El señor de los anillos II: Las dos torres

Peter Jackson, 2002
Reparto: Elijah Wood (Frodo) Ian Mckellen (Gandalf) Viggo Mortensen (Aragorn) Sean Astin (Sam) John Rhys-Davies (Gimli) Billy Boyd (Pippin) Dominic Monaghan (Merry) Orlando Bloom (Legolas) Christopher Lee (Saruman) Miranda Otto (Éowyn) Brad Dourif (Grima)
* *
El traje nuevo del emperador

Deje de dar vueltas a las críticas en Internet, en la prensa o en cualquier otro lugar. Por mas que uste lea acerca del segundo episodio de "El señor de los anillos" nadie le va a decir la verdad: que le espera un aburrimiento de padre y muy señor mío tan monumental como el de la primera entrega. A los pocos que vamos al cine sin otra ilusión que pasarlo bien nos queda el consuelo de que ya sólo quedan tres horas de misa. Ánimo.

Los críticos son los menos indicados para opinar sobre El señor de los anillos porque a veces ser un entendido es una tara para saber ver algo. Ellos entran en la sala y empiezan a evaluar todo lo que ven. Interpretación: un diez, efectos especiales, un once, fotografía, sin palabras. Claro con estos méritos los pobres no tienen más remedio que canonizar un rollo patatero que si tuvieran valor de decirlo les tuvo todo el rato pensando en irse al servicio un ratito para librarse del agobio.

Hay quien cree que esto es buen cine, o sea, todo el mundo. Pero no es así. Es malo porque es un petardo. Jackson ha contado con medios que son asombrosos para nuestro tiempo, y ha contado con un presupuesto descomunal para contratar a buenos profesionales. Pero eso no es arte. Usted puede contratar a los mejores músicos pero si la partitura no vale, no lo va a arreglar.

El gran problema de El señor de los anillos es que no es cine, es novela, o mejor dicho, es la ilustración de una novela de mil páginas. Y el ritmo no trasmite absolutamente nada. Pero en el cine, igual que en la música, el ritmo no es accesorio. Es esencial.

La película se desdobla en un núnero excesivo de subtramas. Un espectador puede emocionarse por varias, pero difícilmente por tantas. Cada personaje ha cogido un camino y vive una historia con su nudo y su desenlace. Cuando el cine es de calidad, (Lucas es más experto en estas lides) el espectador pasa de la tensión al humor, y puede disfrutar con los cambios. Los saltos en la acción de El señor de los anillos no pueden ser más desafortunados. Ni más arbitrarios.

Los personajes pasan apuros enormes y llevan al espectador en su peregrinaje. No vale la pena el sufrimiento si tengo que esperar un año para recibir la recompensa. Y por otro lado no vale la pena la preocupación si ni siquiera es posible conectar con semejante colección de enjendros y artificios. El señor de los anillos sólo puede satisfacer como ilustración para los que han leído las mil páginas y quieren ver una ilustración disparatadamente cara y cansinade ese mundo de ensoñación. No sirve para nadie más. No es cine, es otro producto más de merchandising.

Lo más indigerible de la historia son los moméntos épicos. La historia de amor de la Elfa Liv Ulman no puede ser más pastosa y distante, los sentimientos heróicos de los elfos que creen que han salvado el mundo porque han sabido salir corriendo a tiempo no tienen nada de heróico. Es imposible conectar con una sóla emoción del relato. A menos, claro que uno este asistiendo a la ilustración del relato.

El señor de los anillos sólo sirve para ilustrar la eterna discusión de si la cinta es respetuosa con el libro o si el director hizo su propia película. Los amantes del libro están contentos porque antes tenían mil páginas y ahora las tienen ilustradas con actores y CGI muy perfectas. Jackson no les ha defraudado, y en vez de hacer cine ha calcado un libro.

Para el que no ha leído el libro ni le importa mucho, y sólo quiere pasarlo bien, las tres agotadoras horas son difíciles de justificar.

Personalmente me hubiera gustado ver cine. Un autor con personalidad propia que se hubiera inspirado (no calcado con puntos y comas un texto) en los personajes y hubiera construido una película en vez de una ilustración.

