Torremolinos 73

Pablo Berger, 2003.
Reparto: Javier Cámara, Candela Peña, Juan Diego, Malena Alterio, Fernando Tejedo.
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La dignidad

Lázaro de Tormes enseña que en esta vida lo importante es tener la despensa llena, aunque para conseguirlo tengas que hacer la vista gorda a algún asuntillo como que tu mujer te la pegue con tu protector. En cambio, Pedro Crespo (el alcalde de Zalamea) enseña que los españoles seremos pobres y brutos, pero tenemos una honra intocable, y que mandamos las leyes a hacer puñetas si nos la tocan.

En mi opinión, el cine casposo español empieza en la República. María de la O me parece caspa pura, y consiste en una mezcla de Lázaro y Pedro Crespo. Nuestra caspa asume plenamente que los españoles no somos capaces de hacer algo grande como los demás europeos, japoneses o americanos, y a la misma vez, afirma que no se nos puede tocar en un punto porque nuestras mujeres son honradas como la hija de Pedro Crespo.

En Torremolinos 73 ocurre lo contrario que en las mejores obras de Wilder, y lo contrario que en todo el cine casposo de los setenta. El protagonista vende su dignidad, y también vende su honra. Alfredo López lleva 12 años vendiendo enciclopedias para la editorial Montoya con lo que apenas saca para pagar el alquiler de su piso, su mujer quiere tener un hijo pero el sueldo no da para tres, y más tarde descubrirá que él es estéril. Un día el director de la editorial los invita a un congreso y les hace una proposición indecente. Tienen que rodar vídeos porno para una enciclopedia de la sexualidad o serán despedidos. Ellos aceptan, y con ese paso no acabará su degradación.

Wilder somete a sus criaturas a dilemas parecidos para demostrarnos que siempre podemos levantarnos por encima de la podredumbre. Berger nos propone el mismo dilema para enseñarnos cuan bajo se puede llegar a caer en esta vida, lo cual no tiene ninguna gracia. Ignoro que ha podido llevarle a rodar una apología de la claudicación (¿el papel de España en los acontecimientos recientes?), pero no me parece remotamente interesante. Sé perfectamente que la vida está llena de casos así y que se pueden rodar humillaciones mucho peores en nombre del realismo, pero el papel del cine no es el de santificarlas, la cámara debería protestar por todas.
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