Olvídate de mí

Michel Gondry, 2004
Reparto: Jim Carrey (Joel Barish), Kate Winslet (Clementine Kruczynski), Kirsten Dunst (Mary), Mark Ruffalo (Stan), Elijah Wood (Patrick), Tom Wilkinson (Dr. Howard Mierzwiak), Thomas Jay Ryan (Frank), Jane Adams (Carrie), David Cross (Rob), Ryan Whitney (Joel joven), Lola Daehler (Clementine joven).
Guión: Charlie Kaufman; basado en un argumento de Michel Gondry, Charlie Kaufman y Pierre Bismuth.
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Hacer difícil lo fácil

Lo peor de los problemas es la sensación que uno tiene a veces de estar encerrado en ellos, de se esclavo de los mismos errores una y otra vez. Uno suele tropezar siempre con la misma piedra, ¿Qué ocurriría si antes de empezar en una relación amorosa tuviéramos la posibilidad de saber como va a acabar? De esa pregunta nace esta película, y aunque la respuesta de Joel y Clementine, Jim Carrey y Kate Winslet, no deja de ser interesante, y probablemente compartida por muchos espectadores, sigo pensando que había historias más sencillas para plantear la cuestión. La idea de un rocambolesco médico que borra los recuerdos de noviazgos anteriores tiene un sello Kaufman indeleble. Es el sello de lo fácil hecho difícil, complicando la vida al espectador que no sabe si es testigo del presente o del pasado, si la cámara está en un recuerdo, o en la realidad. Al paso que va, Charlie Kaufman va a agotar todas las posibilidades de la pedantería cinematográfica.

Rotten Tomatoes = 92% $34mill.

El bosque

Night Shyamalan, 2004
Bryce Dallas Howard (Ivy Waker) Joaquin Phoenix (Lucius Hunt) Adrien Brody (Noah Percy) William Hurt (Edward Walker) Sigourney Weaver (Alice Hunt) Brendan Gleeson (Augustus Nicholson) Cherry Jones (Mrs Clack) Celia Weston (Vivian Percy)
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Las bondades del miedo

Si Shyamalan escribiera literatura le saldrían buenos cuentos y pocas novelas, porque es un creador de anécdotas y de finales, pero no sabe darle vida a sus personajes. En cada una de las historias que nos ha contado hasta ahora Shyamalan ha sabido deslumbrarnos haciéndonos creer un mundo de fábula. Nos ha hecho creer en fantasmas, en superhéroes, en marcianos, y ahora en un bosque encantado. Sus finales guardan siempre golpe de efecto, pero sus vueltas de tuerca no son meros pasatiempos. De hecho, la carta en la manga que guarda para el final es indispensable; sirve para hacernos reflexionar sobre el verdadero tema, que no sospechamos, y por eso se recrea en un final que tiene la clave de la película.

Entre el arranque y el final deja un espacio que suele llenar de paja, porque a Shyamalan no se le da muy bien el desarrollo. Particularmente lamentable la relación entre los dos padres de los protagnistas (Sigourney Weaver y William Hurt) que resultaría creíble si ninguno hubiera llegado a la pubertad. El talento de Shyamalan está en crear lagunas; en su cine cada personaje ignora algo muy importante que sólo descubrirá al final y que hará de él una persona distinta. A veces lo ignora también el espectador, que acompaña al personaje en el descubrimiento, y de ese modo, en la emoción. Otras veces, un personaje sabe algo importante de otro que el otro ignora. En “El sexto sentido” el niño no sabe relacionarse con los muertos, pero el psicólogo sí, el psicólogo no sabe relacionarse con los vivos, y el niño sí. En “El bosque”, el espectador perderá su inocencia, pero los jóvenes protagonistas no.

Una comunidad de colonos americanos vive en una pradera que puede ser idílica siempre que no se transgreda una regla, la de cruzar el bosque que les rodea. El protagonista, Lucius (Joaquin Phoenix) quiere cruzar el bosque para traer medicinas de la ciudad, pero el consejo de la aldea no se lo permite.

