de conseguir aliados para una invasión a través del Canal de la Mancha. Pero la política de don Juan de Austria, aunque independiente, no era subversiva. Fue Antonio Pérez quien hizo que pareciera más peligrosa de lo que era en realidad y quien encontró una cabeza de turco en Juan de Escobedo (JOAQUIM DE ALMEIDA), secretario de don Juan, y que tenía ambiciones tanto para él mismo como para su señor. Antonio Pérez, que mantenía una correspondencia secreta con el gobernador y su secretario, enseñó al rey el contenido de sus despachos y las cartas confidenciales que recibía como contestación. Así pues, al mismo tiempo que alentaba a don Juan de Austria alimentaba las sospechas de Felipe II (PUIGCORBÉ) respecto a su hermanastro. Pero en 1578 Escobedo (DE ALMEIDA) llegó a la corte para presentar al monarca los puntos de vista y las necesidades de don Juan de Austria. Antonio Pérez corría el riesgo de que se descubrieran sus intrigas y sus filtraciones de secretos de Estado, lo que lo indujo a tomar la iniciativa. Responsabilizó a Escobedo de las ambiciones de don Juan de Austria y predispuso al rey contra él, convenciéndolo de que era necesario eliminarlo. Al parecer, el rey dio su consentimiento al plan de Antonio Pérez, convencido, como de costumbre, de que tenía poder para en un caso de urgencia ordenar una ejecución sin juicio previo. Antonio Pérez intentó primero envenenar a su rival y al no conseguirlo contrató a unos asesinos a sueldo que lo atravesaron con sus espadas en las calles de Madrid el 31 de marzo de 1578.

Naturalmente, las cosas no podían terminar así. A pesar de todas sus precauciones, Antonio Pérez no había conseguido borrar sus huellas completamente. No tardó en circular el rumor de que él era el responsable del crimen y, por otra parte, la familia de Escobedo exigía justicia. Mateo Vázquez (JORDI MOLLÁ), rival de Antonio Pérez en la secretaría, tomó buena nota de esas acusaciones y lo denunció ante el monarca. Éste, torturado en su propia conciencia, se movía incómodo entre dos líneas de acción. Tuvo buen cuidado en no admitir que el asesinato se había perpetrado con su conocimiento, pero al mismo tiempo decidió no perseguir a Antonio Pérez, en parte porque se sentía culpable y también por temor a las posibles revelaciones de su secretario. Pero cuando murió don Juan de Austria y llegaron a España sus documentos, Felipe II llegó a la conclusión de que su hermanastro era inocente y de que Antonio Pérez (JASON ISAACS) lo había engañado. Por otra parte, lo irritaba cada vez más la connivencia política entre Antonio Pérez y la princesa de Éboli (JULIA ORMOND) y sospechaba que se estaba filtrando información sobre asuntos de Estado. Entonces, el monarca modificó su actitud. En ese momento su mayor problema político era la sucesión portuguesa. Las negociaciones al respecto estaban en manos del propio Antonio Pérez, un oficial en quien ya no podía confiar y de quien sospechaba en relación con los secretos de Estado. Decidió sustituirlo, pero primero tenía que formar un nuevo equipo. El duque de Alba (FABIO TESTI) había caído en desgracia; Los Vélez había muerto recientemente, después de haber perdido también el favor real y Quiroga no sintonizaba totalmente con la política portuguesa del rey. Felipe II decidió entonces recurrir a hombres que no mantuvieran una relación estrecha con sus anteriores consejeros. La persona elegida fue el cardenal Granvela.

Sólo cuando el nuevo equipo estaba prácticamente ya en funciones actuó Felipe II contra su antiguo favorito. La tarde del 28 de julio de 1579 Antonio Pérez trabajó con el rey en algunos documentos hasta las diez de la noche y una hora después era arrestado. Poco después se puso también bajo custodia a la princesa de Éboli, que había amenazado a quienes calumniaban a su amigo, especialmente Mateo Vázquez, y cuya creciente insubordinación resultaba intolerable para Felipe II. La princesa de Éboli pasó el resto de su vida confinada en una estancia de su palacio en Pastrana.

"Historia de España". Dirigida por John Lynch.

El tren de las 3:10



El peso de la ley

Basada en un cuento de Elmore Leonard, la película de Daves se estrenó en 1957, tres años después de su publicación. Un granjero atraviesa una mala temporada por falta de lluvia. La banda de Ben Wade utiliza su ganado para perpetrar un asalto a la diligencia que lleva el dinero de los trabajadores del ferrocarril. El asalto está resuelto con un campo contracampo. La versión actual abusa de las balas y del vertigo. El espectador de antes no necesitaba tantos planos, y el espectador de hoy, creo, tampoco.


Delmer Daves, 1957
Glenn Ford (Ben Wade), Van Heflin (Dan Evans), Felicia Farr (Emmy), Leora Dana (Mrs Alice Evans), Henry Jones (Alex Potter, el borracho del pueblo), Richard Jaeckel (Charlie Prince), Robert Emhardt (Mr. Butterfield, dueño de la diligencia)
* * * *
Cuando el granjero (Van Heflin) va a recuperar su ganado le ofrecen escoltar al criminal al pueblo más cercano. Necesita los $200 y acepta. El western clásico no dedica ni un solo plano al trayecto. Cuando sale el sol, los buenos han llegado a Contention. El hombre honrado y el bandido miden sus fuerzas dentro del hotel. El bandido aprende que tipo de hombre es el granjero porque no abusa de ir armado.

