La muchedumbre ciega
Joe Wilson tiene que separarse casi un año de su novia por culpa de la situación económica y, también, porque no quiere recurrir a la delincuencia. Cuando por fin puede hacer el viaje hasta donde ella trabaja para casarse, la policía de un pequeño pequeño pueblo lo detine. Lo acusan del secuestro de una niña. La noticia de la detención es secreta, pero se extiende como la pólvora. Los rumores dan paso a la exaltación. La gente del pueblo se une en una orgía incontrolada sedienta de sangre, asalta la comisaría para linchar al detenido, y prende fuego al edificio. El gobernador del estado no llama al ejército para no enfrentarlo con los ciudadanos.
"Fury"
Fritz Lang, 1936
Sylvia Sidney (Katherine Grant), Spencer Tracy (Joe Wilson), Walter Abel (Fiscal del distrito), Bruce Cabot (Kirby Dawson), Edward Ellis (Sheriff), Walter Brenan ('Bugs' Meyers), Frank Albertson (Charlie)
Guión: Bartlett Cormack, Fritz Lang. Basado en el relato "Mob Rule" de Norman Krasna.
* * *
Lang ha rodado una película completamente americana. De su pasado quedan pocos atisbos. A la imagen de la gente del pueblo rumoreando sucede otra imagen de un gallinero. Cuando la turba está más exaltada muestra sus caras envueltas en sombras, rodeadas de un extraño silencio.
La idea de la muchedumbre ciega conducida hacia el mal ha ido madurando en la cabeza de Lang durante varias películas. En “Metrópolis” es conducida por la falsa María hacia la destrucción de la ciudad y de los niños. En “M, el vampiro de Dusseldorf” los delincuentes quieren tomarse la justicia por su mano.
Lang pretende usar su cámara como un espejo para devolver a la sala un sentimiento de culpa. Nosotros, la gente del montón, podemos ser ciegos cuando actuamos en masa, y crueles cuando perdemos la razón.
Algunos biógrafos han querido ver en ese Lang al alemán con mitad de sangre judía que observa impotente la Alemania de entreguerras. Lo cierto es que su mensaje queda diluido. Lang aún no ha dado rienda suelta a su pathos personal. En Furia, Wilson no ha muerto y escucha el juicio desde su hotel. El conflicto se desarrolla en su interior, luchan su sed de venganza y la mujer que le ama y que le obliga a perdonar. Wilson dice que el daño que ha sufrido es el de su fe en un país justo. Los espectadores podemos entender mejor ese odio como el que siente un ser humano prejuzgado.
Ángel Fernández Santos. El País (29-09-1986): El filme tiene una doble lectura: los sucesos tal como discurren sobre la pantalla y su desdoblamenento metafórico, que salta como una chispa de la mano de Lang convertida en hierro que golpea un pedernal. Una anécdota sobre una forma de violencia típicamente americana es convertida aquí en parábola sobre la forma de violencia universal disparada por la maquinaria de estrucción nazi. Un asunto de la crónica negra cotidiana en los estados del sur y el oeste de los Estados Unidos, del que Lang extrajo el encadenamiento de los signos distintivos del comportamiento fascista.
Frank s. Nugent. New York Times (6-June-1936): We see it as the victim sees it, as the mob sees it, as the community sees it, as the law sees it, as the public sees it. We see a lynching, its prelude and its aftermath, in all its cold horror, its hypocrisy and its cruel stupidity; and it disgusts us and fills us with shame for what has been done, and is being done, in our constitutional republic.
RT | IMDB | MRQE
Frank s. Nugent. New York Times (6-June-1936): We see it as the victim sees it, as the mob sees it, as the community sees it, as the law sees it, as the public sees it. We see a lynching, its prelude and its aftermath, in all its cold horror, its hypocrisy and its cruel stupidity; and it disgusts us and fills us with shame for what has been done, and is being done, in our constitutional republic.
RT | IMDB | MRQE
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