El mismo amor, la misma lluvia

Juan José Campanella, 1999.
Reparto: Ricardo Darín (Jorge Pellegrini), Soledad Villamil (Laura Ramallo), Ulises Dumont (Márquez), Eduardo Blanco (Roberto), Alfonso de Grazia (Mastronardi), Alicia Zanca (Sonia), Graciela Tenenbaum (Marita), Magela Zanotta (Mauge), Mariana Richaudeau (Leticia), Rodrigo de la Serna (Micky), Melina González (Pepa).
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El sentido de una vida

A la vista de sus dos películas creo que ya puedo decir algo de Campanella: este autor es eficiente retratando emociones, hasta cierto punto efectivo transmitiéndolas, también es nulo razonándolas. Como todos los buenos románticos es un gran tergiversador, y hace trampas con la narración. Pero quizá esto último no sea obstáculo para otorgarle un buen lugar en el mundo del cine.

Las dos películas que he visto de Campanella (la otra es El hijo de la novia) tienen un fondo (aparte de un protagonista) común. Campanella busca con la cámara el sentido de la vida de un ser humano. Su espacio temporal suele ser amplio y también el vital. No recoge una peripecia, sino muchas. Teje sus guiones con el amor, la carrera profesional, la amistad, y siempre un telón de fondo soberbio: la historia de Argentina.

Campanella tiende al melodrama, pero por suerte sabe parar a tiempo y reirse. Quizá un argentino le hubiera perdonado incluso que llegara más lejos en sus temas románticos, pero fuera del país es el humor el que salva sus películas.

Un niño grande

Paul Weitz y Chris Weitz, 2002.
Reparto: Hugh Grant (Will), Toni Collette (Fiona), Rachel Weisz (Rachel), Sharon Small (Christine), Nicholas Hoult (Marcus), Madison Cook, Jordan Cook, Nicholas Hutchison, Ryan Speechley, Joseph Speechley, Nat Gastiain Tena, Laura Kennington.
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¿Cada hombre es una isla?

Tengo que creerme que los creadores de esta película son los mismos que los de El diario de Bridget Jones, pero leyendo la ficha no veo ningun parecido. Para encontrar verdaderos parecidos hay que ver las dos. Hay en ambas un estereotipo de treintaañero moderno que puede servir a muchos para sentirse reflejado y que servirá en el futuro para entender como éramos en la primera década del milenio, o como nos veíamos.

¿Cómo son los treintaañeros solteros de nuestros días? Insolidarios. El protagonista, Will, dice, igual que John Bon Jovi, que todo hombre es una isla. Su mayor afán es disfrutar del paso de los días que divide en unidades no muy largas para no aburrirse. Cortarse el pelo son dos unidades, leer el periódico una. Otra de sus preocupaciones es ligar. Pero para conseguirlo tiene que engañar a las mujeres, hasta que descubre un filón en las mamás divorciadas. Este vacío recuerda mucho a la obsesión de Bridget por los gramos de peso, las minifaldas y el alcohol.

El verdadero problema de Bridget es que ha llegado a una edad en la que todos le dicen que tiene que casarse, y ella asume que es así. Su verdadero problema es casarse con el hombre adecuado, por eso no es de extrañar que cite a Austen, cuya preocupación era la misma, y reproduzca el esquema de Orgullo y prejuicio. El problema de Will es que no quiere vincularse con el mundo. Él no busca pareja, huye de ello.

Casualmente Will conoce a un niño al que puede ayudar. Marcus es un chico raro en el cole porque no está a la moda y vive pegado a las faldas de su mamá un poco neurótica. Marcus es importante porque es la única persona que le va a demostrar al soltero que cada individuo no es una isla.

Marcus sirve para demostrar a Will que está equivocado cuando dice al empezar la película una cosa que todos sabemos que es cierta, pero que queremos que nos demuestren que no es así: el hombre de nuestros días puede vivir completamente solo, ser feliz y llenar su vida sin hacer nada por nadie y sin pedir nada a nadie.

Los problemas se resuelven en una escena en la que todo se puede venir abajo o todo se puede resolver dependiendo de que alguien haga algo a tiempo, lo cual es un recurso muy conocido por todo el cine anglosajón y siempre da mucho ritmo. Y sin embargo, es un recurso que los demás cines no quieren probar, quizá porque lo ven manido, quizá porque les parece fácil, y claro, en España todos son autores. Nadie se molesta en hacer cosas divertidas.

Spiderman

Dirección: Sam Raimi, 2002.
Interpretación: Tobey Maguire (Spider-Man / Peter Parker), Willem Dafoe (Duende Verde / Norman Osborn), Kirsten Dunst (Mary Jane Watson), Jame Franco (Harry Osborn), J.K. Simmons (J. Jonah Jameson), Cliff Robertson (tío Ben), Rosemary Harris (tía May), Joe Manganiello (Eugene 'Flash' Thompson), Ted Raimi (Hoffman), Bill Nunn (Joe 'Robbie' Robertson).
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Heroes y Superhombres

Superman, Spiderman, Batman tienen todos una doble vida. La primera es miserable y se parece a la de todo el mundo, la otra es alucinante y se parece a la que mucha gente nos gustaría tener. No hay que ser muy freudiano para pensar que la fantasía de ser un tío más fuerte y tremendo nos sirve a los don nadies que llevamos una vida de fracasos para aguantar los sinsabores imaginando una doble vida. Y casi todos estos fracasos se concentran cuando se trata de cautivar a la chica popular.

