Forrest Gump

Director: Robert Zemekis, 1994
Reparto: Tom Hanks (Forrest Gump), Sally Field (Mrs. Gump) Robin Wright (Jennifer Curran) Gary Sinise (Teniente Dan Taylor) Mykelti Williamson (Bubba) Hanna R. Hall (Joven Jenny Curran) Rebecca Williams (Enfermera en el banco) Michael Conner Humphreys (Forrest niño) Harold G. Herthum (Doctor) George Kelly (Barbero) Bob Penny (Cronie)
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Graffiti

¿Se imaginan un abuelito que contandote la historia de España, la coronación del rey, los pactos de la moncloa, el 23F, la matanza de Puerto Urraco, las Olipiadas de Barcelona, te contara que él estuvo en todas y en realidad fue el responsable de cada una? Sería un abuelo muy trolero, o un abuelo con demasiado afán de protagonismo. Pues ese es el abuelo que le va a tocar al nieto de Forrest Gump.

Yo no descubro otro placer en esta película que el afán desmedido de dejar el graffiti en todas partes del mundo, Water Gate, Vietnam, MacIntosh, John Lennon. El gran afán de los efectos especiales es que sepamos que forrest estuvo allí.

Forrest ha conseguido el diploma inmerecido de que su nombre valga para una característica humana, lo mismo que los celos tienen un nombre shakespeariano. Sin embargo no veo muy claro donde quieren llegar los creadores eligiendo de protagonista a un hombre de un cociente intelectual tan bajo. Su idiotez sirve tal vez para la autocompasión porque Forrest recibe menos de lo que se merece. O quizá quiere ser un canto a otro tipo de valores que no sean intelectuales, aunque para eso vale cualquier western. En cualquier caso siempre preferí ver este tipo de hombre en el cine que tener que tragármelo como presidente de su país.

Elling

Petter Næss, 2001.
Reparto: Per Christian Ellefsen (Elling), Sven Nordin (Kjell Bjarne), Marit Pia Jacobsen (Reidun Nordsletten), Jørgen Langhelle (Frank Åsli), Per Christensen (Alfons Jørgensen), Hilde Olausson (Gunn), Ola Otnes (Hauger), Eli Anne Linnestad (Johanne), Cecilie A. Mosli (Cecilie Kornes), Joachim Rafaelsen (Haakon Willum).
Guión: Axel Hellstenius; basado en una novela de Ingvar Ambjørnsen.
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Crecer

La apertura de esta película, lo que sucede antes de leer el título de entrada, es un aperitivo mejor que los de Indiana Jones. Elling siempre ha vivido con su madre, y cuando esta muere él tiene más de cuarenta años y no puede vivir solo, de modo que es internado en un psiquiatrico. Comparte habitación con Kjell Bjarne que a sus cuarenta años vive obsesionado con el sexo y no ha tenido ninguna experiencia. Elling le cuenta historias de sus viajes y sus novias en mil países. Kjell cae en la cuenta de que lo que le cuenta se contradice, y por tanto Elling miente. "No importa, le dice, quiero seguir escuchando tus historias." Y entonces aparecen los carteles del comienzo.

El gobierno sueco ofrece a esta pareja de hombres que no han crecido la posibilidad de salir de siquiatrico si son capaces de valerse por si mismos en Oslo. Para hacernos una idea de sus limitaciones, al principio no son capaces de bajar a comprar comida.

Después de la gran prueba de ir a comer a un restaurante cada uno de los dos hombres maduros se lanza en aventuras más personales. Bjarne conoce a una mujer, Elling empieza a escribir poemas. La película culmina con un viaje y un acontecimiento.

La pareja de Kjell Bjarne y Elling está a la altura de otras tan antológicas como la de Lemon y Mathau. Elling se parece, además al personaje que siempre encarnó Jack Lemon, con sus manías y perfeccionismos. Cervantes ya descubrió que las grandes verdades no están en una afirmación, sino en un duelo, en la doble mirada que puede arrojarse sobre la realidad. Una gran obra tiene que ser ambigua.

