Whisky

Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, 2004
Reparto: Andrés Pazos (Jacobo Köller), Mirella Pascual (Marta), Jorge Bolani (Herman Köller), Ana Katz (Graciela), Daniel Hendler (Martín), Verónica Perrota, Jorge Temponi, Alfonso Tort, Ignacio Mendy.
Guión: Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll y Gonzalo Delgado Galiana.
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Patata

En España decimos patata cuando queremos sacar una sonrisa en una foto. Usamos la “a” para abrir la boca, los ingleses usan la i, por eso dicen cheese, y los uruguallos, también, por eso dicen whisky.

Los protagonistas de Whisky son un patrón y su empleada fiel. Los dos ejecutan cada mañana un ritual inmutable, inmemorial. Él desayuna en una mesa del café, abre el candado de la fábrica, empuja la persiana, la deja caer a medias, enciende las luces y luego la maquinaria de hacer calcetines. Ella le hace un té.

Ha pasado un año de la muerte de su madre y el patrón, don Jacobo, invita a su hermano a su casa para celebrar una honra fúnebre judía. No se han visto en muchos años. Don Jacobo le pide a la empleada que se haga pasar por su esposa. El hermano, Herman, es un hombre más vital y espontáneo. Con su forma de ser alegra a Marta, la empleada, pero Don Jacobo es tan indiferente como al resto de las cosas del mundo y continúa con su rutinaria impasividad. Herman les invita a pasar unos días en un hotel de la playa. Las emociones siguen pasando de largo para uno y cambiando el semblante de la otra.

Al final de la película algo ha cambiado, aunque los dos protagonistas no lo ven de la misma manera.
The night of the hunter: Jacobo Köller es un miserable, en el sentido Ebenezer Scrooge de la palabra; ha renunciado a todo y ha aprendido a conformarse con su vida monotona y absurda, aunque a diferencia de la criatura dickensiana la primera víctima de su miseria es él mismo, pues es muy consciente de su infelicidad. Marta, por el contrario, sigue albergando una cierta esperanza. Siempre ha estado sola, tanto que de niña llegó a desarrollar la habilidad de decir las palabras al revés para entretenerse; pero al menos se esfuerza en cambiar, comprándose ropa de dudoso gusto y procurando comportarse siempre con amabilidad y cortesía.
Entrevista en El cultural:
Juan: Pablo no lo nota, pero para mi, que soy una persona excesivamente poco lectora, en nuestra enorme admiración por Raymond Carver, aunque sea en cosas mínimas, está presente en Whisky.
Pablo: Alguna gente comparaba el guión con algo de Onetti, especialmente El Astillero y si bien me encanta Onetti sólo puedo tomar eso como un cumplido. Tal vez la influencia más literaria que tenemos nos venga del cómic, no en cuanto a temática pero sí en cuanto a la forma de narrar.
Jorge-Mauro de Pedro (Miradas) ****: La silenciosa desesperación de quitar el candado, volver a alzar la puerta metálica, encender las luces, poner en marcha la máquina, esperar un té caliente y tratar de arreglar el carrete de una persiana que nos obliga a trabajar entre tinieblas.
Jacobo supeditando la sintonía de la radio a su aparición, seguro de que -aunque con retardo-, hoy volverá a verla. Incapacitado para la emoción, estéril para la pasión. Pero acostumbrado a ella, a su descanso para echar un cigarrillo, a su "permiso", a sus ojeras, su distante familiaridad. Y sabedor de que su gesto final -sublime y algo quijotesco- lo emparenta con el bueno de Humphrey, atontado en el hangar, viendo como despega el avión con todo aquello que quiso en este mundo.
Alberto Fijo: Stoll y Rebella saben explotar la repetición como metáfora de unas vidas encarriladas y sin alicientes. Esa opción es arriesgada cuando se adopta de manera radical y la película lo acusa. Las magníficas interpretaciones y un guión inteligente compensan el espartano diseño visual de una interesante propuesta hecha con muy pocos medios, que fue bien recibida en el último festival de San Sebastián.
Méndez-Leite @@@@: La austeridad de la planificación nada tiene que ver con estilos aparentemente similares de tantos directores postmodernos y pretenciosos que acostumbran a darnos la tabarra con sus petulancias en los más prestigiosos festivales del mundo.
Mirito Torreiro *****: Es posible la aclimatación del cine de Aki Kaurismäki a una realidad tan distante de la finlandesa como es la uruguaya? Tal pregunta, y con respuesta afirmativa, se encargan de contestarla dos jóvenes talentos rioplatenses, Rebella y Stoll, con una película modélica, una preciosa joya a la que no le sobra un solo plano, que ostenta modos de puesta en escena que firmaría el mismísimo finlandés, y con un soterrado, brillante sentido del humor que la hacen, si el espectador es tan atento como para ello, llegar al borde mismo de la carcajada.
Francisco Marinero ***: todos los personajes conservan su personalidad, pero el humor se desliza en pequeños gestos que ponen de manifiesto tanto lo absurdo de las situaciones en las que se pone el avaro Jacobo como el cambio en las relaciones entre estos personajes en los que quizá nadie más habría pensado como protagonistas de una película.

Rotten Tomatoes

Taxi

Tim Story, 2004
Reparto: Queen Latifah (Belle), Jimmy Fallon (Washburn), Gisele Bündchen (Vanessa), Jennifer Esposito (Teniente Marta Robbins), Ann-Margret (Madre de Washburn), Henry Simmons (Jesse), Ana Cristina de Oliveira (Ladrona), Ingrid Vandebosch (Ladrona), Magali Amadei (Ladrona), Christian Kane (Agente Mullins), Boris McGiver (Franklin), Joe Lisi (Sr. Scalia).
Guión: Robert Ben Garant, Thomas Lennon y Jim Kouf; basado en la película "Taxi" (1998) de Luc Besson.
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Buddy movies

Una buddy movie es una historia en la que aparecen emparejados por cuestiones del azar dos personajes que no pegan ni con cola pero acaban haciendo migas. Para que funcione bien, lo ideal es que los dos personajes, aparte de ser opuestos, interpreten a tipos reconocibles. La gama de colores es muy amplia, y la paleta crece cuando uno hace mezclas con estos experimentos hollywoodianos. Queen Latifah interpreta a Belle, una taxista despabilada y de vuelta de todo, como el personaje que hacía en “Se armó la gorda”. Sigue dando lecciones de sano egoísmo y de sabiduría mundana, sin que se le suba a la cabeza, y sin chupar mucha cámara. Más comedida que Goopy Goldberg, le auguro, también, una carera más larga. Jimmy Fallon, el policía Washburn, parece un buen heredero del original francés por su capacidad para acaparar fracasos y errores. Así que le toca aprender alguna cosilla de su forzada compañera de aventuras.

Igual que en las aventuras de “A todo gas”, a los creadores les gustan los coches y la velocidad, y se lo han pasado bien saltándose señales de tráfico en Nueva York. Se puede ir a verla como una película de coches, pero esta tiene más altura y sabe dejar la velocidad en el lugar que le corresponde. Se trata de una comedia despreocupada que contagia un humor bastante sano. Si hubiera que calificarla por divertida se llevaría sus cuatro estrellas pero no voy a hacerlo porque creo que asustaría a todo el mundo. Los espectadores que quieren pasárselo bien huyen de las películas llenas de estrellas, y además ni el personaje torpón buscaba medallas, ni el director tampoco, para qué cargarles con ese engorro.

Francisco Marinero 0: Las carreras y los choques múltiples se han visto en innumerables películas, casi todas mejores que ésta, y los chistes a costa de la contumacia en el error del policía son, en el mejor caso, ingenuos.
Mr Cranky (-5): It seems to me that the bloopers reel once tacked on to the end of films in an attempt to be cute is now just an admission by the director that the film is a piece of crap.

Rotten Tomatoes 9% $36m.

Sky Captain y el mundo del mañana

Kerry Conran, 2004
Interpretación: Gwyneth Paltrow (Polly Perkins), Jude Law (Joe "Sky Captain" Sullivan), Angelina Jolie (Capitana Franky Cook), Giovanni Ribisi (Dex Dearborn), Michael Gambon (Editor Morris Paley), Bai Ling (Mujer misteriosa), Omid Djalili (Kaji), Sir Laurence Olivier (Dr. Totenkopf), Trevor Baxter (Dr. Walter Jennings), Julian Curry (Dr. Jorge Vargas).
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La desidia de ser héroe

Cuando el héroe se juega la vida en una película de los 40 suele hacer un chiste porque no quiere que los demás suframos con él. En una película de los 60, hace un chiste porque además de no tener miedo sabe que es un tío guapo y que va a quedar más elegante. Sky Captain hace chistes y discute con la chica mientras robots infernales le atacan y obuses imparables le disparan porque en el cine de 2004 los obuses y los aparatos han pasado a un segundo plano, no asustan a nadie, o bien porque tanto pelearse contra un fondo azul celeste que se supone que está lleno de aparatos hace que al alctor se le ponga gesto de alcachofa. Los actores de “Sky Captain” parecen esos notarios que de tanto repetir la operación ponen la firma sin mirar, como el médico que harto de ver pacientes te larga la receta para que no le molestes.

