Clandestino

“Inguélézi”
François Dupeyron, 2004
Reparto: Eric Caravaca (Kader), Marie Payen (Geneviève Mertens), Françoise Lebrun (María), Mar Sodupe (Ángela), Sophie Barjac (Colette), Bertrand Bossard (Christophe), Frédéric Solunto (Jean), Louise Raynaud (Lucie), Derek Taylor, Henri Khouri.
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La vanidad de la imperfección

En varias comedias de Woody Allen, le he oído presumir con sus amantes de escribir a máquina para parecer más auténtico, pero lo cierto es que acaba confesando que usa un ordenador, como todo el mundo. Hoy día, la imperfección es una coquetería. Si quieres escribir un texto que parezca escrito con una Olivetti de los setenta, con manchas de suciedad en el interior de la “o”, tienes que buscar en un montón de webs. Quiero decir que parecer descuidado es una labor fatigante. Resulta mucho más fácil largar un texto con renglones justificados, con tinta de laser que una cosa escrita a mano. Las páginas web intentan parecer cosas descuidadas, pero esa apariencia supone un esfuerzo increíble. Todo esto viene a cuento de que Dupeyron ha rodado una película descuidada, cámara en mano, con el doble del esfuerzo que le hubiera supuesto hacer una obra correcta, con planos contraplanos, en vez de esos meneos espasmódicos de la cámara cada vez que cambia el plano de un actor a otro. Sus pretensiones pseudorealistas o artesanas me traen al fresco al lado de la molestia que es para la vista una cámara parkinsoniana, y un montaje campesino, capaz de matar de aburrimiento a un monje.

El tema de la película es menos desdeñable que ese aire fingido de amateurismo. Una mujer acaba de perder a su marido, y el mismo día es testigo de un accidente de un camión. El vehículo llevaba inmigrantes turcos. Uno de los inmigrantes se salva y le pide ayuda. La película trata de las condiciones en las que una persona es capaz de hacer algo por otra, algo gratuito y desinteresado. El joven quiere ir a Inglaterra, que en su lengua suena algo así como angelese, y que transcrito al frances suena “Inguélézi”, de ahí el título de la película. ¿Tiene sentido hacer algo por los demás? Para una mujer que lo ha perdido todo, la pregunta tiene más sentido que la de ¿tiene sentido buscar algo para uno mismo?
Ricardo Aldarondo ***: Se ha querido ver en esa mujer y en el interés que siente por el inmigrante el capricho de una pija con voluntad de cumplir una buena acción. Nada más lejos. El acercamiento entre ambos es puramente intuitivo, egoísta porque busca la salvación propia, no la del otro, y generoso porque elude hacer preguntas.
No es un encuentro sentimental, sino la crónica urgente de dos dolores que se apaciguan uno a otro sin pretenderlo.

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