A good woman

Mike Barker, 2004
Reparto: Helen Hunt (Mrs. Erlynne), Scarlett Johansson (Meg Windermere), Tom Wilkinson (Tuppy), Stephen Campbell Moore (Lord Darlington), Mark Umbers (Robert Windermere), Milena Vukotic (Condesa Lucchino), Diana Hardcastle (Lady Plymdale), Roger Hammond (Cecil), John Standing (Dumby), Jane How (Sra. Stutfield).
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La verdad es lo más fácil

Wilde era consciente de que sus argumentos no daban para más de un entremés de un cuarto de hora y que si quería una obra de teatro completa tenía que llenarla de algo. Dado el poco desarrollo que en aquel entonces tenían los efectos especiales Wilde tuvo que echar mano de su ingenio. Los personajes de Wilde se pasan la obra lanzando a diestro y siniestro paradojas y salidas de tono contra la sociedad típicas de Wilde. Lo malo de ese relleno es que, aunque gracioso, hace un flaco favor a la caracterización de cada personaje, y en el drama, el personaje es esencial. Todos los personajes de Wilde son Wilde, o sea, son “cynics” y excesivamente ocurrentes.

Oliver Parker rodó hace poco “La importancia de llamarse Ernesto” con un espíritu distinto al de Mike Barker. Inspirado en el glamour elegante de los aristócratas británicos quiso hacer una comedia irresponsable más ligera aún que la original. Barker ha intentado tomárselo en serio. Quizá porque “El abanico de Lady Windermere” lo permite, Barker ha intentado profundizar en los personajes. El resultado es poco estimulante porque, igual que a Wilde, le sobra una hora.

Una esposa teme que su marido le esté siendo infiel y llega a considerar la posibilidad de abandonarle. Alguien que la ama más que ninguna otra persona le hace ver más allá y le pide que mienta. Es en ese momento donde el director sabe que está manejando un drama palpitante. La sinceridad, esa cosa que en “Closer” parecía intocable, aparece en esta película como una vía fácil, como un consuelo para débiles. El verdadero sacrificio consiste en vivir sin contar todo, en cargar, uno solo, con el peso de la infamia.

[Extracto de la obra original]
LADY WINDERMERE.- Le debo a usted todo.
MISTRESS ERLYNNE.- Entonces pague usted su deuda con el silencio. Es el único modo de poder pagarla. No eche usted a perder la única cosa buena que he hecho en mi vida diciéndoselo a todos. Prométame que lo ocurrido anoche seguirá siendo un secreto entre nosotras. No debe usted ocasionar ninguna desgracia en la vida de su marido. ¿Por qué destruir su amor? No debe usted destruirlo. El amor se mata fácilmente. ¡Oh! ¡Qué fácilmente se mata el amor! Déme usted su palabra, lady Windermere, de que no se lo dirá nunca. Insisto en ello.

Javier Ocaña: Brillantes replicas. El guion de Howard Himelstein tiene la suficiente agilidad como para que los problemas de realizacion tiendan a desvanecerse en la memoria. Y, por supuesto, está Wilde, brillantísimo en las replicas y contrarreplicas con temas tan diversos como el matrimonio ("bigamia es estar casado con una mujer de sobra"; "entonces igual que la monogamia"); la rumorología ("mis asuntos me aburren mucho, me interesan mas los del projimo"); la personalidad ("si siempre nos guiamos por las opiniones ajenas, ¿para que tenemos las propias?"); el orgullo ("si se sale por detras no se puede volver a entrar por delante"); el caracter femenino ("las mujeres no quieren que las entiendan, quieren que las amen"); la condicion accesoria del pasado en las relaciones sentimentales ("no necesito ser el primero, solo el último"), o el remordirniento ("se requiere practica y habilidad para vivir sin arrepentirniento").

RT

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