Manual de crítica


Estas son las reglas de Roger Ebert para ser un buen crítico.
Advise the readers well.
Provide a sense of the experience.
Keep track of your praise.
Do the math.
Do not make challenges you are cannot to back up.
Respect the reader's time.
Respect the reader's money.
Beware of verbal parallelism.
Trailers. Have nothing to do with them.
A trailer is not a movie.
Be wary of freebies.
Accept no favors.
No commercial endorsements.
Be prudent with free DVDs.
Be prepared to give a negative review.
Never review a film you have anything to do with.
Sit down, shut up, and pay attention.

Nolan analiza su escena favorita de "El caballero oscuro"



For me creatively, that had been about inverting the expectation. We’ve all seen so many of these dark movie interrogation scenes where somebody is being given the third degree. We just wanted to completely flip that on its head.
[...]
Christian and I had talked a lot on "Batman Begins" about finding a moment in that film where you actually worry that Batman will go too far. A moment where his rage might spill over and he would break his rules. We never found that moment. It just wasn’t there in that story. There was a lot of strength and aggression in the way he played the part, but I don’t think the story provided that element of losing control. What the Joker provides in the second film is the fact that his entire motivation is to push people’s buttons and find their rules set and it turn it on itself. And Batman of course places such importance on his rules, his morals. It’s what distinguishes him, in his mind, from a common vigilante. The Joker is able to twist him around and make him question his own approach and his own actions.

High School Musical 3 Fin de curso



Desfile triunfal

"High school musical 3: Senior year."
Kenny Ortega, 2008
Reparto: Zac Efron (Troy Bolton), Vanessa Hudgens (Gabriella Montez), Ashley Tisdale (Sharpay Evans), Lucas Grabeel (Ryan Evans), Corbin Bleu (Chad Danforth), Monique Coleman (Taylor McKessie), Olesya Rulin (Kelsi Nielsen), Chris Warren Jr. (Zeke), Ryne Sanborn (Jason), KayCee Stroh (Martha Cox).
*

Gabriela tiene la sonrisa más embriagadora de la casa Disney, pero a pesar de eso, Troy tardó dos episodios en besarla. No dejaban de ocurrir cosas que les interrumpían. Pero casi siempre era Sharpay.

En la primera entrega, los amigos y las amigas, el baloncesto, las matemáticas, y hasta el papá conspiraron para que los dos no pudieran hacerlo, cantar, quiero decir. En la segunda sólo era Sharpay. Pero ella sola consiguió, cual canto de sirenas, doblegar a ojos-de-cordero-degollado-Troy. El chico se dejó llevar por becas y planes que ofrecía la hija del millonario y se olvidó de sus amigos.

La tercera entrega del «Musical del instituto» cuenta que en el último año cada cual tendrá que coger su camino, y que a todos les da mucha pena tener que separarse. El catalizador de las emociones vuelve a ser una función. Da igual qué ocurre en sus vidas, de lo que realmente se trata, parece, es de si serán protagonistas o secundarios, o de si faltarán a esa función.

Las dos primeras eran para la televisión, ésta está rodada para el cine con más lujo en los números musicales. Ni Kenny Ortega ni los dos protagonistas, ya consagrados, se han esforzado mucho. Todos entienden que el trabajo estaba hecho, y esta tercera parte consiste en desfilar por la alfombra roja, que les tiende un público entregado, para recoger sus laureles.
Fausto Fernández. Fotogramas **: [una espectadora infantil] ni pilla, ni le importa, la sublectura de un adulto criticón. Ni que la peli sea, no sé si inconscientemente, un carnaval gay.
Owen Gleiberman. Entertainment Weekly (B): Directed by Kenny Ortega, the choreographer of Dirty Dancing, it was a delightful paradox, a squeaky-clean Disney Channel film that used the image of a multiracial yet homogenized all-American high school to make a case for the importance of not running with the pack. [...] You could also say that Troy was both straight and...well, you know, joyous. Because let's face it: Any movie in which a high school's most revered athlete is ambivalent about how much he loves to perform in musicals is saying something about sex roles and tolerance in 21st-century youth culture.

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Max Payne



Héroes sin amigos


John Moore, 2008
Reparto: Mark Wahlberg (Max Payne), Mila Kunis (Mona Sax), Beau Bridges (B.B. Hensley), Chris “Ludacris” Bridges (James Bravura), Olga Kurylenko (Nathasha), Amaury Nolasco (Jack Lupino), Chris O’Donnell (Jason Colvin).
*
Hay una cosa que funciona, o medio funciona dentro de este despropósito de lujo que es “Max Paine”. Las luces hacen surgir sombras y seres alados que no sabemos si existen o son imaginados. Un personaje tras otro muere víctima de esos ángeles caídos o bien de una alucinación colectiva. La película propone posibilidades sobrenaturales y luego una racional, menos sugerente. Pero las irracionales nos rondan la cabeza largo rato.

Max Payne ha perdido a su esposa en un crimen sin resolver y se pasa la vida buscando pistas, igual que Glen Ford en “Los sobornados”. Donde Lang dedica una película a la venganza un ser querido envuelto en un mar de dudas morales, Moore se arroja sin red a una orgía de sangre. La restauración que reclamamos a tantas películas de cirugía moral se convierte aquí en los desarreglos de una carnicería. La fuerza moral de los seres queridos es para Moore una simple coartada.

