La quimera del oro

“The gold rush”
Charlie Chaplin, 1925
Reparto: Charles Chaplin (El buscador de oro solitario), Mack Swain (Big Jim McKay), Tom Murray (Black Larsen), Henry Bergman (Hank Curtis), Malcolm Waite (Jack Cameron), Georgia Hale (Georgia)
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Abajo el cine sonoro

Chaplin fue uno de los firmantes del manifiesto contra el cine sonoro, y, viendo La quimera del oro, es fácil entender por qué. El cine mudo plantea una serie de retos, que en esta película llegan a la solución más creativa imaginable. El arte, la imaginación, la personalidad del artista se mide en su respuesta a unos problemas dados. Es comprensible que una vez resueltas las limitaciones de la falta de sonido con semejante maestría como la de esta película, el diálogo apareciera como un intruso.

La quimera del oro está montada en tres capítulos casi independientes. En la primera parte un Charlot hambriento y aterido trata de refugiarse en una cabaña ocupada por un delincuente. Sabemos que Black Larsen es un foragido porque en la estufa quema un pasquín de busca y captura con su foto. La explicacion viene dada con una solución visual que a la misma vez anima el relato. Chaplin podría argumentar que en una película sonora alguien diría en voz alta que es un foragido sin más, y eso no tiene arte ni inventiva.

Cerca de la cabaña, Big Jim ha encontrado oro, pero tiene que buscar refugio. La maldad de Larsen, la inocencia de Charlot, la bondad brutal de Big Jim no se perciben de otra manera que con sus gestos y movimientos. Cuando pasan los días el hambre hace estragos. Casi todo el mundo conoce la escena de la bota. Charlot la cocina como un chef de lujo, prepara la cena en dos platos bien servidos y se relame chupando los clavos, como si fueran los huesos de un pollo exquisito. Cuando el hambre arrecia llegan las alucinaciones. Charlot cree que Big Jim se ha comido al perro. La maestría está en mostrarnos lo que un personaje piensa, sin que diga nada. Big Jim ve a Charlot como un pollo inmenso y este tiene que escapar de su amigo.

La segunda parte relata la historia de amor en el pueblo minero. Y de nuevo bastan dos pinceladas visuales para mostrar una relación compleja. Charlot entra en la taberna y se enamora de la chica. Un hombre alto y guapo la corteja, pero ella sabe que no es sincero, por eso baila con el vagabundo. Charlot, lejos de lucirse, tiene que luchar contra unos pantalones que se le caen y todos los objetos llenos de vida que se empeñan en dejarle en mal lugar.

Sin oír una sola palabra, el espectador está dentro del juego y ha tomado un partido. Quiere que el vagabundo sinceramente enamorado, pero torpe, venza al guaperas sobrado, pero falso. Los dos pelean y un accidente hace que parezca que Charlot gana. Si en la primera parte hacía falta imaginación para mostrar el hambre de los mineros, ahora se trata de expresar, sólo con imágenes, el amor callado que el protagonista siente por la chica. Una foto bajo la almohada, una cita a la que ella falta, un sueño.

La tercera parte empieza con la vuelta a la cabaña y una última secuencia loca, la última prueba. La cabaña se desplaza hasta un acantilado y los dos protagonistas casi caen al vacío. Charlot confunde el balanceo con la resaca del alcohol. Mas tarde los dos millonarios vuelven de alaska en un crucero y Charlot posa para la prensa vestido de vagabundo. La muchacha lo encuentra y lo confunde con un polizonte asi que lo esconde. El happy end del hombre pobre convertido en rico, de la chica que lo acepta sin saberlo es tradicional, la forma de contarlo es Arte con mayúscula.

Tim Dirks: The Gold Rush (1925) is the quintessential Chaplin/Little Tramp film, with a balance of slapstick comedy and pantomime, social satire, and emotional and dramatic moments of tenderness.
DVD Town

Rotten Tomatoes 100%

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