Hellboy II: El ejército dorado



Poner coto a la fantasía


Guillermo del Toro, 2008
Reparto: Ron Perlman (Hellboy), Selma Blair (Liz Sherman), Doug Jones (Abe Sapien/Chambelán/Ángel de la Muerte), Luke Goss (príncipe Nuada), Jeffrey Tambor (Tom Manning), John Hurt (Trevor "Broom" Buttenholm), John Alexander (Johann Krauss/Duende Bethmoora), James Dodd (Johann Krauss), Anna Walton (princesa Nuala), Brian Steele (Wink/Cronie Troll/Cabeza de Catedral/Fragglewump).
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Imagínese que en una partida de ajedrez su amigo corona. Tiene que cambiar su peón por otra pieza y no elige una dama. Elige, pongamos, un dragón. Y dice que con el dragón puede mover tantas veces como quiera y puede comerse la pieza que él elija. ¿Qué haría usted? No volvería a jugar con él al ajedrez, claro.

Bueno, pues hay cientos de directores que juegan así. El trono de la fullería se lo tengo reservado a Miyazaki. Pero Miyazaki tiene muchos alumnos aventajados, y Guillermo del toro es de los primeros de la clase.

Es cierto que si uno va a ver Hellboy va a ver criaturas fantásticas, pero no las que aparezcan de buenas a primeras. Uno pasa por el aro del director, pero no por cualquier aro. El ejército dorado es lo más creíble de toda la película. Pagamos la entrada para ver al dichoso ejército. Pero el mundo de Trolls y Bogarts, y las batallas del protagonista con las criaturitas llenas de dientes y con el monstruo ecológico resultan gratuitas, resultan falsas. No es que sean menos reales que el ejército dorado, es que no nos avisaron.

Quizá alguien debería teorizar sobre los universos fantásticos. Poner un pricipio sobre las invenciones. Caben todas las que quieras siempre que ya aparezcan en el primer acto, ni una más. O algo parecido.

De todos modos, los franceses inventaron uno de sus términos para los creadores que se sacan conejitos del sombrero a mitad de partida, los llaman “auteur”. Y es que si uno empieza a ver películas de Del Toro descubre que el monstruo lleno de ojos de “Hellboy 2” se parece al bicho de “El laberinto del Fauno”. Y aunque son un pegote, resulta que es siempre el mismo y da que pensar. Así que al final hay que aguantarse.

A los incondicionales de Hellboy les seguirá gustando el héroe porque cuestiona la autoridad y es un poco borde con sus amigos. Y porque suele soltar algun comentario flemático cuando creemos que va a morir, igual que los personajes que le gusta tanto interpretar a Bruce Willis.

Jordi Costa. El País: Como, a estas alturas, ya sabrá todo espectador más o menos receptivo a las recientes megaproducciones de Hollywood, un súperhéroe es una figura esencialmente disfuncional: un freak, un monstruo golpeado por mil tormentos interiores. [...] Hellboy II es una gratificante manera de saber lo que ocurre cuando a un poeta (alucinado) le da por hacer una película sobre un superhéroe (excéntrico): las dos formas de disfuncionalidad dialogan en una gozosa montaña rusa de inagotable invención.
[...] Todo arrebata en Hellboy II, generoso regalo para quienes no hayan caído bajo el embrujo de El caballero oscuro.
adn: No te gustará si odias la fantasía gótica (y aquí, sobre todo entre el Príncipe Nuada y la Princesa Nuala, hay mucha), no soportas que lleven al cine tus cómics favoritos, no le pasas a Del Toro que trabaje para Hollywood y eres de los que creen que segundas partes nunca fueron buenas (ni siquiera con El imperio contraataca (1980) y La última cruzada (1989)).
Joaquín Revuelta. La cronica: La manera en que Del Toro los hace equiparables a otros monstruos románticos de la historia del cine (Frankenstein o la criatura anfibia de ‘La mujer y el monstruo’) es uno de los aciertos de una película algo irregular cuyo prólogo remite estéticamente al comienzo del ‘Drácula’ de Coppola
Mikel Insausti. Gara: Esa pobreza de ideas para la narración se compensa con la magistral configuración de personajes, todos ellos dotados de un carisma arrollador. La caracterización de Ron Perlman es la de un monstruo entrañable, cuyas conflictivas relaciones con el mundo real no le impide mantener en otra dimensión una curiosa entente con «freaks» como él. Al acuático Abe Sapien y a la piroquinética Lizzy se les suma para la ocasión el protoplasmático alemán Johann Krauss, formando un equipo ideal en la lucha que coordina la BPRD, cuyas siglas se traducen por Agencia de Investigación y Defensa Paranormal.
Roberto Piorno. Guía del Ocio ***: A Del Toro le luce de maravilla su ajustado presupuesto reivindicando, de paso, la vigencia de la ilusión del maquillaje, impidiendo así que sus carismáticos personajes, principales y secundarios, sean devorados por comandos digitales.
Carlos Díaz Maroto. El Pasadizo: Y lo que nos ofrece es una aventura divertida y dinámica, excelentemente rodada (al fin una película con peleas donde se ve lo que está pasando, en lugar de un maremagno confuso por medio de un montaje atropellado que trata de ocultar las carencias de actores y narrador); no sólo eso, sino que, a juicio del que firma, Guillermo es capaz de aportar al film el tempo perfecto, confiriéndole un enorme vigor, pero sin caer en el error de la mayoría de los directores de cine de acción actuales, que sobresaturan el film con un ritmo atosigador en el cual es imposible entrar.

