¿Somos parte de una comedia o de una tragedia?
Marc Forster, 2006
Reparto: Will Ferrell (Harold Crick), Maggie Gyllenhaal (Ana), Dustin Hoffman (Jules Hilbert), Queen Latifah (Penny Escher), Emma Thompson (Karen Eiffel).
Guión: Zach Helm.
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Imagínense que a Santiago Nasar le dejan leer el principio de "Crónica de una muerte anunciada". El pobre hombre buscaría desesperadamente a García Marquez para que cambiara el final, y, por ende, también el título. Eso es lo que le ocurre al protagonista de "Mas extraño que la ficción". Mel Ferrer descubre que es parte de una novela en la que va a morir, pero no sabe quien es la escritora, así que visita a un profesor de literatura. El profesor le demuestra que no se puede cambiar el final porque la tragedia es una obra maestra con ese final.
La cuestión no se suele plantear abiertamente, pero cada película lo hace entre líneas. En "Infiltrados" Scorsese nos hace sufrir a cada momento por el destino del soplón bueno y del malo. Se carga a uno con una decisión incorrecta, y sin embargo todo el mundo aplaude. En "Apocalipto", el protagonista tiene la muerte en los talones, un resbalón y Mel Gibson lo puede matar en cada escena. Si sigue vivo, o si lo mata, responde a un pacto con el espectador. Un pacto implícito. "Mas extraño que la ficción" es una discusión en voz alta acerca de ese pacto.
Cuando Mel Ferrer descubre que está en una novela y acude al profesor él le pregunta si se trata de una comedia o una tragedia. Dependiendo de que sea una u otra, él va a vivir o no. Así que apunta en dos páginas de su libreta las pistas que tiene. Cuando la chica le responde mal, le pone un palito a la tragedia, cuando parece que le acepta, lo pone en la comedia. La chica no entiende los palitos en su cuaderno. Esa lista es una ocurrencia.
La idea de hablar de narración en una narración parece de Andy Kauffman. Unamuno la tuvo antes pero él la dejaba en ocurrencia. "Mas extraño que la ficción" la hace dramática, una discusión entre un personaje y su autor. La historia de amor parece un trámite, pero al final resulta entrañable. El reloj que da unidad a las coincidencias es de manual, pero tiene gracia. “Más extraño que la ficción” parece un ejercicio, pero funciona como película.