Hierro 3

Kim Ki-duk, 2004
Reparto: Lee Seung-yeon (Sun-hwa), Jae Hee (Tae-suk), Kwon Hyuk-ho (Min-kyu), Joo Jin-mo (Detective Cho), Choi Jeong-ho (Funcionario de prisiones), Lee Dah-hae (Ji-eun), Park Dong-jin (Detective), Moon Sung-hyuk (Sung-hyuk), Park Jee-ah (Jee-ah).
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Okupar otra vida

Tae-suk es un joven universitario que viaja en una moto último modelo y ocupa las casas de gente que ha salido de vacaciones. Su truco consiste en dejar publicidad de restaurantes en la cerradura, así cuando vuelve sabe que no hay nadie si no han tocado el papel. Una vez en un hogar, Tae-suk disfruta de la comida, pone la música, o la tele, y arregla los aparatos que ve averiados, una pistola de juguete, un reloj, un equipo de música, una balanza. Cada hogar tiene algo que arreglar. No rompe nada, no ensucia, no roba. El hogar donde encuentra la mayor avería es también el más pijo. Un ejecutivo vive un matrimonio desastroso con una mujer a la que maltrata.

“Hierro 3” es una película casi tan geométrica tan limpia y elemental como la anterior “Primavera, verano, otoño, invierno... primavera” del mismo director coreano. Quizá la sencillez esté en la falta de diálogo. La chica no dice más de tres frases. Ki-duk nos cuenta sus historias con la cámara, no con el micrófono.

Lo cierto es que Tae-suk no hace daño a nadie, pero se lo hacen a él y rompe el pacto que respetaba con todos los hogares que invadía, al menos lo rompe en un punto, el de su presencia. Este personaje es una creación insólita, una especie de voyeur, un hombre que necesita ocupar el lugar de otros, o vivir sus vidas. Es un personaje inagotable; un personaje que conduce una historia que va creciendo a cada minuto. Un relato casi perfecto.

Si alguien me dejara hacerlo yo le podaría ese triángulo amoroso sacado de una telenovela rancia, el típico triangulo agresor-víctima-salvador. También me chirría el gusto oriental por el desquite en una película como esta, pero la genialidad de usar ese palo de golf, el Hierro 3, obliga a perdonárselo todo a esta pequeña joya.

Roberto Piorno @@@@: cinta hermosa y desafiante que diserta con voz burlona sobre el cautiverio, la naturaleza de los apegos y la deshumanización materialista.
Mirito Torreiro ****: Hierro 3, curioso título que esconde una metáfora (para un jugador de golf, es el palo que menos se usa¿ tan raro al menos como el protagonista del film, que utiliza en un cierto momento un palo para defender a la mujer que lo atrae)
[...] las andanzas aparentemente absurdas del personaje son la perfecta parábola para entender el absurdo de la vida contemporánea, hecha de la búsqueda de la propiedad, de la posesión, carente por completo de humanidad. Ki-duk utiliza pues un personaje que es en sí una incógnita, pero también un espejo: es el que nos permite vernos en nuestra tranquila alienación, en nuestra vida materialista, en un presente sin apenas resquicios de futuro.
Eric Campos ****: Ever have that pesky remote control start working fine for you all of a sudden? Perhaps Tae-suk paid you a visit while you were out at work or away on vacation. Something to think about, isn’t it?
The biggest thing here is, if you love quiet movies, where the characters don’t need to speak to each other to establish relationship, carry the story and initiate action, then "3-Iron" is exactly what you’re looking for. Throughout Tae-suk and Sun-hwa’s interesting relationship, it’s not shown that they say word one to each other, however, you bond with them as they bond with each other through their charming, if somewhat detached, interaction. It’s a love story without all the verbal hooey and it hits harder than most.
Alberto Bermejo ***: El coreano Kim Ki-Duk, deslumbrante en algunas de sus películas, como 'La isla', con la que se dio a conocer en España, y sobrevalorado en otras, como la irregular 'Primavera, verano, otoño, invierno y primavera', es un audaz y prolífico autodidacta que en ocasiones ha sacado oro de su intuición -asociando con estremecedora naturalidad conceptos morales o dimensiones estéticas tan aparentemente antagónicos como belleza y crueldad, acuñando imágenes genuinamente impactantes, alejadas de cualquier sombra de artificio, al servicio de historias narrativamente sencillas pero evocadoras de la complejidad cultural de la que procede- y en sus momentos menos inspirados ha sabido imitar sus propios hallazgos, convirtiéndolos en voluntariosa metáfora de la realidad o infundiéndoles una resultona espiritualidad, como de catequesis oriental.

Rotten Tomatoes

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