Asalto al tren Pelham 123



Garber

“The taking of Pelham 123”
Tony Scott, 2009
Reparto: Denzel Washington (Walter Garber), John Travolta (Ryder), John Turturro (teniente Camonetti), Luis Guzmán (Ramos), Michael Rispoli (John Johnson), James Gandolfini (alcalde), Ramon Rodriguez (Delgado).
Guión: Brian Helgeland; basado en la novela de John Godey.
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"The Taking of Pelham One Two Three"
Joseph Sargent, 1974
Reparto: Walter Matthau (Comisario Zachary Garber), Robert Shaw (Blue), Martin Balsam (Green), Hector Elizondo (Grey), Earl Hindman (Brown)
Guión: Peter Stone.
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En la versión de 1974, Matthau hace de Garber, un agente de policía del metro que está enseñando la red de Nueva York a unos japoneses que quieren imitarlo en Tokio. Eso sirve para algún chiste racista, porque ellos no entienden nada. Garber es un héroe de los setenta, cansado de su rutina, cínico y más listo que los demás.

Denzel Washington es otro Garber. Se trata de un directivo del metro que ha sido degradado por aceptar un soborno. Garber negocia con Travolta la vida de los rehenes desde su microfono, y, de paso ambos buscan un más allá en lo que hacen un sentido último de la vida, la redención y el sentido de la existencia. El Garber de nuestros días es un ser a punto de entender toda la filosofía de Khalil Gibran en un segundo y salir pitando para arreglar con una barita mágica todos los problemas del tercer mundo. Por eso la película de Tony Scott suena pretenciosa mientras la del 74 cae la mar de simpática.

Los malos de la antigua son mercenarios que matan sin escrúpulos. Los de ahora son expresidiarios que sueltan palabrotas. Travolta resulta más interesante que Robert Shaw, aunque apesta un poco a psicoanálisis de pacotilla.

Por último me van a permitir que entone mi vieja queja una vez más: ¿por qué el héroe del siglo xxi tiene que enfrentarse siempre con el ladrón, encadenarlo romperle los morros y meterlo en el truyo él solito? ¿es que eso no es trabajo de la policía? Siempre lo fue. Es como si el héroe del siglo xxi tuviera que sembrar trigo, calentar el horno y echar la levadura si quiere comerse un trozo de pan. No sé. Hay panaderos, no hace falta hacerlo todo uno solo. ¿no?

Pagafantas



El toque cavernícola

Lo de pagafantas es una idea machista, un concepto sociológico que sólo resulta claro en un universo que anota las victorias sexuales como los logros del sistema productivo. Pagafantas es el que invierte tiempo y dinero sin conseguir, a cambio de la refrescante bebida, el codiciado trofeo sexual.

Borja Cobeaga, 2009
Reparto: Gorka Otxoa (Chema), Sabrina Garciarena (Claudia), Óscar Ladoire (tío Jaime), Kiti Manver (Gloria), Julián López (Rubén), María Asquerino (Sra. Begoña), Michel Brown (Sebastián), Bárbara Santa Cruz (Elisa), Ernesto Sevilla (primo), Teresa Hurtado de Ory.
Guión: Borja Cobeaga y Diego San José.

La hermosa Claudia, una argentina que reside ilegalmente en España, acoge con los brazos abiertos cada uno de los intentos de acercamiento que Chema inicia con ella. Cada vez lo quiere más como amigo. El chico cada vez la quiere más como mujer. Pero nadie plantea abiertamente el tema sexual.

Jordi Costa la ha comparado con la screwball americana, pero olvida una diferencia esencial. En aquellas comedias, la chica era siempre la que buscaba al hombre. El ignorante era él. En “La fiera de mi niña”, Cary Grant pasa por un sinfín de pruebas mucho peores que las de Chema para acabar demostrando que nunca perderá los papeles, que nunca se enfurecerá con ella, que nunca se aprovechará. Y de esa manera, el hombre ideal de los años 30 ganaba los galones para conseguir a la damisela.

Presiento que ese campo de minas femenino no es un invento de la época del New Deal. Chema, nuestro héroe deja de serlo para siempre en el momento que se enfada, pierde los papeles y reclama su factura. Chema, a diferencia de Cary Grant, Clark Gable o Gary Cooper quiere canjear las fantas por sexo y por eso no nos cae, ni nunca nos caerá, bien.

El tío Jaime, que no es su tío, es una ocasión para volver a ver a Oscar Ladoire. Igual que el fantasma de las navidades futuras, el tío Jaime es otro pagafantas casi retirado. Él y sus consejos, que no quiere dar, animan con gotas de humor la historia, y empujan al indeciso protagonista. Otro detalle que salva parte de la película de la quema son las elipsis. Cuando Chema bebe borra de su memoria cuanto le ocurre, y es desternillante comprobar donde acabará cuando despierte, en que lugar, con que pinta...
El País. Jordi Costa: El parentesco con el espíritu de la screwball comedy parece claro desde este arranque, aunque Cobeaga también tiene el buen gusto de contar a Richard Quine entre sus referentes. La mecánica narrativa -que somete al antihéroe masculino a un crescendo de humillaciones emocionales: casi unas Olimpiadas del patetismo- puede recordar al modelo Apatow
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