La estética de los años cuarenta, los colores sepia, y la atmósfera retro está lograda a la perfección. O sea, con la misma desidia de la perfección. Cabría la posibilidad de que la relación entre los personajes tuviera alguna emoción, ya que las trampas son puro trámite. Él desconfía de que ella le hiciera una treta en su avión, ella desconfía de que él le pusiera cuernos. Esa es la historia humana que pretende llegar a nuestra sensibilidad, dado que no lo consiguen los FX, ni la avasallante imaginación de los robots voladores, y las naves, la selva ni las montañas del Tibet, las persecuciones en avión ni las persecuciones por el fondo del mar, la devastación del planeta ni la destrucción de Nueva York.

También sale Angelina Jolie con un parche en un ojo, aparece, recoge su medalla y se va. Para mi resulta más electrizante una discusión entre los personajes de Gran Hermano que esta aventura.

Méndez-Leite @@@: Como en el caso de 'The Polar Express', el interés de esta película está sobre todo en el empleo de nuevas tecnologías para contar una historia fantástica, pero la diferencia sustancial está en que aquí no hay solo un trabajo técnico perfecto pero rutinario, sino que se advierte con claridad un aliento personal, un entusiasmo y una sinceridad que convierten la propuesta del debutante Kerry Conran - una especie de Amenábar yanqui, autor del guión, el diseño de producción y el vestuario - en una simpática revisitación de géneros y estilos del cine fantástico mudo ('El Doctor Mabuse, 'Metrópolis'), de las películas del género de los años 30 y muy especialmente, 'Horizontes perdidos' de Capra.
Maliciosamente Conran anuncia esta sorpresa a los espectadores avisados cuando durante el ataque de los robots aparece una marquesina de un cine en la que se anuncia 'Cumbres borrascosas', uno de los mayores éxitos del marido de Vivien Leigh, de la misma manera que las imágenes de 'El Mago de Oz', antes aludidas, son una premonición de la farsa del Dr. Totenkopf. No sé yo si el público joven estará en condiciones de apreciar debidamente este mundo del futuro que no es sino un retorno al pasado. Pero, el viaje de Sky Captain, en cualquier caso, vale la pena.
Alberto Bermejo ***: Cada plano es, en sí mismo, un juego de asociación de ideas y de recuerdos que apunta en varias direcciones a la vez, del mismo modo que la película en conjunto se presenta como una hipótesis futurista al mismo tiempo que como una rememoración, sobre todo visual, del pasado.
Begoña del Teso: ¿Es bueno acaso? ¿Es malo quizás recordar una película de la que no sabías nada? Depende. Ni bueno ni malo sino, tal vez, fatuo. tan fatuo como esta pelicula con aires de peliculona que se queda en peliculeta tras mucho rondar la excelencia s sin connseguirla. Quizás con otra gente, con otro guión...
Jesús Palacios ***: Sky Captain es un delicioso viaje en el tiempo hacia el futuro imaginado por los seriales, los comic-books y los pulps de los años 30 y 40. Una revisión cinéfaga y metaliteraria del mundo de Amazing Stories, Flash Gordon, los hermanos Fleischer, The Phantom Creeps, Hugo Gernsback y Alex Raymond... Pero producto, paradójicamente, de las técnicas digitales más modernas: rodada íntegramente en escenarios generados por ordenador
Ebert ****: The actors did almost all of their scenes in front of a blue screen, which was then replaced with images generated on computers. The monsters, the city, and most of the sets and props never really existed except as digital files. This permitted a film of enormous scope to be made with a reasonable budget, but it also freed Conran and his collaborators to show whatever they wanted to, because one digital fantasy cost about as much as another.
Allison Benedict *** 1/2: The verdict? Conran has got himself a looker, with Paltrow in soft focus, the whole world larger than life and a title that, said in the proper low-pitched voice, conveys the tone of the film: exuberant, idiosyncratic and timeless.
Also, and this was the biggest surprise, Law and Paltrow are funny. As their characters bicker and banter through robot attacks and dynamite explosions, the ridiculously handsome duo boasts real chemistry and sexual tension.

Rotten Tomatoes

Finding the Story Inside

"I understand that Hollywood is a kind of mecca for many directors, but I don't even have an agent in the United States," he says on the phone from his home in Spain. "What pushes me are the stories I want to tell, not really making the trip to Hollywood."

What's most surprising about "The Sea Inside", though, is how stunningly different it is from "The Others"—as well as from Amenábar's earlier films, including the mind-bending thriller "Open Your Eyes," starring Penelope Cruz (and later remade in English as "Vanilla Sky," starring Cruz and Cruise), and his disturbing first feature, "Thesis," about a film student who stumbles upon what seems to be a snuff film. [...] In fact, each of Amenábar's films is so visually and tonally different, it's hard to believe that the same person directed them all.

His work draws more comparisons to the latter two. Like Hitchcock, Amenábar has a gift for generating suspense; like Kubrick, he often uses space and architecture to emphasize the isolation of his characters. But in some ways he trumps them, too: Amenábar, who started playing the piano at 10, composes the musical scores for all of his movies.

Come February, it's likely that he and legendary Spanish director Pedro Almodovar will both be sitting in the Kodak Theatre on Oscar night. But unlike most other foreign filmmakers, Amenábar—like Almodovar—shows no desire to immigrate to the United States.

Ocean's twelve

Steven Soderbergh, 2004
Reparto: George Clooney (Danny Ocean), Brad Pitt (Rusty Ryan), Matt Damon (Linus Caldwell), Catherine Zeta-Jones (Isabel Lahiri), Andy Garcia (Terry Benedict), Don Cheadle (Basher Tarr), Bernie Mac (Frank Catton), Julia Roberts (Tess Ocean), Casey Affleck (Virgil), Scott Caan (Turk Malloy), Vincent Cassel (François Toulour).
Guión: George Nolfi; basado en los personajes creados por Geroge Clayton Johnson y Jack Golden Russell.
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Oh, que listo

Me da pereza hablar de Ocean’s twelve. Y no es que no tenga nada que decir, claro, pero me da pereza meterme con Soderberg. me cayó bien hablando de droga en “Traffic” y de los underdogs en “Erin Brockovich”, y me aburrió con su adaptación de “Solaris” cosa que le perdono.

Creo que lo que menos soporto es que se traiga a su trupe de ladrones de lujo a Europa, y que en vez de robar dólares, me digan que el objeto vale tantos millones de euros. ¿Qué pasa, no tienen suficiente con lo que nos roban con sus campañas militares, financiadas por occidente? No es lo mismo robar en un casino de Las Vegas que un coleccionista holandés. En Europa no existe la obscenidad del dinero. Lo mismo que tampoco tenemos esos descomunales desiertos para rodar westerns, tampoco tenemos tontorrones con sombrero vaquero que ganen lo mismo que un pais del tercer mundo; tenemos familias aristocráticas, dinastías. Para hacer un gran robo en Europa los doce guaperas tendrían que quitarle los fondos a los huérfanos de la guardia civil, como hizo Roldan, y la película no tendría gracia. De hecho, la película no tiene gracia.

Así que, visto que Soderberg no se le ocurre un tesoro europeo que justifique el trabajo de doce ladrones interpretados por doce actores que cobran por su trabajo lo mismo que sus personajes por sus robos, pone a los doce a trabajar en una competición. ¿Es más listo un ladrón francés o uno americano? ¿Es más fuerte el dólar o el euro? ¿Quiénes son más superficiales y bobos, ellos o nosotros? ¿Ganará la UE más medallas en los juegos olímpicos?

Soderberg se mide demasiado a si mismo en esta película, y creo que debería tomarse una tila y ponerle un freno a tanta ansia por demostar lo listo que es. Tiene un postre insólito, como todas las películas que no han sabido entretener con el primer ni el segundo plato. Y probablemente uno de los más fulleros que conozco. Al final nos muestra unas escenas que el propio director había escondido para distraer al ladrón rival, y a todos. Bueno, está bien lo de los faroles con el enemigo, pero al público le podría dar alguna pista para entretenerlo, no esperará que un espectador esté despierto para todas las posibles mentiras que le está contando la cámara.

Alberto Bermejo **:Si la comedia es el género ligero y ameno por excelencia, 'Ocean's Twelve' está lastrada por la ostentación. Algo que corrigen en buena parte los actores, cada uno mostrando su sentido del humor (en especial, Clooney, que tiene el más peculiar y el más eficaz) y, la gran baza de ésta y otras películas del tándem Soderbergh-Clooney, estableciendo una complicidad que se transmite a los personajes de ficción.

Rotten Tomatoes: 59% $39m.

¿Ha dicho Almodóvar o Amenábar?