El diario de Woody Allen



'The New York Times' publica las anotaciones de Woody Allen durante el rodaje de 'Vicky Cristina Barcelona'

Durante el rodaje de Vicky Cristina Barcelona, Woody Allen escribió un diario para The New York Times. Lo ha titulado Dear Spanish diary... Love, Woody Allen (Querido diario español... Con cariño, Woody). Éstas son algunas de sus anotaciones.

2 de enero. He recibido una oferta para escribir y dirigir una película en Barcelona. Tengo que ser precavido. España es soleada y yo pecoso. El dinero no es mucho.

5 de marzo. Me he reunido con Penélope Cruz y Javier Bardem. Ella es arrebatadora y más sexual de lo que imaginaba. Durante la entrevista, mis pantalones echaban fuego. Bardem es uno de esos actores de genialidad desbordante que claramente necesitan mi mano dura.

2 de abril. Le he ofrecido un papel a Scarlett Johansson. Antes de aceptar, me dice que el guión debe ser aprobado por su agente y por su madre. Luego tendrá que aprobarlo el agente de su madre. En plena negociación, cambia de agentes. Tiene talento, pero da mucho trabajo.

15 de junio. He rodado una tórrida escena de amor entre Scarlett y Javier. Hace unos años hubiese interpretado yo su papel. Cuando se lo he dicho a Scarlett, ha soltado un enigmático "uh-huh". Scarlett llegó tarde al set y la he regañado..., explicándole que no tolero retrasos de mis actores. Ha escuchado con respeto, aunque me ha parecido que mientras yo hablaba, ella ha encendido su iPod.

3 de junio. Scarlett ha venido hoy con una de esas preguntas que hacen los actores. "¿Cuál es mi motivación?". He dado un respingo: "Tu salario".

15 de julio. Otra vez he tenido que ayudar a Javier con las escenas de sexo. La secuencia requiere que él agarre a Penélope Cruz, le arranque la ropa y la arrastre a la cama. Ha ganado un Oscar y todavía necesita que le enseñe a interpretar una pasión. Agarré a Penélope y le arranqué la ropa sin saber que todavía no se había cambiado y que era su caro vestido el que había mutilado.

10 de agosto. Escena emocional de Javier. He tenido que darle unas pautas. Mientras me imita, todo va bien, pero en el momento en que intenta su propia actuación, se pierde. Entonces solloza y se pregunta cómo sobrevivirá cuando ya no le dirija. Intento explicarle con educación y firmeza que debe hacerlo lo mejor que pueda sin mí y que debe intentar recordar mis consejos. Sé que le he animado, porque al dejar su camerino he escuchado sus risas y las de sus amigos.
El País. Hoy.

Zohan: licencia para peinar



Chistes verdes para arreglar conflictos internacionales


"Don't mess with the Zohan"
Dennis Dugan, 2008
Reparto: Adam Sandler (Zohan), John Turturro (Fantasma), Emmanuelle Chriqui (Dalia), Nick Swardson (Michael), Lainie Kazan (Gail), Rob Schneider (Salim), Ido Mosseri (Oori), Dave Matthews (James), Michael Buffer (Walbridge), Charlotte Rae (Sra. Greenhouse), Sayed Badreya (Hamdi), Chris Rock (taxista), Mariah Carey.
Guión: Adam Sandler, Robert Smigel y Judd Apatow.
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De las comedias de Sandler siempre me llama la atención una cierta tendencia a soñar despierto, a concederle a sus personajes una ventaja sobrenatural para mayor regocijo de aquellos que van al cine a soñar despiertos en medio de bufonadas. Recuerdo por ejemplo Mr Deeds: ¿qué falta hacía ese pie negro portentoso que tiene Sandler? Lo divertido de Sandler es la cachaza con que encaja el cinismo de los demás personajes. Esa faceta no aparece en Zohan.

