Poner coto a la fantasía
Guillermo del Toro, 2008
Reparto: Ron Perlman (Hellboy), Selma Blair (Liz Sherman), Doug Jones (Abe Sapien/Chambelán/Ángel de la Muerte), Luke Goss (príncipe Nuada), Jeffrey Tambor (Tom Manning), John Hurt (Trevor "Broom" Buttenholm), John Alexander (Johann Krauss/Duende Bethmoora), James Dodd (Johann Krauss), Anna Walton (princesa Nuala), Brian Steele (Wink/Cronie Troll/Cabeza de Catedral/Fragglewump).
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Bueno, pues hay cientos de directores que juegan así. El trono de la fullería se lo tengo reservado a Miyazaki. Pero Miyazaki tiene muchos alumnos aventajados, y Guillermo del toro es de los primeros de la clase.
Es cierto que si uno va a ver Hellboy va a ver criaturas fantásticas, pero no las que aparezcan de buenas a primeras. Uno pasa por el aro del director, pero no por cualquier aro. El ejército dorado es lo más creíble de toda la película. Pagamos la entrada para ver al dichoso ejército. Pero el mundo de Trolls y Bogarts, y las batallas del protagonista con las criaturitas llenas de dientes y con el monstruo ecológico resultan gratuitas, resultan falsas. No es que sean menos reales que el ejército dorado, es que no nos avisaron.
Quizá alguien debería teorizar sobre los universos fantásticos. Poner un pricipio sobre las invenciones. Caben todas las que quieras siempre que ya aparezcan en el primer acto, ni una más. O algo parecido.
De todos modos, los franceses inventaron uno de sus términos para los creadores que se sacan conejitos del sombrero a mitad de partida, los llaman “auteur”. Y es que si uno empieza a ver películas de Del Toro descubre que el monstruo lleno de ojos de “Hellboy 2” se parece al bicho de “El laberinto del Fauno”. Y aunque son un pegote, resulta que es siempre el mismo y da que pensar. Así que al final hay que aguantarse.
A los incondicionales de Hellboy les seguirá gustando el héroe porque cuestiona la autoridad y es un poco borde con sus amigos. Y porque suele soltar algun comentario flemático cuando creemos que va a morir, igual que los personajes que le gusta tanto interpretar a Bruce Willis.
Jordi Costa. El País: Como, a estas alturas, ya sabrá todo espectador más o menos receptivo a las recientes megaproducciones de Hollywood, un súperhéroe es una figura esencialmente disfuncional: un freak, un monstruo golpeado por mil tormentos interiores. [...] Hellboy II es una gratificante manera de saber lo que ocurre cuando a un poeta (alucinado) le da por hacer una película sobre un superhéroe (excéntrico): las dos formas de disfuncionalidad dialogan en una gozosa montaña rusa de inagotable invención.
[...] Todo arrebata en Hellboy II, generoso regalo para quienes no hayan caído bajo el embrujo de El caballero oscuro.
adn: No te gustará si odias la fantasía gótica (y aquí, sobre todo entre el Príncipe Nuada y la Princesa Nuala, hay mucha), no soportas que lleven al cine tus cómics favoritos, no le pasas a Del Toro que trabaje para Hollywood y eres de los que creen que segundas partes nunca fueron buenas (ni siquiera con El imperio contraataca (1980) y La última cruzada (1989)).
Joaquín Revuelta. La cronica: La manera en que Del Toro los hace equiparables a otros monstruos románticos de la historia del cine (Frankenstein o la criatura anfibia de ‘La mujer y el monstruo’) es uno de los aciertos de una película algo irregular cuyo prólogo remite estéticamente al comienzo del ‘Drácula’ de Coppola
Mikel Insausti. Gara: Esa pobreza de ideas para la narración se compensa con la magistral configuración de personajes, todos ellos dotados de un carisma arrollador. La caracterización de Ron Perlman es la de un monstruo entrañable, cuyas conflictivas relaciones con el mundo real no le impide mantener en otra dimensión una curiosa entente con «freaks» como él. Al acuático Abe Sapien y a la piroquinética Lizzy se les suma para la ocasión el protoplasmático alemán Johann Krauss, formando un equipo ideal en la lucha que coordina la BPRD, cuyas siglas se traducen por Agencia de Investigación y Defensa Paranormal.
Roberto Piorno. Guía del Ocio ***: A Del Toro le luce de maravilla su ajustado presupuesto reivindicando, de paso, la vigencia de la ilusión del maquillaje, impidiendo así que sus carismáticos personajes, principales y secundarios, sean devorados por comandos digitales.
Carlos Díaz Maroto. El Pasadizo: Y lo que nos ofrece es una aventura divertida y dinámica, excelentemente rodada (al fin una película con peleas donde se ve lo que está pasando, en lugar de un maremagno confuso por medio de un montaje atropellado que trata de ocultar las carencias de actores y narrador); no sólo eso, sino que, a juicio del que firma, Guillermo es capaz de aportar al film el tempo perfecto, confiriéndole un enorme vigor, pero sin caer en el error de la mayoría de los directores de cine de acción actuales, que sobresaturan el film con un ritmo atosigador en el cual es imposible entrar.