Cumbres borrascosas

William Wyler, 1939
Reparto: Merle Oberon (Cathy Linton) Laurence Olivier (Heathcliff) David Niven (Edgar Linton) Flora Robson (Ellen Dean) Donald Crisp (Dr. Kenneth) Geraldine Fitzgerald (Isabella Linton) Hugh Williams (Hindley) Leo G. Carroll (Joseph, el sirviente de Cumbres Borrascosas) Miles Mander (Mr. Lockwood) Cecil Kellaway (Earnshaw) Rex Downing (Heathcliff niño)
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El romanticismo es imaginación.

Da la sensación, viendo el cine de los años cuarenta, que hay una forma de amarse de los años cuarenta. Quizá para algún espectador del futuro haya también un modelo de nuestros días. Fíjense en estas tres películas: “Lo que el viento se llevó” (1939), “Duelo al Sol” (1946), y esta. Una mujer ama locamente a un hombre, pero él es malo, o pobre, y elige a otro que le da seguridad. Dos personas se quieren pero a la vez se hacen la vida imposible. Cuesta creer que Escarlata O’Hara, Perla Chávez, o Cathy Linton no tuvieran otra opción que hacer daño al hombre que amaban.

La herida que Cathy causa en Heathcliff es injusta, porque en el fondo le quiere, y todo se queda en un malentendido. Heathcliff escucha tras la puerta cuando ella dice que no es digno de ella. Pero a continuación sigue explicando que en el fondo es la única persona a la que ama. La vela de la cocina donde conversa con la criada se estremece, ella tiene frío. De un modo indirecto, Wyler nos da a entender que Heathcliff se ha ido a mitad de la conversación, y no ha oído, ni oirá, que ella le corresponde.

Heathcliff acumula un agravio tras otro, y el final será su resarcimiento. Se venga del hermano mayor que lo maltrata. Se venga de la mujer que quiere. La película rezuma venganza gratuita porque las ofensas no eran graves. Hay un espíritu vengativo que no encuentra justificación en las afrentas. ¿Cuál es el gran pecado de Cathy? Ella quiere de verdad al mozo de la familia que su padre trajo de un arrabal cuando era niño. Lo quiere, pero coquetea con el vecino rico. Cathy tiene que elegir entre la pasión de Heathcliff y la vida resuelta con Edgar Linton. Cathy le pide a Heathcliff que huya y vuelva rico, pero a la vez lo necesita.

Cumbres borrascosas no tiene mucho que ver con el amor, sino con la imaginación. Heathcliff se va a América y vuelve con suficiente dinero para comprar Cumbres borrascosas desde donde sigue cortejando a Cathy. En su lecho de muerte ella confiesa que le quiere. Un romántico puede darse por satisfecho con esa frase y la escena final de sus espíritus unidos para siempre. Personalmente opino que uno quiere a quien tiene cerca y lo demás son pamplinas de la imaginación. El amor de Cathy es Liton por más que la cámara quiera convencernos que es ese cascarrabias resentido de Heathcliff. Las frases delirantes de una moribunda en su lecho de muerte no son el amor. Pero el cine crea esa “magia” innecesaria.

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