Apatow es la luz de la comedia del siglo XXI, el que recoge el testigo de Hawks y Wilder. O eso dicen. Yo digo que Es Michael Landon volviéndo a contar las cursiladas de siempre salteadas con chistes verdes. El recurso consiste en esta ocasión en el tamaño de los genitales de los dos protagonistas, el israelí, y, no podía ser menos, el palestino. Y la prodigalidad sexual del protagonista que surte sin escrúpulo a una peluquería completa de mujeres maduras.

La unión de estas dos fórmulas felices no supera a cada una de sus partes, de hecho no sé muy bien que es lo que consigue. Quizá un testimonio de lo felices que serán israelíes y palestinos el día que descubran los placeres de un afrodisiaco.

Jordi Costa. El País: En Zohan, licencia para peinar se dan cita momentos de humor idiota perfectamente modulado -las casi obscenas sesiones de peluquería del protagonista- con cargas de profundidad dignas del más afilado humor político.
Roberto Piorno. Guía del ocio: Sandler en estado salvaje, sin riendas ni control. Para lo bueno y pra lo malo. Ahora bien, hay que tener morro para frivolizar con tanto desparpajo sobre las solemnes tiranteces palestino-israelíes. Sólo por semejante audacia Dugan y Sandler (y Judd Apatow, que mete baza en calidad de guionista) merecen ovación y vuelta al ruedo. Y es que para bien o para mal (para gustos los colores) "Zohan: Licencia para peinar" se postula sin rival posible como la comedia más friki y bizarra de 2008. Lo dicho, mala pero cachonda. Lo cortés no quita lo valiente.

La última película de Adam Sandler prohibida en Oriente medio.

El caballero oscuro



Un duelo desigual


"The dark knight"
Christopher Nolan, 2008
Reparto: Christian Bale (Bruce Wayne/Batman), Michael Caine (Alfred), Heath Ledger (Joker), Gary Oldman (James Gordon), Aaron Eckhart (Harvey Dent), Maggie Gyllenhaal (Rachel Dawes), Morgan Freeman (Lucius Fox), Monique Gabriela Curnen (Ramirez), Ron Dean (Wuertz), Cillian Murphy (Espantapájaros), Eric Roberts (Salvatore Maroni), Chin Han (Lau).
Guión: Jonathan Nolan y Christopher Nolan; basado en un argumento de Christopher Nolan y David S. Goyer; sobre los personajes creados por Bob Kane.
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El pulso entre el terrorismo y la justicia es desigual porque ella no puede usar cualquier camino a su servicio, mientras que aquel sí puede. La gran batalla de esta espectacular entrega de Batman parece transcurrir entre esos dos lados del tablero. Batman no puede recurrir a la violencia, no puede sacrificar una vida para salvar dos, no puede torturar a un villano para saber donde está una bomba, mientras que el Joker, gracias a la violencia, puede hacer todo lo que le da la gana.

Gotham es una ciudad en manos de la mafia porque la mafia es más fuerte que la ley. Pero aparece alguien capaz de enfrentarse con ella, se llama Harvey Dent, el fiscal del distrito. Batman piensa que si Dent consigue vencer a la mafia, Gotham no necesitará más un justiciero como Batman, y él podrá retirarse. Y Dent puede conseguirlo porque tiene en su poder al mismísimo cajero de la mafia.

“El caballero oscuro” es una gran película porque aborda grandes problemas y porque su ingeniería visual está al servicio de esos problemas. El recurso a la violencia como vía de restauración parece en ocasiones el único motivo de inspiración del cine asiático, y sin duda el único vivero de toda una cuadrilla de justicieros occidentales de sobra conocidos. Tarantino fue capaz de superarlo al convertirlo en una mera excusa para hilar sus tramas. Pero los grandes del cine cayeron de lleno en sus garras. Tanto John Ford como Steven Spielberg rodaron sus dos celebres películas convencidos de que la violencia era un mal necesario. O inevitable.