Otra parte considerable del naufragio tiene que ver con los secundarios. Prostitutas, compañeros del cuerpo, traficantes, todos son prescindibles. Paine no hace aliados que le duren más allá de un tiroteo. Su guerra a muerte contra el mundo casi la hace en solitario. Al espectador lo deja también fuera después de superar la segunda pantalla.
Roberto Piorno. Guía del ocio **: "Max Payne" es un lujazo para la vista por cortesía de su soberbio acabado visual lluvioso y de temperaturas polares esculpido a golpe de trucajes de posproducción. [...] los mundos virtuales e interactivos para ordenador y consola siguen, como es natural, sin demostrarse competitivos en el ámbito narrativo. En consecuencia sus gemelos cinematográficos arrastran todo su formidable potencial escénico t tecnológico pero a la vez arrastran, y eso es lo que no se entiende, sus escasas posibilidades dramáticas.
Javier Ocaña. El País: Siete años después de su aparición, y tras el éxito comercial y el fracaso creativo de todas y cada una de las películas basadas en un videojuego previo, aterriza Max Payne, versión película, un largometraje donde el concepto "ralentización del tiempo" adquiere cotas insospechadas.
Mortal kombat, Resident evil (y sus secuelas), Tomb raider, Alone in the dark, House of the dead, Silent Hill, Hitman, Doom... Por desgracia, las hemos visto todas.
Volatilis: Y es que la visión del personaje se resume a alguien que busca venganza, alguien duro, marcado por el asesinato de su mujer. Alguien sin escrúpulos, sin humor, sin razón para vivir aparente. Alguien a quien no le importa sacrificar a nadie ni a nada para conseguir su objetivo. Y el personaje original busca venganza, pero sigue siendo vulnerable, sigue siendo humano.

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El reino prohibido



Películas de kung-fu

El protagonista de “El reino prohibido” es un joven solitario de Boston forofo de las películas de kung-fu. ¿Pero que es eso de las películas de kung-fu? “El reino prohibido” tiene a su favor que es capaz de hablar de esa afición y a la misma vez hacernos participar de lleno en ella. Es un ejemplo construido con los mejores elementos del género. Las películas de kung-fu son películas de confrontación. También lo son las occidentales, pero el kung-fu pone imágenes. El conflicto es una coreografía, un juego, un divertido duelo que no ocurre en nuestra cabeza sino delante nuestros ojos.


"The forbidden kingdom"
Rob Minkoff, 2008
Reparto: Jackie Chan (Lu Yan/viejo Hop), Jet Li (Monje Silencioso/el Rey Mono), Michael Angarano (Jason Tripitikas), Morgan Benoit (Lupo), Collin Chou (el Señor de Jade), Liu Yifei (Gorrión Dorado), Li Bing Bing (Ni Chang).
Guión: John Fusco. Basada en la historia épica china Viaje a Occidente, uno de los cuatro grandes clásicos de la literatura china.
* * *
En todas las películas, el malo tiene unos rasgos que lo hacen reconocible, como una risa perversa. En las películas de kung-fu, el malo es ceñudo. Los buenos se diferencian de los malos no tanto en sus intenciones (a veces blandamente honorables) sino en que se divierten. Los buenos juegan al kung-fu, imitan animales, hacen el tonto. Jackie Chan es un borracho. Ser malo consiste en tomárselo todo en serio, o en enfadarse.

“La ciudad prohibida” nos cuenta dos historias, la de un chico de Boston aficionado al Kung-fu que se las ve con una banda de matones y la de un reino oriental que hace quinientos años fue dominado por las fuerzas del mal. Las dos están unidas por un objeto mágico, un callado que sirve para viajar entre ellas y que representa, en el mundo mitológico, la única llave para devolver el poder a sus amos legítimos.

El largo viaje hasta el reino, la dolorosa preparación del joven americano, y las batallas tal vez nos resultarían indiferentes si creyéramos en el trono. La película nos gana porque nos hace gracia. No sabemos si el maestro es un inmortal o un fanfarrón. No sabemos si el vino es su elixir o su vicio depravado. Nos gana porque está saturado de detalles. Un pelo del Rey Mono se convierte en otro Rey Mono, el Rey de Jade sólo puede ser herido con un punzón de jade. El alumno tiene que aprender y aguantar el ego de dos profesores. Los héroes luchan con un arma que además los define, la chica guapa usa sus adornos, la mala usa sus cabellos.

Las peleas de kung-fu no son sólo peleas. Son caracterizaciones, son expresiones de humor, de invención, de coreografías deslumbrantes, de conflictos y malentendidos entre dos hombres buenos o entre el bien y el mal. Los momentos de descanso escuchamos reflexiones taoistas, como la de dejar la taza vacía. La belleza está en cada personaje femenino y en cada localización. Falta sólo algún fleco para hablar de una gran película. El profesor que hace Chan se gana a su alumno, pero no nos gana a nosotros. Los personajes asiáticos lucha con destreza, o con humor, pero no se hacen huecos muy sólidos en el corazón del espectador.
José Corral Leo. El Pasadizo: constantes del buen cine de artes marciales que no pueden sino arrancar una sonrisa cómplice: el anciano maestro, el monje borracho, la pelea en la posada, el bosque de bambú o los almendros en flor, incluso los retazos de Sun Tzu y Lao Tse, mezclados sin pudor con las cavilaciones de Bruce Lee, otro referente claro en el film, que tan famosas ha hecho últimamente algún spot televisivo. Todo, para más inri, coreografiado por el mismísimo Yuen Woo Ping (y ya es noticia que ni Chan ni Li creen las coreografías en un film que protagonizan), que ya era maestro de maestros mucho antes de que Matrix (The Matrix, 1999), se lo descubriera al mundo.

RT | IMDB

Una conejita en el campus



Tempus fugit y tal

Si hay una cosa que me gusta en esta vida es ver una comedia golfa, transgresora que pase del mundo de los grandes mitos consagrados que nos obligan a tantas genuflexiones con lo bien que lo hacen. Si hay una cosa que adoro es un gamberro desmelenado. “Una conejita en el campus” no tiene nada que ver con ese cine del que hablo, pero insisto, los golfos son adorables. Piensen por un momento que muchas vacas sagradas de nuestros días fueron niños malos. Hablo de Soderberg, Tarantino, Scorsese, Zucker, los Coen...