Con estos elementos, Shyamalan nos cuenta una fábula elemental. A un lado está el miedo, el prejuicio, la ley que nadie se atreve a burlar, y que da forma a la vida y las emociones de los habitantes, al otro lado, lo desconocido. Cada personaje se define en relación a ese miedo. El tonto del pueblo, Noah, que interpreta Adrien Brody, rompe a reír cuando oye hablar de los que no deben ser nombrados. Al crítico de Fotogramas, Jordi Costa, la película le ha entusiasmado como reflexión sobre el papel del miedo usado por la sociedad. Pero quizá es demasiado optimista pensando que la película habla en contra de esa manipulación. El personaje que no entra en el juego recibe la ira del público y del creador. El mensaje es inequívocamente benévolo con la mentira, lo cual no sé si le resta valor artístico, y creo que tampoco me preocupa demasiado.
Enrique Colmena **: una atmósfera de horror primordial (no sería disparatado hablar de Lovecraft y la literatura de los mitos de Cthulhu) más que convincente, hecha más con pequeños detalles (los niños que juegan a ver quien resiste más de espaldas al bosque, el vigilante que vislumbra sólo un momento la capa roja de uno de los monstruos) que cuando las bestias aparecen
Jordi Costa ****: En El bosque, Shyamalan construye la más incómoda y agresiva de sus metáforas, partiendo de los elementos esenciales del cuento (la comunidad, el bosque, la amenaza) y acercándose en su discurso a un territorio conceptual que, agárrense, no está nada lejos del que exploran cineastas tan extraños a su órbita como Michael Moore y Lars von Trier en sus trabajos más recientes. El bosque habla del papel del miedo en la construcción social.
Mr Cranky ***: Edward Walker (William Hurt), Alice Hunt (Sigourney Weaver), and August Nicholson (Brendan Gleeson), have a deep, dark secret that they're keeping from the rest of their sleepy, idyllic little turn-of-the-century town. The only problem is that it's a secret that wouldn't last a week, but apparently they've kept it for quite some time.
Sandrine Marques: Shyamalan opte pour le maintien du secret, en somme, valide une forme d'obscurantisme intenable, fait d'autant plus alarmant qu'il fait écho aux secrets de l'administration Bush et à sa volonté de maintenir dans l'aveuglement une Nation toute entière. Comment ne pas penser à cette métaphore, d'autant que le réalisateur met en perspective toute l'histoire d'un pays ?

Rotten Tomatoes = 44% $113m.

El mito de Bourne

Paul Greengrass, 2004
Reparto: Matt Damon (Jason Bourne), Franka Potente (Marie), Brian Cox (Ward Abbott), Julia Stiles (Nicky), Karl Urban (Kirill), Gabriel Mann (Danny Zorn), Joan Allen (Pamela Landy), Tom Gallop (Tom Cronin), Marton Csokas (Jarda), Karel Roden (Gretkov).
Guión: Tony Gilroy; basado en la novela de Robert Ludlum.
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El pasado de Bourne

La primera parte de "El mito de Bourne" se tituló "El caso Bourne" (2002) y trataba de un agente secreto de la CIA que sufre amnesia. Bourne tenía la doble tarea de averiguar quien era él y de escapar de sus antiguos jefes que lo sabían demasiado bien, de modo que la película se movía con agilidad entre la acción, las persecuciones y el misterio. Lanzaba el mensaje, ya conocido, de que al sistema le puede resultar prescindible la vida de un individuo, aunque para ese individuo la vida pueda ser más bien grata y querida. Esta denuncia contra las grandes entidades que carecen de principios se ha limado en la segunda parte que ha resuelto la cuestión de quien es el malo y quien es el bueno. El estado y la CIA no son malos, lo es un funcionario sin escrúpulos que cometió un pecadillo y no duda en matar para esconderlo. Así que ya podemos dormir tranquilos sabiendo que no vamos a ser exterminados como pretenden hacer con Bourne porque le interese a una agencia todopoderosa.

Las dos partes de esta, por ahora, corta saga, trascurren fuera de los Estados Unidos. La primera tiene Suiza y Francia de telón de fondo, esta segunda parte empieza en La India, y luego sigue por Nápoles, Munich, Berlin y Moscú. En cada ciudad Bourne averigua algo, utiliza un truco curioso, como por ejemplo controlar el movil de otro o hacer estallar una casa con unos minutos de retardo, cosas todas muy útiles para cuando uno se va de vacaciones. Y para que tengamos un bello recuerdo de la ciudad que visita, siempre hay una persecución desenfrenada con vistas turísticas de todas sus calles y destrozo del mobiliario urbano que encuentra a su paso. Hay quien prefiere llevarse una postal de recuerdo, pero sobre gustos no hay nada escrito.

Enrique Colmena *: Paul Greengrass, un neófito con algún que otro título de cine independiente, ha querido hacer una especie de cine de acción bajo los postulados Dogma.
Méndez-Leite @@@: Como cine de persecuciones en coche, 'El mito de Bourne' es brillantísima; como película de espionaje es convencional y su intriga carece del menor interés.
Alberto Bermejo ***: Cine de espías de primer orden, puesto al día no sólo temáticamente tras la caída del Muro de Berlín y a las puertas de una cadena de guerras calientes, también en materia de crueldad, violencia, sofisticación verosímil, envoltorio visual e intensidad sonora.
Ebert ***: Bourne may live forever, but the bad news is, people will always want to kill him; that is the defining reality of his life.

