Como matar a su propia esposa


“How to murder your wife”
Richard Quine, 1965
Reparto: Jack Lemmon (Stanley Ford), Virna Lisi (Mrs. Ford), Eddie Mayehoff (Harold Lampson) Claire Trevor (Edna Lampson), Terry-Thomas (Charles Firbank)
Guión: George Axelrod
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Como Wilder, pero sin gracia

Hay una escena de “La pícara soltera” en la que Richard Quine viste a Tony Curtis con una bata de mujer y otro personaje dice que le recuerda a Jack Lemmon. La película que le recuerda es “Con faldas y a lo loco”, lo que ocurre es que Tony Curtis también salía en esa película vestido de chica. A quien se parece es a sí mismo.

Cito esa escena porque deja en evidencia dos datos de Quine, primero, que era un émulo de Billy Wilder, y segundo, que era un director mucho más limitado. Mientras Wilder hablaba de sexo con una mezcla de irreverencia y sensibilidad, Quine carecía de mesura en los temas sensibles y resultaba mojigato cuando quería desmelenarse.

“Como matar a la propia esposa” cuenta la historia de un dibujante de tiras cómicas que nunca dibuja nada que no haya experimentado él mismo. Su trabajo le permite vivir en una lujosa mansión en el centro de Manhattan con un mayordomo. A los 37 años sigue soltero, con una dieta sana, un peso controlado y unos hábitos inalterables que a su abogado le parecen un sacrilegio. En una fiesta conoce a una italiana guapísima y se casa con ella bajo los efectos del alcohol. Incapaz de conseguir el divorcio aguanta a la bellísima Virna Lisi hasta que por fin urde un plan para volver a su vida anterior: la asesinará en sus viñetas. Ella ve la viñeta antes de que la publique y huye de casa. La desaparición de la mujer y la viñeta incriminatoria son suficiente para llevarlo a juicio por homicidio.

El placer al que nos invita es el de un machismo misógino: el placer de ver a un soltero rico; el placer de ver una mansión maravillosa; de estar con chicas lindas, y de desacerse de ellas antes de que se vuelvan dominantes. El placer de ser un soltero de oro deseado. Todo ello, un poco mezquino, y, en cierto modo, infantil. Esta comedia sólo puede gustar a hombres, y excluye a aquellos que ya han crecido.

La película acaba con un juicio inaudito. En vista de que Lemmon no puede demostrar su inocencia confiesa ante el jurado un crimen que no cometió. El jurado está compuesto de hombres y todos aceptan el argumento de Lemmon. Es decir todos aceptan que en el fondo, matar a nuestra esposa es nuestra fantasía más verdadera e incumplida. Y por tanto lo absuelven. (Quizá Quine quiso decir que matar a la esposa en la fantasía es inocente y matarla en la realidad es inaceptable, pero se lió)

Quine no supo elegir papeles para Lemmon; le daba papeles heroicos, que no son lo suyo. El héroe de las viñetas, el mujeriego que puede prescindir de la mismísima Virna Lisi, todo eso no es Lemmon. El verdadero Lemon aparece cuando su mayordomo dimite y él se arrastra pidiéndole que se quede.

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