La jaula de oro



Alter-egos


“Platinum blonde”
Frank Capra, 1931
Loretta Young (Gallagher) Robert Williams (Stew Smith) Jean Harlow (Anne Schuyler) Louise Closser Hale (Mrs. Schuyler) Donald Dillaway (Michael Schuyler)
* * *
Un periodista visita la rica familia Schuyler en busca de una exclusiva y vuelve a su periódico con ella. Además de airear los trapos sucios de la familia, el periodista ha conseguido el corazón de la joven heredera (Jean Harlow). Se casan y los compañeros de la redacción le dicen que se convertirá en un pájaro en una jaula de oro, la prensa enemiga lo llama "Cinderella man". El tema es fácil de enunciar por lo antiguo de la película, la inocencia del cine y lo fácil que era entonces caer en la demostración de un postulado. El tema es si el periodista sucumbirá a su jaula de oro o no.

En 1931, Capra aún no había llegado a su fórmula magistral. Pero ya apuntaba maneras y daba pistas del que iba a ser su sello: el mundillo de la prensa que tanto le gusta (Sucedió una noche, Juan Nadie); los mayordomos estirados a los que enseña a relajarse; los conflictos de clase vistos del revés; los diálogos chispeantes; la caracterización del héroe no por lo que hace, sino por el carisma que tiene con todos los que le rodean. Y el momento capriano por excelencia, aquel en el que el protagonista nos dice quien es contándonos su sueño más íntimo.

El sueño del periodista es hacer una obra de teatro (Robert Williams, el actor, se parece al desenvuelto Clark Gable y hubiera hecho una gran carrera, pero murió de una peritonitis poco después de acabar la película). La mujer de verdad, no la de cartón piedra que interpreta Harlow, es la que escucha sus sueños y le ayuda a escribir. Pero al final no sabe como acabar su obra. Decide que unirá a su alter-ego con el alter-ego de la chica, y la besa. Para besar a la damisela necesita representarlo en una ficción, necesita alter-egos. Algo parecido le ocurría a Woody Allen en “Sueños de un seductor”, necesitaba a Bogart para hacer algo heroico. El problema para el espectador es que la propia película que está viendo ya es una ficción, ¿para que introducir otra ficción en su interior?

Mordaunt Hall. The New York Times, 1931: The title, of course, is a misnomer, referring to Jean Harlow, a young woman who is spectacular rather than competent as an actress. It is Stew Smith's picture. To begin with he sneaks a breach-of-promise story out of the Schuyler mansion, declining a bribe. Next day he saves the same family from an ugly blackmail, declining a reward.

This puts him again in the affections of the Schuyler heiress. He marries the girl and is persuaded to take up residence in the left wing, right wing and blue room of the sensational palazzo which the Schuylers call home. What with having to suffer the ministrations of a gentleman's gentleman and listen to his ungentle fellows refer to him as "the Cinderella man" and "Ann Schuyler's husband," he loses his composure and retires to his speak-easy and the little girl who waits for him.


Mark Zimmer: The script owes much of its cohesiveness to series of running gags, centering on the name Smith, double-strength bicarbonates, birds in gilded cages, and garters for socks, but instead of running out of steam, each gag becomes funnier as the film rolls along.

Above all, however, this is a comedy about class. In the height of the depression, Capra understood that movie-going audiences for the most part both wanted to see how the "other half" lives, and to give the rich a swift kick in the pants at the same time. The picture spends a lot of time displaying the lavish lifestyle of the Schuylers and contrasting it with the simple and straightforward lives of Gallagher and Stew. Although not quite the full-blown populism of Capra's pictures of the late 1930s and 1940s, the essentials are all here.

Cinema de perra gorda: Una labor en la que resulta especialmente brillante la labor del para mí desconocido Robert Williams –que falleció poco después de este rodaje-, ofreciendo una sorprendente labor en su personaje protagonista, dentro una tipología que llega a ofrecer influencias incluso de Groucho Marx. Es más, la excelente secuencia en la que compañeros periodistas literalmente “inundan” la mansión de los Schyler, no se por qué, pero me pareció un antecedente de la célebre del camarote en UNA NOCHE EN LA ÓPERA (A Night at the Opera,1935. Sam Wood).

1 comentarios:

RICARDO dijo...

oye muy buen blog , interesante

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