Rotten Tomatoes = 79% $170m.

Primavera, verano, otoño, invierno... primavera

Kim Ki-duk, 2003.
Reparto: Oh Young-soo (Monje viejo), Kim Jong-ho (Niño monje), Seo Jae-kyung (Chico monje), Kim Young-min (Joven monje), Kim Ki-duk (Monje adulto), Ha Yeo-jin (Chica), Kim Jung-young (Madre de la chica), Ji Dae-Han (Detective Ji), Choi Min (Choi).
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Exotismo y postales

A los críticos les encanta llenar de premios las películas de países curiosos que nadie más que ellos entiende, por eso esta película tenía el éxito de crítica garantizado de antemano. A mi me parece una colección de exotismos orientales rodados en un lago de postal. Las cuatro estaciones sirven para recrear a placer el paraje natural, la casa en medio del lago, y también sirven como metáfora de la vida. La primavera es la infancia, el verano la juventud... y la madurez llega después del invierno en la segunda primavera. Los personajes están reducidos a su mínima expresión, igual que los adornos de la casa, los tabiques o las anécdotas, todo respira pureza y Feng Shui por los cuatro costados.

En “La terminal”, Navorski sólo se convierte en héroe cuando todo el mundo ve lo que ha hecho y ondean la fotocopia de su mano como un símbolo del héroe que se opone a la injusticia. El héroe necesita la aclamación popular en nuestras historias, pero en las historias orientales el juez es uno mismo. Nadie aplaude al protagonista cuando encuentra su camino, y nadie lo castiga con tanta dureza como su conciencia. Los budistas llevan la discreción al extremo de que morirse no les parece dramático. Lo único que llevan mal es el sentimiento de culpa.
Roberto Piorno @@@@@: Deslumbró con su excesiva, hipnótica y brutal 'La isla', donde marcaba territorio y ya exploraba ámbitos que ahora revisita: el agua, como elemento divisorio de dos mundos y metáfora del aislamiento; la casa flotante, asidero y paraíso idílico de quien lo habita; la autoinmolación y el dolor como catarsis.
... fascinante y pictórica puesta en escena: una abstracción, una utopía espacial, con el tiempo en suspenso, rica en simbologías del viaje mental, con esa puerta que se abre y cierra al ritmo del advenimiento de un nuevo capítulo-estación del infinito ciclo de la vida.
Fotogramas *****: Cada una de las estaciones tiene un animal totémico y una música determinada. La primavera, edad de la inocencia y la crueldad, se rige por el perro; el verano, tiempo del amor y el deseo, se identifica con el gallo; el otoño, la época de la rabia y el dolor, está determinada por un gato; por último el invierno, momento de alcanzar la paz y el vacío, está dominado por la serpiente. El mensaje de esta fábula es muy claro: el deseo de posesión (da igual que sea una rana, una mujer, un dios) lleva en sí mismo la destrucción de lo que más quieres.
Alberto Bermejo ***: De los sucesivos capítulos estacionales que componen este transcurrir cadencioso y elegante, destaca por su franqueza y autenticidad el que muestra el despertar sexual del protagonista más joven, la pulsión incontrolable que bulle en su interior y precipita sus actos por encima de enseñanzas y misticismos.

Rotten Tomatoes = 94% $2m.

Cuestión de pelotas

Rawson Marshall Thurber.
Reparto: Vince Vaughn (Peter LaFleur), Ben Stiller (White Goodman), Christine Taylor (Kate Veatch), Rip Torn (Patches O'Houlihan), Joel David Moore (Owen), Chris Williams (Dwight), Justin Long (Justin), Stephen Root (Gordon), Alan Tudyk (Steve El Pirata), Missi Pyle (Fran), Jamal E. Duff (Me'Shell Jones).
Producción: Ben Stiller y Stuart Cornfeld.
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El dueño del gimnaio Average Joe’s, Peter LaFleur, es un hombre simpático y amigo de sus clientes, casi todos freakies, a los que acepta tal como son; sus finanzas no van bien, debe $50.000 y puede que tenga que vender su gimnasio. En cambio Stiller es el dueño de Globo Gym, defiende la disciplina enfermiza, la descarga eléctrica para vencer la tentación de la caloría y tiene una clientela neumática. Stiller quiere comprar el gimnasio de LaFleur para hundirlo. LaFleur descubre que puede conseguir el dinero ganando un concurso de Balón prisionero, que en América se llama Dodgeball, pero Stiller se lo complica presentándose al concurso.

