Noviembre

Achero Mañas, 2003
Reparto: Óscar Jaenada (Alfredo), Ingrid Rubio/Paloma Lorena (Lucía), Juan Díaz/Juan Margallo (Daniel), Javier Ríos/Ángel Facio (Juan), Adriana Domínguez/Amparo Valle (Alicia), Jordi Padrosa/Fernando Conde (Imanol), Juanma Rodríguez/Juan Diego (Pedro), Nuria Gago/Amparo Baró (Helena), Héctor Alterio (Yuta).
Guión: Achero Mañas; con la colaboración de Federico Mañas.
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Alfredo Pan y Vino

En el mundo hay gente que sueña despierta con pasar a la historia en un poster con la foto de la Hermana Teresa de Calcuta a un lado, el Che en el otro y su efigie en el centro, pero no me imaginaba que Achero Mañas era uno de ellos. Lo malo de estos santos en potencia es que a menudo tienen una bondad de jardín de infancia. Proponen arreglar el mundo pintando un dibujo con flores o recitando poemas sobre la paz, que sólo suscitan el aplauso de sus maestras catequistas. Lo que habría que ver es que piensan cuando se les pone delante un problema real como el conflicto árabe israelí donde haga lo que haga parece que uno siempre la caga, o bien en el tema de la inmigración. Mañas no se moja en nada, no toma ninguna opción salvo la de rechazar una enseñanza oficial que siempre queda bien rechazar.

Alfredo se cansa de la escuela de teatro porque ve que con ella no puede cambiar el mundo y funda con sus amigos una comunidad basada en diez principios tan necesarios para cambiar el mundo como no comerse las uñas o beber agua siempre con pajita. El principio estrella es no cobrar por lo que hacen, pero si Mañas se cree que no cobrar es revolucionario que se meta en internet y se va a enterar de lo que es trabajar por amor al arte.

Así que unidos por esa fraternidad universal que sólo tienen los jóvenes y por esos diez principios tan bien elegidos, el grupo de amigos se lanza a la calle a hacer teatro, y se topan con la sociedad que no los acepta representada en una policía que siempre está bien poner de maltratadora y represora cuando uno tiene ínfulas de revolucionario y no es otra cosa que un pesado.

Si Achero Mañas hubiera tenido claro lo que estaba haciendo hubiera formulado un discurso sobre los límites de actuar en la calle. ¿Se puede hacer lo que uno quiera en la calle de acuerdo con nuestras leyes? Esa es la única pregunta que hace la película. Pero Achero Mañas cree que está hablando de como salvar el mundo. Y desde aquí, me gustaría decir para los que tengan la misma intención, por favor, a mi no me salven.

Lo que no cabe duda es que a pesar de su mensaje atufado, Mañas sabe contar una historia. Los números de teatro son contagiosos, algunos están rodados en vivo con una cámara digital que los espontáneos madrileños de la calle Preciados no ven extraña. Puede que usted esté en alguna escena. Mañas ha aprendido de Bob Fose a contar una historia como un documental y a mezclar entrevista con película, presente y pasado. Y en un alarde sitúa la acción en nuestros días como un pasado lejano y el presente en el 2030.

Mañas tiene madera de cineasta, y cuando se aclare las ideas y hable de lo que ve seguirá dando buenas obras. Este ha sido un tropiezo, quería rodar Ghandi y le ha salido Marcelino Pan y Vino.

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