La mejor película que he visto este año lo es por lo que narra, también por como lo narra. Un tema tan sencillo y esencial se merecía tales aciertos. Los problemas que encara son serios, la mirada del autor es ligera. El humor bien hecho es quizá el único vínculo que puede unir a un espectador de nuestros días con los problemas eternos.
Elling film review InsideOut
The charm of the film comes from an amalgamation of opposites and how, in some organic way, the two men become dependant upon each other.
Based on Ingvar Ambjornsen's play, Blood Brothers, and cleverly adapted for the screen by Axel Hellstenius, the movie has been a huge hit in Norway. It deserves an equally enthusiastic reception worldwide.
Elling Lo curioso es que sus andanzas no son pocas y el periodo temporal de la historia que Peter Naess narra tampoco resulta corto. Esto hace que dentro de su escasa duración real, director y guionista busquen condensar todos los vericuetos de la trama, logrando únicamente una sucesión de situaciones sin respiro con personajes desdibujados o simplemente inexistentes (como la novia embarazada de uno de los dos enfermos) que entran y salen sin que nos logren importar en lo más mínimo o que cuando si lo logran (caso del amigo poeta de Elling) no logran encontrar su espacio, poniendo aún más en evidencia el fracaso de la estructura.
Temalia Buena parte del encanto de “Elling” se encuentra tanto en su modesto planteamiento como en las actuaciones de su pareja de actores, ambos curtidos en la representación de grandes obras de Dostoievski, Ibsen y Shakespeare en el Oslo Nye Teater.
Calificación: 0 (No se le ocurra verla)

En la habitación

Todd Field, 2002.
Reparto: Sissy Spacek (Ruth Fowler), Tom Wilkinson (Dr. Matt Fowler), Nick Stahl (Frank Fowler), Marisa Tomei (Natalie Strout), William Mapother (Richard Strout), William Wise (Willis Grinnel), Celia Weston (Katie Grinnel), Karen Allen (Marla Keyes), Frank T. Wells (Henry).
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No se puede mezclar a Nani Moretti con Van Danme

Los malos de Shakespeare son tan interesantes que cuesta odiarlos, porque Shakesperare llega detrás de su piel. Ocurre cuando se profundiza en los personajes que luego cuesta tratarlos como marionetas, eso es precisamente lo que hace esta película, y es lo que la hace insoportable. Si un director quiere profundizar en el dolor de una familia para que entendamos hasta donde destruye la pérdida de un hijo, no vale que luego se trate de justificar una venganza a lo Van Danme.

Películas como esta, o como "La habitación del hijo" de Moretti, hablan de cuanto se destruye con una vida, de cuanto lo lamentan los demás. Pero no hablan del dolor de un individuo, nos hacen darnos cuenta de que esa injusticia abarca a todas las vidas, y que trajedias similares se esconden detrás de cada muerte que en un periódico sólo son estadísiticas. Si el realizador pretende convencernos de que una vida es prescindible, pero otra no, entonces está jugando con nosotros. Y está jugando doblemente porque lo que al principio era un fresco del dolor, una instantánea se convierte en un mensaje soterrado que no tiene nada de inocente ni de objetivo. Por eso yo puedo divertirme cuando veo a Van Danme o a Chuck Norris justificar la violencia con sus venganzas de pacotilla, y sin embargo salgo de una película como esta escandalizado indignado y lleno de repugnancia.

Estilísticamente no deja de tener sus aciertos, y algunas elipsis son memorables. Nunca olvidaré la escena en que la madre se entera de la muerte de su hijo. Ella está dirigiendo al coro que entona una canción hermosa, el marido ya lo sabe y se dirije a la puerta. En ese momento se corta la escena, no hace falta ver la cara de Sissy Spacek, sabemos perfectamente lo que viene detrás.
En la habitación Enrique Colmena [CRITICALIA]
No estamos ante una obra implicada en el maniqueísmo de la ley del Talión, sino ante una matizadísima última salida para una pareja que lo ha perdido todo: ni siquiera la postrera satisfacción de que las fauces de la bestia no volverán a morder podrá traerles ya la paz.

