Juan Nadie

Frank Capra, 1941.
Reparto: Gary Cooper (John Doe, Long John Willoughby) Barbara Stanwyck (Ann Mitchell) Edward Arnold (D.B. Norton) Walter Brenan (Coronel) Spring Byington (Sra. Mitchell) James Gleason (Henry Connell, editor del periódico The New Bulletin) Gene Lockhart (Alcalde Lovett) Rod La Rocque (sobrino de Norton) Irving Bacon (Beany)
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La época de los grandes discursos

Hace sólo dos años, Mimi Leder (Deep Impact) quiso imitar a Capra y rodó "Cadena de Favores". El planteamiento casi calca el de esta "John doe". Leder plantea que el mundo se puede arreglar si todos ponemos buena voluntad. Me resultó empalagoso el papel que hizo Haley Joel Osment, y en cambio veo estas imágenes de 1941 de Capra y me asombro al descubrir que siguen teniendo efecto.

Una periodista crea un personaje al que llama John Doe que escribe una carta al periódico diciendo que se va a tirar desde la torre del ayuntamiento porque no cree en la civilización. El periódico tiene un gran éxito con el artículo, pero para sostener la mentira debe contratar a un mendigo que haga el papel de John Doe. Gary Cooper interpreta a este hombre ingenuo y tímido que poco a poco ira calando en la opinión pública hasta convertir su causa en un movimiento nacional. El conflicto comienza cuando alguien quiere usar este fenómeno en su propio provecho.

Capra era un soñador y un romántico. El mendigo convertido en filántropo, vive con la cabeza llena de pájaros soñando con el beisbol. La periodista que monta todo el tinglado tiene una familia soñadora y filantropica que ayuda a los vecinos. Todos los buenos de la película nos caen bien por sus sueños. Los malos, en cambio lo son por su ambición.

El cine es un arte que se contamina constantemente de otras formas de expresión. El cine de los 30 estaba lleno de discursos solemnes, y la emoción de esta película cabe en sus discursos. Un hombre sencillo habla y todos lo escuchan, esa es la fuerza que mueve la acción. El poder sobre la audiencia maravillaba a los cineastas de la época. En muchas imágenes alguien habla y otra persona se emociona, o bien una multitud. Hoy día este efecto no vale porque atufa a manipulación, pero uno siente en estas viejas películas la frescura de estas trampas perdonables, no cuesta nada dejarse emocionar por estos buenos algo acartonados.

El defecto de los discursos es que los buenos son buenos por lo que dicen, no por lo que hacen. Quizá Capra percibió esa falla y por eso llevó la película a un desenlace donde el protagonista que no se ha vinculado al movimiento hasta ese momento tiene que tomar una decisión trascendental. Esa vuelta de tuerca consigue que la historia salga del discurso y se convierta en puro cine.
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