Big fish

Tim Burton, 2003.
Reparto: Ewan McGregor (Edward Bloom joven), Albert Finney (Edward Bloom mayor), Billy Crudup (William Bloom), Jessica Lange (Sandy Bloom), Helena Bonham Carter (Jenny), Alison Lohman (Sandy Bloom joven), Robert Guillaume (Doctor), Marion Cotillard, Matthew McGrory (Karl), Danny DeVito (Amos), Steve Buscemi (Norther Winslow).
Guión: John August; basado en la novela de Daniel Wallace.
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Estamos hechos de fantasía, no de realidad

¿Qué pasaría si Roberto Benigni hubiera seguido contándole mentiras a su hijo durante toda su vida y éste se hubiera hecho mayor escuchándolas y se hubiera cansado de ellas? Sencillamente, que ya no serían los protagonistas de “La vida es bella”, sino el padre y el hijo de “Big Fish”.

El hijo tiene una bronca el día de su boda porque la fantasía de su padre empieza a ser insoportable, pero tres años más tarde recibe noticias de que su padre tiene un cancer terminal y regresa.

Tim Burton usa la misma seriedad para narrar la relación del padre y el hijo que para volver al pasado y contarnos toda la mitología exuberante y a veces simpática que el padre cuenta como si fuera verdad. Como el hijo nació el mismo día que atrapó al Gran Pez con un cebo ocurrente. Como cuando era joven visitó un pueblo feliz donde nadie tenía que trabajar, pero prefirió echarse al mundo. Como conoció a un gigante que merodeaba por su pueblo y lo convenció para ir a la ciudad. Como se enamoró en un segundo y trabajó durante años en un circo para averiguar el nombre de la muchacha. Como se salvó en la guerra gracias a unas siamesas. Como se hizo rico y ganó su casa etc.

Edward Bloom padre (Albert Finney) no solo es un hombre con una imaginación desbordada, sino que, sobre todo, ha mantenido sus mentiras durante tanto tiempo que les ha dado carta de naturaleza. Su hijo se separa de él porque quiere conocerlo y se encuentra con un muro impenetrable de mentiras. Y se reconcilia con él cuando participa con él en su mentira y entra en la historia de la anciana cuyo ojo de cristal permite ver a quien mira en él cual será su muerte. Tim Burton quiere decirnos que no somos lo que nos ocurre, no somos un conjunto de verdades. Somos lo que inventamos, y nuestra fantasía nos define mejor que nuestra verdad. Por eso cuando rueda todo ese mundo de leyenda donde las reglas las pone él se siente a sus anchas y se desmelena y cuando narra la historia del padre y del hijo, su cine es convencional.

De todas las fantasías del padre me quedo con aquella que narra como conquistó a su madre (Jessica Lange), porque ilustra, igual que “Cold Mountain” lo que es la versión romántica del amor. El joven Bloom se enamora en un segundo de una muchacha y sin otro estímulo que su recuerdo trabaja durante tres años a cambio de que el director del circo le de una pista de ella cada mes. Cuando por fin la descubre ella está comprometida, pero él no se da por vencido. ¿Por qué? Porque como escuché en una película de René Clair, el amor es mitad epidermis, mitad fantasía, y para un romántico, las proporciones son de una contra noventa y nueve por ciento.
Guido Segal (cinequanon): El día menos pensado, Burton se convirtió en Giuseppe Tornatore y ese fue el día en que los freaks se hicieron teletubbies y la ambigüedad se disfrazó de banalidad. Muchos elogian la cualidad "fellinesca" de El Gran Pez, pero basta prestar atención a la última secuencia para notar la diferencia: Fellini desplegaba maravillosos paraísos artificiales pero los contrastaba al triste mundo real, para denotar el escape mental de sus protagonistas. Burton refuerza torpemente la supuesta realidad de las patrañas de Edward y no sólo eso, sino que hace que el escéptico traicionado vuelva a creer arbitrariamente y resalta todo esto con la insulsa música de Danny Elfman, varios escalones por debajo de Nino Rota.
Rotten Tomatoes: 76%. Fresh: 129 Rotten: 41
Taquilla 12ª semana: $66 mill
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