Mathiew Kassovitz, 2000.
“Les rivières pourpres”
Reparto: Jean Reno (Comisario Pierre Niémans), Vincent Cassel (Teniente Max Kerkérian), Nadia Farès (Fanny Fereira), Dominique Sanda (Hermana Andrée), Karim Belkhadra (Capitán Dahmane), Jean-Pierre Cassel (Dr. Bernard Chernezé).
* *
Si no se siguen las reglas no funciona“Les rivières pourpres”
Reparto: Jean Reno (Comisario Pierre Niémans), Vincent Cassel (Teniente Max Kerkérian), Nadia Farès (Fanny Fereira), Dominique Sanda (Hermana Andrée), Karim Belkhadra (Capitán Dahmane), Jean-Pierre Cassel (Dr. Bernard Chernezé).
* *
Los serial killers en el cine han creado ya un genero aparte con sus propias reglas de juego. La fascinación que produce una serie de crímenes y el propósito que los une dio lugar a películas como "Seven", y la obra maestra es sin duda "El silencio de los corderos". "El coleccionista de huesos" recoge hallazgos de obras anteriores y sin arriesgar nada en el intento. "El Coleccionista de Amantes" insiste en la comprensión del criminal para cazarle. Debo aclarar mi predilección por la obra de Demne, la gran novedad de su película consiste en que el dueño del enigma, el personaje más fascinante, el verdadero protagonista, es en realidad alguien perverso. Yo veo en esa alteración una posibilidad más: puede que el espectador que disfruta con el caso también lo sea.
En una universidad endogámica, donde los profesores se casan entre sí durante generaciones, la atmósfera es irrespirable. Un detective interpretado por Jean Reno, investiga una cadena de asesinatos unidos por un rasgo común, el asesino les quita los ojos y las manos. Otro detective galo se ve envuelto en el caso desde una comarca cercana donde investiga la profanación de una tumba por neonazis.
Señalo como único rasgo interesante de esta obra un plantemamiento inicial en el que los crímenes parecen apuntar hacia una explicación trascendental, que es progresivamente sustituida por otra humana y, para cualquiera que ojee la prensa, bastante actual.
No adelanto gran cosa del final cuando añado que el culpable no es una persona, sino una forma de pensar. Tal grado de abstracción debió resultar del gusto del autor, pero es del todo intolerable en este género, porque castigar ideologías equivale a pontificar. No es esta la mayor debilidad de una película, por lo demás, olvidable. Habría que añadir una inmovilidad absoluta que no puede esconder una pareja de detectives duros, ni las peleas que, aparte de dejar baldado al protagonista, no parecen necesarias a la trama. La solución del enigma es tan complicada que, del mismo modo podría valer cualquier otro culpable, un primo lejano del protagonista, un cuñado del guionista...