El tema lo ha sacado “la cinefilia”, una bitácora que, de paso, aprovecho para recomendarles. Dicen que los dos riman, y que coinciden en una virtud, los dos han sabido tocarle los cojones al clero.

Y no digo que no, pero no es lo mismo. También coinciden en sus gustos, a ninguno de los dos le gustan las chicas, pero no se puede comparar a Fernando Esteso con Billy Wilder por el hecho de que los dos hicieran comedia. No es lo mismo. Amenábar es como el torero, sabe dar la estocada con arte, Almodóvar es el toro, se va derecho a lo rojo, o a lo que se mueve. Sus curas pederastas no sirven para desacreditar al clero, ni la moral católica, su saña tiene más de cuenta pendiente que de discurso, o de convincente. El golpe que da a la iglesia en “La buena educación” es tan bajo que problablemente provoque más simpatía que rechazo por un colectivo tan vejado.

Amenábar decidió salir del armario a la vez que rodar “Mar adentro”, que son cosas parecidas. Ramón Sanpedro era otro condenado a vivir encerrado en el armario, o ataud, de la vida impuesta, mal entendida por la moral católica. Para criticar las mordazas y el absurdo de una moral soportada durante dos milenios, Amenábar tuvo la sutileza de elegir un caso parecido al de los homosexuales, pero no el mismo. Yo creo que eligió a Sanpedro porque representaba la voz de un individuo que quiere hacer con su vida lo que le viene en gana, igual que el propio Amenábar, y que no puede porque un colectivo de imbéciles ha monopolizado ese derecho y ha elegido por él lo que es mejor para él. Homosexualidad y eutanasia eran una astilla en la moral católica que sólo Amenábar podía usar y prestidigitar con un fin claro.

Para hacer divertidas sus tramas, Almodóvar acude siempre a la burda artillería de los sarasas, el exabrupto, la barbaridad, o el escándalo, también al sentimentalismo barato, o al barroquismo de pacotilla. Para adornar sus mensajes necesita travestis y victimas, porque no es un artista, es el dueño del megáfono que llamamos “lo políticamente correcto” al que le da todo el volumen que tiene la rueda.

En cambio Amenábar tiene el sello de un genio. Le falta curarse algun arrebato místico, como la chorrada de hacer volar a Ramón Sanpedro, pero es el dueño de un estilo sin estridencias, y una sensibilidad desarmante.

Los americanos todavía no se han enterado. Yo me quedo asombrado cuando les veo aplaudir a Almodóvar de esa manera. Allá ellos, pero si quieren un genio de estas latitudes que rime con el otro y que tenga verdadera substancia, tendrán que empezar a dejar de ignorar a Amenábar.

Los chicos del coro

"Les choristes"
Christophe Barratier, 2004.
Reparto: Gérard Jugnot (Clément Mathieu) François Berléand (Rachin Jean-Baptiste Maunier (Pierre de niño) Jacques Perrin (Pierre de mayor) Kad Merad (Chabert) Marie Bunel (Violette Morhange) Philippe Du Janerand (Langlois) Jean-Paul Bonnaire (Maxence) Maxence Perrin (Pépinot als Kind) Didier Flamand (Pépinot adulto)
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Dar la nota

Los chicos del coro entra en el género del drama estudiantil donde ya se han dicho muchas cosas. Profesores revolucionarios como Sidney Poitier que convirtió su “Rebelión en las aulas” en un clásico, los mesiánicos como los de “Fama” o Mr Keating, los campechanos de las comedias americanas, o los perdedores, como el personaje de Pfeiffer en “Mentes peligrosas”, donde la profesora sólo consigue sobrevivir sobornando a los alumnos, aunque cree que ha conseguido algo soltando una lágrima.

Clément Mathieu pertenece al grupo de los blandos, los profesores tipo LOGSE, igual que Mr. Chips. Cuando llega a la residencia “Au fond de l’etang” descubre que los niños están crispados y hacen trastadas de mucho cuidado; una de ellas casi le cuesta el ojo al portero. La directiva responde con la misma severidad, bajo el lema de “acción, reacción.” Mathieu tiene otro estilo: cuando un niño lo dibuja en la pizarra, él hace otro dibujo del niño, y cuando oye cantar una coplilla burlandose de él, él les dice que desafinan. Mathieu conoce muchos culpables, pero hace tratos con ellos y nunca se chiva al director.

La película desafina cuanto más enfrenta al director severo con el profesor comprensivo, porque no me creo que la mano izquierda sea la única solución para los chicos problematicos, y también flaquea en la medida que se acerca muy poco al mundo particular de cada muchacho, pero lo compensa con las canciones del coro que crean momentos muy emocionantes.

No es una película innecesaria. Habla de cómo los educadores amargados que sólo buscan las faltas en lo que hacen sus pupilos crean muchachos malos. Cuando la única nota que se puede dar en un colegio es la de la travesura, esa es la que se escucha. Un niño necesita hacer oír su voz igual que un adulto, y el director del colegio sólo tiene oídos para las diabluras. En cambio, Mathieu les enseña a hacerse oír de otra manera, él les escucha cuando cantan, con Mathieu, ellos pueden hacerse notar sin tener que romper nada.

Enrique Colmena ****: un bellísimo poema sobre la capacidad del Hombre de mejorar contra todo pronóstico: un maestro, casi un encantador de serpientes, habrá de luchar contra la inercia al despeñamiento del grupo de muchachos a los que ha de enseñar, y contra la estulticia de una sociedad (ese director del colegio, tan infame, tan abominable) que, sencillamente, absurdamente, no cree en la libertad del ser humano sino en su aherrojamiento.
Méndez-Leite @@: sabemos que el profesor democrático va a conquistar a sus alumnos sin excepción y a derrotar al malísimo director, un personaje de una pieza y sin matiz alguno
Fausto Fernández ***: Francesa, pero con tics de las películas con profe hollywoodienses. A veces más volcada dramáticamente en lo angelical de las voces que en los demonios que rondan a los chavales,
Alberto Bermejo ***: un profesor que logra literalmente amansar a las fieras con el poder hipnótico y adictivo de la música, desafiando las convenciones y los inmisericordes métodos represivos de un director anodino.

Rotten Tomatoes
“Inguélézi”
François Dupeyron, 2004
Reparto: Eric Caravaca (Kader), Marie Payen (Geneviève Mertens), Françoise Lebrun (María), Mar Sodupe (Ángela), Sophie Barjac (Colette), Bertrand Bossard (Christophe), Frédéric Solunto (Jean), Louise Raynaud (Lucie), Derek Taylor, Henri Khouri.
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La vanidad de la imperfección

En varias comedias de Woody Allen, le he oído presumir con sus amantes de escribir a máquina para parecer más auténtico, pero lo cierto es que acaba confesando que usa un ordenador, como todo el mundo. Hoy día, la imperfección es una coquetería. Si quieres escribir un texto que parezca escrito con una Olivetti de los setenta, con manchas de suciedad en el interior de la “o”, tienes que buscar en un montón de webs. Quiero decir que parecer descuidado es una labor fatigante. Resulta mucho más fácil largar un texto con renglones justificados, con tinta de laser que una cosa escrita a mano. Las páginas web intentan parecer cosas descuidadas, pero esa apariencia supone un esfuerzo increíble. Todo esto viene a cuento de que Dupeyron ha rodado una película descuidada, cámara en mano, con el doble del esfuerzo que le hubiera supuesto hacer una obra correcta, con planos contraplanos, en vez de esos meneos espasmódicos de la cámara cada vez que cambia el plano de un actor a otro. Sus pretensiones pseudorealistas o artesanas me traen al fresco al lado de la molestia que es para la vista una cámara parkinsoniana, y un montaje campesino, capaz de matar de aburrimiento a un monje.

El tema de la película es menos desdeñable que ese aire fingido de amateurismo. Una mujer acaba de perder a su marido, y el mismo día es testigo de un accidente de un camión. El vehículo llevaba inmigrantes turcos. Uno de los inmigrantes se salva y le pide ayuda. La película trata de las condiciones en las que una persona es capaz de hacer algo por otra, algo gratuito y desinteresado. El joven quiere ir a Inglaterra, que en su lengua suena algo así como angelese, y que transcrito al frances suena “Inguélézi”, de ahí el título de la película. ¿Tiene sentido hacer algo por los demás? Para una mujer que lo ha perdido todo, la pregunta tiene más sentido que la de ¿tiene sentido buscar algo para uno mismo?
Ricardo Aldarondo ***: Se ha querido ver en esa mujer y en el interés que siente por el inmigrante el capricho de una pija con voluntad de cumplir una buena acción. Nada más lejos. El acercamiento entre ambos es puramente intuitivo, egoísta porque busca la salvación propia, no la del otro, y generoso porque elude hacer preguntas.
No es un encuentro sentimental, sino la crónica urgente de dos dolores que se apaciguan uno a otro sin pretenderlo.