Es difícil entender porqué una comedia tan descerebrada tiene éxito y otras comedias iguales no lo tienen. El argumento se reduce a un campeonato y a la simpatía por un equipo; el humor recorre un espectro muy pobre que va de la vulgaridad a la hipérbole; los personajes son caricaturas. Yo creo que el acierto está en haber dado con un contraste de mentalidades tan fácil de reconocer. Average Joe’s representa la mentalidad progre, aceptar las minorías, los raros, las formas de pensar alternativas, la homosexualidad, ser uno mismo. A este gimnasio iría Thora Birch, Lasse Halström, Frank Capra, Santiago Segura, Elling, Almodóvar, Woody Allen, Shreck y Fiona.

Al gimnasio Globe irían Ben Affleck, Jennifer López, Lucas, Anibal Lecter, Los samuráis de Cruise, la liga de hombres extraordinarios al completo, las alumnas de Julia Roberts en Wellesley, Riddick, los X-men, y el rey del gimnasio sería Hawke, el protagonista de Gattaca.
Rotten Tomatoes = 69% $113m.

La terminal

Steven Spielberg, 2004
Reparto: Tom Hanks (Viktor Navorski), Catherine Zeta-Jones (Amelia Warren), Stanley Tucci (Frank Dixon), Chi McBride (Joe Mulroy), Diego Luna (Enrique Cruz), Barry "Shabaka" Henley (Ray Thurman), Kumar Pallana (Gupta Rajan), Zoë Saldana (Dolores Torres), Eddie Jones (Salchak), Michael Nouri (Max), Jude Ciccolella (Karl).
Guión: Sacha Gervasi y Jeff Nathanson; basado en un argumento de Andrew Niccol y Sacha Gervasi.
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A un inmigrante no le dejan entrar en un país donde sólo viven inmigrantes

Un hombre encerrado en una terminal no puede salir del aeropuerto durante meses por cuestiones de papeleo. Si el argumento cae en manos de Kafka o Buñuel nos hubieran hablado, otra vez, del sinsentido de la existencia humana. Spielberg, nos habla, otra vez, del hombre abandonado a su suerte que es capaz de salir adelante por sí mismo, igual que los primeros inmigrantes que llegaron a América en el Mayflower.

Navorski es súbdito de una república balcánica que acaba de desaparecer por un golpe de estado, tiene dos virtudes, es un manitas, un buen carpintero y fontanero; y también es paciente. La cuestión que interesó a Spielberg hasta el punto de construir una terminal reluciente en estudio para contarnos esta historia fue: ¿para qué sirven esas virtudes? Navorski se enfrenta con su corazón a un chupatintas de Inmigración que ve la letra de la ley y no el espíritu; se enfrenta a la inclemencia de una terminal igual que los náufragos de Defoe y Zemeckis; se enfrenta a la hipocresía de la ley negándose a pedir un asilo político que no necesita; hace de celestino entre un transportista de la estación y la oficial de inmigración que estampa cada día en su petición de entrada un sello que dice “no válido”; se enfrenta al amor armado de la paciencia de job. Y su secreto está en una lata de cacahuetes.

Ebert ***1/5: "The Terminal" is like a sunny Kakfa story, in which it is the citizen who persecutes the bureaucracy.
Mr Cranky: It's kind of like the priest who helps you find a path to the Lord while running his hand up your leg: There's definitely a prize at the end, but something doesn't feel quite right.
Viktor is basically a human E.T., and we're supposed to laugh as he seems all too happy to be stuck in the airport doing funny stuff, like make cracker sandwiches with ketchup and mustard and make small talk with an INS agent (Zoe Saldana) so that he can pass on information to her love-smitten would-be suitor Enrique Cruz (Diego Luna) in exchange for dinner. In other words: "Do tricks for food."
Críticas de cine en una sola frase: Una zorra azafata acosa sexualmente a Forrest Gump, que malvive como okupa en un aeropuerto.

Rotten Tomatoes = 63%. $77m.

Chicas malas

Mark Waters, 2004
Reparto: Lindsay Lohan (Cady Heron), Rachel McAdams (Regina George), Tina Fey (Sra. Norbury), Tim Meadows (Sr. Duvall), Amy Poehler (Sra. George), Ana Gasteyer (Betsy Heron), Lacey Chabert (Gretchen Weiners), Lizzy Caplan (Janis Ian), Daniel Franzese (Damian), Neil Flynn (Chip Heron), Jonathan Bennett (Aaron).
Guión: Tina Fey; basado en el libro "Queen bees and wannabes" de Rosalind Wiseman.
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Difamación y prejuicio

Hacer cine de adolescentes es un chollo porque cada pocos años te cambian el público y puedes volver a largar la misma historia sin que nadie se queje, siempre que actualices las canciones y alguna muletilla, y te burles de alguna película supuestamente progre de la generación anterior. Es lo que hace todo el mundo, sin embargo, en “Chicas malas” tengo la sensación de que los creadores quieren superar un listón.

