El Aston Martin DBS de Bond
Cuando usted va al cine no siempre es consciente de estar recibiendo mensajes publicitarios más o menos velados. Pero en las películas hay claves que nos llevarán a decantarnos, tarde o temprano, por la compra de un determinado producto. Casos históricos como la asociación de James Bond con coches, relojes o bebidas son paradigmáticos; pero el negocio va mucho más allá. Y de forma más sutil. Éste es el campo de trabajo de Rubén Igielko-Herrlich. [...]
Según este publicista, un ejemplo de estrategia errónea sería la serie Sexo en Nueva York, donde las protagonistas bombardean al espectador con productos de forma constante. "Cuando se pierde el hilo de la historia a fuerza de oír marcas de zapatos y bolsos es un grave error", explica. Por el contrario, un caso como el de James Bond sería modélico, pues "su atractivo va más allá de sus sucesivos protagonistas". Según explica, "Omega no tiene ningún interés en asociar su marca con Pierce Brosnan o Daniel Craig, sino ir unidos al personaje, que está perfectamente controlado". "Una celebridad puede convertirse en adicto a las drogas, o en pedófilo, ¡pero James Bond, no! Por ello es preferible asociarse a personajes y no a personas de carne y hueso", explica entre risas.
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