Ellos y ellas

Vales


Joseph L. Mankiewicz, 1955
Reparto: Marlon Brando (Sky Masterson), Frank Sinatra (Nathan Detroit), Jean Simmons (Sargento Sarah Brown).
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Nathan Detroit es un tipo que organiza timbas entre los mayores jugadores de la ciudad. Nada tendría de raro si no fuera porque tiene una novia desde hace catorce años y aún no se ha casado con ella porque no ha reunido el dinero suficiente. Pocas veces he visto una película de gangsters que hable tanto de la vida cotidiana de los espectadores como esta. Casarse con la novia de toda la vida no es un problema de gangsters, precisamente.

Para conseguir un garito, Nathan necesita mil dólares. La única manera de conseguirlos es hacer que Sky Masterson, uno de los jugadores más famosos de Nueva York, apueste con él. Apuestan a que Sky no es capaz de llevar a cenar a La Habana a la mujer más casta del barrio, la Sargento del ejército de salvación, Jean Simons.

La chica monjil se despendola con una bebida que, sin que ella lo sepa, tiene alcohol, y se lanza en los brazos del jugador.

Ellos y ellas es una historia que gira en torno a los vales. Nathan Detroit firma un vale con Sky Masterson que obliga al segundo a ligarse a la puritana, Sky firma un acuerdo con la chica a cambio de la cena en La Habana, él llenará la misión de pecadores. Para llenarla de almas impuras apuesta con todos los jugadores a que irán a la misión. Cada movimiento de la historia se basa en una apuesta y en una palabra que alguien tiene que cumplir.

Sky y Ella son dos amantes demasiado pasivos para los cánones de nuestro tiempo. Ella necesita emborracharse para decir sí. Él necesita alfombrarla de favores para merecerla.

[He copiado una crítica de Carlos Boyero, de hace 24 años, aunque no por su calidad. Me ratifica en la opinión que tengo del crítico: en vez de ver películas las hace él mismo. No reconozco ninguna de las tramas de las que habla.]

Guys and Dolls, 1955

Esta película es felizmente demostrativa. entre otras cosas, de los milagrosos efectos del alcohol. Capaz de conseguir que una puritana tontita se revele como una leona agresiva cuando el ron le ha visitado, que deje de fabricar murallas para ceder paso a la abertura lúdica del corazón, a la llamada de la carne. También toma partido por la golfería como virtud edificante, demuestra que la vida es mucho más vivible cuando se frecuenta el mal camino, que es más excitante apostarse hasta el alma que instalarse. Y, cómo no, predice el ocaso cuando las señoras obstinadas consiguen que los caraduras obstinados les firmen contratos matrimoniales.

Hay una teoría que sostiene que seriedad es sinónimo de inteligencia, que la profundidad está reñida con lo frívolo. Mankiewicz, el intelectual, el escéptico, el analista, la desmiente. Era capaz de fabricar coreografias saltarinas, de contagiar alegría a ritmo de comedia musical. Conseguía que La Voz, el poeta de la madrugada, el gángster de lujo, el magnífico Sinatra se autocaricaturizara con soltura. También que Brando en pleno apogeo narcisista (Actor's Studio) se ofreciera como un simpático comediante, que sin abandonar la arrogancia se marcara decentes pasos de baile, que utilizara las mañas más arteras para corromper a la indesvirgable. Que la preciosa Jean Simmons nos cabreara astutamente durante media hora para después enamorarnos en una Habana imposible. Además de divertirse con el encargo de reconstruir garitos, de mover con gracia a unos cuantos bailarines, de emular a Minnelli, a Mankiewicz le tocó limar asperezas y celos profesionales entre Brando y Sinatra. La profesionalidad salió ganando. Ellos y ellas es una bocanada de aire puro.

Carlos Boyero (Casablanca. febrero 1982)

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