El drama de los alumnos de este colegio estadounidense me alarmó más que el de los alumnos de Beslam. Un álbum lleno de calumnias es descubierto y la comunidad escolar se sume en el caos y el desconcierto. No debemos tomar ese álbum como un tema baladí, porque apunta a lo más vulnerable de la sociedad americana: su narcisismo.

Lindsay Lohan y también las protagonistas de Jane Austen se empeñan en creer que el galán de turno les pide cuentas por su mal comportamiento, en vez de asumir la realidad, o sea, que los galanes tienen otras motivaciones en la vida más importantes que la ética, como puede ser, por ejemplo, la cosmética.

Lo mejor, sin duda es el sociograma que la recién llegada Cady, que se pronuncia “queidi”, hace del instituto a la hora del almuerzo. En una mesa se sientan los don nadies, en otra las quiero y no puedo, en otra las empollonas autistas, en otra los chicos guapos. El centro de la historia es el grupo de las “divinas” (the Plastics) que son las guapas, y donde dado su físico, Lohan es invitada nada más llegar. Ella acepta, pero en realidad se siente mejor con los niños raros, los gays, así que hace un doble juego. La moraleja, como siempre, no vale mucho; viene a decir “no calumiarás” o algo por el estilo, pero el verdadero error de esta niña mona es que, ya que tiene tan claro quien es quien en su comunidad, debería haber escogido un solo partido.
Alberto Bermejo *: Exótica a priori, por haber vivido su niñez en África debido a la profesión de sus padres, la adolescente que protagoniza este subproducto, digno de unas terceras rebajas en unos grandes almacenes, se somete, entre curiosona y distante, a las delirantes reglas de juego de un instituto de secundaria norteamericano.
Ebert ***: Lohan has a quiet self-confidence that prevents her from getting shrill and hyper like so many teenage stars; we believe her when she says that because of her years in Africa, "I had never lived in a world where adults didn't trust me." She never allows the character to tilt into caricature, and for that matter even the Plastics seem real, within their definitions of themselves, and not like the witch-harridans of some teenage movies.

Rotten Tomatoes = 87% $85m.

Mar adentro

Alejandro Amenábar, 2004
Reparto: Javier Bardem (Ramón Sampedro), Belén Rueda (Julia), Lola Dueñas (Rosa), Mabel Rivera (Manuela), Celso Bugallo (José), Clara Segura (Gené), Joan Dalmau (Joaquín), Alberto Jiménez (Germán), Tamar Novas (Javi), Francesc Garrido (Marc).
Guión: Alejandro Amenábar y Mateo Gil.
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Un clásico

Juan Rulfo decía que en el fondo no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte; ya se han escrito todos los argumentos posibles, y sólo cabe la originalidad mezclando géneros y dosis. Pero lo cierto es que “Mar adentro” me parece una película profundamente original y que arranca notas que nunca había oído a esos tres temas básicos.

Ramón Sanpedro, tetrapléjico desde 1968 lleva encerrado en su habitación 26 años cuando decide emprender una batalla legal que le permita cumplir su deseo de suicidarse. Julia es la abogada que lleva su caso y sufre también una enfermedad irreversible, por eso lo entiende. Sanpedro acude a la televisión y a la prensa para conseguir el apoyo que necesita en su caso. Así es como conoce a Rosa, una madre soltera, quizá frustrada, que empieza a visitarlo y encuentra en él una razón para vivir.

Todas las personas que rodean a Ramón lo quieren, pero de dos maneras distintas. Su hermano mayor, por ejemplo, no acepta con su terquedad que pueda suicidarse, igual que el sacerdote tetrapléjico que quiere disuadirlo de su empeño y que protagoniza la escena más cómica de la obra. En su casa vive también su cuñada que lo cuida con abnegación, su padre y su sobrino que discuten continuamente. Ellos no entienden que quiera morirse, pero lo aceptan. Esa es la decisión de Ramón.

Rosa es una mujer de pueblo que comienza su relación con Ramón con una bronca. “No me juzgues” le dice él. No tiene derecho a juzgarlo, pero en realidad, lo que Ramón le pide a Rosa es un esfuerzo mucho mayor; un esfuerzo que también le pide al público. Lo que Ramón plantea es que amarlo no significa protegerlo, amarlo significa respetarlo, respetar su voluntad, sea cual sea. Y puesto que él no puede hacerlo, amarlo significa ayudarlo, ayudarlo a morir.