Bad Santa

Terry Zwigoff, 2004
Reparto: Billy Bob Thornton (Willie T. Stokes), Tony Cox (Marcus), Brett Kelly (El chico), Lauren Graham (Sue), Lauren Tom (Lois), Bernie Mac (Gin Slagel), John Ritter (Bob Chipeska), Ajay Naidu, Lorna Scott, Harrison Bieker, Alex Borstein, Dylan Charles, Billy Gardel, Lisa Ross.
Guión: Glenn Ficarra y John Requa.
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Bichos raros

Dice el viejo refrán que cada oveja con su pareja, y dice Zwigoff que hay cartas de la baraja y piezas del puzzle que no casan con ninguna. Son las piezas favoritas de Zwigoff, las eternas figurillas sin pareja, los calcetines de los que nunca hubo dos, los juegos de café de los que sólo hay una taza, los cojines que no van a juego con el sofá, los sillones que no van a juego con la tapicería, los ajedreces con una pieza que sustituyes por un trozo de miga de pan, los yogurts fuera del pack que nadie acaba comprando, los gatitos sin mamá, los perros sin amo. Son los seres que no tienen un lugar.

Thora Birch buscaba durante todo el metraje de Ghost World una media naranja que alguien había escondido en algún lado sin descubrir donde. Los personajes extraviados de Bad Santa han dejado de buscar, se saben irremediablemente perdidos. Y no nos conmueven. Willie es un borracho empedernido que se dedica a asaltar los centros comerciales donde trabaja cada año haciendo de Papá Noel. El niño es un gordito de ojos extraviados acostumbrado a dejar que los chulos del barrio le apaleen. Como protagonista de cuento de navidad es un niño atípico, él se empeña en creer en Santa Claus mientras Santa Claus se emborracha y le llena la casa de mujeres.

El niño pide ayuda al borracho, lo cual le hace olvidarse al borracho de que en ese preciso instante iba a suicidarse. ¿Conseguirá este niño inseguro que un borracho se sienta útil para algo en el mundo? Zwigoff ha rodado otra película de final sorprendente, pero no es una sorpresa gratuita. Es un cambio de acento, un cambio de género, el personaje raro que conduce la primera parte era un farol y deja el protagonismo a quien de verdad se lo merece. Se podría decir que lo ponen en su lugar, pero, al fin y al cabo, un lugar era lo único que buscaba ¿no?

Javier Cortijo: el plato fuerte y casi único del menú es ver a Billy Bob Thornton con cara de triple ardor de estómago y petaca de ginebra en mano (según confesaba, las cogorzas en el rodaje eran tan reales como el revolcón con Halle Berry en «Monster´s Ball»... o eso le gustaría a él), a pesar de que su sincero y tóxico esfuerzo no consiguen hacernos olvidar cómo hubiese sido su papel en manos imposibles (pongamos W. C. Fields o el Walter Matthau de «Los picarones», cuyo remake precisamente protagonizará Thornton) o posibles (Bill Murray o Jack Nicholson, quienes colgaron el gorro de Santa Claus propuesto por los Coen en el último momento). Aunque la verdadera lástima es que, en el fondo, tanta blasfemia y vomitona se convierte en la típica natilla navideña dada la introducción del inevitable niño «outsider» (aunque el chaval está sembrado en su memez) al que nuestro héroe redime y escolta.
Alberto Bermejo **: El relato se centra sobre todo en el personaje de Billy Bob Thornton, alcohólico, mugriento, mal hablado, mujeriego y experto en abrir cajas fuertes, que al contacto con un niño maltratado por la vida, gordo, solitario, descreído y al cuidado de una abuela senil, y con una camarera de buen ver, reconduce la narración hacia una estructura de cuento esquinadamente navideño.
Ebert ***: The kid is not one of your cute movie kids, but an intense and needy stalker; think of Thomas the Tank Engine as a member of the Addams Family.
The director is Terry Zwigoff. He made the great documentary "Crumb," about R. Crumb, the cartoonist who is a devoted misanthrope. (Crumb drew the "American Splendor" comic books about Harvey Pekar, his equal in misanthropy.) Zwigoff also directed the quirky "Ghost World," with its unlikely romantic alliance between a teenage girl (Thora Birch) and a sour 40-ish recluse (Steve Buscemi). This is a director who makes a specialty of bitter anti-social oddballs. That he does it in comedy takes a more guts than doing it in tragedy.
Mr Cranky (-2): The "look at Santa vomit and cuss" joke is funny the first 30 or 40 times, but by minute 45, the gag smells about as pleasant as a rotting fruitcake.
Moland Fengkov: Si on retrouve des thèmes et un regard qui firent le succès de Ghost World, c'est-à-dire de l'insolence mêlée à de la tendresse, une vision ironique du monde, le désir de Zwigoff de toucher un plus large public affadit son propos qui se noie trop vite dans des scènes de pure comédie. Les répliques font mouche, les situations frisent parfois l'hystérie, mais l'ensemble reste finalement bien sage et aucune scène d'anthologie ne restera dans les annales des contes de Noël malmenés. Pas encore assez iconoclaste pour renvoyer le vieux barbu en Laponie.

Rotten Tomatoes 74% $70m

La genialidad de Pulp Fiction según Roger Ebert

Pulp Fiction, de Quentin Tarantino, está conducida por unos diálogos de tan alta calidad que se podrían comparar con otros maestros de la prosa, escueta y dura, desde Raymond Chandler hasta Elmore Leonard. Como ellos, Quentin Tarantino encuentra una manera de hacer que las palabras tengan humor sin ni siquiera buscar la risa. Como ellos, combina una prosa eficaz con fragmentos de ruda poesía y maliciosa imaginación.

Pensemos en una escena concreta, no muy mencionada en los debates sobre la película. El boxeador profesional Butch (Bruce Willis) acaba de matar un hombre en el ring. Vuelve a la habitación de motel que ocupa con su novia, Fabienne (Maria de Medeiros). Ella dice que ha estado mirándose en el espejo y que quiere tener barriga. «Ya tienes una —le contesta él, acurrucándose cerca de ella—. Si tuviera una, llevaría una camisa dos tallas inferior, para que se notara más.» Un poco más tarde, observa: «Es mala suerte que lo que encontramos reconfortante para el tacto y atractivo para el ojo, rara vez sea la misma cosa».

Es un diálogo estupendo (escogido al azar). Es sobre algo. El diálogo viene en un momento de desesperación para Butch. Está de acuerdo en abandonar el combate, secretamente apuesta por sí mismo y gana. Hará un montón de dinero, pero solamente si se escapa de la venganza de Marsellus Wallace (Ving Rhames) y sus sicarios, Jules y Vincent (Samuel L. Jackson y John Travolta). En una película inferior, en esta escena el diálogo hubiera ido marcado por la acción; Butch habría explicado a Fabienne lo que él y ella, y nosotros, ya sabíamos. En su lugar, Tarantino utiliza una conversación aparentemente irrelevante para establecer su personalidad y la relación entre ellos. Su diálogo está siempre interrelacionado.

Es la estrategia de Tarantino en todas sus películas, hacer que los personajes hablen en momentos precisos de la acción o que hagan lo que les dé la gana. Recordemos la primera conversación entre Jules y Vincent, cuando están de camino para asesinar unos estudiantes que han ofendido a Wallace y se han apropiado de su maletín. Hablan de las leyes sobre drogas en Ámsterdam, cómo se llaman las hamburguesas en París y el grado de intimidad sexual que implica un masaje en el pie. Finalmente Jules dice: «Entremos en situación», y se introducen en el apartamento.

Los diálogos de Tarantino no son simplemente caprichosos. Hay un método detrás. La discusión sobre el porqué los Quarter Pounder se llaman Royales en París es retomada, unos minutos más tarde, en una tensa discusión entre Jules y uno de los chicos (Frank Whaley). También se retoma la historia en la que Marsellus hace que un hombre sea lanzado desde un cuarto piso por haber dado un masaje en los pies a su esposa. Tarantino está preparando el terreno dramático para una escena en la que Vincent se lleva a Mia Wallace (Urna Thurman) a un restaurante, por orden de su jefe. Cuando Mia, accidentalmente, se toma una sobredosis, Vincent se la lleva al «camello». Lance (Eric Stoitz), que la devuelve a la vida con una inyección de adrenalina en el corazón.

Esa escena empieza también con unos diálogos que parecen divertidos cuando en realidad están preparando el terreno. Conocemos a la novia de Lance, Jody (Rosanna Arquette), que lleva piercings en las partes más inverosímiles y que habla sobre el fetichismo de los piercings. Tarantino está preparando su conclusión. Cuando la aguja atraviesa el corazón, se espera que sea uno de los momentos más atroces de la película, pero el público, curiosamente, siempre se ríe. En un análisis plano a plano en la Universidad de Virginia, descubrimos la razón. Quentin Tarantino nunca nos muestra la aguja penetrando el pecho. Corta a unos planos donde los personajes que rodean a Mia reaccionan al golpe, gritando. Jody dice que ha sido todo un «viaje». Entendemos que, para una mujer con tantos agujeros, aún le faltaba por descubrir el último piercing posible. El lenguaje corporal y los diálogos toman una escena grotesca y la convierten en comedia negra, pero genuina. Todo está en el montaje y en los diálogos. También se encuentra, por supuesto, en la desesperación subyacente, motivada por los pensamientos sobre lo que puede hacerle Marsellus a Vincent, ya que matar a la señora Wallace es mucho peor que darle un masaje a sus pies.

