Entrevista. Cronopio

Cronopio es el autor de Cronopius digital

Cronopio escribe desde un portátil, conectado a un móvil Vodafone con GPRS, no hay un sitio fijo, en los aeropuertos, las estaciones...
Por cierto, -nos cuenta- es vergonzosa, por lo nula, la cobertura de la red ferroviaria...

¿Con qué frecuencia vas al cine?

Viajo y me muevo bastante, con poco tiempo libre, voy muy poco al cine, aunque, los fines de semana lo compenso, con el cine en casa...

¿Sueles leer crítica de cine? ¿Algún crítico favorito?

Leo pocas críticas. Tengo algún amiguete que es crítico de cine y cuando quiero desmotivarle le digo que los críticos son como los eunucos, pueden explicar con gran precisión las cosas que ven, pero lo que es practicarlas...

¿Qué te parece el cine que se esta haciendo ahora?

Bisnes, bisnes, bisnes... en las grandes producciones más de la mitad se va en promoción...

¿Alguna reflexión sobre el cine español?

Pienso que desde la tan injustamente tratada Pilar Miró, casi nadie ha hecho nada, desde la política, por el cine en España. Dicho en castizo, “t’o recto y luego p’atrás”.

¿Tu película favorita de este año?

Quizás “Los lunes al sol” (aunque creo que se rodó en el 2002)

¿Vives una vida de ascetismo audiovisual o te das el gusto de ver cine de antes? ¿Algún clásico inolvidable?

No sé si esto contestará la pregunta, tengo cantidad de películas, en vídeo y DVD, clásicos, musicales...entre otras, todas las de Woody Allen. Cuando paso un mal momento, me consuelo metiéndome en sus películas y disfrutando con la obra de alguien más depresivo que yo, y que sin embargo es capaz de transmitir un mensaje mágico de optimismo y de ternura, alguien capaz de contar incluso historias terribles, en clave de humor, como “Misterioso asesinato en Manhattan”...

Hace pocos meses, cuando supe de una persona joven, muy próxima, que iba a morir (cosa que ya sucedió), me senté en el sofá, y durante horas fui viendo todas esas películas, sin parar, una tras otra: Desmontando a Harry, Todos dicen I love you, Annah y sus hermans, Zeling...fué lo único que me reconfortó.

¿Mi clásico inolvidable? Ni es clásico y es perfectamente olvidable, excepto para mí, supongo, y me explico: Sucede que una película, por las circunstancias, te elige, se te mete en la cabeza y jamás vuelve a salir. Te marca. Sucedió en el París de los 70, yo era un crío aún menor de edad, que escapaba por primera vez de una España tenebrosa, gris, con una ciudadanía asfixiada y anodina, pendiente de las formas características de las heces de un señor bajito con bigote y voz aflautada, que no terminaba nunca de morirse...

Me metí en un cine de aquel París que hervía, y allí, de golpe, salte de Raza y Marcelino pan y vino al Decamerón de Pasolini, y, aún borracho y conmocionado por las imágenes, un poco después, en la misma sala, ví Sweet Movie de Dusan Makavejev, un canto surrealista a la libertad y al amor libre; hoy es una película menor y perfectamente olvidable, pero en aquel momento me provocó una sensación que no olvidaré. Me conmovió. Entró abruptamente en mí conciencia, chocó allá dentro con la mirada de Pasolini, brillante y afilada como la aguja que empala un insecto en el corcho de un naturalista, y me dejó el recuerdo ahí clavado para siempre.

Han pasado muchos, muchos años y la sensación sigue ahí, pero creo que por nada del mundo volvería a verla.

Por último, alguna frase inmortal de una película.

Sucede con frecuencia en el relato corto -pero también en la novela o el cine- que la obra se estructure para que estalle y culmine en el último capítulo, en el último párrafo, en la última imagen, en la última frase.

Algo así debió suceder con el genio de Billy Wilder en “Con faldas y a lo loco”, 120 minutos de narración fílmica al servicio de una última frase final de tres palabras...

