King Kong

(Peter Jackson, 2005)

Dicen los psicólogos que cuando soñamos con otras personas en realidad estamos soñando con nosotros mismos. Y dicen los teóricos del guión que cuando plantamos a un personaje en una historia tenemos que ponernos en su lugar. Lo curioso de King Kong es que nos invita a ponernos en el lugar de un animal salvaje. La extraña sensación con la que uno sale del cine después de esta película (o bien cualquiera de las dos anteriores) no es el fruto de ninguna habilidad extraña de los directores; yo pienso que es la resaca que produce haberse sentido durante unas horas en la piel de una bestia.

Tres días después del estreno me intriga mucho saber si será un taquillazo. La crítica, supongo, la avalará. El nombre de Peter Jackson invitará a más de uno a entrar a verla. A mi, en cambio, me supuso un obstáculo pensar en el director de “El señor de los anillos”. Y mis temores se cumplieron. Jackson es, ahora mismo, un director malcriado que ha trabajado con presupuestos excesivos, y lo que es peor, con una paciencia inombrable de su público que no le ha pedido que recortara aquella trilogía insoportable. Todo lo contrario, aquellos santos espectadores se quejaban de que se había comido un personaje o un episodio. ¡Todavía querían más!

A King Kong no le sobran tantos metros, pero le sobran muchos. El prólogo de la actriz de vaudeville que pasa hambre en mitad de la gran depresión nos acerca a la actriz, pero nos aleja de la historia. La historia arranca cuando la actriz domestica al monstruo. El monstruo juega con ella como un objeto más hasta que ella le grita, hasta que hace valer quien es. Igual que en Beauty and the Beast. King Kong es un salvaje, pero también un niño. Y creo que en ese momento es cuando el espectador no podrá dejar de meterse en su piel.

En la versión de Cooper y Shoedsack el monstruo es domado y exhibido en Nueva York y despierta cuando huele el perfume de Fay Wray. Confieso que me gusta más la versión de Jackson. El monstruo es igualmente exhibido y parece despertarse cuando ponen una chica rubia delante de él. Pero entonces ve que es otra y pone cara de disgusto. Ese momento me resarce por todo el exceso de metraje.

3 comentarios:

pinklady dijo...

qué ilusión encontrar un blog de cine tan interesante. Me ha gustado mucho visitarte!

John Trent dijo...

Hola. Este King Kong es una buena pelicula, sin duda, aunque es irregular. La primera mitad es algo aburrida y tiene partes innecesarias, luego la cosa mejora mucho, hasta llegar a emocionar.

Daniel Parraga dijo...

Estoy de acuerdo con el comentario acerca de Jackson, me parece que se extiende demasiado en "justificar" el presupuesto, como queriendo demostrar algo que, ciertamente, podria hacerse por un camino mas corto y entretenido.
Pero lo que mas me llamo la atencion y me intrigó en este "remake" es la situacion que viven los protagonistas en la "skull island" con estos nativos. Me parecio ilogico que, teniendo tanto ingenio estos seres como para crear sofisticados sistemas de poleas, mantener a la bestia a margen y todo lo demas; su conducta sea la de unos vulgares canibales, andrajosos y aparentemente "poseidos" e irracionales. Simplemente esta parte o la concepcion de estos seres me parece halada por los pelos y carente de logica. Lo mejor de la pelicula para mi? La performance de Naomi Watts. Cuando mencionas que uno se "siente durante horas en la piel de la bestia", la que hace eso posible es ELLA, porque simplemente nos hace enamorarnos y nos damos cuenta que compartimos ese sentimiento con el simio. Otro punto interesante es la secuencia de la pelea contra los tiranosaurios, me parecio electrizante, alli King Kong se gana el respeto del espectador sin duda alguna. Bueno creo que no tengo mas nada que decir, felicidades! tienes un buen blog.

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