Zathura

Cine ludens


Jon Favreau, 2005
Reparto: Josh Hutcherson (Walter), Jonah Bobo (Danny), Dax Shepard (Astronauta), Kristen Stewart (Lisa), Tim Robbins (Padre).
Guión: David Koepp y John Kamps; basado en el libro de Chris van Allsburg.
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Chris van Allsburg ya creó otra historia a partir de un juego que se tituló Jumanji, muy parecida a esta. También es el creador de Polar express, que a mi no me gustó nada. Jon Favreau es el director de Elf. Y el guionista, David Koepp es el más solvente del plantel. Trabajó con Spielberg en "Parque Jurásico" y "La guerra de los mundos" y con Brian De Palma en "Snake Eyes", "Atrapado por su pasado" y "Misión Imposible".

Dos niños de 6 y 10 años se quedan solos en casa, bajo la tutela de una hermana adolescente. El más pequeño encuentra un juego de hojalata antiquísimo que funciona con una llave para dar cuerda y dos naves espaciales que compiten por llegar a la meta. Cuando arranca el juego su casa se ve trasladada al espacio exterior. Ellos no quieren seguir jugando porque las pruebas de las casillas ponen en riesgo sus vidas. Pero tienen que mover quieren que el juego termine.

Lo que más me llama la atención de esta película es como confirma cada una de las reglas que Huizinga encontró para definir un juego. Pero sobre todo como cada una de esas reglas es igual de aplicable al juego y a la ficción. La película arranca con la vida cotidiana de los dos hermanos. El mayor desprecia al pequeño y le gana en todo. El pequeño se esconde en el montaplatos cuando se siente mal. Cuando empiezan el juego los dos son trasladados a otro espacio. Es el espacio lúdico que el espectador conoce a la perfección. Sabe en qué consiste, sabe que los dos niños están en peligro. Los que no saben jugar, ni cuales son las reglas son los niños. Ese es el punto fuerte de la película. El espectador anticipa cosas y quiere que muevan la dichosa nave, los niños se entretienen en riñas infantiles.

La hermana mayor se pasa media película criogenizada y la otra media durmiendo. Me pregunto que pinta. En cambio el astronauta les da la mejor lección de la historia. Van Allsburg sabe la pequeña diferencia que separa el juego de la ficción. El juego se encierra en sí mismo, la ficción nos enseña a conocernos.

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