¿Quién es el bueno?
Edward Zwick, 2006
Reparto: Leonardo DiCaprio (Danny Archer), Jennifer Connelly (Maddy Bowen), Djimon Hounsou (Solomon Vandy), Michael Sheen (Simmons), Arnold Vosloo (coronel Coetzee), Kagiso Kuypers (Dia Vandy), David Harewood ('Capitán Veneno'), Basil Wallace (Benjamin Kapanay), Jimi Mistry (Nabil), Anthony Coleman (Cordell Brown), Benu Mabhena (Jassie Vandy).
Guión: Charles Leavitt; basado en un argumento de Charles Leavitt y C. Gaby Mitchell.
* * *
Solomon Vandy es un padre de familia africano que sufre en su carne las luchas entre facciones por controlar el poder, y, sobre todo, las minas. Los rebeldes llegan a su poblado con sus ametralladoras y le dan a elegir entre «manga corta o manga larga», un sarcasmo macabro con el tiene que elegir donde le van a cortar la mano. La casualidad, o la suerte, le lleva a trabajar a una mina de diamantes donde encuentra la piedra que sirve de hilo argumental de la historia. Todos quieren ese diamante, pero él solo quiere volver a estar con su familia.
DiCaprio interpreta a un mercenario sin escrúpulos que hace de intermediario entre la crueldad de la guerrilla africana y la codicia occidental. Él cambia armas por diamantes. En la carcel oye a un oficial hablar del diamante de Solomon y le sigue. DiCaprio interpreta al personaje que más puede hacer por redimirse.
En un chiringuito de la playa, DiCaprio conoce a la chica y discute con ella de principios. Se trata de la periodista que interpreta Jennifer Connelly. Maddy Bowen representa la buena conciencia, el occidental que quiere ayudar, la esperanza de que alguien haga algo para cambiar las cosas.
La película es excesiva, demasiado larga, demasiado ambiciosa. Después del generoso espectáculo de guerra y desesperación Zwick vuelve a sus mensajes, lo cual es una forma de desprecio hacia la historia.
Uno no sabe muy bien quien es el “bueno”, y eso es un fallo. ¿Es la historia de un padre africano que busca a su familia? Sí, pero el padre nos molesta cuando se interpone en los fines del traficante. DiCaprio es el protagonista casi todo el tiempo, porque nos preocupa que consigua la piedra. No sabemos por qué Solomon confía en él.
Hay que esperar al final para darse cuenta de que la buena es la chica. La voz hueca que suelta frases de catecismo era, en el fondo, la estrella. No había una chica para que funcionara un romance. No, en realidad está para sostener la pancarta de que los blancos podemos arreglar África con un par de leyes. Que maja, ella.
Javier Espinosa. EL MUNDO. Regreso al infierno de Sierra Leona.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo. Como escribí en mi blog, la película se hace medianamente entretenida cuando prima la aventura. Pero cuando se pone a bajar línea se hace insoportable.
Un saludo
la vere este finde haber que tal esta,
www.oktomanota.com
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