Lo que Nolan quiere plantearnos, en medio de su cascada de audacias visuales, es que un hombre bueno puede enfrentarse a un villano sin escrúpulos. Es decir, que el estado de derecho, con sus manos atadas por las limitaciones y las leyes puede enfrentarse a un Joker sanguinario.



La batalla es mucho más dura de lo que piensa un espectador inocente. Batman parece ganar en el terreno de las peleas, las persecuciones, los secuestros y los rescates. Batman puede ganar incluso en el interior de un tunel oscuro de Gotham, que es la escena más asombrosa de todas. El Joker lo sabe “No creerías que me lo iba jugar todo a un combate contigo” le dice. Pero el Joker tiene una carta inesperada. Mientras Batman ha ido triunfando en el universo pirotécnico del cine de acción moderno asombrándonos a todos con sus “más difícil todavía”, el Joker ha triunfado en el territorio del cine clásico, del cine de siempre, porque ha sido capaz de pervertir la conciencia de un hombre bueno.

Entonces entendemos esa debilidad autodestructiva del Joker. “Atropéllame” le grita a Batman cuando lo ve venir con su vehículo. “Dispárame”, le dice al fiscal. Porque si la justicia sucumbe a la venganza, entonces, él gana.
Roberto Piorno. Guía del ocio *****: En ese panorama adquiere un papel cardinal el sensacional éxito de taquilla cosechado por dos cintas como "El ultimátum de Bourne" o "El caballero oscuro", dirigidas por dos cineastas (Paul Greengrass y Christopher Nolan) en rebeldía contra las convenciones del cine de masas, pero necesariamente afines al sistema ante las dificultades cada vez mayores de sacar adelante con garantías y amplio público potencial sus proyectos más personales. Las grandes superproducciones ya no son el recreo de grandes autores en transición entre proyectos "serios", sino lugar de estacionamiento ilimitado.
Roger Ebert ****: “The Dark Knight” is not a simplistic tale of good and evil. Batman is good, yes, The Joker is evil, yes. But Batman poses a more complex puzzle than usual: The citizens of Gotham City are in an uproar, calling him a vigilante and blaming him for the deaths of policemen and others. And the Joker is more than a villain. He’s a Mephistopheles whose actions are fiendishly designed to pose moral dilemmas for his enemies.
Luis Martínez. El Cultural.
Ya no se trata de una cinta de superhéroes al uso. Ni rastro del acostumbrado tostón de aroma existencialista a vueltas con la tortura de ser diferente (aquí Spider-man). Tampoco es fácil localizar el tono divertido y genial con el que Richard Donner dotó a su Superman de 1978. Nada que ver con el gótico y posmoderno homenaje de Burton a la criatura nocturna. Esta vez, la cinta busca sus aliados en la tradición del filme-noir que le emparenta con La jungla de asfalto, de John Huston, o, por no irse tan lejos, con Heat, de Michael Mann.
[...] De la mano de una interpretación excesiva, violenta, volcánica, a la manera de Marlon Brando, el Joker se convierte en el auténtico protagonista, en el “caballero oscuro” que anuncia el título. El actor compone uno de los villanos más repulsivos y magnéticos que ha dado el cine. Sin duda inspirado por La broma asesina, de Alan Moore, el actor de Brokeback Mountain coloca a su personaje en la mejor tradición de la psicopatología cinematográfica desde el Paul Muni, de Scarface, al Robert Mitchum,de La noche del cazador, pasando por el James Cagney, de Al rojo vivo. Un malo sin mácula de bondad.
Jordi Costa. El País.
[Jordi Costa se equivoca por primera vez desde que le leo]
El caballero oscuro quiere ser una disección, en clave de pesadilla, de las mecánicas del caos y los equilibrismos entre la legalidad visible y la ilegalidad invisible (o las negociaciones entre el poder y sus cloacas) en un infierno urbano golpeado por el ejercicio arbitrario del horror. Podríamos estar ante una revisión apocalíptica de El doctor Mabuse, aunque Nolan se empeña en pensar, equivocadamente, en El padrino II: hay secuencias poderosas, Heath Ledger borda una auténtica creación con el personaje del Joker, pero a Nolan le pierden las grandes palabras y la obsesión por inflamar el sustrato filosófico del asunto, desatendiendo los más relevantes detalles de la carpintería causal de su guión.
Toni García. El País.
"La locura es como la gravedad, ¿sabes? Todo lo que hace falta es un pequeño empujón". Así de fácil. Al menos para el Joker, que suelta perlas como ésta a lo largo de todo el metraje de El caballero oscuro con la convicción del loco, del que no tiene nada que perder. Muchos pronostican el Oscar póstumo para Heath Ledger, y su personaje ya es un icono, no sólo por el taquillazo sino más bien por el delirio que propone, la perplejidad que conduce a la sonrisa congelada... El Joker duele, pero gusta.
[...] "La inspiración para el Joker proviene directamente del personaje de Malcolm McDowell en La naranja mecánica", afirmaba Christopher Nolan, director del filme. "El Joker puede ser un anarquista aunque dice muchas verdades y el espectador no puede dejar de sentir curiosidad por quién es", acotaba Nolan.
[...] El Joker, con la inestimable ayuda de nombres como Tyler Durden (El club de la lucha), Anton Chigurh (No es país para viejos) o Hannibal Lecter (El silencio de los corderos), ha dado carpetazo al impecable canalla jamesbondiano, recién salido de la ducha, rodeado de mujeres con curvas y presto a revelar su plan para alterar el orden mundial justo a tiempo para que sea evitado. En su lugar se perfila un villano mucho más extremo, morboso, imprevisible e incomprensible, y cuyo objetivo no es la pasta, ni la fama, ni tan siquiera el poder. Personajes para los que la moral es solo una prerrogativa absurda, discípulos aventajados del Nietzsche más literal..., el espectador moderno demanda villanos modernos.
Roberto Piorno. Guía del ocio: Nolan afila hasta el límite de sus cualidades cortantes la cualidad de la metáfora lanzando al Hombre Murciélago a las garras de un asesino demencial, de un infalible agente del caos que asume la destrucción como un orgasmo, como una experiencia erótica deleznable ensimismado ante el placer de pirómano de Troya ardiendo porque sí, en plan versión hiperbólica y fantasmal de un Bin Laden perfeccionado.
Un apabullante dos en uno (caviar del bueno para voraces consumidores de cine inflamable e ídem para el aficionado medio, habitualmente escéptico ante esta clase de espectáculos) que consituye, sin pegas ni matices, la mejor película supereheroica de este año, del pasado y de todos los anteriores desde que el cine es cine.
Dr. Mostaza: El guasón también resulta algo así como un científico social , ya que experimenta con el miedo de las personas. Genera situaciones caóticas en las vidas convencionales de las personas; juega con sus elecciones, hasta revela sus hipócritas acciones y falsas ideas.