La película arranca las risas del espectador a cada momento porque la situación del protagonista es paradójica. Su deseo de morir, su imposibilidad de amar no son motivo de tragedia, su única tragedia es no poder ponerle fin. “No sabía que fumaras” “a veces, a ver si me mata, pero ni por esas.”

Muchas películas de amor proponen un sacrificio. El amante puede ofrecer incluso su propia vida por salvar al ser amado. “Mar adentro” va más lejos porque nos propone como sacrificio destruir aquello que uno ama.

Estilísticamente Amenábar explora todos los recursos cinematográficos como un niño en una confitería. En “Mar adentro” utiliza magistralmente los tiempos narrativos. Le gusta demorarse en los detalles de un diálogo, de la pequeña habitación de Ramón, en la cocina o en una tarea doméstica. Por otro lado hay momentos en que le gusta subir la música y contar en lo que dura una canción muchas historias que no necesitan texto y que cuentan cosas emotivas de los personajes. Hay secuencias de este estilo distribuidas a lo largo de la película que concentran un grado de emoción inimaginable. Rosa, en su programa de radio dedica una canción a Ramón, y mientras suena vemos su vida, el romance de Gené y a Ramón. La misma mezcla de tiempos cuando escribe una carta a Julia, la abogada, que se recupera en el hospital, o cuando pone a nieto y abuelo a transformar su silla de ruedas. El modo de resolver el episodio de su accidente sólo lo pudo pensar un genio: Ramón explica lo que ocurrió para la grabadora de Julia, pero no escuchamos la voz de Ramón, escuchamos la voz grabada que Julia escucha mas tarde, de noche, en su cuarto, a la vez que se intercalan imágenes del accidente, reflexiones sobre la vida, y es el propio Ramón quien las escucha, porque, desde su cama, inmóvil, puede oír la grabación. Ramón es el protagonista, el narrador, y también el oyente.

Como acaba de estrenarse hay muchos críticos que le niegan el lugar que le corresponde; es algo inevitable que le ocurre a todas las novedades. Pero cuando el tiempo la convierta en un referente y nos cansemos de discutirla ocupará su lugar. Yo les recomiendo que vayan a verla, y que vayan ahora. Siempre podrán presumir de haber ido al estreno de un clásico, en vez de tener que esperar a que otros nos digan que lo fue.

El cronicón cinéfilo | Cinengaños | Teo | Kiyoaki | Isla de Jorganes

Fernando Méndez-Leite @@@@@:El director de ‘Tesis’ se aleja en las apariencias de su filmografía anterior pero conserva su interés por los temas relacionados con los límites entre la vida y la muerte, entre la ensoñación y la vigilia, y mantiene también su concepción cinematográfica basada en la elaboración de una dramaturgia compleja y en la transparencia expresiva de su puesta en escena.
Amenábar ha sembrado de piedras amenazantes su camino y las ha salvado todas. En primer lugar ha huido del ternurismo y del panfleto propagandístico, ha rodeado con astucia las líneas del melodrama recurriendo al humor realista que le sugerían personajes y situaciones y ha creado un microcosmos -el mundo que rodea a ese hombre inmovilizado en su cama- concediendo a cada una de las personas que lo componen un peso dramático similar al del protagonista, sin restar a éste la batuta de esa orquesta de dolores diversos, de puntos de vista propios tanto sobre el drama de Sampedro como de sus respectivos conflictos.
La película está medida al segundo, sus giros aparecen en el momento en que el espectador los reclama inconscientemente, las sensaciones se producen con extraordinaria puntualidad.
Enrique Colmena *****: Es difícil encontrar una pareja romántica tan atípica, pero aún más complicado es encontrar a alguien que, como Amenábar, sepa dar esa relación con tan pocos elementos.
Mirito Torreiro (Fotogramas) ***: El resultado es un film que juega con endiablada habilidad con la emotividad del espectador, a quien a veces empuja al llanto, otras a la sonrisa y hasta al triunfo vicarial sobre un enemigo poderoso (es esa la función de Pou en el film), aunque en ocasiones (el final, sin ir más lejos) descompensado por el cálculo y el deslizamiento hacia la facilidad: el mostrar a Sampedro como un héroe sin fisuras favorece la identificación del público, pero se da de tortas con una dramaturgia rigurosa.
El suicidio en la prensa
El testamento de Ramón
Ramona Maneiro que en la película es Rosa.

