Creep

Christopher Smith, 2005
Reparto: Franka Potente (Kate), Sean Harris (Craig), Vas Blackwood (George), Ken Campbell (Arthur), Jeremy Sheffield (Chico), Paul Rattray (Jimmy), Kelly Scott (Mandy), Debora Weston (Mya), Emily Gilchrist (Karen).
* * *
Terror a secas

Hay dos géneros de cine que no deberían rodarse a palo seco, hablo de la comedia y del terror. Las comedias que buscan hacer reir por reir acaban no haciendo gracia. Una buena comedia debería tener un fondo dramático, un conflicto de personajes, o una caracterización curiosa. Con el terror ocurre lo mismo. El susto por el susto se queda en nada. Las grandes películas de terror hablan en realidad de algo más, del contagio del sida, del peligro radiactivo, de la muerte y la vida. “Creep” me parece terror por terror.

Una chica coge el metro para ir a una fiesta donde sabe que estará George Clooney. Pero se queda dormida en el andén y cuando despierta está sola, el último tren ha pasado. Oye otro tren y lo coge. En el vagón aparece un compañero de trabajo que intenta violarla. Un hombre que no vemos ha asesinado al maquinista y también se ensaña con el violador. Después la persigue a ella.

Del carnicero poco sabemos. Unas fotos quieren sugerirnos cual fue su infancia, y de donde viene su falta de sensibilidad. Goleman explicaba en “La inteligencia emocional” que algunos asesinos en serie sufrían un problema cerebral que les hacía insensibles al dolor, tanto al propio como al ajeno. En una de las escenas, el agresor implora piedad, pero no es una reacción suya, imita a una de sus víctimas que hemos oído decir lo mismo y con las mismas palabras.

No sé si para bien o para mal, la película no ha buscado un malo interesante. El malo interesante llegó a su culminación con Hanibal Lecter y tuvo un buen imitador en Seven. El malo de “creep” no pasa de cruel, y no tiene una lógica contundente. Tiene, eso sí, una guarida. Una especie de sótano en las cloacas que usa como una especie de despensa. La idea carece de sentido, aunque sirve para crear su momento de claustrofobia. También carece de sentido que el compañero de trabajo de Kate viaje en el tren, o que todos los crímenes ocurran en una noche en vez de alargarse años o lustros.

“Creep” cumple las consignas del género de un modo burocrático. La protagonista no está sola. En el metro encuentra a unos mendigos y a otra víctima Los compañeros de fatigas alivian la tensión que de lo contrario sería insoportable. Por otro lado alimentan la ración de carne que exige la impiedad del malo y la adrenalina del público. El espectador participa en un juego en el que sin saberlo sólo le importa el destino de una persona, y puede prescindir de las demás. La cadena de asesinatos y brutalidades nos ayuda a entender, con bastante claridad, cual puede ser el futuro de la chica si el malo la alcanza.

El duelo entre la víctima y el agresor es inevitable. La lucha es desigual, y no porque el monstruo sea más fuerte, sino porque la chica es chica. Ella está lastrada todo el tiempo por la compasión y él no.

Francisco Marinero *: Smith recurre a un terror menos sutil, más truculento, para espantar a Franka Potente (entrenada en películas anteriores para estos papeles, en especial en 'Anatomía') y a los espectadores. Tanto en la claustrofobia como en la truculencia se utilizan todo tipo de recursos muy clásicos, y todavía eficaces, del género; sin embargo, el guión se permite unas inverosimilitudes escandalosas.
Antonio Trashorras ***: El primer largometraje escrito y dirigido por Christopher Smith queda enmarcado en cierta copiosa tradición del horror inglés que podríamos etiquetar como de susto, carrera y batacazo, cuyo germen literario se remontaría a los toscos penny dreadfuls victorianos, origen de toda una forma popular de entender por completo ajena a la célebre flema británica.
Intento bastante certero de confeccionar un film de pánico y asco, digamos, como los de antes, es decir, sin coartadas psicológicas, asomo de corrección mensajística ni temor al impacto gratuito, Creep debe contemplarse como un tan humilde como honesto carrusel de tensión y desagrado, un poco a la manera de La Casa de los 1.000 Cadáveres, sin su exquisitez audiovisual, desde luego, pero sí con el mismo espíritu noqueante, nihilista incluso. Bienvenido sea el terror de clase baja.

Rotten Tomatoes: 60%

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