La estructura circular y autorreferencial de la película es famosa. El atraco al restaurante que hacen Pumpkin y Honey Bunny (Tim Roth y Amanda Plummer) empieza y termina la película, mientras que las otras historias paralelas entran y salen sin una cronología estricta. No obstante, hay cierta cronología en el diálogo, en el sentido en que éste marca o enriquece lo que viene después. Los diálogos son la prueba de los malabarismos que ha tenido en mente Tarantino desde el mismo principio, porque no hay ni un solo fallo: las escenas no van en orden cronológico, pero los diálogos siempre están perfectamente situados dentro de la película.

He mencionado que la secuencia de la aguja en el corazón termina en risas. Ese es también el caso en la escena donde los secuaces matan por accidente a uno de los pasajeros del coche. El interior del coche está repleto de sangre cuando el Lobo (Harvey Keitel) es llamado para arreglar la situación: recordamos mucha más sangre que la que de hecho vemos, eso es porque la escena no paraliza la película. Las escenas con sangre son las escenas donde el Lobo puede desarrollar mejor su trabajo, y son divertidas porque son un hecho. La película contiene escenas de violencia repentina y brutal, como cuando Jules y Vincent abren fuego en el apartamento o cuando Butch se vuelve «medieval» (la palabra preferida de Marsellus) con los chicos que visten cuero. Tarantino utiliza planos largos, sorpresas, recortes y el contexto del diálogo para hacer que la película parezca menos violenta cuando tiene todo el derecho a serlo.

Howard Hawks dio una vez la definición de una buena película: «Tres grandes escenas. Ninguna escena mala». Pocas películas recientes tienen más escenas
buenas que Pulp Fiction. Algunas parecen comedia musical, como cuando Vincent y Mia bailan enjackrabbit Slim's. Otras son abrumadoras en su brusquedad, como cuando Butch vuelve a su apartamento y sorprende a Vincent. Algunas son todo estilo verbal, como el diálogo entre Marsellus Wallace y Butch, o cuando el capitán Koons (Christopher Waiken) hace el monólogo al «hombre pequeño» sobre el reloj de su padre.

También hay algunas que parecen deliberadamente planeadas para provocar discusión: ¿Qué hay dentro del maletín? ¿Por qué salen destellos de luz de su interior durante el primer tiroteo en el apartamento? ¿Cita correctamente la Biblia, Jackson? Algunas escenas dependen enteramente de la actitud (el detalle sin sentido de la limpieza del Lobo). Muchas escenas tienen un nivel adicional de interés porque los personajes temen represalias (Bruce teme a Wallace, Vincent teme a Wallace, Jimmie, el traficante de drogas, quiere que se lleven el cadáver antes que su esposa vuelva a casa).

Vi Pulp Fiction por primera vez en el Festival de Cine de Cannes en 1994, donde ganó la Palma de Oro y dominó los debates sobre cine de toda la nación durante al menos los siguientes doce meses. Es la película que ha tenido más influeneia de la década; su descripción cronológica del tiempo se puede notar en películas como 5ospechosos habituales, Zero Effect y Memento, no es que la hayan copiado, sino que son muy conscientes de los placeres de jugar con la cronología. Pero no es la estructura lo que hace de Pulp Fiction una gran película. Su grandeza viene de su enlace con los personajes originales (esencialmente cómicos) con una serie de acontecimientos vividos e imaginativos, y de los diálogos. Los diálogos son la base para todo lo demás.

Viendo muchas películas, me doy cuenta que todos los diálogos están enteramente dedicados a explicar o a profundizar el argumento y no hay ninguna ligereza en el estilo del lenguaje o del idioma para su propio beneficio. Citaremos cualquier diálogo de Pearl Harbor como burla. La mayoría de las conversaciones en la mayoría de las películas son mortalmente aburridas, esa es la razón por la que directores sin talento para los diálogos dependen tanto de la acción y de los efectos especiales. Los personajes de Pulp Fiction siempre están hablando, siempre dicen cosas interesantes, divertidas, temibles o audaces. La película funciona como un libro leído. Imaginemos tener que escuchar El regreso de la Momia.

Roger Ebert. Las grandes películas. Editorial Ma non tropo.

Polar Express

Robert Zemeckis, 2004
Doblaje original: Tom Hanks (Chico, El padre del chico, El revisor, El vagabundo, Santa Claus), Michael Jeter (Smokey y Steamer), Peter Scolari (Chico solitario), Nona Gaye (Chica heroína), Eddie Deezen (Chico sabelotodo), Charles Fleischer (General elfo).
Guión: Robert Zemeckis y William Broyles; basado en el libro infantil de Chris Van Allsburg.
*
Insulina y adrenalina

El verano es el tiempo de las historias playeras y la navidad es el turno de la arquitectura y la mitología nórdica, los techos de pizarra inclinados, los muñecos de nieve que jamás he podido hacer porque en mi latitud la única nieve que conozco es la que hace el frigorífico cuando funciona mal. El objetivo de los cuentos navideños es que creamos en la magia. Se trata de hacerlo un ratito, un par de horas, y de compartir ese breve subidón diabético de amor e ingenuidad con todo el mundo de la sala para que así cuando se enciendan las luces todos nos miremos extrañados y volvamos a fruncir el ceño y escondernos detrás de nuestras impenetrables bufandas.

La regla fija de una película navideña es que durante una hora y media tenemos que creer en Papá Noel. A veces porque el trineo de Santa o la lógica de la historia no se pone en marcha a menos que participemos, y otras veces, más coactivas como esta ocasión, porque los escépticos, con el protagonista a la cabeza, reciben un escarmiento, y el espectador no quiere recibir otro.

Polar Express no me gusta nada porque en vez de un argumento, los creadores han buscado una excusa y la han encontrado en los parques de atracciones. Polar Express no es más que una montaña rusa con imágenes sorprendentes y algún recurso visual que dejaré a otro que elogie, porque a mi, los recursos visuales me cansan si no están al servicio del argumento.

Fotogramas **: Lo peor de Polar Express es que, fascinada por su tecnología, ha convertido este cuento en una interminable montaña rusa de efectos y música atronadora, sin personajes, diálogos ni auténtica emoción.
Blogcritics: The Polar Express is a movie that begs the question, "How long can one stretch out a 30-page children's book?" The basic plot of a child who boards a magical train bound for the North Pole, meets Santa Claus, and learns a lesson about belief, is not nearly enough material to fill a feature length movie.
Gallager: Straining with all the elaborate, new-fangled wizardry at its disposal to become an instant Christmas classic [ironically] steeped in old-fashioned storybook charm, this visually impressive yet emotionally frigid fable could perhaps more accurately be tagged The Bipolar Express.
The movie blog: Here's a riddle for you. What do you get when cross Tom Hanks (one of the most celebrated actors and talents of our generation), a 3D animated film (one of the most financially lucrative of all film genres) and a $270 million dollar budget to make and market a film?
Mr Cranky (-3): All the kids freaked me out. They look fucking weird.
There's something disturbing about their eyes and their facial expressions. Oh, the movements, like walking and stuff, all look okay, but then you get to the kids' weird expressions and you begin to suspect they're possessed. You half expect them to grow horns and start declaring their eternal allegiance to "Satan Claus."
Vacuity: quite some disappointment.
Krinein: Vous l’aurez compris, le Pôle Express est à réserver à un public bien précis : les enfants de moins de six ans. Les autres, en particulier les parents accompagnant leurs chères têtes blondes, se verront souhaiter bon courage.
Robert Hospyan: De plus, la forme sied parfaitement à ce conte de Noël pur, principalement destiné aux plus jeunes. On regrettera cependant que le développement se limite à une structure de montagnes russes et que les personnages secondaires soient un peu trop archétypaux, empêchant le film de gagner en profondeur.
Amélie Chauvet: En choisissant d’adapter le célèbre conte de Chris Van Allsburg « Le Pole Express », le réalisateur de la trilogie du RETOUR VERS LE FUTUR se lançait un double défi, artistique et technique

Rotten Tomatoes

Ordet

Carl Theodor Dreyer, 1955
Reparto: Birgitte Federspiel (Inger, Mikkel's Wife); Ejner Federspiel (Peter Skraedder); Emil Hass Christensen (Mikkel Borgen); Cay Kristiansen (Anders Borgen); Preben Lerdorff Rye (Johannes Borgen); Henrik Malberg (Morten Borgen); Gerda Nielsen (Anne Skraedder); Ann Elisabeth Rud (Maren Borgen, Mikkel's Daughter); Ove Rud (Pastor)
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La locura y la fe

Los Borgen son ricos y creyentes a su manera. El padre se separó del resto del pueblo a causa de su forma de entender la religión. Uno de sus hijos, Mikkel, está felizmente casado con Inger y es agnóstico, pero ella dice que no le hace falta la fe porque él es un hombre bueno. Otro hijo, Anders, corteja a la hija del sastre del pueblo, y el sastre no acepta darle la mano de su hija por su religión. El padre, Morten, no esta muy contento con la boda, a pesar de que Inger, su nuera, hace todo para convencerlo; pero cuando se entera de que su hijo Anders ha sido rechazado corre a casa del sastre y le exige que de su consentimiento para que la pareja pueda casarse.

