Desde 1573 la voz más influyente en la administración había sido la del secretario de Estado, Antonio Pérez (JASON ISAACS), el nuevo cabecilla de la facción «pacifista». Pero la influencia de Pérez no era decisiva. En el período en que don Juan de Austria fue gobernador de los Países Bajos, el secretario real y los hombres más próximos a él, el marqués de los Vélez y el cardenal Quiroga, defendieron una solución de compromiso con los rebeldes y la invasión de Inglaterra. Pero se trataba de una propuesta prematura; el rey deseaba la paz en los Países Bajos, pero no estaba preparado todavía para la guerra con Inglaterra. No obstante, Felipe II (JUANJO PUIGCORBÉ) no hacía caer en desgracia a quienes no concordaban con su política, sino que simplemente los dejaba de lado. Antonio Pérez fue mucho más lejos en sus transgresiones. Por razones todavía oscuras, tal vez con la intención de convertirse en un elemento indispensable tanto para Felipe II como para don Juan de Austria, hizo lo posible por deteriorar las ya tensas relaciones entre el rey y su hermanastro. Felipe II sabía que don Juan tenía ambiciones en Inglaterra y le informaron desde los Países Bajos que estaba negociando con el papa y con los católicos franceses a fin de conseguir aliados para una invasión a través del Canal de la Mancha. Pero la política de don Juan de Austria, aunque independiente, no era subversiva. Fue Antonio Pérez quien hizo que pareciera más peligrosa de lo que era en realidad y quien encontró una cabeza de turco en Juan de Escobedo (JOAQUIM DE ALMEIDA), secretario de don Juan, y que tenía ambiciones tanto para él mismo como para su señor. Antonio Pérez, que mantenía una correspondencia secreta con el gobernador y su secretario, enseñó al rey el contenido de sus despachos y las cartas confidenciales que recibía como contestación. Así pues, al mismo tiempo que alentaba a don Juan de Austria alimentaba las sospechas de Felipe II (PUIGCORBÉ) respecto a su hermanastro. Pero en 1578 Escobedo (DE ALMEIDA) llegó a la corte para presentar al monarca los puntos de vista y las necesidades de don Juan de Austria. Antonio Pérez corría el riesgo de que se descubrieran sus intrigas y sus filtraciones de secretos de Estado, lo que lo indujo a tomar la iniciativa. Responsabilizó a Escobedo de las ambiciones de don Juan de Austria y predispuso al rey contra él, convenciéndolo de que era necesario eliminarlo. Al parecer, el rey dio su consentimiento al plan de Antonio Pérez, convencido, como de costumbre, de que tenía poder para en un caso de urgencia ordenar una ejecución sin juicio previo. Antonio Pérez intentó primero envenenar a su rival y al no conseguirlo contrató a unos asesinos a sueldo que lo atravesaron con sus espadas en las calles de Madrid el 31 de marzo de 1578.
Naturalmente, las cosas no podían terminar así. A pesar de todas sus precauciones, Antonio Pérez no había conseguido borrar sus huellas completamente. No tardó en circular el rumor de que él era el responsable del crimen y, por otra parte, la familia de Escobedo exigía justicia. Mateo Vázquez (JORDI MOLLÁ), rival de Antonio Pérez en la secretaría, tomó buena nota de esas acusaciones y lo denunció ante el monarca. Éste, torturado en su propia conciencia, se movía incómodo entre dos líneas de acción. Tuvo buen cuidado en no admitir que el asesinato se había perpetrado con su conocimiento, pero al mismo tiempo decidió no perseguir a Antonio Pérez, en parte porque se sentía culpable y también por temor a las posibles revelaciones de su secretario. Pero cuando murió don Juan de Austria y llegaron a España sus documentos, Felipe II llegó a la conclusión de que su hermanastro era inocente y de que Antonio Pérez (JASON ISAACS) lo había engañado. Por otra parte, lo irritaba cada vez más la connivencia política entre Antonio Pérez y la princesa de Éboli (JULIA ORMOND) y sospechaba que se estaba filtrando información sobre asuntos de Estado. Entonces, el monarca modificó su actitud. En ese momento su mayor problema político era la sucesión portuguesa. Las negociaciones al respecto estaban en manos del propio Antonio Pérez, un oficial en quien ya no podía confiar y de quien sospechaba en relación con los secretos de Estado. Decidió sustituirlo, pero primero tenía que formar un nuevo equipo. El duque de Alba (FABIO TESTI) había caído en desgracia; Los Vélez había muerto recientemente, después de haber perdido también el favor real y Quiroga no sintonizaba totalmente con la política portuguesa del rey. Felipe II decidió entonces recurrir a hombres que no mantuvieran una relación estrecha con sus anteriores consejeros. La persona elegida fue el cardenal Granvela.
Sólo cuando el nuevo equipo estaba prácticamente ya en funciones actuó Felipe II contra su antiguo favorito. La tarde del 28 de julio de 1579 Antonio Pérez trabajó con el rey en algunos documentos hasta las diez de la noche y una hora después era arrestado. Poco después se puso también bajo custodia a la princesa de Éboli, que había amenazado a quienes calumniaban a su amigo, especialmente Mateo Vázquez, y cuya creciente insubordinación resultaba intolerable para Felipe II. La princesa de Éboli pasó el resto de su vida confinada en una estancia de su palacio en Pastrana.
"Historia de España". Dirigida por John Lynch.
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