Así procedió Kazán cuando tomó sólo un episodio de Al este del Eden. Y también Ridley Scott cuando aceptó la excusa argumental de un cuento de Philip K. Dick para desarrollar sus temas y su estética.

En mi opinión es el único camino. El cine exige cineastas, creadores, recreadores. Estas interpretaciones que se ajustan al original como si fuera la biblia espero que no creen escuela. Yo no pienso aguantar muchas más.
Canal # Cine. Tònia Pallejà. Si algo se le puede pedir a cualquier epopeya fantástica es que entretenga, que se haga creíble y que cunda. Aunque durante sus tres horas no atiende a estos objetivos en la misma medida y su curso narrativo se ve en ocasiones descompensado, "Las Dos Torres" discurre con hondura, entere-za y entusiasmo. Calidad no le falta y respira con saludable talante. Un es-pectacular diseño de producción, fuerza dramática, ritmo dosificado y unas notables interpretaciones dan cuenta de ello. Tal vez me aventuro al decir que en aquellos que quedaron insatisfechos con "La Comunidad del Anillo", se reproducirá el mismo sentimiento de apatía, y que aquellos que disfrutaron con ella, repetirán la expe-riencia. En definitiva, la aventura se reanuda en su descenso hacia un reverso más oscuro y bélico. Y a pesar de sus fla-quezas, se trata de un elegante empeño que reúne acción y emoción, bravura y nobleza, épica y lírica.

Cecilia Kühne. EL ECONOMISTA
Saruman -interpretado por el veterano Christopher Lee- nos da un pánico atroz, Frodo (Elijah Wood) empieza a resentir los efectos del anillo, la damisela elfa (Liv Tyler) está tan bella, etérea y lejana como nunca.

Mención aparte merece la Batalla en el abismo de Helm que transcurre en 45 minutos reales, sin pausas; tiempo que toma dibujar la muerte, desplegar unos recursos alucinantes y hacer hincapié en que estamos mirando una historia como son todas las grandes historias: una lucha entre la luz y la oscuridad, un combate a muerte entre el bien y el mal.

Se preguntará usted: ¿Las dos torres tiene un final feliz?. La respuesta deberá esperar hasta diciembre del 2003, cuando se estrene El retorno del rey. Por lo pronto, se puede decir que el director Peter Jackson ya superó la primera entrega.

Ciudad futura, El criticón.
La película es muy arrítmica, con un compás bastante amodorrado, que necesitaría mayor brío y menos subrayado en los sentimientos y emociones, pecando en ocasiones de sensiblería fácil, de un misticismo cargante y de un lirismo fuera de tono, en especial en el plano romántico, que parece introducido de manera forzosa en la trama.

Lo que resulta impresionante es la espléndida utilización del majestuoso paisaje neozelandés para crear la atmósfera idónea en cada acción y situación. Sin duda, ése es el mejor mérito de este film, nacido injustamente sobrevalorado.

Cinengaños. Luis.
The Two Towers narra casi todos los acontecimientos del libro, aún cuando algunos deban expresarse de manera quizás un poco precipitada como el enamoramiento de Éowyn o la expulsión de Lengua de Serpiente; sin embargo ahí está intacta y tal como la imaginamos la travesía de Sam y Frodo a través de las escarpadas montañas y las miserables ciénegas. Ahí está también la persecución efectuada por Aragorn, Legolas y Gimli, la blanca aparición de Gandalf y el apertrechamiento de los Eorlingas en Cuernavilla y sí, finalmente, también estan los enormes Ents, cuya realización tecnológica es buena pero no tan apabullante como Gollum; quizás sea éste uno de los puntos flojos de la cinta, junto con algunas alteraciones respecto de la obra original.

En estas alteraciones Jackson llega a cambiar el fundamento de algunos personajes, como Faramir, quien de inicio sucumbe, al igual que su hermano, a la tentación del anillo, cuando su carácter en el libro, se diferencia de Boromir por una mayor grandeza de espíritu. Bárbol y los Ents son mejores realizaciones CGI's que personajes desarrollados a profundidad como Tolkien los visualizó; de hecho, su marcha en la cinta es forzada, mientras que en el libro es originada por un deseo sabio de ayudar y sí claro, también de venganza. Casi al final de la película, existe también un ataque a Osgiliath, que no es ni por mucho lo que estamos esperando y seguramente muy diferente de lo que se nos entregará en la siguiente cinta.