Siete novias para siete hermanos

Stanley Donen, 1954.
Reparto: Jane Powell (Milly Pontipee) Howard Keel (Adam Pontipee) Jeff Richards (Benjamin) Russ Tamblyn (Gideon) Tommy Rall (Frankinsence, Frank) Marc Platt (Daniel) Matt Mattox (Caleb) Jacques d'Ambroise (Ephraim) Julie Newmar (Dorcas Gailen) Nancy Kilgas (Alice Elcott) Betty Carr (Sarah Kine) Virginia Gibson (Liza) Ruta Lee (Ruth Jackson) Norma Doggett (Martha) Ian Wolfe (Reverendo Elcott)
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Cambiar a una persona

La gran baza de "El gigante egoísta" de Oscar Wilde es ver como un ser huraño se convierte en un hombre amable por la influencia de un niño. Es un efecto Pygmalión que habla de cómo unas personas pueden cambiar a otras. En "La Bella y la Bestia", Belle opera el mismo cambio en la bestia. Hace poco Jack Nicholson interpretó una película con el mismo fondo, él hacía de un escritor perfeccionista e insoportable y Helen Hunt se encarga de hacer de él un hombre decente. "Siete novias para siete hermanos" arranca con una historia parecida, Milly entra en una familia de hermanos campesinos asislvestrados y se toma la tarea de hacer de ellos hombres corteses. El modo que lucha con ellos y los gana es lo emocionante de esta primera mitad.

La segunda mitad narra el rapto de las sabinas, en este caso, de las siete novias. Por desgracia, los crédulos hermanos se dejan convencer por el consejo del mayor y raptan a las chicas que les gustan. Estos catorce jóvenes tienen que pasar todo un largo invierno de Oregón aislados del mundo y sin dar rienda suelta a unos deseos naturales a esa edad, pero condenables para una mentalidad puritana como la de aquel tiempo. Y sin embargo, hay mucho de entrañable en esta historia de cortejos anticuados. Las chicas se ríen ellos haciéndoles sufrir a la vez que suspiran por sus respectivos pretendientes.

Las escenas de naturaleza son gloriosas, cantan a la primavera y a la felicidad y no produce ningún rechazo la clara conciencia de que cada copo de nieve o brizna de hierba está enlatada en un estudio artificial.

Nunca me han besado

Raja Gosnell, 1999.
Reparto: Drew Barrymore (Josie Geller) David Arquette (Robert Geller) Michael Vartan (Mr. Sam Coulson) Molly Shannon (Anita Olesky) Leelee Sobieski (Aldys Martin) Jeremy Jordan (Guy Perkins) John C. Reilly (Augustus Strauss).
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Hacerse popular

La protagonista de “Nunca me han besado” es una Drew Barrimore (Josie) que trabaja de correctora en el Suntimes de Chicago, periódico que, por cierto, conozco por su crítico de cine, el riguroso Roger Ebert. Su oportunidad para hacerse reportera le viene de la mano de un artículo en el que tiene que hacerse pasar por alumna de un instituto. Josie era una aumna sin éxito en el instituto y al volver a él tiene que vencer sus miedos adolescentes en esta especie de segunda oportunidad.

Igual que muchas otras comedias adolescentes, esta habla del tema del clasismo, de la reina de la fiesta y del grupillo de los populares al que todos aspiran y pocos llegan. Pero la mujer madura que vuelve atrás no lo hace mejor porque sigue creyéndose esa burrada de que el mundo se divide en los guays y los cutres (como los llamaban en “No puedes comprar mi amor”, película mucho más meritoria abordando el mismo tema), así que contra todo pronóstico, la película va de si Josie consigue escalar hasta el grupo de los populares, y aprobar su asignatura pendiente.

Es una película poco recomendable que habla de humildades fingidas. Drew Barrymore es una muchacha insignificante y como dice el título no conoce el amor, en vez de vivirlo prefiere vender su intimidad en una especie de reality show periodístico, convertir su primer beso en una apuesta amarillesca. La historia no tiene una sóla emoción digna de atención, sólo habla de cómo hacerse popular.
Análisis de la pelicula:

Un analisis bastante detallado pero que aun deja algunas cosas abiertas. Algunas de ellas contestadas por lectores.
Por cierto en la misma revista podeis encontrar un analisis equivalente para Memento muy desarrollado.

Un foro de la pelicula, con una cantidad de mensajes impresionante.

Un experimento interesante con la pelicula (en español):

Un comentario basico (en tentaciones de El Pais de Juan Carlos Fresnadillo, el director de "Intacto")
Lei a un asiduos del foro de cine diciendo que una película era mala porque no era complicada. Otra amiga y contertulia dice que Disney es malo porque es almibarado, dice que Shrek es el nuevo cine de dibujos animados y que Monsters apesta porque no es irreverente.