Noviembre

Achero Mañas, 2003
Reparto: Óscar Jaenada (Alfredo), Ingrid Rubio/Paloma Lorena (Lucía), Juan Díaz/Juan Margallo (Daniel), Javier Ríos/Ángel Facio (Juan), Adriana Domínguez/Amparo Valle (Alicia), Jordi Padrosa/Fernando Conde (Imanol), Juanma Rodríguez/Juan Diego (Pedro), Nuria Gago/Amparo Baró (Helena), Héctor Alterio (Yuta).
Guión: Achero Mañas; con la colaboración de Federico Mañas.
*

Alfredo Pan y Vino

En el mundo hay gente que sueña despierta con pasar a la historia en un poster con la foto de la Hermana Teresa de Calcuta a un lado, el Che en el otro y su efigie en el centro, pero no me imaginaba que Achero Mañas era uno de ellos. Lo malo de estos santos en potencia es que a menudo tienen una bondad de jardín de infancia. Proponen arreglar el mundo pintando un dibujo con flores o recitando poemas sobre la paz, que sólo suscitan el aplauso de sus maestras catequistas. Lo que habría que ver es que piensan cuando se les pone delante un problema real como el conflicto árabe israelí donde haga lo que haga parece que uno siempre la caga, o bien en el tema de la inmigración. Mañas no se moja en nada, no toma ninguna opción salvo la de rechazar una enseñanza oficial que siempre queda bien rechazar.

Alfredo se cansa de la escuela de teatro porque ve que con ella no puede cambiar el mundo y funda con sus amigos una comunidad basada en diez principios tan necesarios para cambiar el mundo como no comerse las uñas o beber agua siempre con pajita. El principio estrella es no cobrar por lo que hacen, pero si Mañas se cree que no cobrar es revolucionario que se meta en internet y se va a enterar de lo que es trabajar por amor al arte.

Así que unidos por esa fraternidad universal que sólo tienen los jóvenes y por esos diez principios tan bien elegidos, el grupo de amigos se lanza a la calle a hacer teatro, y se topan con la sociedad que no los acepta representada en una policía que siempre está bien poner de maltratadora y represora cuando uno tiene ínfulas de revolucionario y no es otra cosa que un pesado.

Si Achero Mañas hubiera tenido claro lo que estaba haciendo hubiera formulado un discurso sobre los límites de actuar en la calle. ¿Se puede hacer lo que uno quiera en la calle de acuerdo con nuestras leyes? Esa es la única pregunta que hace la película. Pero Achero Mañas cree que está hablando de como salvar el mundo. Y desde aquí, me gustaría decir para los que tengan la misma intención, por favor, a mi no me salven.

Lo que no cabe duda es que a pesar de su mensaje atufado, Mañas sabe contar una historia. Los números de teatro son contagiosos, algunos están rodados en vivo con una cámara digital que los espontáneos madrileños de la calle Preciados no ven extraña. Puede que usted esté en alguna escena. Mañas ha aprendido de Bob Fose a contar una historia como un documental y a mezclar entrevista con película, presente y pasado. Y en un alarde sitúa la acción en nuestros días como un pasado lejano y el presente en el 2030.

Mañas tiene madera de cineasta, y cuando se aclare las ideas y hable de lo que ve seguirá dando buenas obras. Este ha sido un tropiezo, quería rodar Ghandi y le ha salido Marcelino Pan y Vino.

Días de Fútbol

Dirección: David Serrano, 2003
Reparto: Ernesto Alterio (Antonio), Alberto San Juan (Jorge), Natalia Verbeke (Violeta), María Esteve (Carla), Pere Ponce (Carlos), Fernando Tejero (Serafín), Roberto Álamo (Ramón), Secun de la Rosa (Gonzalo), Luis Bermejo (Miguel), Nathalie Poza (Patricia), Lola Dueñas (Macarena), Pilar Castro (Bárbara), Eva Santolaria (Lorena), Pepo Oliva (Tomás).
* *

Demasiado secundario

En todas las obras de Shakespeare discurre, paralela a la trama de los nobles donde las rimas son más elaboradas, alguna subtrama de los criados donde es más fácil la risa y algún chiste grueso. Nuestro siglo del oro copia el modelo, y en las mejores comedias funciona a la perfección. Si faltan los criados, la obra resultaría demasiado lejana y pomposa, si no estuviera la trama de los nobles resultaría chabacana y falta de sustancia. En esta película sobran secundarios y faltan los protagonistas. El director juega sin parar a poner sordina a los conflictos que surgen pasándolos a un segundo plano o ahogándolos entre frases campechanas de nuestro rico acervo popular que obligan a acabar en una sonrisa lo que perfectamente podría ser dramático. David Serrano tiene muy clara su vocación de comediante y no pide al espectador nada de su tiempo para preocuparle con los problemas que viven los protagonistas. Lo que quizá Serrano no sabe, es que a los espectadores no nos molesta nada preocuparnos por los problemas de otros seres sobre todo cuando sabemos que se van a acabar al cabo de una hora.