Venganza



Paranoicos

El cine dejó de ser un sermón insufrible y se convirtió en una cosa divertida el día que descubrió que a todos los agentes de policía les importan muy poco nuestros problemas. Si queremos rescatar a una hija secuestrada lo único que podemos hacer es pelearnos a pelo contra una organización criminal hasta acabar con todos uno por uno. El individualismo desmelenado es divertido, que venga el séptimo de caballería al final de la película a salvarnos de los indios, ahora es un rollo.


"Taken"
Pierre Morel, 2008
Reparto: Liam Neeson (Bryan), Maggie Grace (Kim), Famke Janssen (Lenore), Xander Berkeley (Stuart), Leland Orser (Sam), Jon Gries (Casey), David Warshofsky (Bernie), Katie Cassidy (Amanda), Holly Valance (Sheerah), Nathan Rippy (Victor).
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Un paranoico en la vida real es un pesado insoportable. En el cine no. En el cine es un señor que grita que viene el lobo y nos hace desear que haya una manada de lobos para que él tenga razón. Liam Neeson es padre paranoico. El hombre teme que a su hija le pase algo en su viaje a Europa y todos lo tratan de padre carca. Así que nosotros y él gritamos al unísono “veis como tenía razón” cuando a su hija la rapta una mafia albanesa para la trata de blancas.

En una historia de venganzas sangrientas podían haber contratado a Van Damme o a Seagal. Quizá no lo hicieron porque querían advertirnos de que no iban a hacer lo mismo. Los franceses no son iguales que los hollywoodienses. No tienen tanta tradición y no tienen las manos atadas por lo políticamente correcto. Hollywood no se hubiera atrevido a semejante crueldad.