El personaje más excéntrico es el tercer hijo de Morten Borgen, Johannes. Morten quiso hacer de él un pastor, pero en la universidad la lectura de Kierkegaard lo volvió loco y ahora cree que es Jesucristo. A veces escapa a las dunas y predica la palabra de Dios ante el mar.

Inger es el personaje más abnegado y bondadoso de la familia. Cuando da a luz su tercer hijo el parto de complica y pierde al bebé. Morten se da cuenta de cuanto necesita a Dios y cuanto asía que su nuera salga con vida. Pero aún no acaba de creer en la mano de Dios. Mientras toman la enésima taza de café de ese día, el médico, el pastor y Morten se preguntan a quien deben el desenlace feliz, ¿a Dios o a la medicina? Esa misma noche, Inger muere.

Johannes desaparece, le creen muerto, pero vuelve para ver el entierro con la cordura recobrada. Les dice que si tienen fe ella resucitará, y ellos vuelven a la certeza de que sigue loco. Sólo una niña, la hija mayor de Inger tiene fe en Jonannes.

Cine danés: Carl Theodor Dreyer, llevó a la pantalla la pieza del pastor y dramaturgo Kaj Munk estrenada en el teatro Betty Nansen de Copenhague en 1932. En ella Johannes, su protagonista, que en su juventud enloqueció por su excesivo celo en el estudio de Kierkegaard, cree ser Jesucristo, y operará, gracias a la fe de su pequeña sobrina, el milagro de la resurrección de su cuñada y madre de la niña, quien dando a luz prematuramente su tercer hijo había muerto en el parto. La ciencia, representada por el expeditivo médico, y la religión oficial, encarnada en el nuevo pastor del poblado, descreen de cualquier milagro y del poder de la fe.
Carles Moreno: Al relacionar Dreyer amb l'obra de Mondrian ja hem parlat de la importància de les línies en el cinema dreyerià, però hi ha més aspectes on apareixen aquestes línies. Trobem la importància de la incisió de la línia a través de la llum en els personatges d'Ordet, per exemple. Aquesta profunditat de la línia fa que la pel·lícula ens pugui recordar també a un gravat de Durer.
Ray Carney: Ordet is a film about change, growth, possibility; but the preceding remarks should suggest the extent to which this commitment is embodied in the very style of the camera-work and blocking itself.
Cinematheque: The religious tensions that fuel the piece come to a head when Inger dies in childbirth, and the half-mad, half-visionary Johannes prays for her resurrection. Ordet is a powerfully effective, deceptively simple work, distinguished by restrained acting, strangely becalming camera techniques, austere geometrical sets, and a slow, hypnotic rhythm. Its utterly unsettling closing sequence is one of the most extraordinary and enriching in the cinema, and has been the subject of much contention. Danish enfant terrible Lars von Trier's Breaking the Waves was a 1996 tribute.
Gary Morris: The possessed Johannes predicts her death, and she dies. Prompted by her daughter, Johannes commands Inger to rise from the dead, and she does.
Long Pauses: Ordet is really about faith, though. It’s about the mysteries and contradictions and beauty of such irrational belief. Unlike any other film I can name, though, Ordet treats this subject with both measured skepticism and reverence, forcing us to distance ourselves, even if only temporarily, from our personal beliefs so that we might reexperience “true faith” (whatever that is) free of cultural baggage and biases.
Senses of cinema: Perhaps the most representative of Dreyer’s feminine ideal, however, is not the inexhaustible conviction and impractical idealism of Joan or Gertrud, but Inger’s (Birgitte Federspiel) role in the Borgen household in Ordet (1954)—maternal, yet sensual; spiritual, yet practical; unshakable personal conviction, yet conciliatory and tolerant. Her pragmatism, spirituality, and warmth serves as the unifying force for the family, reconciling the ideological and emotional division among her morally good, but agnostic husband.
Stef Loy: In both the silent The Passion of Joan of Arc and in Day of Wrath he boldly confronted the church's ideology of religious intolerance by showing them a previous establishment's thirst to turn infidels into martyrs. Here he shows us point-blank the difference between the weight of religion and the simple faith of a child.
Greg Nynquist: Dreyer seems more or less comfortable with the tragedy of the world. He has the faith that Bergman largely lacks.
Strictly film school: There is a glimpse of its elusiveness in Johannes' distracted, rambling speech, questioning people's skepticism and inability to accept the existence of miracles in the modern world. Peter's callousness and intractability reflect the intolerance of placing organized religion above compassion and human decency, an austerity similarly explored by Ingmar Bergman.
Dreyer | imdb

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Los westerns de Anthony Mann

Filmografía de Anthony Mann

Dandy in Aspic, A (1968)
Heroes of Telemark, The (1965)
Fall of the Roman Empire, The (1964)
El Cid (1961)
Cimarron (1961)
Man of the West (1958)
God's Little Acre (1958)
Tin Star, The (1957)
Men in War (1957)
Serenade (1956)
Last Frontier, The (1955)
Man from Laramie, The (1955)
Strategic Air Command (1955)
Far Country, The (1954)
Glenn Miller Story, The (1953)
Thunder Bay (1953)
Naked Spur, The (1953)
Bend of the River (1952)
Tall Target, The (1951)
Devil's Doorway (1950)
Furies, The (1950)
Winchester '73 (1950)
Side Street (1950)
Border Incident (1949)
Reign of Terror (1949)
Follow Me Quietly (1949)
He Walked by Night (1948)
Raw Deal (1948)
T-Men (1947)
Railroaded! (1947)
Desperate (1947)
Bamboo Blonde, The (1946)
Strange Impersonation (1946)
Two O'Clock Courage (1945)
Sing Your Way Home (1945)
Great Flamarion, The (1945)
Strangers in the Night (1944)
My Best Gal (1944)
Nobody's Darling (1943)
Moonlight in Havana (1942)
Dr. Broadway (1942)
El tema favorito de los westerns de Mann es el de la reputación. Sus westerns son reconocibles cuando aparece el hombre con un pasado turbio. El espectador y los vecinos honrados de la comunidad desconfían del héroe pero, este siempre nos va a demostrar que no tenemos derecho a juzgarlo por lo que ha sido, que todos los hombres tienen dentro de sí la capacidad de empezar de nuevo y de hacer las cosas bien.

Winchester 73 (1950) es uno de los primeros westerns que hizo. El ladrón y el hombre honrado, acabamos descubriendo, recibieron la misma educación. En Horizontes lejanos (1952), el pistolero quiere cambiar su vida para hacerse agricultor. La tentación está en la venganza, en el uso de la fuerza que casi lo vence porque él y los rancheros son víctimas de la injusticia, y de la especulación salvaje.

El protagonista de Colorado Jim (1953), Kemp, también es capaz de cambiar y de volver a empezar, hasta el punto de dejar a un lado la vida que ha llevado buscando una recompensa que lo indemnice por su tragedia. En La última frontera (1955), Jed Cooper recibe el desprecio de un oficial del ejército porque ha vivido con los indios. Cooper ofrece un crimen para salvar el fuerte. El hombre de Laramie también es de 1955. James Stewart lucha contra los prejuicios de un ranchero que está ciego y no puede ver que su hijo es un malvado. El protagonista de Cazador de forajidos (1957) recibe la frialdad de la gente respetable del pueblo porque su trabajo es el de cazar delincuentes. A su modo nos hace darnos cuenta de que la sociedad no agradece aquellos trabajos que más necesita.

En 1961 Mann rodó Cimarrón, donde todos sus temas aparecen en su estilo circular. A Mann le gusta volver a la misma reflexión cambiando los matices. Cherokee Kid es, esta vez, el personaje lastrado por la reputación, Glen Ford intenta conducirlo por el camino recto, pero fracasa. Mann vuelve a los indios, al racismo, al héroe incomprendido, esta vez por su familia.

