Todd Field, 2002.
Reparto: Sissy Spacek (Ruth Fowler), Tom Wilkinson (Dr. Matt Fowler), Nick Stahl (Frank Fowler), Marisa Tomei (Natalie Strout), William Mapother (Richard Strout), William Wise (Willis Grinnel), Celia Weston (Katie Grinnel), Karen Allen (Marla Keyes), Frank T. Wells (Henry).
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No se puede mezclar a Nani Moretti con Van DanmeReparto: Sissy Spacek (Ruth Fowler), Tom Wilkinson (Dr. Matt Fowler), Nick Stahl (Frank Fowler), Marisa Tomei (Natalie Strout), William Mapother (Richard Strout), William Wise (Willis Grinnel), Celia Weston (Katie Grinnel), Karen Allen (Marla Keyes), Frank T. Wells (Henry).
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Los malos de Shakespeare son tan interesantes que cuesta odiarlos, porque Shakesperare llega detrás de su piel. Ocurre cuando se profundiza en los personajes que luego cuesta tratarlos como marionetas, eso es precisamente lo que hace esta película, y es lo que la hace insoportable. Si un director quiere profundizar en el dolor de una familia para que entendamos hasta donde destruye la pérdida de un hijo, no vale que luego se trate de justificar una venganza a lo Van Danme.
Películas como esta, o como "La habitación del hijo" de Moretti, hablan de cuanto se destruye con una vida, de cuanto lo lamentan los demás. Pero no hablan del dolor de un individuo, nos hacen darnos cuenta de que esa injusticia abarca a todas las vidas, y que trajedias similares se esconden detrás de cada muerte que en un periódico sólo son estadísiticas. Si el realizador pretende convencernos de que una vida es prescindible, pero otra no, entonces está jugando con nosotros. Y está jugando doblemente porque lo que al principio era un fresco del dolor, una instantánea se convierte en un mensaje soterrado que no tiene nada de inocente ni de objetivo. Por eso yo puedo divertirme cuando veo a Van Danme o a Chuck Norris justificar la violencia con sus venganzas de pacotilla, y sin embargo salgo de una película como esta escandalizado indignado y lleno de repugnancia.
Estilísticamente no deja de tener sus aciertos, y algunas elipsis son memorables. Nunca olvidaré la escena en que la madre se entera de la muerte de su hijo. Ella está dirigiendo al coro que entona una canción hermosa, el marido ya lo sabe y se dirije a la puerta. En ese momento se corta la escena, no hace falta ver la cara de Sissy Spacek, sabemos perfectamente lo que viene detrás.
En la habitación Enrique Colmena [CRITICALIA]
No estamos ante una obra implicada en el maniqueísmo de la ley del Talión, sino ante una matizadísima última salida para una pareja que lo ha perdido todo: ni siquiera la postrera satisfacción de que las fauces de la bestia no volverán a morder podrá traerles ya la paz.
No estamos ante una obra implicada en el maniqueísmo de la ley del Talión, sino ante una matizadísima última salida para una pareja que lo ha perdido todo: ni siquiera la postrera satisfacción de que las fauces de la bestia no volverán a morder podrá traerles ya la paz.