"The house bunny"
Fred Wolf, 2008
Reparto: Anna Faris (Shelley Darlingson), Colin Hanks (Oliver), Emma Stone (Natalie), Kat Dennings (Mona), Hugh Hefner (Hugh Hefner), Christopher McDonald (Dean Simmons), Beverly D’Angelo (Sra. Hagstrom), Katharine McPhee (Harmony), Rumer Willis (Joanne), Kiely Williams (Lilly), Dana Goodman (Carrie Mae).
*
“Una Conejita en el Campus” es a la misma vez una comedia de contrastes sociales y un cuento moralizante que dice que lo importante está en el interior y todo eso. Lo malo es que el cuento funciona y la comedia a mi me parece que no. Una modelo del Playboy, que interpreta Anna Faris, conoce a un grupo de fracasadas que regenta una de esas fraternities americanas de la universidad. Aquí el espectador español se pierde un poco porque no entiende que pintan esas hermandades ni que paralelo tienen con otra institución española. ¿Son como la cantina de la facu llena de bocadillos de calamares? ¿Són como el casino del pueblo donde puedes leer el periódico gratis? La conejita tiene la receta que necesitan las fracasadas para ser la atracción del lugar. La receta consiste en calentar sin quemar al alumnado masculino. Si bien la frontera entre esa receta y la prostitución pura y dura queda más bien difusa. La protagonista, a su vez, tiene un problema porque no es capaz de ligarse a un chico formal. Y la cuestión latente que no resuelve la película es ¿Esta gente de los campus americanos hace algo serio para ganarse la vida, o les basta con ser unos gansos toda la vida?

El humor me parece lamentable porque no viene del detalle. No está contada por alguien que conoce la vida de las playmates. Está inventada de principio a fin por un esnob redomado. La lección de la conejita, “ponte guapa para que te vaya bien”, la podía haber explicado mi tía abuela. Parece desafíar algún prejuicio pero está inventada por el autor más consagrado de ellos, la clase media que llena las universidades. La película se gana al espectador adelantando por el arcen. Luce una pancarta bonita. Dice que lo importante no es el sex-appeal y que el tempus fugit y que al final todos calvos. Y, claro, con eslóganes como estos, no hay quien aguante las ganas de llorar.

Alberto Luchini. Metropoli 0: Si 'La revancha de los novatos' funcionó bien e incluso dio origen a todo un subgénero y 'Una rubia muy legal' ha sido una de las comedias más taquilleras de la última década, ¿por qué no meter las dos en una coctelera, añadir un ligerísimo toque picante y agitar mucho? Algo así han debido de pensar los responsables de esta insoportable comedieta rosa, que bien podría haberse titulado La revancha de una rubia novata y muy legal... o algo por el estilo.

RT 39% | IMDB

La conspiración del pánico



El rechazo de la llamada

Muchos saben ya que los guiones de Lucas para su “Guerra de las Galaxias” no salieron de una inspiración sino de una receta. La receta la redactó el mitólogo Joseph Campbell en su libro “El héroe de las mil caras” en 1949. Con doce etapas básicas podemos explicar o inventar casi todas las historias. La cuarta se llama El rechazo de la llamada. En “La guerra de las galaxias”, Luke se excusa con que tiene que ayudar a su tío en la cosecha. En “Matrix” Neo no está dispuesto a escapar por la ventana del rascacielos. Pero cuando empieza el segundo acto, el héroe ya ha aceptado el encargo: va a salvar al mundo, a la chica, o la democracia, como en este caso.


"Eagle eye"
D.J. Caruso, 2008
Reparto: Shia LaBeouf (Jerry Shaw), Michelle Monaghan (Rachel Holloman), Michael Chiklis (Callister), Anthony Mackie (Scott), Billy Bob Thornton (agente Morgan), Rosario Dawson (Zoe), Ethan Embry (agente Toby Grant).
* * *
Tratándose de un guión de escuela, como el que nos dan en productos tan caros, resulta extraño que se dejen cabos sueltos. Los protagonistas de “La conspiración del pánico” no aceptan la llamada hasta el final. La razón es que no saben si la voz meliflua que oyen en el móvil es la de un ángel salvador o la de una loca escapada de un contestador automático. La voz les persigue y les amenaza. Toda la ciudad es como un juguete al servicio de ese Gran Hermano tecnológico: los semáforos, las gruas, los luminosos, todos y cada uno de los móviles, las cámaras de seguridad. Una ciudad al completo conspirando contra dos inocentes. El principio es para agarrarse bien al asiento. Y nos encanta que nos hagan sentir así. Will Smith sufría un acoso parecido en “El enemigo público”. Se trata de inocentes hitchconianos iguales que los de “El hombre que sabía demasiado”. El final homenajea la película con la idea de la nota musical. Caruso ya hizo lo mismo con "La ventana Indiscreta" en "Disturbia".

La metáfora está hecha a la medida del gusto americano. Cualquier invento que encaje en la paranoia del estado poderoso e invasor es aceptado allí de inmediato. A este lado del Atlántico la aceptación ciega funciona si se trata de convencernos de que nuestra voluntad es manipulada por multinacionales. Uno y otro mito pueden cruzar el charco, pero funcionan mejor en casa.
Roberto Piorno. Guía del Ocio **: Vale todo con ordenadores de por medio. No nos dan derecho a quejarnos o a alucinar en colores con la magnitud del disparate porque claro, las máquinas todo lo pueden. [...] No se entiende por qué endemoniada razón el superordenador de la muerte se esmera con tanta mala uva en llevar a los dos sufridos protagonistas por la calle de la amargura liándola parda y poniendo el país patas arriba. Caruso tiene bajo el brazo un montón de ingenios mecánicos que exhibir y no quiere privarse.
Francisco Marinero. Metropoli *: El planteamiento es el típico de Hitchcock: un ciudadano inocente, común y corriente debe huir tanto de policías como de asesinos.
Enrique Colmena. Criticalia **: la huella obvia es la de “2001, una Odisea del Espacio”, y no porque se trate de una película de ciencia ficción ambientada en el éter sideral (que no es el caso), sino porque la trama gira en torno a un superordenador que, en un momento determinado, comienza a tomar sus propias decisiones