Inconscientes

Joaquín Oristrell, 2004
Reparto: Leonor Watling (Alma), Luis Tosar (Salvador), Alex Brendemühl (León), Mercedes Sampietro (Sra. Mingarro), Nuria Prims (Olivia), Ana Rayo (Pastora), Juanjo Puigcorbé (Dr. Mira).
Guión: Joaquín Oristrell, Teresa de Pelegrí y Dominic Harari.
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Empacho de Freud

Dicen los guionistas entendidos, como Linda Seger, que en un buen guión los protagonistas deben conducir el argumento, mientras que los personajes secundarios pueden defender los temas de la historia. Yo sospecho que el naufragio de “inconscientes” viene de ignorar reglas sencillas como esa. En la película, algún marisabidillo que se había leído las obras de Freud de pe a pa se hizo con las riendas y no dejó respirar a nadie. Y no digo que el tema de Freud no tenga su gracia. Al principio de la historia, cuando había un chiste aquí y otra allá, el espectador podía, incluso, agradecer la suerte de estar viendo una película española con humor fino. Pero la alusión a Freud acaba por acaparar todo, y para calzar tanta culturilla destrozan la historia.

La película sólo sale adelante como una parodia de si misma, como un disparate. En manos de un autor con pulso podía haber funcionado como una comedia ingeniosa.

El argumento de la historia tenía también elementos de sobra para haber hecho un buen producto. La trama es policial. La protagonista busca a su marido, un psiquiatra de principios del siglo XX que ha huido de la consulta, y para encontrarlo se vale de su tesis sobre cuatro casos clínicos. La trama es siempre el eje de la película, y aunque uno se burle de lo demás es conveniente respetar algún elemento. Es absurdo buscar a un marido que ha huido por su pie o acordarse al final de crear una conspiración para darle interés a la historia.

Hay quien ha querido ver rasgos de la alta comedia de Billy Wilder, pero en ese sentido sólo veo la interpretación de Leonor Watling que casi consigue imitar a Shirley MacLaine. Yo aún me pregunto si la película podría dejarse ver después de una poda a fondo, quizá no, lo más probable es que sólo hubiera funcionado tras haber atado y amordazado durante el rodaje al empollón que se aprendió de memoria las obras de Freud.

Fotogramas ****: una comedia española inteligente, brillante, irónica, que te hace sonreír y pensar. Una comedia que le habría gustado mucho a Billy Wilder porque tiene aquello que él buscaba siempre: hablar del aquí y el ahora sin necesidad de dar lecciones.
Metropoli ***: comedia de enredo inusualmente inteligente, culta, sin petulancia, narrativamente ágil, repleta de matices, incluso de notas a pie de página, que permiten celebrar el atrevimiento de que en una producción española aparezcan sin estridencia y sin vergüenza ajena personajes como un olvidadizo Dr. Alzheimer o Sigmund Freud.

Entrevista. Alejandro Amenábar

Tratándose de hechos reales y tan delicados, ¿no se planteó realizar un documental?

Lo que mejor sé hacer son películas de ficción. Me apasiona sumergir al espectador en una atmósfera creada e insinuar cosas, no mostrarlas. Un documental es básicamente mostrar la realidad. Yo no quería eso. Quería sacar de la realidad los elementos que me permitieran contar la historia que tenía en la cabeza. En ese sentido, fue un proceso muy natural.

¿Cómo ha sido ese proceso?

Conociendo la historia de Ramón Sampedro, empecé a escribir, pero enseguida me di cuenta de que necesitaba más información. Mateo Gil y yo investigamos a fondo su vida, que nos pareció apasionante. No sólo su relación con las mujeres, también con el mar, con la música que escuchaba, con la ventana desde la que miró el mundo, postrado en la cama, durante tantos años, y a través de la cual viajaba en sueños. Con esos elementos había una película. Y pensé: "Vamos a escribir la historia de Ramón porque se la merece. No nos vamos a ir a Hollywood a contar una historia parecida. Contaremos la de Ramón". Lógicamente, ha habido cambios al traspasar la historia a ficción, como la necesidad de concentrar varios personajes en uno para que la película avance dramáticamente.

La neutralidad está reñida con la ficción. ¿Cuál es su postura moral en el caso de Ramón Sampedro?

No he querido ser neutral. Eso es imposible. No sé qué hubiera hecho yo en el lugar de Ramón, si hubiera deseado la muerte o no, pero tengo claro que Ramón tenía derecho a pedir lo que pidió, que en el fondo no era más que reclamar la propiedad de su vida. Su vida no pertenecía a nadie más que a él, y sólo él podía tomar la decisión de suicidarse. Lo que yo no quería es que la película se convirtiera en un alegato en defensa del suicidio como respuesta a los problemas del mundo. Hay un montón de personas que quedan tetrapléjicas y luchan todos los días por salir adelante. No quería que la película fuera un insulto para ellos. Nuestra postura es la libertad. Nadie puede juzgar a nadie cuando decide sobre su propia vida. Son tan valientes los que luchan por. superar su discapacidad como los que deciden no seguir viviendo en esas condiciones.

