ROBERT WISE— Eso es caracteristico de la última época de Welles. Cuando yo montaba con él, aunque le gustaba explorar todas las posibilidades, estaba en el cénit de su fama y estaba mucho más seguro de lo que hacía. Pero creo que las dificultades para poder seguir rodando y los fracasos económicos de sus películas le llevaron a desconfiar hasta de su propio talento. Yo diría que temía acabar las películas porque estaba convencido de que no eran absolutamente perfectas y eso eternizaba los rodajes y desesperaba a los productores. Welles siempre dijo que una película se hace en el montaje, que el ritmo era lo más importante y que el ochenta por ciento de un film depende del montaje, único lugar donde de verdad controlas el material. Pero siendo todo esto cierto, si uno se empeña —por prurito, por inseguridad o por lo que sea— en conseguir algo totalmente perfecto, se condena a no terminarlo nunca. Y eso dentro de una industria es mortal de necesidad.
Circulaba por Hollywood otra anécdota bastante significativa de otro director famoso, en esta ocasión William Wyler. Wyler era probablemente el director que más veces repetía un plano. Podía rodar sesenta tomas de un mismo plano. Y se cuenta que el montador estuvo durante semanas y semanas seleccionando el material y montando una secuencia muy complicada que constaba de un número muy grande de planos. Cuando creía haber resuelto el problema que tanto tiempo y esfuerzo le había llevado, Wyler le dijo que no le gustaba y que prefería una toma que era un plano secuencia que para montarlo solo hace falta cortar las colas de principio y de final. Se cuenta que el montador estuvo dudando entre matar a Wyler o suicidarse.
Dirigido por... -Marzo de 2004
0 comentarios:
Publicar un comentario