RT: 28% | IMDB | Filmaffinity | La Butaca

Quemar después de leer



Tontos muy tontos

Lo chocante de los Coen es que sean capaces de imitar un género tras otro con todas sus reglas, desde la screwball al thriller y que a la vez se empeñen con tanto ahínco en saltarse reglas básicas. Pongamos "Crueldad intolerable". Era una comedia graciosa con los líos de la separación de bienes. Clooney estaba enamorado de Zeta Jones, pero entonces ¿A quien se le ocurre meter a un asesino a sueldo? Un galán no puede asesinar a la chica de la que acaba de enamorarse. Sí, ya sé, puestos a saltarnos las reglas, mejor que se las salten los Coen. Pero es que no me vale que se carguen siempre a quien les da la gana.


"Burn after reading"
Joel Coen y Ethan Coen, 2008
Reparto: George Clooney (Harry Pfarrer), Frances McDormand (Linda Litzke), John Malkovich (Osborne Cox), Tilda Swinton (Katie Cox), Richard Jenkins (Ted), Brad Pitt (Chad Feldheimer), Elizabeth Marvel (Sandy Pfarrer), J.K. Simmons (jefe de la CIA).
*
Hay teclas de la comedia que los Coen dominan como nadie. Son los amos de los diálogos rápidos. Pero sus argumentos tienen un elemento de humor negro que o bien se le escapa a todo el mundo, o bien ellos no saben contar el chiste. Supongo que todo el metraje de "Quemar después de leer" es un puro chiste. Pero es un chiste muy malo y además dura hora y media. Se trata del chiste que le cuenta un subordinado al director de la CIA, J.K. Simmons, y la cara que pone.

Pitt hace de tonto que se mete en un lío por no saber explicarse cuando va a devolver un cd. Clooney es un tonto adúltero, un tonto que no sabe a que mujer quiere, un tonto con pistola. McDormand es una tonta que no sabe donde están los espías del siglo XXI y quiere venderse a quien sea con tal de operarse sus michelines. Malcovich es un tonto cabreado, un tonto malo. Richard Jenkins, el jefe del gimnasio, es el único que se salva porque hace de tonto enamorado.
Carlos Boyero. El País: En Quemar después de leer retornan a un género que estoy seguro que aman, pero que tengo la sensación de que no les ha correspondido hasta ahora. Es el de la comedia enloquecida, la sátira permanente, el esperpento con pretensiones de gracia inmediata. Ese juguete que tanto aman no les funcionó en Arizona baby, ni en El gran salto, ni en O Brother!, ni en Crueldad intolerable. Sí les funciona el esperpento y la ironía cuando la introducen tangencial y complementariamente en sus tortuosos y estilizados dramas, en su admirable cine negro.
Roberto Piorno. Guía del Ocio ***: El quid de la cuestión de la comedia es el disparate de ver a un puñado de minusválidos emocionales incapaces de gobernar la nave de su vida pululando por los alrededores de la alta política y de las grandes cuestiones que atañen a la seguridad del país.
Alejandro G. Calvo. El Cultural: No hay un solo plano que sobre o falte en la película, la ecuación es tan calculada que acaba dando rabia. Como siempre en estos casos la clave se encuentra en la portentosa fluidez de la narración que acaba convirtiendo la película en un disfrute continuo.
Francisco Marinero. Metropoli ***: Cuando menos miméticos son los hermanos Coen, mejores resultan sus películas. Como esta original comedia con humor de todos los colores que, dato aparentemente anecdótico pero revelador porque la hace casi insólita en su filmografía, muestra personajes, situaciones y costumbres actuales sin limitarse a añorar y parodiar los tradicionales (aunque se les considera paradigma de cineastas independientes, buscan su inspiración en los tópicos de los géneros comerciales).
Enrique Colmena. Criticalia *: el guión de este “Quemar después de leer” parecen haberlo escrito convenientemente mecidos en alas lisérgicas, tras haberse leído de un tirón, entremezcladas, las obras completas de John LeCarré y de Ibáñez (hablamos del autor de Mortadelo y Filemón, of course).

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Reflejos



El otro lado del espejo

Dicen que Aja da un paso atrás con esta película después de sorprendernos con “Alta tensión” y el remake de “Las colinas tienen ojos”. Pero a mi me parece que sigue por el buen camino. Sigue siendo el creador de universos compactos y salvajes donde nos invita a recorrer cada recodo si nos atrevemos a hacerlo. Y sigue dejándose llevar por sus invenciones y evitando contaminarlas con consignas redactas a priori.


"Mirrors"
Alexandre Aja, 2008
Reparto: Kiefer Sutherland (Ben Carson), Paula Patton (Amy Carson), Amy Smart (Angela Carson), Cameron Boyce (Michael Carson), Erica Gluck (Daisy Carson), Jason Flemyng (Larry Byrne).
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El problema de “Reflejos” es que compite con muchas otras de su género, el triller de terror, que lo han hecho incluso mejor. El modo en que el expolicía se encuentra con los misteriosos espejos resulta abrupto donde otros han sabido graduar la tensión. La solución del conflicto exige un sacrificio demasiado ajeno a la trama.

Un expolicía y ahora guardia de seguridad trata de recuperarse de su adicción al alcohol y por eso acepta un trabajo en un viejo teatro quemado hace 12 años. La primera noche los espejos le muestran puertas y pistas para que investigue un apellido. Los espejos quieren a una persona y lo amenazan con eliminar a su familia si no la encuentra.