Ernesto Alterio no da la talla como chorizete irascible, y no es un problema del actor sino de la elección, porque el cine español está lleno de rabietas y matoncillos (de duros no, por desgracia) que encajan en él. Y Alberto San Juan está aún peor. No da el pego de tímido ni de inseguro. Igual que Bardem es un actor que va sobrado y no encaja para nada en ese tipo de papeles. Pero lo eligieron, era más importante encontrar un actor guapo que encontrar uno adecuado. Es una pena, porque los personajes que tenían que interpretar eran antológicos, un matón irascible que quiere dar lecciones de paciencia, o la escena del vino cuando el tímido inseguro no sabe como ligarse a una chica que tiene en el bote.

Confidence

Dirección: James Foley, 2003
Interpretación: Edward Burns (Jake Vig), Rachel Weisz (Lily), Andy García (Gunther Butan), Dustin Hoffman (Winston King), Paul Giamatti (Gordo), Leland Orser (Lionel Dolby), Donal Logue (Lloyd Whitworth), Luis Guzmán (Omar Manzano), Brian Van Holt (Shills Miles), Franky G. (Lupus), Morris Chestnut (Travis), Ethan Embry (Bobby).
Guión: Doug Jung.
* * *

Para listos

"Confidence" es una película de timadores. El juego del director está en embaucar al espectador a la misma vez que al pringado y su virtuosismo está en timarlo dos veces.

El primer engaño es fácil porque el espectador aún no conoce a los personajes ni las premisas de la historia. El espectador ni siquiera sabe quien de los actores está timando y quien es un pardillo. Y aún peor, no sabe que hay un timo, y lamento destriparle que lo hay. Este prólogo sirve para presentarnos la película muy bien. Vemos que es una película de timadores que también embaucan al espectador. Seguramente, muchos lectores sagaces se pondrán en guardia y no habrá forma de dársela con queso la segunda vez, pero este que redacta tiene que confesar que se la dieron.

La escena con la que se abre el telón es la de un Edward Burns que nos narra lo que ocurrió después de que lo han matado, así que tristemente conocemos el final. Y como señala Ebert si todo es narrado desde la primera persona del timador que habla con una de esas cálidas voces en off que parecen sacadas de un documental de la 2, entonces hay muchas escenas que no deberíamos ver, porque el timador, no estaba allí.

El final está bien resuelto porque une muchos hilos sueltos, porque cada uno tiene lo que se merece, no como en las de Spielberg que al personaje que quiere echar una mano se lo carga, y porque demuestra que se lo han preparado. “Confidence” es un buen juego de ingenio. Espero que ustedes ganen, no como yo.

La liga de los hombres extraordinarios

“The league of extraordinary gentlemen”
Stephen Norrington, 2003
Repato: Sean Connery (Allan Quatermain), Shane West (Tom Sawyer), Stuart Townsend (Dorian Gray), Peta Wilson (Mina Harker), Jason Flemyng (Dr. Jekyll / Mr. Hyde), Naseeruddin Shah (Capitán Nemo), Tony Curran (Rodney Skinner), Richard Roxburgh (Mycroft Holmes), Max Ryan (Dante).
Guión: James Dale Robinson; basado en los cómics de Alan Moore y Kevin O'Neill.
* *
Más es menos

Las bondades de “La liga de hombres extraordinarios” estában ya en el comic de Alan Moore y Kevin O’neill, los vicios son todos de Holliwood.

Moore y O’Neill no contentos con la recreación de un personaje literario apilan uno tras otro a los mitos literarios del siglo pasado. La película reune a Haggard, Twain, Wilde, Stoker, Verne, Stevenson, Connan Doyle. Allan Quatermain se los come a todos porque lo interpreta Sean Connery. Pero la simple matemática no funciona y cada personaje famoso que aparece, lejos de aumentar estropea aún más la historia. La fantasía tiene sus reglas y cada millón de dólares gastado en la recreación de un artefacto, de un duelo o de una castástrofe como la imperdonable destrucción de media Venecia no redunda en un mayor placer visual. Si acaso aumenta algo son las ganas de salir corriendo del cine.
Juan Martínez Moreno.
Interpretación: Antonio Resines (Paco), Elena Anaya (Tatiana), Rosa María Sardá (Aramís), Jordi Vilches (Álex), Joan Crosas (Víctor), Fele Martínez (Bebe), Mariola Fuentes (Reme), Manuel Alexandre (Don Rodrigo), Jaime Blanch (Don Reinaldo Peña).
Guión: Juan Martínez Moreno; basado en un argumento de Antonio Saura y Juan Martínez Moreno.
Guión: James Dale Robinson; basado en los cómics de Alan Moore y Kevin O'Neill.
* * *
Los duros del cine español

Lo peor de “Dos tipos duros” es el modo en que pone al descubierto las carencias del cine español, le falta seriedad y le faltan personajes duros.

