La estética no es aritmética

1.
No paro de leer opiniones sobre cine que proceden por una simple suma: los actores 8, la imagen 9, el director de sonido 7. De media da un ocho y eso es notable así que uno tiene que inclinarse ante un producto que esta por encima de la media. Y no se puede replicar a una lógica tan aplastante. Uno se ha aburrido soberanamente, pero tiene que reconocer que la culpa no es del producto, que era muy bueno.

Este modo de hablar de cine se está volviendo tan dictatorial que aquellos que como yo vamos a pasar un buen rato ya no sabemos de que fiarnos. Y es que los peores directores de muermos generalmente contratan a buenos ingenieros de sonido y a magníficos directores de imagen.

Yo no se si la situación actual me obliga a ceder. Tendré que callarme, aburrirme y decir que he visto buen cine cuando he pasado un rato insoportable simplemente porque me han dado 2 horas de postal bonita con música celestial y actores de renombre.

En fin. Dejaré la ironía. ME NIEGO. Yo voy al cine a divertirme. Y cuando algo es una castaña lo es con imágenes bonitas o sin ellas. Y si la música es muy linda que saquen un disco.

2.
El cine no es inocente. La película dice cosas y el director le pone una moraleja al final. Lo que dice y no dice una película importa. Un buen mensaje bien desarrollado merece aguantar las dos horas que uno pasa (vayan a ver “Spy Game”, si no me creen). Y un mensaje vacío con ínfulas de serio hunde una película (No vayan a ver “Tigre y dragón”)

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