Un poco tarde para destapar la verdad
"Green Zone"
Paul Greengrass
Reparto: Matt Damon (Roy Miller), Greg Kinnear (Clark Poundstone), Amy Ryan (Lawrie Dayne), Brendan Gleeson (Martin Brown), Jason Isaacs (teniente coronel Briggs), Khalid Abdalla (Freddy). Guión: Brian Helgeland; inspirado en el libro “Imperial life in the Emeral City: Inside Iraq’s Green Zone” de Rajiv Chandrasekaran.
* * *
Un alférez americano busca las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein en el Iraq posterior a la invasión. Todos los lugares que había revelado una fuente llamada Magallanes son falsos. El alférez, Matt Damon, tira del hilo y llega a la conclusión de que puede que no existan tales armas.
El ejército iraquí es la clave del conflicto. Si se desmantela, el país se vendrá abajo. Los antiguos oficiales quieren mantener el orden. Pero son perseguidos.
¿Conseguirá Damon restaurar a la jerarquía militar? ¿Desvelara la sórdida trama que engañó a los americanos para invadir Iraq? El fallo de esta película es creer que lo segundo importa. ¿Qué más da que lo descubra? La guerra ya ha estallado. Es como si ahora les pedimos que nos devuelvan Cuba porque lo del Maine fue un montaje.
Esta película tiene poco valor como discurso. Pero me sirve de excusa para plantear la cuestión clave de la guerra: el error de Estados Unidos no fue que el programa de armas químicas iraquí no exisitera. El error es más serio: Estados Unidos violó la presunción de inocencia de otro estado. Hizo una guerra “por si acaso”. Y según ese principio cualquier país puede declarar la guerra a otro más pequeño y quedarse con lo que tiene.
Es un buen documento. A Greengrass le gusta rodar cámara en mano, como si no hubiera planificado las escenas, como si se las encontrara de pronto y sacara su cámara de la mochila para grabar. El Iraq de este cine está vivo, nos saca de la foto gastada que aparecía de fondo en el parte oficial de los informativos. Los helicópteros con su visión nocturna distinguen a los buenos de los malos, y rastrean todo con gps. Hay un contraste entre la dureza del conflicto que viven unos y la versión descafeinada y glamourosa que viven otros. Entre esos dos polos me hubiera gustado oír el discurso de Greengrass.
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