Los dos detectives reblandecidos de “El alquimista impaciente” estropearon por completo una trama policial más que interesante. Sea por nuestro carácter sea por nuestras escuelas de actores este es un país que no se atreve con el tipo duro. Y cuando lo hace, como “La caja 504”, el Coronado no sale duro, sino sanguinario. El cine americano, en cambio, tiene el papel de duro reservado para probar el paño de sus actores, quien no da la talla va al paredón.

Puede que el principiante Juan Martínez Moreno se planteara acabar su proyecto con un poco más de seriedad, y la propia lógica del argumento lo pedía. Pero esperar de Antonio Resines que de la nota precisa que hacía falta para un asesino a sueldo es como pedirle a José Luis Moreno que parezca sincero cuando se deshace en elogios de sus presentaciones. Antonio Resines no actúa, repite su repertorio y hace rodar al tipo duro por el camino fácil de la parodia, de modo que los secundarios no pueden hacer el papel que les tocaba, el de ablandarlo y demostrarle lo que valen.

Identidad

James Mangold, 2003
Reparto: John Cusack (Ed), Ray Liotta (Rhodes), Amanda Peet (Paris), John Hawkes (Larry), Alfred Molina (Doctor), Clea DuVall (Ginny), Rebecca DeMornay (Caroline Suzanne), John C. McGinley (George York), William Lee Scott (Lou), Jake Busey (Robert Maine), Pruitt Taylor Vince (Malcolm Rivers).
Guión: Michael Cooney.
* *
Fight Club, Diez negritos, Memento y agítese antes de usar

La culpa de que todo el cine que se hace a principios del tercer milenio después de Cristo sea insoportablemente vacío y artificioso es de Alfred Hitckock. El inglés dejó una herencia lamentable. La pantalla según él servía para dar sustos y sorpresas. No hace falta historia, no hace falta personaje. Lo único que necesita el espectador es que se le administre una dosis apropiada de chistes, persecuciones, intrigas y sustos. Si la dosis es correcta el espectador se va contento a casa. Mi respuesta: si la dosis no es apropiada a la historia la película es un guiñol vacío para asustar a los niños. Si todo se reduce a una dosis correcta basta un buen márqueting. ¿Qué es lo que se dejan atrás estos vendedores de aspiradoras? Se olvidan del autor.

James Mangold es un director joven que realizó Kate & Leopold, ha mezclado el lío de identidades de Fight Club con la misma seriedad descerebrada de Fincher, Diez Negritos de Ágata Christie con el mismo gusto por la geometría y las series, y le ha quedado tiempo para añadir el montaje hacia atrás de Memento, por el mero gusto de utilizar Memento. Sólo le ha faltado mostrar una bala a cámara lenta para completar el popurrí.

A la tradición cinematográfica le ocurre lo mismo que a los niños de un colegio. Que un día trae un niño un estuche de Mickey Mouse y al día siguiente aparecen todos con la colección completa de Walt Disney. Así que la película es de lo más “in” y no le falta ninguna novedad molona.

Un enfermo mental es convocado ante el jurado un día antes de ser ejecutado. El psicólogo tiene una prueba que puede absolverlo y demostrar que es un hombre con la personalidad dividida. Un chofer de una actriz egomaníaca atropella a una mujer en una carretera solitaria. La lleva a un motel donde todos los clientes quedan aislados por las inundaciones. Una cadena de crímenes empieza a cebarse las vidas de los inquilinos con impiedad matemática, las víctimas aparecen con un número de habitación que empieza por el diez y va retrocediendo. La historia del motel y la del loco paranoico tienen un punto de conexión.

La solución es idealista, mental. Las modas de hoy en las que se hunde Mangold sin aportar nada, consienten de buena gana las explicaciones anodinas y el cine se va polucionando cada vez más de irrealidad.