Los meses de octubre y noviembre, la Filmoteca Española ofreció un ciclo sobre este autor cíclico. Quizá no figura entre los grandes, pero ha dejado un testamento inolvidable sobre el mundo del oeste y sobre grandes héroes que fueron capaces de vencer los prejuicios.
“National Treasure” Jon Turteltaub, 2004
Reparto: Nicolas Cage (Ben Gates), Diane Kruger (Abigail Chase), Justin Bartha (Riley Poole), Sean Bean (Ian Howe), Jon Voight (Patrick Gates), Harvey Keitel (Sadusky), Christopher Plummer (John Adams Gates), David Dayan Fisher (Shaw), Stewart Finlay-McLennan (Powell), Mark Pellegrino (Johnson), Oleg Taktarov (Shippen).
Guión: Jim Kouf, Cormac Wibberley y Marianne Wibberley; basado en una historia de Jim Kouf, Oren Aviv y Charles Segars.
Producción: Jerry Bruckheimer y Jon Turteltaub.
* * *
Dan Brown, Stevenson y un Indiana Jones para cardiacos

Todo el Código Davinci apuntaba una sensación que al llegar final se confirmaba a gritos, la de haber leído un cuento infantil con excusas de adultos como la culturilla general o la vida en juego del protagonista. Digamos que se ve demasiado la mano del prestidigitador haciendo lo de siempre, pero a Dan Brown no debe importarle mucho porque se está haciendo de oro y nos va a colocar con su gallina todos los huevos que quiera a costa de asustarnos un poco y de contarnos alguna curiosidad digna de las revistas semanales de cultura.

Jerry Bruckheimer (el de Piratas del Caribe), que nunca falla, ha usado la misma fórmula para hacer cine. Ha confeccionado una gymkhana muy parecida a la del escritor con un poco de cultura general y otro poco de culturilla patriótica. Ha elegido un par de lugares conocidos de la geografía nacional como el monumento a Lincoln, el Independence Hall de Philadelphia, La Iglesia de la Trinidad de Manhatan, la declaración de independencia, Benjamín Franklin, el dólar, los templarios, los masones.

Nicolas Cage se llama Ben Gates, pero usa el nombre falso de Ben Brown, no sé si como homenaje al escritor pirateado. Desde niño busca el tesoro escondido por los padres fundadores de la constitución, porque su abuelo le habló del secreto. Para conseguirlo tendría que usar la Declaración de Independencia, pero sus principios, y su buena educación le impiden hacerlo. En vez de robarla, tendrá que salvarla, que es casi lo mismo. Ben Gates es un personaje al puro estilo Disney porque no está dispuesto a romper un plato. Aunque su cultura y su vida aventurera lo hacen cercano a Indiana Jones, la película ha medido con cuentagotas cada escena de peligro y de violencia, hasta llegar a parecer en algún momento, (como por ejemplo el de la persecución de los matones), un revival de Mary Popins. Si tiene problemas de corazón, hipersensibilidad o hipocondría, no dude en ir a verla.

Tambien se parece a “La Isla del tesoro” de Stevenson, porque los buenos no vencen por la fuerza, sino con negociaciones y pactos entre caballeros. En algún momento me pareció que iba a ver a Hawkins aparecer por algún lado. El resultado no es el más gratificante que cabía esperar de tanto productor infalible. Y es una pena, porque la secuencia del robo de la Declaración de Independencia hacía presagiar una película antológica.

José Manuel Cuéllar: los guionistas, para evitarse problemas, lo dan todo por hecho, esto es así y lo otro asao. «¿No lo lo coges? Es tu problema. Sé más listo. A nosotros ya nos han pagado, apáñetelas». Cuando lo intentas, ya están en el séptimo acto y te han cobrado la entrada.
Mr Cranky (-2): This is a film that should actually make audiences happy because it's produced by Jerry Bruckheimer, who's renowned for testosterone-laced epics that require about as much thought as idling in traffic. Yes, I said "happy," but not because the film is any good. "National Treasure" is such a blatant rip-off of the themes popularized by Dan Brown that folks will watch this film overjoyed that Bruckheimer hasn't gotten his greasy hands on the rights to "The Da Vinci Code".
Abigail gets caught up in the adventure, apparently fulfilling her curatorial duties by declaring "be careful with that" whenever somebody tries to unroll the Declaration too fast.
Ebert **: I understand why it is necessary, in The Da Vinci Code, to conceal information associated with the Holy Grail, but I am less convinced, in "National Treasure," that the treasure had to be hidden because it was so vast that if all that wealth came suddenly into the world it would, I dunno, capsize the economy or cause the brains of accountants to explode.
National Treasure is so silly that the Monty Python version could use the same screenplay, line for line.
Michael O’Sullivan: It's "Raiders of the Lost Ark" for people who slept through American history class.
The Movie Boy **: Attention Deficit Disorder editing and superficial approach to characterization, "National Treasure" stays mostly within said boundaries even as it is more tame and less grating than most.
Kirk Honeycutt ***: The story and script by five writers (assisted by even more uncredited scribes) imagines an American family named Gates has been cursed since post-Revolutionary times by the secret knowledge that the United States of America harbors the legendary Knights Templar treasure, handed down from the Crusaders to other grave robbers and thieves until it found its way to the rebel colonies.

Rotten Tomatoes

Los increíbles

Brad Bird, 2004
Doblaje original/español: Craig T. Nelson/José Antonio Ceinos (Bob Parr/Mr. Increíble), Holly Hunter/Beatriz Berciano (Helen Parr/Elastigirl), Samuel L. Jackson/Antonio Molero (Lucio Best/Frozono), Brad Bird/Emma Penella (Edna Mode), Elizabeth Peña/Esther Arroyo (Mirage), Spencer Fox/Miguel Rius (Dashiell 'Dash' Parr), Sara Vowell/Laura Pastor (Violeta Parr), Jason Lee/Rafael Alonso (Buddy Pine/Síndrome), Teddy Newton/Carlos Herrera (Locutor), John Ratzenberger/Álex de la Iglesia (El Socavador).
* * * * *
Cuesta ser uno más

Hubo un tiempo en el que los superhéroes salvaban a la gente, detenían a los delincuentes y recogían gatitos de los árboles, a la vez que llevaban una doble vida de ciudadanos normales. Pero esos tiempos pasaron, los ciudadanos se cansaron de ser salvados y las demandas judiciales se acumularon sobre estos protectores tan molestos. El gobierno les ofreció vivir de incógnito y les obligó a dejar de usar sus superpoderes. Mr. Increíble no se adapta a la vida como agente de una compañía de seguros y añora aquellos tiempos, por eso no puede resistirse a piratear la emisora de la policía y echar una cana al aire salvando gente con su amigo Frozono. Su mujer lo lleva mejor como ama de casa, aunque de joven fue “Elastigirl”. Los hijos tampoco han salido normales, el pequeño Dash es superveloz, la mayor, Violeta, es capaz de hacerse invisible.

Es cierto que los superhéroes son una carga para la humanidad. Uno ya está un poco harto de que 007 nos salve la vida de malvados que se esconden en fortalezas, o de que el hombre araña tenga que dejar a su chica por nuestro bien; y ya era hora de que la gente pusiera una demanda a todos esos salvapatrias. A veces uno siente que si no hubiera tantos héroes no habría tantos villanos. Lo que ocurre es que Bob (Mr. Increíble) no es tan malo, el hombre sólo quería divertirse un rato. En cambio Síndrome es un ejemplo perfecto de superhéroe pesado, a falta de peligros, él mismo los crea.

Vista como una historia de superhéroes, “Los increíbles” es asombrosa. Cada personaje saca punta e ingenio para aprovechar ese arma secreta que tiene en situaciones inesperadas. En muchos momentos todo parece perdido y alguien usa su habilidad arrancando al público de la butaca. Imposible permanecer indiferente. Pero vista con una segunda lectura, como una historia familiar, la película es aún más inteligente. Salvo la mamá que está a gusto con su vida cotidiana, el padre se aburre sacando punta a los lápices, necesita hacer algo especial, algo que se le saque de la rutina. El hijo, Dash, es un pícaro campechano que sólo quiere divertirse y nadie le deja demostrar lo que es. La hija, Violeta, es tímida, invisible para el chico que le gusta, y también invisible de verdad cuando se ruboriza. Los hijos han aprendido de sus padres que nunca deben usar sus superpoderes, y la madre tiene que convencerlos de que ahora que están en peligro, la primera regla ya no vale. La aventura en la isla es vivida por todos como una experiencia renovadora porque saca del fondo de cada cual todo lo que tiene, tanto a nivel humano, como superhumano. La aventura es mucho más gratificante que la de tantos otros superhombres, porque en lugar de salvar la humanidad, fíjense que están salvando la familia.

Bob dice que él trabaja solo. Se lo dice a Elastigirl, y a Buddy, su émulo. También al final quiere enfrentarse sólo con el peligro ¿Por qué? Le pregunta su esposa ¿quiere ser un machito? Él dice que no quiere perderlos, pero era una buena pregunta. De hecho a Bob le hace falta la ayuda de un secuaz de su enemigo. A menudo una película gana más más con un buen malvado que con un buen héroe. Síndrome es perfecto, su heroísmo es pura envidia, su intención es puro camelo y su falta de escrúpulos le cuesta la fidelidad de Mirage, otro personaje interesante.