Uno y otro, y tantos más me parecen malos críticos. Buenos confidentes de sus gustos personales, eso sí, pero malos críticos al fin. Por una razón muy sencilla: no quieren conocer un producto distinto de aquello que ellos han marcado previamente.

Para decir lo que a uno le gusta vale todo, porque el gusto es algo personal, eso no lo discuto. Pero si uno quiere entrar en una película desde un ángulo más objetivo, tiene que entender primero que quiere hacer el director, para quien habla porqué habla así. Uno es libre que no entrar en ello, pero me consta que también es injusto si no quiere entrar en el juego y encima quiere opinar como un entendido.

Una película sencilla y sin complicaciones puede ser un producto de primer orden si es eso lo que quiere. Uno tiene que entrar al cine sabiendo que se trata de eso. Un cine como Monsters S.A. no es almibarado, lo que ocurre es que no pretende entrar en el juego escatológico a ver si supera a Shrek. ¿Por qué tiene que hacerlo? ¿Porque lo diga un crítico?

¿Que pasa cuando uno quiere opinar sobre algo sin haber entrado en ello? Pues sencillamente, uno es muy libre de hacerlo, pero a mi no me interesa. Es como si no quieres aprender a jugar al ajedrez pero quieres opinar si te gustan o no. Si no entras en ello, pues tu opinión no vale nada para los demás. Opina mejor sobre un juego en el que has entrado.

El precio de la vida. El mensaje del cine bélico

Hace poco, en una escaramuza en Afganistan murieron cinco norteamericanos. Según el periódico, un soldado fue atrapado por la guerrilla y dos helicópteros fueron enviados para rescatarlo, el nuevo lema del ejército es "ningún hombre queda atrás". Pero yo no sabría estas cosas si no hubiera visto "Black Hawk down".

La guerra de nuestros días ha cambiado mucho. Las escafandras de los soldados, los rifles y los dispositivos de visión nocturna son lo superficial de ese cambio. Mucho más ha cambiado el precio de la vida un soldado. El mensaje de casi todas las películas que se hicieron sobre la Segunda Gerra Mundial venía a hablarnos de ese precio, que igual que el de la cesta de la compra, era mucho más barato en aquel entonces.

El cine bélico es un cine que habla de cuanto vale un hombre. Si uno ve "El tren", aprende que una colección de cuadros insustituibles vale más que la vida de cinco o diez personas. Era el precio que tenía en aquel momento la vida. En los cuarenta el precio era más bajo. El espectador aprendía viendo una película que era mucho más importante dejarse matar que dejarse arrebatar la bandera, o que una vida entregada para tirar abajo un objetivo alemán era una vida bien entregada. El malo de una película de estos años es el hombre que traiciona el objetivo por salvar el pellejo. En aquellos años, uno iba al cine y se iba preparando el cuerpo para entregarlo cuando el estado mayor se lo solicitara, demanda esta a la que no podía negarse. ¿Acaso tiene otra lectura esa famosa virtud de la heroicidad?

Lo cierto es que uno sigue yendo al cine y aprende con el Soldado Ryan que salvar a un solo hombre vale mucho esfuerzo porque la vida de este chaval ha subido de valor. Y aprende viendo "Black Hawk down" que nadie queda atrás y que si hace falta se manda a todo el mundo a rescatar a un solo soldado. Ahora no tenemos que aprender a hacer sacrificios para cuando nos recluten, ahora aprendemos en el cine que nadie nos va a dejar solos, lo cual es una tranquilidad. Ya sólo nos falta aprender el valor de la vida del enemigo.

El tren

John Frankenheimer, 1964.
Burt Lancaster (Labiche) Paul Scofield (Coronel Von Waldheim) Jeanne Moreau (Christine) Suzanne Flon ( Miss Villard) Michel Simon (Papa Boule) Wolfgang Preiss (Teniente Herren) Albert Rémy (Didont) Chales Millot (Pesquet) Jacques Marin (Jacques el guardaagujas) Paul Bonifas (Spinet) Jean Bouchaud (Capitan Schmidt) Donald O'Brien (Sargento Schwartz) Jean-Pierre Zola (Octave) Arthur Brauss (Pilzer).
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El valor del arte

