Enrique Urbizu, 2003
Reparto: Jose Coronado (Pedro) Zay Nuba (Juana) Juan Sanz (Fito) Sandro Polo (Jon) Yohana Cobo (Sara) Silvia Espigado (Charo) Alfonso Torregrosa (Larrea) Enrique Martínez (Visitador) Gabriel Moreno (Camarero) May Pascual (Camarera) Cesareo Estébanez (Estrada) Laura Alonso (Estrada) Laura Alonso (Sole) José Antonio Bravo (Grasa)
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LíricaReparto: Jose Coronado (Pedro) Zay Nuba (Juana) Juan Sanz (Fito) Sandro Polo (Jon) Yohana Cobo (Sara) Silvia Espigado (Charo) Alfonso Torregrosa (Larrea) Enrique Martínez (Visitador) Gabriel Moreno (Camarero) May Pascual (Camarera) Cesareo Estébanez (Estrada) Laura Alonso (Estrada) Laura Alonso (Sole) José Antonio Bravo (Grasa)
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Urbizu sabe manejar un ingrediente en sus relatos que siempre resulta apasionante, sabe despistar al espectador con respecto a sus intenciones. Urbizu empieza hablando de un tema, presenta personas y conflictos sin que el espectador sepa, hasta el final a donde le lleva. La cámara empieza enfocando un camión aparcado en la calle, entra en un bar y sigue a un camarero hasta el interior. Se juega una tensa partida de cartas, es fácil ver que el más pardillo y bocazas es la víctima que están desplumando, ya ha perdido mil euros. Cuando acaba la partida la cámara lo sigue a él. El pardillo, Fito, era el protagonista.
Fito tiene un gran vicio, cuando llega a casa dice que no ha cobrado, su mujer (subyugante, Zay Nuba), no tiene para hacer frente a los gastos con su sueldo de administrativa en una oficina de empleo. Por la mañana reciben un regalo del hermano de Fito, al que él no ha visto en 14 años. Le regala un camisón para su pareja, y le dice que irá a visitarle.
El hermano, Pedro, es José Coronado. Lo rodea un halo de misterio, que hace pensar en lo peor, como en el personaje que interpretó en la anterior película de Urbizu (uno de los malos mejor creados de estos años en el cine español), la caja 507. Nadie sabe que hace Pedro para ganarse la vida, ni que hizo en Londres, ni porqué no escribió en tantos años. Pedro se queda en casa de la joven pareja unas semanas y cambia la vida de ambos. Tímido, infinitamente cortes, Pedro también es un duro, y descubre una por una las trampas de su hermano, y los problemas de la familia. La niñera, la amiga de Juana, las mujeres se quedan prendadas con él.
Él y su misterio son el hilo conductor de la historia. Por eso, cuando descubre lo que siente abre una puerta a una caja de Pandora. Urbizu sabe la intensidad lírica que tiene en sus manos. Pedro es terriblemente parecido al Marlon Brando de “El último Tango en Paris”, apasionado, oscuro, abrasador.
Urbizu lleva camino de convertirse en un buen autor. Sabe utilizar ingredientes poderosos en su cine, los vicios, la ambición de sus personajes. Sabe utilizar los nervios del espectador, y maneja la inquietud como nadie. En “La vida mancha” se siente tan dueño de todos sus elementos que se permite el más bello lirismo.
Alberto Bermejo | Metropoli (***)
La vida mancha escenifica el reencuentro de dos hermanos después de largos años sin saber uno de otro, dos extraños unidos por vagas emociones convencionales y ni siquiera eso en el caso de uno de ellos, con la carga explosiva de una mujer de por medio. Uno viene de una soledad que se adivina dura e ingrata, de la pura supervivencia, y el otro ha creado más o menos una familia, aferrado como puede a una apariencia de rutina. Sus espíritus son complementarios.
En cualquier caso, la apuesta es admirablemente arriesgada y poco frecuente por estas latitudes, pues se trata, nada menos, que de construir y mover piezas invisibles sin quedarse en uno de esos ejercicios de estilo lucidos pero autocomplacientes, de hacer crecer la tensión, el interés o la sensación de peligro en torno a mecanismos que existen realmente pero no se pueden tocar, que tan solo aparentan materializarse en la precisión de la puesta en escena, en la elegancia de cada plano, escondiéndose detrás de los movimientos, las miradas y los rostros de los personajes.
