Lección de sumisión
Zhang Yimou, 2007
Reparto: Chow Yun Fat (emperador), Gong Li (emperatriz), Jay Chou (príncipe Jai), Liu Ye (príncipe Wan), Chen Jin (mujer del médico imperial), Ni Dahong (médico imperial), Li Man (Chan), Qin Junjie (príncipe Yu).
Guión: Zhang Yimou, Wu Nan y Bian Zhihong; a partir de la obra de Cao Yu.
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Corre el siglo X de nuestra era en la corte de la familia imperial china. La emperatriz tiene que apurar la medicina hasta el fondo. El emperador pone su honor en juego en hacer cumplir las reglas hasta el último detalle. El espectador no tarda en descubrir que la emperatriz está siendo envenenada. Los tres hijos tienen que elegir entre su ambición, su amor por su madre, no siempre acendrado, y la obediencia ciega a un padre perverso.
El planteamiento de Yimou me molesta profundamente, y no es la primera vez. Detrás de los decorados suntuosos hasta el vértigo, de los vestuarios carnavaleros, del boato indecente, de las cortesanas neumáticas, de la coreografía bélica, de la macedonia de mitos griegos y culebrones venezolanos, de Edipo y un Macbeth restituido, detrás de la intriga palaciega y de la tiranía paterna, detrás de todos los velos hay un mensaje monstruoso. El mensaje es apto, sólo, para espectadores alienados, capaces de fabricar pantalones por cinco euros y crecer económicamente al once por ciento anual sin hacer una santa huelga. El mensaje es un canto al conformismo y a la frustración, un canto al desprecio de la rebeldía, y del individo. La película, en suma, no es más que una defensa de la sumisión frente al poder, peor, frente a cualquier poder.