“The host”
Andrew Niccol, 2013
Saoirse Ronan (Melanie Stryder), Jake Abel (Ian O’Shea), Max Irons (Jared Howe), William Hurt (Jeb Stryder), Diane Kruger (la Buscadora), Frances Fisher (Maggie Stryder), Boyd Holbrook (Kyle O’Shea).
Guion: Andrew Niccol; basado en la novela homónima de Stephenie Meyer.
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La invasión de los ladrones de cuerpos educadosAndrew Niccol, 2013
Saoirse Ronan (Melanie Stryder), Jake Abel (Ian O’Shea), Max Irons (Jared Howe), William Hurt (Jeb Stryder), Diane Kruger (la Buscadora), Frances Fisher (Maggie Stryder), Boyd Holbrook (Kyle O’Shea).
Guion: Andrew Niccol; basado en la novela homónima de Stephenie Meyer.
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El vivero creativo de identificarse con los malos tradicionales de la ficción parece un manantial inagotable a juzgar por los éxitos literarios y de cartelera de los últimos años. En la próxima película sobre un zombie adolescente parece que también nos invitan a ocupar ese espacio interior no hollado hasta la fecha. Si no va a haber ni coco ni monstruos a los que tener miedo, desconfío de las posibilidades creativas que provean las infancias de nuestros retoños del mañana. Claro que visto desde otro ángulo ¿quién cree que vamos a llegar a la siguiente recarga generacional con el índice de contaminación, el efecto invernadero y la crisis económica? Ya lo decía mi abuela, no hay que preocuparse tanto.
La humanidad ha sido abducida por unos extraterrestres que no tienen cuerpo, “las almas”. La extraterrestre que ocupa el cuerpo de Melanie entabla un diálogo con ella. La puesta en escena va así, el alma mueve los labios de la protagonista cuando habla; la protagonista, atrapada, habla con voz en off. En ocasiones Melanie se cree un poco graciosa, cual muñeco díscolo de un ventrílocuo, pero no lo es.
Pero no deja de tener su aquel la propuesta de un ser encerrado en otro. Por ejemplo, Mélanie se pone furiosa cuando la marciana besa a su novio. Otro ejemplo, a un chico de los rebeldes sin abducir le gusta el alma instalada en el cuerpo de Melanie. Tener un cuerpo y dos almas debe ser el sueño de un esquizofrénico. O bien el de una católica infiel. O el de un político corrupto que no sabe como justificar las contabilidad B de sus libros.
A mitad de la cinta la historia se queda sin fuelle. Entonces aparecen cosas que dejan boquiabierta a la marciana, como una plantación de trigo en el interior de una cueva. La cara de sorpresa de una damisela made in Stepheny-Meyer-un-siglo-de-feminismo-no-sirvio-para-nada entretiene poco pero está adornado con la cuestión filosófica de fondo. ¿Merece la especie humana otra oportunidad? ¿o es mejor abducir a semejante panda de descerebrados belicosos que pueblan el planeta? Meyer da una respuesta parecida a la de Derrickson, lo cual deja su nivel literario a la altura de un show de máxima audiencia de Telecinco. Si un autor quiere que sus creaciones se parezcan un programa gafapasta de la 2 debería abstenerse, sobre todo, de formular la pregunta.
Jordi Costa: el talento de Andrew Niccol —sin duda, digno de mejor causa— logra que su elegante envoltorio no parezca rutinario.
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