Antonio Román, 1963
Reparto: Ivonne Bastien, Pierre Brice, Carlos Estrada
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La mujer acusada sin razónReparto: Ivonne Bastien, Pierre Brice, Carlos Estrada
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Román volvió a rodar en 1963 una película que ya había hecho en 1949 con Ana Mariscal y Adriano Rimoldi. La acción, esta vez, transcurre en Argelia. La OAS está consiguiendo con violencia la independencia. Los servicios secretos franceses simulan la muerte de uno de sus agentes para poder seguir usando los códigos que ha descubierto. Se trata del protagonista de la historia. Su mujer no puede saber la verdad y vuelve a San Sebastián convencida de que ha perdido a su marido. Un amigo del matrimonio la ronda pero ella le pide tiempo. El agente, en su siguiente misión tiene que ir a Francia y se salta las ordenanzas. Alquila una habitación en un hotel de la ciudad donostiarra y llama desde allí a su esposa. Ella acude después de recuperarse de su asombro. Un agente argelino le ha seguido hasta el hotel y ha alquilado una habitación junto a ambos. Los dos agentes luchan y el argelino muere. La policía investiga el caso y pronto descubre a la mujer, aunque ha usado un nombre falso y se ha alojado en la habitación de al lado. En el juicio ella se niega a responder a las preguntas para no comprometer a su marido. Su silencio puede costarle la carcel.
Román exhibe mucho saber hacer contando detalles del caso, sobre todo los pormenores del hotel, la llamada, la puerta entre las habitaciones, datos que luego serán usados en la investigación. Narra con cuidado y consigue meter al espectador en el caso. Igual que en otras obras demuestra su interés en la política internacional, y cierta cultura, pero también frialdad hablando de dos países que le eran ajenos como Francia y Argelia. Quizá su academicismo se deba a que esperaba ser visto en el extranjero. A parte de que Román siempre buscaba diálogos solemnes y redichos. La intimidad, la confianza, fueron temas vedados para él.
Su intención al volver sobre el mismo tema en una segunda película era sin duda el conflicto que vive la esposa. No creo que le interesara tanto la elección entre salvarse ella o salvar a su marido. Para un cine tan sentimental como el que hacía en esta época, el verdadero regusto estaba sin duda en mostrar a la mujer llena de razón, sobrada de ella, perseguida injustamente y sufriendo en silencio.
Antonio Román consiguió lo que buscaba, pero la cinta fracasa estrepitosamente en su ritmo. Los preámbulos, la presentación de los personajes consumen dos terceras partes, más de una hora. Los pormenores policiales y el juicio de la inocente, sólo veinte minutos.
*Nota: el afiche es de la primera versión de 1949. No encuentro el de la segunda.
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