“Reflejos” ofrece varias supersticiones para los amantes de lo paranormal. La primera coincide con la superchería católica, y dice que el mal no es un adjetivo que usamos para definir como nos sentimos, sino un sujeto que entra y sale de la gente, lo mismo que un parásito o una sanguijuela. La segunda tiene que ver con los espejos. Habría dos mundos, uno a este lado y otro al otro y para entrar en contacto no necesitan mediums. La primera es el hilo con el que están tejidos nuestros prejuicios, la segunda es realmente sugerente.
Enrique Colmena. Criticalia *: Aja falla en el guión, plagado de incongruencias y cabos sueltos, y se ceba en demostrar que sus chicos de efectos especiales son capaces de las mayores truculencias y casquerías; en eso se lleva la palma la secuencia de la hermana del protagonista en el baño, que no destriparemos

RT 15% | IMDB

Sólo se vive una vez



La sociedad no es buena

En un libro publicado recientemente de Dan Ariely, “Las trampas del deseo”, el autor demuestra hasta qué punto podemos llegar a ser deshonestos en nuestra vida cotidiana. Cogemos lápices del trabajo, mentimos en nuestra declaración de hacienda, o a la agencia de seguros para aumentar el precio de nuestra propiedad. Mentimos constantemente, casi inocentemente, porque no sabemos el precio exacto de nuestras faltas. En un país en crisis, como es la América de la depresión, Eddie recorre las alcantarillas más profundas. Lang escribe una crónica negra de la América que nunca apareció en Capra.


"You only live once"
Fritz Lang, 1937
Sylvia Sidney (Joan Graham Taylor), Henry Fonda (Eddie Taylor), Barton MacLane (Stephen Whitney), Jean Dixon (Bonnie Graham), William Gargan (Padre Dolan), Jerome Cowan (Dr. Hill), Charles 'Chic' Sale (Ethan)
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Eddie espera a salir de la carcel para casarse con la secretaria del fiscal del distrito y empezar una nueva vida. El cura de la prisión confía en él, pero él no confía en la sociedad que va a encontrar fuera.

Salvo su esposa que lo ama, todo lo demás conspira para arruinar su vida. Durante la luna de miel, los dueños del hotel reconocen al preso y echan a la pareja a la calle. Su jefe lo despide sin darle una carta de recomendación por un retraso involuntario. Sus antiguos compañeros de banda amañan un robo para cargarle a él el muerto. Injustamente es sentenciado a muerte. Espera angustiado a que llegue la hora de la ejecución a las once de la noche. Lleno de rabia se escapa de su celda con un arma. La orden de liberarlo llega durante el incidente. El sacerdote de la prisión quiere convencerlo de que ya está libre, pero él no cree a nadie y dispara. Por error mata al mismo sacerdote. La fatalidad se alía a la mala fe para acabar con el protagonista.

Él y su esposa escapan por todo el país con el coche de un amigo. Quieren llegar a México. En su huida vemos más ejemplos de mala fe. A punta de pistola obliga a un encargado de una gasolinera a llenar su depósito. Cuando se marcha, el encargado le denuncia a la policía que también le han robado la caja. El final es trágico. La sociedad ha conseguido, por fin, acabar con su víctima.

Lang define por fin su gran vocación. Él escribe para la masa, se dirige a la nosotros, pero no para halagarnos, sino para poner delante de nosotros un espejo doloroso. Lang quiere cambiar a los espectadores mostrándonos lo bajo que podemos llegar a caer en cada pequeña acción.
Miradas: toda la sociedad se convierte en la culpable del trágico destino de la pareja; desde los "bienintencionados" regentes del motel en la que la pareja trata de pasar su noche de bodas, hasta el jefe de la compañía de camiones de la que Taylor es despedido
Alain Silver y Robert Porfirio. Entrevista: Usted recurre mucho a lo que se llamaba simbolismo en esas primeras películas, que son hasta cierto punto «prenegras», cosas insólitas como las ranas que aparecen en Sólo se vive una vez y en Furia...
Las mujeres cotillas y los gansos, lo sé muy bien. Eso era un vestigio del estilo alemán, y un ejecutivo de la Metro-Goldwyn-Mayer me dijo que «a los americanos no les gustan los símbolos, pueden comprender sin ellos». Tenía razón, y dejé de hacerlo. No sé por qué utilicé el croar de las ranas en la escena amorosa de Sólo se vive una vez, no más que el simbolismo cristiano que usted señaló en Metrópolis. Subconscientemente, tenía un significado para mí, era primar, de alguna manera un grito de dolor, triste. Creo que en Furia el simbolismo chocaba además con la imagen que deseaba, que era realista, como un noticiario. Sólo se vive una vez consiste básicamente en escenas oscuras, huyen en la oscuridad, entre la niebla. Hay algunos trucos, como mirar a través de la mira telescópica al final, que encajan con esta atmósfera, que están mucho más en la línea de lo que usted llamaría expresionista o cine negro. Yo nunca he estado tan convencido sobre la cuestión del cine como arte. Siempre me consideré a mí mismo y a los que trabajaban conmigo como artesanos, no como artista.

IMDB | MRQE

Death race



La máscara

Acostumbrados como estamos a los espectáculos colosales, corremos el riesgo de pasar por alto, enterrandolo bajo el rótulo de industrial, la cantidad de propuestas que esconde un producto como “Death race”. La película contiene un drama carcelario, de novatos y abusones, un videojuego de carreras de autos, con adrenalina y mujeres explosivas, una intriga policial con asesinos y pistas un poco fáciles, un drama humano de un padre de familia, un futuro distópico de paro y huelgas sangrientas, una confrontación de hombres que se juegan todo en una carrera, una crítica moralista a los reality shows, y un universo transgresor, al que nos ha acostumbrado el cine, en el que la autoridad y el orden representan el mal y los hombres tatuados y las minorías raciales, que otras mitologías desprecian, representan la única esperanza que nos queda de ver a un ser humano respetable.