Las crónicas de Riddick

David Twohy, 2004
Reparto: Vin Diesel (Riddick), Thandie Newton (Dama Vaako), Karl Urban (Vaako), Colm Feore (Lord Marshal), Linus Roache (Purificador), Keith David (Imam), Alexa Davalos (Kyra), Yorick van Wageningen (Gobernador), Nick Chinlund (Toombs), Judi Dench (Aereon), Mark Gibbon (Irgun), Christina Cox (Eve Logan).
Guión: David Twohy; basado en los personajes creados por Jim Wheat y Ken Wheat.
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Gratuita

Los mundos imaginarios obedecen a la necesidad íntima de escapar del nuestro, pero también a la pereza que supone conocerlo. Riddick y su universo es una de esas franquicias tan de moda hoy día, surge en el 2000 con una película del mismo director y actor, que se tituló Pitch Black, donde, con un presupuesto bajo el personaje ya estaba configurado.

Riddick, dice una voz en off, es un hombre malo, pero los necróferos son mucho más malos. Para combatir el mal hace falta otro mal. Un buen narrador no debe cometer este tipo de errores: explicar las cosas cuando puede usar una cámara para que todos las veamos con nuestros ojos. A mi Riddick no me parece un tipo particularmente malo, es igual que Eastwood, un poco avaro con las palabras, y cuando habla se gasta una solemnidad que parece que va a darnos a todos la comunión. Riddick es un tipo que sólo quiere vivir en paz, pero los cazarrecompensas le han puesto un precio tan alto a su cabeza que no puede conseguirlo. La película comienza con una persecución en un planeta lejano. Riddick busca al delator y descubre que él es necesario para salvar un planeta, o quizá todos.

Los necróferos parecen insaciables destruyendo lo que encuentran. ¿Para qué? Es una pregunta que al guionista no le dio tiempo a contestar, pero tal vez lo haga en la tercera parte, no se impacienten. Los necróferos quieren viajar al submundo, pero como nadie quiere ser necrófero, porque produce un dolor casi tan desagradable como la muela del juicio, éstos tienen que convertir por la fuerza los planetas que invaden. Convertirse en necrófero es abandonar la libertad de culto y convertirse a una religión intransigente. Y lo que es peor para un espectador americano, supone renunciar a los "derechos civiles". El líder de los necróferos tiene un poder que le permite moverse muy deprisa y es el único que ha visitado ya el submundo por lo que también es un profeta.

La cuestión es, ¿para qué inventar tantas razas y personajes malvados cuando ya tenemos a Bush? Todos los necróferos y males del subuniverso ya estaban nombrados en Bowling for Columbine. Nunca dejaré de quejarme de la gratuidad de tanta fantasía. Junto a los necróferos aparecen otras dos razas, una es la de los furianos, a la cual pertenece Riddick. Los necróferos tienen miedo de los furianos a causa de una profecía. En una narración, una profecía es mucho más eficaz que un rayo láser, porque un rayo láser siempre falla y le da a la nave de al lado, pero las profecías se cumplen aunque se agote el presupuesto. El papel de la elemental es menos claro. Los Elementales son una raza que se desvanece de vez en cuando, y tienen algo de sabios. Es cierto que en este tipo de saga hace falta un sabio, pero ya que está ahí podía decir algo que no supiéramos, como por ejemplo cual iba a ser el decimo premiado de la Navidad del 2004.

"Las Crónicas de Riddick" está ambientada en un futuro fantasioso. Si el creador fuera un fanático de los ordenadores hubiera llenado todo de lucecitas fosforescentes, pero parece más bien un amante de las sagas medievales, de modo que apenas hay armas a distancia y los combates se libran cuerpo a cuerpo; Van Diesel puede lucir su musculatura y el bien y el mal pueden enfrentarse con sus puños como se ha hecho toda la vida, y no con un tiro en la nuca que resulta poco caballeresco.

Casi toda la película, y tantas otras, es explicable como el resultado de una indigestión de tebeos, juegos de rol y playstation: trajes, razas, armas, combates; casi todo sobra porque casi todo es de adorno, los ojos sin pupila del protagonista, la chica, la raza de los elementales. Casi todo es gratuito. Algunos detalles, en cambio, sirven para la trama, por ejemplo una ley de los necróferos que dice que uno es dueño de lo que mata.
Rotten Tomatoes = 29% $58m.
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