Uno de los hombres de Wade corre a avisar a la banda antes de que llegue el tren. Son siete hombres armados, y se ensañan con uno de los escoltas, con Potter, el borracho del pueblo. Por eso el jefe del ferrocarril se da por vencido y le pide al granjero que vuelva a casa. Nadie se atreve a llevar a Wade al tren. Pero el granjero sigue adelante. Aunque ya tiene su paga, se juega la vida para hacer lo justo. Él solo contra siete hombres. La lección que le ha dado al forajido es que la ley no abusa de su fuerza y que no necesita premios.

Por eso, aunque Ben Wade se transforma en las dos versiones, viendo la antigua lo entendemos, viendo la moderna no.
New York Times. By BOSLEY CROWTHER. Published: August 29, 1957: COLUMBIA'S "3:10 to Yuma," which arrived at the Astor yesterday, follows substantially the same route as that memorable Western "High Noon," and it reaches its terminal situation in a remarkably similar way.
Of course, there are differences in details. The hero in this gritty Western film is confronted with the man he has to handle rather early along in the affair. This man is a smooth and smiling bandit who amiably taunts our nervous boy, tempts him with bribes and confidently warns him that the gang will close in for a rescue before the arrival of that jail-bound train. (In "High Noon," the "menace" was coming out of prison; in "3:10 to Yuma," he is going in.)
But for all that (and other varying details), the theme and the issues are the same—a man beset by doubts and lawless bullies has the courage to face responsibility. Under unmerciful tension, he awaits the showdown whistle of that train.
Vince Leo. Qwipster's: Evans faces a moral dilemma, as the chance of Wade actually ever making it to the train seem to be dwindling as the time inches forward to the deadline. While everyone bails out, and risking almost certain death, Evans must choose between doing what he feels is right and doing what he thinks is best for himself and his family.
Another film under the shadow of High Noon's enormous influence, and one of the best, 3:10 to Yuma has a fairly simple premise, but still remains quite immersive due to its concentration on the characters, especially in the psychological mind-games that a crafty outlaw plays on those around him to try to secure his release. The feeling of utter helplessness for law-abiding citizens when confronted with unscrupulously bad men is all encompassing, as we wonder if Evans will compromise his virtues and sense of duty when everyone, including the man who initiates the transfer, wants out of the deal.
I didn't quite understand why Wade's gang doesn't just wait for him to get on the train, as it would seem much simpler to either get him to jump off at some point, or to attack it and get it to stop. In fact, there are several such moments where I wondered why they weren't more aggressive about saving their man, particularly in a finale where they employ a strange strategy of trying to pick him off from a sizable distance (if you're going to endanger the life of your boss by taking potshots, why not just rush they guy?). The strengths of the film lie in the psychological drama, and not in the plausibility of the events, so to properly enjoy the film, you just have to accept that once Wade sets foot on the train, his life as a bandit is over.
Jay Seaver. Efilmcritic.com: It rather feels like his work, though. Wade is an amiable villain, smarter than most crooks, not really wishing his pursuers any harm. He makes friendly conversation with Evans before trying to escape, and when it doesn't work, he almost apologizes - he has to do it, you understand, and he'll do it again, although his first choice is to talk his way out of custody. Evans, meanwhile, seems like a much more conventional character, the family man who left to his own devices would live his life out without ever encountering danger, but rises to the occasion. There are hints that he's been more in the past, though - he's the first person the sheriff asks for help when it comes time to bring Wade to Contention, and his plans are well thought-out.
The movie is well thought-out too. Screenwriter Halsted Welles delivers a screenplay that holds together, using a lot of western conventions and stock characters but also trusting that the cast can sell Leonard's characters and situations without guns blazing. There are a few head-scratchers - Wade's gang seems to converge on Contention fairly quickly; either it's a larger gang that it first appears or they're keeping in touch through unseen means; Evans' wife Alice (Leora Dana) seems to follow him to Contention for no reason beyond being put in peril. Still, the faults in the screenplay seem to be only "somewhat unlikely", as opposed to crippling.
Donald Levit. Reel Talk: The enjoyment here that outweighs the derivativeness -- which is not necessarily a bad thing, anyway -- comes in the dialogue and relationship developed between outlaw and rancher. Pleasant-faced clean-shaven Ben toys with his adversary, confident he will break from nerves if not greed. During their extended screen time alone in the hotel’s 207 bridal suite, the bandit sparkles with dry wit -- anticipated by an earlier handcuffed request that “you would [not] mind cutting the fat off [my meat], please” -- such as idly wondering about brides and the bed he lies on. But his pointed small talk invariably recurs to psyching the other into just a moment of conscious, even well-paid, dereliction of duty.
Time Out: The nerve centre is exposed in an early scene where Heflin, the dour family man careworn by responsibilities, watches as his wife and sons come under the spell of Ford's carefree charm: the conflict, ultimately, stems from each man's envy of what the other has.
Rob Nixon. TCM: The two men hole up in a hotel near the station where the smooth-talking criminal tries to mentally and emotionally manipulate his captor into letting him go. The film wrings a great deal of suspense from their battle of wills and from the increasing threat of the outlaw's gang who are on their way to Yuma.
Along with a handful of films by other directors, notably High Noon (1952), to which this story bears resemblance, Daves ushered in a new era in the genre with Broken Arrow (1950), starring Jeff Chandler as Apache warrior Cochise, one of the few films to treat Indians with dignity and understanding. Daves' films brought modern psychological themes, a breakdown in romantic stereotypes, and moral ambiguities to a genre often characterized by good guy/bad guy gunplay. He is ably assisted in bringing out the movie's gray-shaded themes and rising tension by the performances of Heflin, casting his solid American plainness in a role similar to the actor's work in Shane (1953), and Glenn Ford, playing against type as a villain, although a charming one who displays a measure of decency at the end.
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