Paul W.S. Anderson, 2008
Reparto: Jason Statham (Jensen Ames), Joan Allen (Hennessey), Tyrese Gibson (Machine Gun Joe), Ian McShane (Coach), Natalie Martinez (Case), Jacob Vargas (Gunner), Fred Koehler (Lists), Robert LaSardo (Grimm), Justin Mader (Travis Colt), Max Ryan (Slovo Pachenko), Jason Clarke (Ulrich).
Guión: Paul W.S. Anderson y J.F. Lawton.
* * *
La película arranca en un futuro próximo, o quizá demasiado actual, porque las empresas echan a todo el mundo a la calle y no les pagan lo que han trabajado. La policía está sólo para reprimir la ira legítima del pueblo. Uno puede, o no, comulgar con un planteamiento ideológico tan básico como el de Anderson, pero nunca podrá quejarse de no saber a que lado del tablero se le pide que juegue. Hay veces que la falta de complejidad es un regalo.

El protagonista soporta estoicamente que lo echen de su trabajo sin pagarle y, más adelante, que lo acusen de un crimen que no ha cometido. En la cárcel, la directora le ofrece la libertad a cambio de ganar una carrera a muerte. Ella gana dinero televisando un espectáculo depravado para una audiencia que se ha convertido en un circo romano.

Para evitar que se convierta en la, inconfesa, cuarta parte de “A todo gas”, los creadores añadieron complicaciones: el protagonista descubre al verdadero asesino y usa la carrera para saldar cuentas, sus rivales tienen sus propios objetivos. Nadie sabe si el premio que les espera es trigo limpio.

El mejor recurso narrativo es el de la máscara. En realidad, el preso no corre con su nombre. Ocupa el lugar de un corredor anterior, enmascarado, que murió. Se trata de mantener una leyenda. Pero dado que importa la leyenda, los conductores son prescindibles. Se trata de la historia del Zorro al reves; Banderas estaba dispuesto a sacrificarse por mantener el mito. En “Espartaco” todos los esclavos descubren que pueden ser héroes si asumen la misma máscara que su líder y comparten el castigo. En la gran joya del cine reciente, “El caballero oscuro”, el joker mantiene una relación delirante con la máscara de Batman, mata para descubrir al hombre y luego mata para que nadie le diga quien es. El director tenía un filón narrativo en esa máscara, pero se conforma con unas gotas de adrenalina.
Roger Ebert *: It is an assault on all the senses, including common. Walking out, I had the impression I had just seen the video game and was still waiting for the movie.

RT 43% | IMDB | Filmaffinity

Sangre de mayo




José Luis Garci, 2008
Reparto: Quim Gutiérrez (Gabriel), Paula Echevarría (Inés), Manuel Galiana (don Celestino), Lucía Jiménez (Plata), Enrique Villén (Paco), Miguel Rellán (Mauro Requejo), Tina Sáinz (doña Restituta), Natalia Millán (Anastasia), Manuel Tejada (Godoy), Fernando Guillén Cuervo (regente de imprenta), Carlos Larrañaga (Isidoro Máiquez), Ramón Langa (Juan de Mañara).
Guión: José Luis Garci y Horacio Valcárcel; inspirado en dos textos de Benito Pérez Galdós: "La Corte de Carlos IV" y "El 19 de marzo y el 2 de mayo".
*
Autocomplacencia nostálgico-histórica

Garci hizo películas en su día, pero desde hace años se dedica a rodar anuncios de televisión con sabor retro. Enciende la luz y dos personajes se dicen algo lleno de sentimiento, nostalgia y humor etéreo. Entonces va oscureciendo lentamente la imagen mientras oimos la música del siguiente cuadro. Los actores aprovechan sus cinco minutos delante de la cámara para dar un recital de ternura y de intensidad dramática; poco importa si conviene a la historia. La cámara copia a cien clásicos. Cuando los actores dejan de homenajearse a sí mismos, empieza a hacerlo el director. El problema de rodar con este ritmo es que a uno le dan ganas de ir al baño todo el rato. Garci ha aprendido a rodar con primor cada pequeño trozo de su cinta. Parece un pintor flamenco. Pero se olvida la trama. Siempre se olvida.

Garci olvida que si al final va a contarnos el 2 de mayo y la guerra contra los franceses, el principio debe prepararnos para esa confrontación. Los abusos del ejército invasor, alguna tensión, alguna afrenta. Garci guarda sus primores para narrar una intriga palaciega y más adelante una versión propia de “El sí de las niñas.” El único actor que no utiliza su aparición para darnos su recital es Rellán. El actor más enrollado de Garci se contiene un poco para construir un personaje que viene a ser el tío de la comedia de Moratín, pero en versión perversa y tacaña. Quim Gutierrez, el protagonista, tiene la fuerza de Bardem, y le auguro un futuro parecido.

En una buena película tiene que haber un tema que a veces enuncia un secundario con una frase clave. Garci siempre ha pensado que el procedimiento es arriesgado y que el espectador puede no prestar atención a la frase. Más generoso, sus películas sueltan una frase lapidaria cada vez que un secundario abre la boca. Dejarnos pensativos con lo que ellos dicen o boquiabiertos con el arte de composición escénica es la firma de Garci. Cualquier excusa vale con tal de no entretenernos.

La Comunidad de Madrid ha puesto 11 millones de euros y se ven en la pantalla. No recuerdo otra reconstrucción parecida. El principio es sensacional, nos cuenta a grandes rasgos como es la vida en el Madrid de principios del XIX. Garci se da el gusto de poner la voz del narrador.
Javier Ocaña. El País: A Garci se le nota muy cómodo en las breves pero trascendentes conversaciones. [...] Sin embargo, llegado el momento de la explosión de violencia, el del hartazgo del pueblo expresado en pedradas, navajazos y odio, la delicadeza de Garci pierde el paso.