Del acierto de los creadores da fe un detalle, en los peores momentos de la carnicería no somos capaces de discutirle una sola atrocidad al protagonista. Estamos, incluso, dispuestos a perdonarle cien más. Y no es que nos preocupe la vida de la chica. Ella no está en peligro, en peligro está su virginidad. Aunque pasan los siglos, seguimos siendo los espectadores de las novelas de Caballería y seguimos deseando que deguellen a todos los esbirros antes que dejar que el honor de la dama sufra un rasguño.

WALL-E



Chaplins y E.T.'s solitarios

Wall-e es un robot encargado de reciclar basura. Recoge latas y basura, los introduce en un recipiente que lleva en el pecho y luego apila los cubos reciclados en montañas que compiten con los rascacielos de Manhattan. El problema de Wall-e es que lleva ya 700 años repitiendo la tarea. La humanidad se ha ido del planeta y él se ha quedado solo.

La primera parte de Wall-e es un poema dedicado a la soledad. Su amor por el único ser vivo que queda

"WALL-E"
Andrew Stanton.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 98 min.
Género: Animación, comedia, ciencia-ficción.
Doblaje original: Ben Burtt (WALL·E/M-O), Elissa Knight (EVA), Jeff Garlin (Capitán), Fred Willard (BnL CEO/Shelby Forthright), John Ratzenberger (John), Kathy Najimy (Mary), Sigourney Weaver (Computadora).
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, un insecto, su colección de cachivaches que ha ido ordenando durante siglos, su rito de ver una cinta de vídeo antigua (Hello Dolly!), todos ellos son metáforas maravillosas de la soledad. La más impactante es la de los rascacielos de basura reciclada que levanta sin cansarse.

En cine y en literatura, siempre he distinguido a los creadores de momentos de los elaboradores de discursos. Los primeros, los miniaturistas, se pierden al tener que llenar un largometraje o un libro. Le ocurría a Chaplin, a Baroja, a Chesterton. Los segundos solo se disfrutan cuando se llega al final. Wall-e funciona como una colección fabulosa de pequeñas situaciones. La colección de robots locos, la humanidad del futuro encerrada en sus pompas de jabón, wall-e y su relación con Eva. Cada detalle es un regalo para los sentidos. Pero el discurso narrativo abandona las grandes apuestas y vuelve a la autopista segura de los mensajes aceptados. El motín de los terminators y nexus5 rebeldes no deberían haber escandalizado a los republicanos. Caben dentro de su propio discurso, porque todo el mundo arrima el ascua a ese tipo de sardinas.
Jordi Costa. El país: Con la mirada de un astro triste de cine cómico, Wall·E es un robot programado para prensar y ordenar chatarra que sigue ejerciendo su labor en una Tierra convertida en deshabitado vertedero. Enganchado a Hello, Dolly! (en la versión cinematográfica de Gene Kelly) y al coleccionismo compulsivo de memorabilia humana, Wall·E tendrá ocasión de tantear esa vida emocional que la humanidad abandonó cuando se cruce en su camino Eva, un prodigio tecnológico tan erótico como un I-Mac y tan letal como una bomba H. La improbable, pero conmovedora historia de amor, proyectará sus efectos redentores sobre la antiutopía flotante, obesa y consumista que mantiene entre paréntesis a los seres humanos.

Los animadores de Pixar se han impuesto aquí un desafío respetable: agotar el arsenal expresivo de unos personajes con un repertorio comunicativo tan sintético que casi parecen haikus en movimiento. Tanto los robots como esa cucaracha que se diría resuelta en una línea serán, sin duda, objeto de incesante estudio en escuelas de animación.

Roberto Piorno. Guía del Ocio *****: Pixar, una vez más, ha dado de pleno en la diana, y lo hace, otra vez, reinventándose y explorando límites jamás hollados por el cine animado. Lo de "Wall-E" es una colosal vuelta de tuerca a los parámetros comunes del cine familiar. Stanton riza el rizo buscando nuevos territorios vírgenes de expresión en sentido inverso al enfilado por otras potencias del sector. Mientras los demás buscan el ruido y la morralla dicharachera, la incontinencia verbal y el chiste idiota, Pixar vuelve a los orígenes, a las raíces mismas del séptimo arte en busca de una pureza expresiva deliciosamente primitiva, esencialista y, precisamente por ello, contra toda corriente. La cinta de Stanton ensaya la comunicación con el cine de Chaplin, de Lloyd o de Keaton, al abc del lenguaje fílmico en virtud del cual una imagen vale más que mil palabras. Y es en ese entrañable rumbo al pasado donde Pixar encuentra una ruta brillante hacia el futuro.
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