Leinad | Canal # Cine (6/10)
Ya sea por sentimientos enfrentados, por un pasado que no se quiere recordar, por ciertos misterios cotidianos, problemas económicos o lucha interna contra una adicción, todas las vidas están manchadas. Las vidas de Fito, Juana y Pedro lo están. Fito es un joven padre de familia, camionero de profesión, que aun arriesgando su estabilidad económica y familiar, es incapaz de superar su adicción al juego y a las apuestas. Pero la vida de su mujer, Juana, también está manchada por unos sentimientos encontrados entre la confianza hacia su esposo, las largas esperas y la soledad que ellas suponen.
Tonia Palleja | Canal # Cine (7.5/10)
La vida mancha es un drama sencillo, próximo, pero que, sin embargo, cuenta con algunas escenas de loable composición, en las que miradas, gestos, acciones y palabras coadyuvan a definir la psicología de sus personajes y las relaciones -evidentes o soterradas- que los unen. Podemos respirar la admiración casi ciega que siente Fito por Pedro, las emociones contenidas de este último hacia Juana, o la incomodidad o contrariedad disimuladas que embargan a la joven esposa ante determinadas situaciones. Estos momentos, en los que la dimensión dramática se hace más tangible, se alternan con afortunadas pinceladas de humor -principalmente por parte de la adolescente y coqueta canguro de Jon, de la compañera de Juana o del infeliz visitador del Círculo de Lectores-, que con pequeñas notas, aprentemente superfluas, ayudan a dibujar al resto de caracteres secundarios y a rellenar los contornos de los protagonistas.
La vida mancha escenifica el reencuentro de dos hermanos después de largos años sin saber uno de otro, dos extraños unidos por vagas emociones convencionales y ni siquiera eso en el caso de uno de ellos, con la carga explosiva de una mujer de por medio. Uno viene de una soledad que se adivina dura e ingrata, de la pura supervivencia, y el otro ha creado más o menos una familia, aferrado como puede a una apariencia de rutina. Sus espíritus son complementarios.
En cualquier caso, la apuesta es admirablemente arriesgada y poco frecuente por estas latitudes, pues se trata, nada menos, que de construir y mover piezas invisibles sin quedarse en uno de esos ejercicios de estilo lucidos pero autocomplacientes, de hacer crecer la tensión, el interés o la sensación de peligro en torno a mecanismos que existen realmente pero no se pueden tocar, que tan solo aparentan materializarse en la precisión de la puesta en escena, en la elegancia de cada plano, escondiéndose detrás de los movimientos, las miradas y los rostros de los personajes.
Leinad | Canal # Cine (6/10)
Ya sea por sentimientos enfrentados, por un pasado que no se quiere recordar, por ciertos misterios cotidianos, problemas económicos o lucha interna contra una adicción, todas las vidas están manchadas. Las vidas de Fito, Juana y Pedro lo están. Fito es un joven padre de familia, camionero de profesión, que aun arriesgando su estabilidad económica y familiar, es incapaz de superar su adicción al juego y a las apuestas. Pero la vida de su mujer, Juana, también está manchada por unos sentimientos encontrados entre la confianza hacia su esposo, las largas esperas y la soledad que ellas suponen.
Tonia Palleja | Canal # Cine (7.5/10)
La vida mancha es un drama sencillo, próximo, pero que, sin embargo, cuenta con algunas escenas de loable composición, en las que miradas, gestos, acciones y palabras coadyuvan a definir la psicología de sus personajes y las relaciones -evidentes o soterradas- que los unen. Podemos respirar la admiración casi ciega que siente Fito por Pedro, las emociones contenidas de este último hacia Juana, o la incomodidad o contrariedad disimuladas que embargan a la joven esposa ante determinadas situaciones. Estos momentos, en los que la dimensión dramática se hace más tangible, se alternan con afortunadas pinceladas de humor -principalmente por parte de la adolescente y coqueta canguro de Jon, de la compañera de Juana o del infeliz visitador del Círculo de Lectores-, que con pequeñas notas, aprentemente superfluas, ayudan a dibujar al resto de caracteres secundarios y a rellenar los contornos de los protagonistas.
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