Hay un problema común a los super-hombres. A ellos les gusta la guapa, pero resulta que la chica guapa no se fija en ellos. No se fija en el fracasado que pierde el autobús con su despiste, o es blanco de las risas de los chicos populares. La chica guapa se cuela por el hombre que teje telas de araña y atrapa a los malvados, o por el que vuela con su capa. Es cierto que son la misma persona, pero no es lo mismo que Mary Jane te quiera porque tienes superpoderes y la salvas escalando paredes, que el que te quiera por ser el chico patoso y tímido de la clase.

En los superhombres siempre queda un gusto amargo. No me identifico con ellos si triunfan en el amor siendo superhombres. Pero, por otro lado, tampoco consuela que la chica se enamore del debilucho, de Peter Parker, porque si lo hace ¿para qué sirve tanto duelo con supermalvados y tanta CGI?

Creo que voy a ofender alguna intenligencia con una conclusión tan facilita. Pero es que no se me ocurre una mejor: yo creo que el modelo de super-hombre no me llena demasiado porque hace una separación innecesaria. Los verdaderos héroes son los que unen las dos facetas. Los que son capaces de algo grande y a la vez reírse de sí mismos y meter la pata. Vamos, que un verdadero héroe nunca puede ser super.
SPIDER-MAN James Ebert
Peter Parker was crucial in the evolution of Marvel comics because he was fallible and had recognizable human traits. He was a nerd, a loner, socially inept, insecure, a poor kid being raised by relatives. Maguire gets all of that just right, and I enjoyed the way Dunst is able to modulate her gradually increasing interest in this loser who begins to seem attractive to her.

The origin story is well told, and the characters will not disappoint anyone who values the original comic books. It's in the action scenes that things fall apart.

'Spider-Man's' World Wide Web (washingtonpost.com) I DON'T like to use the c-word in a family newspaper. It embarrasses me, my editors, my family and most of all, our beloved Weekend readers. But with "Spider-Man," I've got no choice.
The movie is cute.

Dafoe's Green Goblin is more amusing than threatening. Oh sure, he's got devastating power bombs that can turn people into instant skeletons. But he's almost (sorry) cute, as he flies around on his futuristic airborne surfboard. He's so laid-back that, when he captures Spider-Man on one occasion, he doesn't even lift the superhero's mask to find out who he is. With sociopaths like this, who needs easygoing people? And with disarmingly entertaining movies like this, dare I say, who needs big bad superhero movies?

Mr. Cranky Rates the Movies : Spider-Man
Finally, we understand what's been bothering Parker throughout the whole film: He's gay.

While it takes Parker a long time to admit this to himself, the clues are ever-present. First of all, what heterosexual guy pines to put on a skintight leotard and run around the city in it? You can only be gayer by dressing up as a large, pink triangle. Despite his claims about being deeply attracted to Mary Jane, the lack of a visible erection in his form-fitting suit during their encounters is testament to his gayness. And, of course, Spider-Man just loves to get other men sticky. In fact, the web that emerges from his wrist after a spider bite is simply a metaphor for the uncaring society that keeps his gayness in check.
Patricia Ferreira, 2002.
Reparto: Ingrid Rubio, Roberto Enríquez, Chete Lera, Adriana Ozores, Miguel Ángel Solá, Jordi Dauder, Mariana Santángelo.
Guión: Patricia Ferreira y Enrique Jiménez; basado en la novela de Lorenzo Silva.
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Blandos

Siempre me pregunté por qué los detectives clásicos eran duros. Algunos eran débiles y otros malos, pero nunca dejan de ser duros. Basta ver "El alquimista impaciente" para entenderlo.

El genero policial no sólo genera su interés con sus intrigas. Ellas son parte del espectáculo y una parte imprescindible. El espectador exige una sorpresa. Lo que está menos claro y se hace patente en intentos fallidos como este, es que el espectador también exige pulso. La película de detective es una película de temperamento. El sabueso mide sus modales con todos los soplones y con el desfile de tipos humanos y sociales con que se enfrenta.

Tan necesario como el enigma es el temperamento del detective. Por eso, los tipos blandos estropean una trama policial. No digamos Ingrid Rubio que en ocasiones parece que se va a dormir haciendo su papel, o que está pensando la lista de la compra.

El alquimista impaciente, no se esmera en mostrar el temperamento de sus dos sabuesos, y tampoco en la química que podría surgir entre ellos siendo jóvenes. Patricia Ferreira enfatiza un aspecto que debía estar muy presente en la novela, no se salta ninguna observación inteligente, ni citas un poco intelectualillas, como la repetida de DeQuincey o la de Freud. Parte de la blandeza del resultado es también este baño de sabiduría, los duros no suelen ir de sabiondos.

La película retrata una España algo limpia que no reconozco del todo. Las casas de campo modernistas, los jardines y piscinas. Los edificios de la castellana, incluso el interior de la casa de los detectives, todo me parece demasiado glamouroso.

Y sin embargo me gusta la película. Me gusta, sobre todo, que es una obra íntimamente triste. No me reflejo en los guardiaciviles algo pasmados y poco representativos de la benemérita, ni tampoco en las fachadas de cristal. Pero hay un trasfondo de tristeza que invita a verla una segunda vez.
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