Un tren Nazi transporta hacia Alemania en sus vagones los mayores tesoros de la pintura francesa. Si fueran sus libros, o su música, estaría en juego algo reemplazable, pero son cuadros, obras que no tienen el mismo valor si no se trata de la original. El valor de esos cuadros pretende ser el tema central de la película. El oficial alemán está dispuesto a sacrificar cualquier otra razón militar, no digamos humana por conseguir el botín. Labiche, el maquinista y resistente francés no parece convencido de la misión en la que se ha metido, pero de alguna manera entra en el juego hasta arriesgar su vida y la de muchos amigos para evitar que los cuadros lleguen a su destino. El duelo está narrado con la sobriedad de un gran tema, pero no llega a alcanzar la profundidad que pretende. No deja de ser un pasatiempo bien hecho, y la estrategia de cambiar los nombres a las estaciones para timar a los nazis no deja de ser una ocurrencia inolvidable.

Frankenheimer dedica el principio de la película a convencernos con una lógica implacable de que la única manera de sabotear el tren es recurrir a ese complicado juego de engañar al tren. Los franceses juegan al sabotaje inocentemente, con su picardía, los alemanes responden con el asesinato. Es de agradecer, al menos, que Frankenheimer no recurra al golpe bajo de aludir al holocausto, como Spielberg, para polarizar al espectador en una sola dirección.

Sobre el tema que propone el director, ¿es más importante la vida o el arte? yo no albergaré jamás una sola duda. Que me quemen el Louvre antes de sacrificar a un solo hombre.

Atando cabos

Lasse Halström, 2001.
[The shipping news]
Reparto: Kevin Spacey (Quoyle), Julianne Moore (Wavey Prowse), Judi Dench (Agnis Hamm), Cate Blanchett (Petal Bear), Pete Postlethwaite (Tert X. Card), Rhys Ifans (Beaufield Nutbeem), Gordon Pinset (Billy Pretty), Scott Glenn (Jack Buggit), Jason Behr (Dennies Buggit).
Guión: Robert Nelson
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Muchos cabos sueltos

"Atando cabos" tiene muchos ingredientes para interesar a cualquier espectador durante su metraje. El centro de la historia es un hombre con una identidad destruida desde su infancia por un padre brutal. Su matrimonio y su vida son un fracaso porque no es capaz de afrontarlos. La muerte de su esposa y de sus padres, la aparición de su tía deparan un cambio en su vida, viaja con ella y con su hija de diez años a su pueblo natal en la exótica y helada Terranova. En su pueblo inicia un trabajo de periodista para el que no se cree preparado, su hija ve fantasmas, su tía revela un pasado inesperado, descubre unos antepasados truculentos, conoce a una mujer herida por la vida igual que él, afirma su identidad con sus artículos, vive en una casa anclada a suelo por cables...

La vuelta a su tierra de Quoyle es un viaje lleno de exotismo. Cada uno de los elementos de este riquísimo fresco daba para una película. Pero la unión de todos ellos no crea un gran mosaico. Falta un verdadero hilo conductor que saque partido a las historias, o que elimine las que no le sirven. La película funciona como una sinfonía en la que la partitura de cada instrumento es hermosa, pero una vez unidos no funciona. En otras palabras, Hallström se pierde. Por eso las escenas de humor como la del resucitado no son divertidas, la mística de los fantasmas no encaja, el camino de Quoyle hacia su propia superación se pierde entre los recovecos del relato.

Hallström es también, para mi gusto, un director pastelero. No niego que me gustan los personajes blandos como el que crea Jack Lemon en "El apartamento", o el propio Quayle en esta cinta. Pero la blandenguería sólo me gusta en los personajes, no en el autor.
Atando cabos Enrique Colmena [CRITICALIA]
Un rosario de extravagancias que podrían haber dado cada una para una película, pero que juntas constituyen un batiburrillo aburrido, porque Hallström no termina de dar con la clave de una historia con demasiadas líneas argumentales en las que el espectador termina preguntándose qué es lo que le están contando, si es que le cuentan algo.
THE SHIPPING NEWS Roger Ebert (**)
It won the Pulitzer Prize. It must be a wonderful book. But the movie made from it is relentlessly colorful and cute, until you wonder if the characters stayed up late inventing quirky dialogue and thinking of peculiar behavior they can cultivate.
I liked the feeling of community in the town, the palpable sense of place. But, lord, the characters are tireless in their peculiarities; it's as if the movie took the most colorful folks in Lake Wobegon, dehydrated them, concentrated the granules, shipped them to Newfoundland, reconstituted them with Molson's and issued them Canadian passports.
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