A los no familiarizados con el mundo mágico de la Tierra Media, la mitad de la película podrá resultarles un poco larga, pero los fans de Tolkien agradecerán esta longitud. Sin embargo, lo que jamás agradecerán es que la cinta corte antes de terminar el libro y deje para la tercera entrega escenas tan fuertes como la voz de Saruman y el antro de Ella.

Espléndida realización con todo y sus detalles. Excelsa. Una joya visual y un portento de avances en la industria cinematográfica. Los Oscares se les han negado a películas de ficción; los casos más sonados podrían ser Star Wars, E.T. y The Fellowship of the Ring, la pregunta es ¿qué tanto influirán las alteraciones respecto a la esencia de Tolkien para que The Two Towers pueda obtener la estatuilla?

La butaca. Joaquín R. Fernández. (9/10)
La segunda entrega de esta épica trilogía comienza con la aparición de una criatura que tendrá un importan-tísimo papel en la saga: Gollum. Sus formas sinuosas y sibilinas se acer-can con sigilo a Frodo, intentando así apoderarse de su tesoro, del anillo que tiempo ha forjó el propio Sauron. A partir de aquí, el espectador que-da nuevamente hechizado por la épica de tan excelsa prosa, una sucesión de acontecimientos que se van sucediendo sin tregua y con una intensidad que se engrandece por minutos. Aunque el brillante intimismo de la primera entrega queda un tanto diluido a causa de las múltiples lizas y refriegas que se suceden delante de nuestras retinas, per-dura un trasfondo humano que ocupa buena parte del relato: la identificación de Frodo con Gollum, a quien cree poder salvar de su demacrado estado para así tener él mismo la esperanza de no ser consumido totalmente por el pernicioso peso del anillo;

Es difícil, por tanto, describir las emociones que transmite una cinta de tan pretenciosa magnitud. Son tres horas de metraje que transcurren como si en realidad fueran tan só-lo sesenta minutos, una maravillo-sa muestra de cómo entretener al espectador sin necesidad de insul-tar a su inteligencia. Pero es, sobre todo, la confirmación de un género, el fantástico, que en general tanto ha maltratado la crítica especializa-da en estas últimas décadas, siempre ninguneándolo y relegándolo a una posición meramente anecdótica.

En todo caso, continúa sin convencer-me la forma en la que rueda las bata-llas, con esos exagerados movimientos de cámara que impiden que entendamos con claridad lo que está sucediendo.

La butaca. Leandro Marqués.
La película de Jackson logra hacer entender que el cine, como discurso visual, forma parte de un lenguaje que no es el escrito, por más entrelazado que uno esté con el otro. En síntesis, el libro, maravilloso, inmortal, mágico, es una cosa. El film, como muy pocas veces sucede, con sus propios recursos, se transforma en otra, igualmente mágica y maravillosa, probablemen-te también inmortal.

Cada tramo de la película deja brotar una atmósfera de colores y esencias que sin duda atraviesa la pantalla, interpela al espectador y lo incluye en la travesía colosal que llevan a cabo sus protagonistas.

Pese a la vorágine in-terminable de personajes nuevos que se agregan a los conocidos, y de información necesaria para seguir el hilo de la trama, el director organiza muy bien cada secuencia de film y cuenta el relato con orden y elegancia. Siendo además la segunda de la trilogía, "Las dos torres" no deja nada concluido, su esencia es la dinámica, el viaje hacia un lugar todavía no definido, con resultado incierto; su motor, en tanto, son los lazos invisibles entre sus protagonistas, el amor que los une, la fuerza de su amistad, la idea de la esperanza, la idea de la oscuridad destructiva que en todos, y en cualquier momento, puede aparecerse

La butaca. Diego Vázquez.
Peter Jackson ha conseguido visua-lizar buena parte de las complicacio-nes del libro (sobre todo en lo referen-te a la batalla del Abismo de Helm, que merece comentario aparte), pero evidentemente no ha podido pasar por encima de lo disperso y lento de las acciones que aquél contenía, además de quedarse corto de metraje para profundizar en algunos personajes o situaciones.
top