IMDB | Entrevista a Garci

Furia



La muchedumbre ciega

Joe Wilson tiene que separarse casi un año de su novia por culpa de la situación económica y, también, porque no quiere recurrir a la delincuencia. Cuando por fin puede hacer el viaje hasta donde ella trabaja para casarse, la policía de un pequeño pequeño pueblo lo detine. Lo acusan del secuestro de una niña. La noticia de la detención es secreta, pero se extiende como la pólvora. Los rumores dan paso a la exaltación. La gente del pueblo se une en una orgía incontrolada sedienta de sangre, asalta la comisaría para linchar al detenido, y prende fuego al edificio. El gobernador del estado no llama al ejército para no enfrentarlo con los ciudadanos.


"Fury"
Fritz Lang, 1936
Sylvia Sidney (Katherine Grant), Spencer Tracy (Joe Wilson), Walter Abel (Fiscal del distrito), Bruce Cabot (Kirby Dawson), Edward Ellis (Sheriff), Walter Brenan ('Bugs' Meyers), Frank Albertson (Charlie)
Guión: Bartlett Cormack, Fritz Lang. Basado en el relato "Mob Rule" de Norman Krasna.
* * *
Aunque nadie encuentra el cadáver de Wilson, un fiscal sienta en el banquillo a 22 acusados de linchamiento. Nadie del pueblo ni de la policía está dispuesto a declarar contra ellos. Pero el fiscal guarda como prueba una película rodada durante los altercados.

Lang ha rodado una película completamente americana. De su pasado quedan pocos atisbos. A la imagen de la gente del pueblo rumoreando sucede otra imagen de un gallinero. Cuando la turba está más exaltada muestra sus caras envueltas en sombras, rodeadas de un extraño silencio.

La idea de la muchedumbre ciega conducida hacia el mal ha ido madurando en la cabeza de Lang durante varias películas. En “Metrópolis” es conducida por la falsa María hacia la destrucción de la ciudad y de los niños. En “M, el vampiro de Dusseldorf” los delincuentes quieren tomarse la justicia por su mano.

Lang pretende usar su cámara como un espejo para devolver a la sala un sentimiento de culpa. Nosotros, la gente del montón, podemos ser ciegos cuando actuamos en masa, y crueles cuando perdemos la razón.

Algunos biógrafos han querido ver en ese Lang al alemán con mitad de sangre judía que observa impotente la Alemania de entreguerras. Lo cierto es que su mensaje queda diluido. Lang aún no ha dado rienda suelta a su pathos personal. En Furia, Wilson no ha muerto y escucha el juicio desde su hotel. El conflicto se desarrolla en su interior, luchan su sed de venganza y la mujer que le ama y que le obliga a perdonar. Wilson dice que el daño que ha sufrido es el de su fe en un país justo. Los espectadores podemos entender mejor ese odio como el que siente un ser humano prejuzgado.
Ángel Fernández Santos. El País (29-09-1986): El filme tiene una doble lectura: los sucesos tal como discurren sobre la pantalla y su desdoblamenento metafórico, que salta como una chispa de la mano de Lang convertida en hierro que golpea un pedernal. Una anécdota sobre una forma de violencia típicamente americana es convertida aquí en parábola sobre la forma de violencia universal disparada por la maquinaria de estrucción nazi. Un asunto de la crónica negra cotidiana en los estados del sur y el oeste de los Estados Unidos, del que Lang extrajo el encadenamiento de los signos distintivos del comportamiento fascista.
Frank s. Nugent. New York Times (6-June-1936): We see it as the victim sees it, as the mob sees it, as the community sees it, as the law sees it, as the public sees it. We see a lynching, its prelude and its aftermath, in all its cold horror, its hypocrisy and its cruel stupidity; and it disgusts us and fills us with shame for what has been done, and is being done, in our constitutional republic.

RT | IMDB | MRQE

M, El vampiro de Dusseldorf



La justicia de los malhechores

Unas niñas juegan en el patio cantando la canción de que viene el coco. Una madre las reprende. Así sabemos que esta ciudad alemana, Dusseldorf, vive asustada. Un criminal ha asesinado a cinco niñas. Frau Beckmann, la madre del principio prepara la comida para su hija, espera inutilmente mientras vemos a la niña desaparecer con un desconocido que le ha comprado un globo y unas golosinas. Las imágenes son demasiado estéticas para retratar la tragedia.


"M"
Fritz Lang, 1931
Peter Lorre (Hans Beckert), Ellen Widmann (Frau Beckmann), Inge Lagdgut (Elsie Beckmann), Otto Wernicke (Inspector Karl Lohmann), Theodor Loos (Inspector Groeber)
Guión: Thea von Harbou
* * *
A la noticia le suceden las pesquisas. Lang se demora en largos procedimientos policiales, a veces documentales, como una colección de artículos decomisados, a veces turbios, como una redada. La mezcla de realismo y kitsch de Lang resulta chocante. Las redes de delincuentes discuten sobre el caso de las niñas. La policía, en una reunión parecida discute qué hacer y acuerda seguir presionando a los delincuentes comunes. Lang mezcla las imágenes de las dos reuniones, la frase que empieza la mafia la acaba la policía, se trata de un prestamo de Bertold Brecht y su “Opera de los tres peniques”.

Las dos reuniones son casi igual de innecesarias para la solución. Un mendigo ciego descubre al asesino cuando le oye silbar la misma melodía de Peer Gynt de Grieg que oyó en el asesinato anterior. Los mendigos de la ciudad están organizados. Marcan al sospechoso con una M que da título a la película. La hermandad de los criminales lo cerca en una sucursal de una caja de ahorros. Las peripecias para encontrarlo dentro del edificio consumen otra inutil media hora de narración. Una carbonera, una oficina a la que entran haciendo un agujero por el techo, un conjunto interminable de cerraduras rotas son la expresión de un cine que aún no sabe distraer a sus pacientes espectadores.