ESTRATEgA: Hay divertidas escenas de “alienación” del héroe retirado a la fuerza en un trabajo muy por debajo de su potencial (una compañía de seguros). Es paralelo a los problemas de su hijo en el sistema educativo, que siendo “especial”, también debe de alguna forma ocultarlo. Su madre le dice: “Para encajar tenemos que ser como los demás”)
Saliendo de la norma, intenta hacer algo extra (y ético) por sus clientes.
Es decir, el diseño de la empresa no puede cambiar, el mérito es encajar. Pero como el superhéroe retirado demuestra, el mérito es escapar.
Sapulding: Brad Bird, también ha intentado profundizar, de manera sarcástica, en el dilema mental que supone, para esta familia, su condición de superhéroes, al igual que hiciera Sam Raimi con su última entrega sobre Spiderman, hurgando de este modo en la parte más oscura de estos.
Crisei: Las escenas de peleas, además, tienen la ventaja de que se ven perfectamente, sin que la cámara nos maree. Y el homenaje doble del final, al número uno de Fantastic Four y al gesto de Clark Kent a punto de convertirse en Superman, les juro que hizo que se me saltaran las lágrimas.
J.P. Bango: En fin, los superhéroes, de los de toda la vida, regresan al firmamento filmográfico por la puerta grande gracias a este magnífico film de Brad Bird, desposeído de las servidumbres de la desidia y por ello: festivo, animado y electrizante, que reflexiona sobre la naturaleza humanística del hombre y sobre las losas emocionales que soporta en su cotidianidad y que, por encima de lo demás, se constituye en una de las películas familiares más lúcidas y perspicaces de cuantas se han atrevido a engendrar los marcianos discípulos de la Pixar.
Stipey: Mr Increíble guarda cierto parecido con "Hulk" en eso de la fuerza sobrehumana, Elastic Girl con Red Richards de "Los 4 fantásticos", Violet también guarda un sorprendente parecido con Sue Storm de los "Fantastic 4", el pequeño Dash de "Flash" el relámpago humáno de D.C. Comics, mientras que no voy a decir nada del peque Jack Jack (aunque guarde similitudes con Hellboy y también con los 4 fantásticos). No debo olvidarme de Frozono que guarda similitudes con Estela plateada y con Mr.Freeze villano de Batman.
Francisco Marinero ***: En 'Los Increíbles' se encuentran unas y otras cualidades: las situaciones, los diálogos y los personajes son divertidos y la parodia tanto de la ciencia-ficción de antaño como del melodrama familiar son ingeniosos
Roberto Piorno @@@@: 'Los increíbles' es la aspirina contra la jaqueca, una protesta formal, por la sobredosis de Spider-mans, Batmans, Hellboys y compañía, y lo que queda (secuela de Superman, Los cuatro fantásticos, Elektra...). No es desproporcionado afirmar, ni mucho menos, que 'Los increíbles', al margen de ser una de las mejores cintas del año (lástima que compita por el Oscar a Mejor Película Animada, sino igual había sorpresa en la categoría reina), es uno de los mejores productos de animación, digital o no, de la historia del cine.
Javier Cortijo: Lejos de tentaciones calcadas, «fotorrealistas» y siempre absurdas estilo «Final Fantasy» o «The Polar Express», Lasseter y sus muchachos vuelven a acertar con un diseño «monigotil» de su raza humana, jugando a su favor el hecho de que, en el fondo, los superhéroes son (o serían) los tipos más de dibujos animados del reino animal.
Toni García: Rick Sayre, el supervisor técnico de la película, afirma que para el personaje de Síndrome «utilizamos los rasgos y el pelo de Brad (Bird) y no le dijimos nada, hasta que un día repasando unas secuencias nos miró y nos dijo: «no os creáis que no me doy cuenta de lo que estáis haciendo»».
Mr cranky (-1): The villain who brings Mr. Incredible out of retirement is Syndrome (Jason Lee), a whiny brat who used to idolize Mr. Incredible, but is now trying to become a superhero by virtue of his inventions. He's like every James Bond bad guy wrapped into one. His main invention? A large metal ball with a computer brain and legs that looks suspiciously like a robotic version of Doc Ock from "Spiderman 2."
During the long stretches when something isn't getting blown up, some cute animal isn't explaining the meaning of life, or some superhero isn't flying, running, stretching or surfing across the screen, you'll find that the only action is in the middle of audience, in the middle of the burgeoning kiddie riot.
George Wu (Culture Vulture): While inspired by past James Bond hideouts, particularly from You Only Live Twice, Syndrome’s tropical island base with waterfall secret entrances and towering monorails is a comic geek’s dream headquarters
Elastigirl is practically Marge Simpson in her desire for stability and conformity while Dash is a less rambunctious Bart. Its over-reliance on tired subplots is a small price to pay for the movie’s plentiful rewards though. The Incredibles provides all the wonder and excitement to be wrought from the superhero genre while making fun of itself in gut-busting ways.
Roger Ebert: On the surface, "The Incredibles" is a goof on superhero comics. Underneath, it's a critique of modern American uniformity. Mr. Incredible is forced to retire, not because of age or obsolescence, but because of trial lawyers seeking damages for his unsolicited good deeds; he's in the same position as the Boy Scout who helps the little old lady across the street when she doesn't want to go. What his society needs is not superdeeds but tort reform. "They keep finding new ways," he sighs, "to celebrate mediocrity."
Anyone who has seen a Bond movie will make the connection between Syndrome's island hideout and the headquarters of various Bond villains. "The Incredibles" also has a character inspired by Q, Bond's gadget-master. This is Edna Mode, known as E and voiced by Brad Bird, who also wrote and directed. She's a horn-rimmed little genius who delivers a hilarious lecture on the reasons why Mr. Incredible does not want a cape on his new uniform; capes can be as treacherous as Isadora Duncan's scarf, and if you don't know what happened to Isadora Duncan, Google the poor woman and shed a tear.

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Rotten Tomatoes

Cosas que hacen que la vida valga la pena

Manuel Gómez Pereira, 2004
Reparto: Ana Belén (Hortensia), Eduard Fernández (Jorge), José Sacristán (Juan), María Pujalte (Ángeles), Rosario Pardo (América), Fernando Colomo (Encargado Chiquijuegos).
Guión: Joaquín Oristrell y Yolanda García Serrano; en colaboración con Carlos Molinero y Luis Piedrahita.
* * * *
Hay vida después de la estadística

Hay muchas reflexiones que vale la pena escuchar o leer. Pero en el cine sólo hay lugar para la urgencia. Toda la belleza que consigue Gómez Pereira se vendría abajo si no fuera porque el protagonista necesita que el cuento acabe en un mismo día.

Los protagonistas de la película no viven la vida, la analizan estadísticamente. Él está en el paro, igual que el 12% de los madrileños, ella está divorciada, igual que el 38% de las mujeres de su edad, y toma pastillas para dormir, igual que todo el mundo. De alguna manera, él y ella han intentado arreglar sus vidas sin éxito. La estadística es para los dos una especie de religión que les orienta en el vacío, es un consuelo, una especie de palabra rectora. En la película, igual que en teatro de Shakespeare, se abusa de los monólogos. Los personajes hablan consigo mismos porque no saben encontrar un rumbo, comparten con nosotros sus valoraciones, sus expectativas. El terreno que pisa Gómez Pereira está lleno de peligros, se puede caer en el intimismo, la bobería, el ombliguismo, y sobre todo el ridículo. Pero el resultado es sólido. Poco a poco el director consigue que los personajes hagan lo que también tiene que hacer el público, consigue que entren en sus propias vidas y las vivan, en vez de pensarlas y calcularlas. Es cierto que lo consigue con una urgencia, igual que las películas americanas de toda la vida, pero también es cierto que ha movido a todo el mundo desde ese limbo donde estaba hasta ponerlo en movimiento, y que al final el más movido es el espectador, o sea, conmovido.
E Rodríguez Marchante: Fiel a su estilo serio de hacer comedia, Manuel Gómez Pereira está a punto de darle aquí la vuelta al género como si fuera una tortilla y bate, con dos huevos, una historia por un lado muy, muy dramática, pero, por el otro, tan jocosa, esperanzadora y optimista que uno, al verla, no puede evitar el preguntarse el cómo y el cuándo se volteó aquello ante nuestras narices
Mirito Torreiro ****: El resultado es un film siempre interesante, con un crescendo narrativo muy bien modulado y unos personajes que, además de creíbles y cotidianos, terminan por hacerse cercanos y compartibles. Y, por si faltara algo, la mirada sobre nuestra realidad no tiene desperdicio.
Enrique Colmena *: Un sin fin de porcentajes que terminan siendo más protagonistas que los dos desgraciados que, teóricamente, lo son. Para terminar el desaguisado, los dos popes de la radio progre española, Gabilondo y Nierga, recitan algunas decenas de "cosas que hacen que la vida valga la pena"
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