El día de la Bestia

Alex de la Iglesia, 1995.
Reparto: Alex Angulo ("Padre") Santiago Segura (José María) Armando de Razza (Profesor Cavan) Terele Pávez (Rosario) Nathalie Seseña (Mina)
Las caras del mal
* * * *
Nunca me gustó “La comunidad”. Alex de la iglesia fuerza la imaginación hasta el límite para meternos en una comunidad de vecinos absolutamente perversa y claustrofóbica, y premia el esfuerzo del público con la tesis de que todo el mundo malo, nosotros incluidos, supongo.

Años antes rodó “El día de la Bestia” que por el contrario tiene un planteamiento soberbio. Un teólogo descubre, estudiando el Apocalipsis, que el fin del mundo está al caer; el anticristo va a nacer en Madrid en la navidad de 1995. Viaja a la capital con su sotana y se dedica a hacer malas acciones a fin de acercarse al demonio y descubrir el lugar exacto donde nacerá el anticristo. Aparte de hacer sus gamberradas busca una señal del demonio y sigue a cuantos encuentran en la calle, un repartidor de propaganda, un programa de televisión de tema diabólico, una tienda de música heavy. En esta última conoce a José María (Santiago Segura) que le ofrece una habitación en su casa para pasar la noche. El programa de televisión diabólico lo presenta un tal Cavan, que es en realidad un farsante. Pero el cura lo sigue hasta su piso en Callao y lo secuestra para realizar una invocación al maligno. La escena del ritual y la de la pensión donde el cura tiene que ir a buscar la sangre de una doncella son de lo mejor de la película, tal vez de nuestro cine. El final de la secuencia es apoteósico con los tres conjuradores colgados del letrero de Schweppes de la plaza del Callo. Cavan cae herido pero se da cuenta de que el cura dice la verdad y lo ayudará a resolver el enigma.

El Día de la Bestia es un fresco irrepetible del Madrid en el que fue rodado, que no aparece como una postal, sino como un elemento necesario lleno de enigmas y secretos. No recuerdo otra película española donde la ciudad forme parte tan necesaria de la trama.

Alex de la Iglesia se recrea en el mal desde distintos ángulos. El cura representa la visión seria y teológica del problema, mientras que José María, el vendedor de música heavy, y Cavan, el farsante, representan el lado estético de un mal que hoy en día es usado como polo de atracción, como ingrediente transgresor en la televisión, como puro márketing. Mientras que el verdadero mal aparece siempre en un segundo plano. Los anticristos son una panda de nazis que queman a los mendigos en nombre de un eslogan que reza: “limpia madrid”. De haber sido rodada en estos tiempos aquellos sanguinarios serían racistas o autores de la violencia de género.

Las escenas de la pensión son lo más rico de la película por la España rancia y extravagante que recrean. La madre nos prepara para una tragedia con sus frases vengativas de la España negra. La criada y el abuelo son parte de una galería de personajes esperpénticos y el director les dedica poco tiempo, el justo.

José María (Santiago Segura) es un personaje inolvidable que corre más a cargo del actor que del director y que luego estiraría su vena casposa en la serie de Torrente. Representa al amigo fiel, al pasota en un mundo de valores extraño, desconectado de su madre (“Bueno, lo de que mataras a mi vieja me la suda, lo que me preocupa es el abuelo”). José María es un ser violento y a la vez tierno, se presenta golpeando la cabeza de un cliente que iba a robar cuatro discos contra la vitrina de su mostrador. Es la violencia gratuita, la violencia televisiva, musical, puramente nominal. Cuando conoce al cura rápidamente conecta con él. Los dos salen a buscar el demonio pero tienen distintas claves, la misma realidad la interpretan desde ángulos radicalmente distintos, igual que Quijote y Sancho el contraste enriquece sin parar sus andanzas.
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