La policía acude al edificio tras el aviso de un guardia de seguridad, pero llega demasiado tarde. Los delincuentes convertidos en justicieros llevan al asesino a una fábrica abandonada donde lo juzgan. Para defenderle designan a una pantomima de abogado, pero, para sorpresa de todos, y sobre todo, del espectador, el letrado acaba tomándose en serio su papel. Trata de convencerlos a ellos y a nosotros de la necesidad de evitar la venganza. Parece como si Lang hubiera empezado a rodar su escena con una intención y hubiera acabado con la opuesta.

En algún momento del rodaje debió acordarse de lo cruel que le parecía un linchamiento y da marcha atrás a la carga de odio que ha generado en el espectador. Las niñas indefensas asesinadas caen en el olvido. Muchos han querido ver un reflejo del miedo al nazismo en la relación que establece entre el mundo del crimen y la apropiacion que éste hace de las herramientas del poder. El propio Lang nunca admitió la relación; Goebels sí lo hizo y prohibió la película cuando llegó al poder en 1933. Tampoco le dejó estrenar “Los crímenes del doctor Mabuse” que Lang acababa de rodar aquel año.
El parnasillo: La otra visión es la que representa el abogado de oficio que la chusma adjudica a Beckert. En un primer momento parece que no va a hacer nada por defender a su cliente, pero luego expone unos argumentos lúcidos y sensatos. Según él, nadie está autorizado a condenar a muerte a otra persona; tan sólo el Estado puede hacerlo. Por eso propone entregar al homicida a la Policía. Ejecutar a alguien que está enfermo y que no es responsable de sus actos sería una temeridad –el estudio de la responsabilidad y de la culpabilidad da mucho de sí–. Distingue entre justicia y venganza, dos conceptos que en ocasiones se parecen tanto. Representa la voz del sentido común, que a menudo roza la frialdad, frente a la calidez de las emociones del tribunal popular. Fritz Lang se posiciona claramente de lado del abogado, y por eso al final la Brigada irrumpe en el improvisado Juzgado.
Mordaunt Hall. The New York Times. April, 3 1933: It is regrettable that such a wealth of talent and imaginative direction was not put into some other story, for the actions of this Murderer, even though they are left to the imagination are too hideous to contemplate.
Nate Yapp. Classic Horror: There are some brilliant subtextual touches here that show what can't be said. We never witness any overt violence. We instead see a little girl playing with a ball, who is then approached by Lorre (first shown in shadow). He buys her a balloon while her mother back home cries out for her desperately. Later, we see her ball roll unused into the dust and the balloon trapped in the power lines. This is no mere stand-in for a loss of life; it's also about a horrific loss of innocence.

Entrevista a José Luis Garci



En Sangre de mayo prosigue con su búsqueda de un cine clásico, perdurable.

Filmografía de Garci
Sangre de mayo (2008)
Luz de domingo (2007)
Ninette (2005)
Tiovivo c. 1950 (2004)
Historia de un beso (2002)
You're the one (2000)
El Abuelo (1998)
La Herida luminosa (1997)
Canción de cuna (1994)
Casablanca revisitada (1992)
Asignatura aprobada (1987)
Sesión continua (1984)
El Crack II (1983)
Volver a empezar (1982)
El Crack (1981)
Alfonso Sánchez (1980)
Las Verdes praderas (1979)
Solos en la madrugada (1978)
Asignatura pendiente (1977)
Tiempo de gente acobardada (1976)
Al fútbol (1975)
Mi Marilyn (1975)

IMDB

Por haber tenido yo una educación como espectador desde niño del cine clásico de Hollywood de los 30, 40 y 50, sería raro que hiciera un tipo de cine con cámara en mano, más agitado... Lo mío es más contemplativo, más sereno, no sé si llamarlo a eso clásico. Y todo eso de la perdurabilidad... Cuando empiezas tienes esa especie de autosuficiencia, haces cine para la posteridad. Después, cuando te vas desencantando, te gustaría seguir viviendo de esto y lo haces para la prosperidad. Pero a estas alturas creo que ya la ambición que tienes, y hablo de mi generación, de Mario Camus o Pedro Olea o Jaime de Armiñán, creo que es seguir haciendo películas.

En Sangre de mayo hay un gran trabajo de composición, un esfuerzo titánico por adecuar el movimiento a la armonía de la imagen.

¡Lo mejor es rodar con dos actores, sentados y a ser posible que no se muevan! Poco a poco voy teniendo más oficio y me siento más seguro. Hay veces que el movimiento está dentro del plano y a veces es el plano el que se mueve. Son fragmentos de esa historia que tú tienes que hacer creíble. La puesta en escena, en realidad, es la mirada. Pero me fastidia hablar de estos temas porque siempre suenas pedante y no es tan importante este trabajo como el de un arquitecto, un escultor o un pintor. El tío que hace sillas, nadie le está haciendo entrevistas todo el santo día.

A la gente le interesa saber cómo trabajan los cineastas...

Le damos a veces demasiada importancia a lo que sólo son “pictures”, como dicen los americanos. En Europa lo llamamos filme, lo que ya empieza a ser otra cosa. Estamos trabajando con unos elementos de alta y baja cultura, de alta y baja calidad y lo importante es la sensibilidad con la que tú trates esos temas. Esto es como contar chistes, hay quien tiene gracia y hay quien no.

En la composición de Quim Gutiérrez uno identifica la creación de un “héroe español” al estilo de los “american heros”.

Un héroe malgré lui. Es como en Banderas de nuestros padres de Eastwood. Muchas veces simplemente te ha tocado ser un héroe. Si no los hubiera, serían muy difíciles las guerras. El homenaje mío a Gabriel Araceli es porque es el reflejo de uno de tantos aquellos que hoy yacen enterrados, algunos en el Campo de la Lealtad, y por eso quise acabar la película con una llama, al estilo de Salvar al soldado Ryan. Son nuestros héroes y por qué no vamos a honrarlos. Esta gente dio la vida. Lucharon con piedras y palos por la independencia y por todos nosotros porque no querían que se metiera gente en su casa. Araceli es un héroe y está bien que lo sea.
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