Al límite de la verdad

Roger Michell, 2002.
Reparto: Ben Affleck (Gavin Banek), Samuel L. Jackson (Doyle Gipson), Toni Collette (Michelle), Sydney Pollack (Stephen Delano), William Hurt (Consejero de Doyle), Amanda Peet (Cynthia Banek), Kim Staunton (Valerie Gipson), Tina Sloan (Sra. Delano), Richard Jenkins (Walter Arnell), Cole Hawkins (Danny Gipson), Akil Walker (Stephen Gipson).
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La culpa es del funcionario

Billy Wilder nunca hubiera cometido el error de Roger Michell en “Al límite de la verdad.” Wilder nunca hubiera sacado al final de una película una lección que traía aprendida y que no se desprende del hilo de la historia que está contando. Wilder siempre llevaba sus personajes y sus situaciones hasta sus últimas consecuencias, y partía de ellos, de los personajes, no del mensaje que uno tiene aprendido y sabe que tiene que lanzar para que vivamos en un mundo mejor y todo eso.

Un abogado necesita llegar a tiempo al juzgado para ganar un caso que hará millonario el buffet en el que trabaja, que dirige su suegro y cuyos métodos de trabajo no son lo que se dice muy éticos. En el camino al juzgado tiene un accidente con un hombre que tiene incluso más necesidad que él de llegar a tiempo al mismo juzgado. Es un padre de familia que se acaba de conseguir una hipoteca y gracias a ello puede que consiga que sus dos hijos se queden en Chicago en vez de irse a Oregón con su exesposa.

Lo cierto es que el abogado se porta mal con este hombre porque le da un cheque, pero sale corriendo y lo deja en mitad de la autopista con lo que llega tarde y pierde su caso. Pero la víctima tiene una pieza para vengarse, porque el abogado se deja en el lugar unos papeles muy importantes.

La película va de cómo el padre de familia se ve en la elección de vengarse por la faena que le han hecho o romper la cadena de odio y devolver unos papeles que a él no le importan. El abogado necesita los papeles incluso (lo que estira mucho la tensión de la película) para no ir a la carcel. Y también puede elegir entre convencer al agente de seguros por las buenas o amenazarle.

Uno vive a diario situaciones parecidas en las que no controla sus nervios y le dan ganas de pegar a alguien. Y también son hiperrealistas la desesperación del abogado por un papel y la del agente por una hipoteca.

La mala acción del abogado es respondida con la mala acción del agente de seguros (Samuel Jackson), y así empieza una cadena interminable de venganzas. El abogado es peor intencionado, tanto en el accidente, como en su vida profesional, pero de repente cambia de actitud y da un giro a su vida. Y la película sería mucho más valiosa si hubiera un detonante creíble, ¿pero cómo da el cambio? ¿sólo porque ve a los dos niños llorar? No es suficiente.

Otra cosa que esta película no señala es que al que deberían colgar es al funcionario de turno, o al banquero que por llegar cinco minutos tarde no te recoge el impreso y te hace la pascua. Ese es el culpable.
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