Capturing the Friedmans

Andrew Jarecki, 2003
Intervenciones: Arnold Friedman, Elaine Friedman, David Friedman, Seth Friedman, Jesse Friedman, Howard Friedman, John McDermott, Frances Galasso, Joseph Onorato, Abbey Boklan.
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Lo blanco negro

En la Antigua Grecia, los cargos políticos eran rotativos, de modo que un desgraciado podía verse elevado a un puesto de funcionario durante un año. No existía la profesionalización de nuestros días. En nuestra época uno aprende un oficio y normalmente se muere ejerciéndolo. A ningún dentista se le pasa por la cabeza ejercer de abogado durante un año, ni un taxista piensa en dedicarse un año a la paleontología. Sin embargo hay profesiones donde todo el mundo es intruso, donde todo el mundo se cree capaz de dar alguna lección aunque no sepa nada. Sufro, o ejerzo, una de ellas. Por eso todo el mundo quiere explicarme cual es el mejor método para dar clase. Cuando se habla de una ley de educación todo el mundo es un experto, pero nadie discute cuando un científico dice que la tierra pudo crearse hace tantos millones de años. A los científicos se les respeta más que a los profesores.

“Capturing the Friedmans” trata de otra sufrida profesión que todo el mundo ningunea, la de juez. Un juez estudia cientos de casos de sodomía y pederastia, acompañados de una declaración de culpabilidad de dos miembros de la familia Friedman. Después sentencia a los culpables a una dura pena de carcel, que a mi me parece blanda, pero prefiero callarme porque yo, les recuerdo, no soy juez; y el director de la película insinúa que el juez, no él, podía estar equivocado, porque los Friedmans eran simpáticos.

Lo curioso del caso es que un espectador salga del cine creyendo que tiene una prueba privilegiada del caso que le permite decidir sobre lo que ocurrió en una lejana casa hace tantísimos años, a partir de unos vídeos caseros.

El director, Jarecki no toma partido por la verdad, toma partido por las personas que le dan más carnaza a su película. Los Friedmans tienen miles de cosas que contarle a él, a su cámara. Son pederastas (padre e hijo tenían relaciones sexuales según dice un abogado), pero son felices y ofrecen sus vídeos familiares, por tanto son los buenos de la película, inevitablemente crean una complicidad con el espectador. Los niños humillados y sodomizados se esconden del director (Si su hijo hubiera sido sodomizado ¿le gustaría que apareciera en todas las pantallas de cine del mundo con ese honor?), así que aparecen como una mano negra. Estas víctimas inflaron la lista de sus violaciones, es probable que no fueran sodomizadas tantas veces pero se vengaron diciendo que habían sido mil, de lo cual el director deduce que ellos, y no los violadores, son los culpables.

Fotogramas **** | Miradas **** | Ebert ***1/2 |
Rotten Tomatoes: 98% fresh: 129 rotten: 4
Taquilla: $3m.

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