Por experiencia, sabemos que los directivos y los profesionales autónomos, bien por su estatus o por la coyuntura organizativa, tienen más dificultades para sostener una conversación en confianza.Hablan, por supuesto, pero de forma muy cautelosa. Las conversaciones se evitan o se restringe la información al mínimo necesario para transmitir objetivos o asignar tareas.
En muchas ocasiones, la competencia y la supervivencia de la organización hacen que el débil sea expulsado. En el lenguaje actual de las corporaciones está bien visto ser duro, no necesitar ayuda u orientación para realizar la tarea. [...]
Sin embargo, el liderazgo y el desarrollo profesional se afianzan facilitando la participación. Y la conversación es un vehículo clave. La misma genera vínculos entre las personas y agrega valor a la organización. Transformar la cultura del aislamiento entre ejecutivos en una cultura de participación se consigue, fundamentalmente, abriendo espacios de franca conversación.
Antonio Peñalver. El Mundo, Mercados.
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