Abajo el amor

Peyton Reed, 2003
Reparto: Renée Zellweger (Barbara Novak), Ewan McGregor (Catcher Block), David Hyde Pierce (Peter MacMannus), Sarah Paulson (Vicki Hiller), Tony Randall (Theodore Banner), Rachel Dratch (Gladys), Jack Plotnick (Maurice), Jeri Ryan (Gwendolyn), Ivana Milicevic (Yvette), Melissa George (Elkie).
Guión: Eve Ahlert y Dennis Drake.
* *
Revival

“Abajo el amor” ha conseguido que adore las películas de Doris Day y Rock Hudson, aunque sólo sea por lo que ganan con la comparación.

La película responde a la moda revival que empezó con las series de Televisión como el Fugitivo o los Angeles de Charlie, luego continuó con los comics de la casa Marvell, como X-men, Hulk, Spiderman. Spielberg y Shoderberg vieron el filón en el look de los sesenta. Los dos hicieron trabajos estimables, “Oceans eleven” se recrea en el juego de los actores y “Atrápame si puedes” en la recuperación de la memoria de un ladrón histórico. “Abajo el amor” pertenece a este tercer grupo, pero no llega al mismo nivel de resultados. Peyton Reed, viene de la televisión gasta un presupuesto alto y no trae gran cosa que contarnos.

Catcher Block es un macho que seduce a cuantas mujeres quiere y destruye reputaciones desde la columna de su periódico. Barbara Novak es una muchacha de pueblo que triunfa en el mundo editorial gracias a su libro “Abajo el amor”, que enseña a las mujeres de todo el mundo a plantar cara a los hombres y no depender de ellos, sobre todo sexualmente.

El guapo periodista desplanta a la intrépida feminista, y ella se venga de él criticándolo en la televisión. El siguiente paso en la guerra de sexos será su artimaña para seducir a la mujer que no le conoce y desvestirla en su columna. ¿Lo logrará?

Hasta aquí la película resultaba pasable, porque hasta aquí calca la estructura de las películas nobles puritanas de Doris Day y Rock Hudson. Pero en este punto, los guionistas deciden que han pasado muchos años y que ahora el cine ha progresado mucho y el espectador de hoy no puede pasárselo bien si no recibe una y otra vuelta de tuerca en el guión o un empacho de efectos especiales. Ellos optan por lo primero cuando deberían, sin lugar a dudas, haberse conformado con una trama convencional.

En cualquier caso la película ya no tenía remedio cuando al poco de empezar me cansé de escuchar las notas musicales a lo Henry Mancini y las calles de Nueva York llenas de buicks y chevrolets.
Me llamo Fran y escribo desde Barcelona, y al leer vuestras críticas me permito el lujo de contestar a un par de cosas que me han inquietado.

Para empezar decir que el film es un audaz retorno del cine de aventuras de la época de Errol Flynn, y para nada la bazofia que las criticas están haciendo creer que es.

¿Comercial? Si, ¿y que? Resultará ahora que Terminator 3 es cine independiente... Esto es Hollywood, no pidais más.
¿Ambientada hacia un espiritu más infantil que adulto? Si, pero espiritu, y no publico en sí, aunque los niños pueden disfrutar de esta película también. Además, a muchos adultos les gusta sentirse aventurero ante la pantalla, porque para sufrir ya está la realidad, que no todos somos políticos adinerados...

¿Que no dan miedo los esqueletos? No es una película de terror, sino para todos los públicos. Y por cierto, algunas de las más galardonadas o bien criticadas del genero de terror, a mi tampoco me han asustado, al igual que los esqueletos de Piratas del Caribe.

Recordad que es genero de AVENTURAS, porque no es menos seria que cualquier entrega de Indiana Jones, la americanada más comercial del genero de aventuras.

¿Depp? Como siempre esplendido en su interpretación, y para nada excesivo en el papel de un loco pirata, personaje que tiene por objetivo entretener, hacer sonreir mientras uno cree que está viajando con él en el barco; y no dejar ver sus frustraciones o problemas con el alcohol, de las que probablemente nigún pirata se libra, pero para eso ya están los dramas, y un drama sobre piratas ni es lo que la gente ha ido a ver al pagar el tiket de Piratas del Caribe, ni lo que creo que le apetezca hacer a la Disney. Depp es garantía de calidad en cualquier película que haga, calidad tanto en él como en el guión que ha escogido, y seguramente también en el director.

Sobre los errores de la pelicula que comentais... Bien, todos somos humanos, y probablemente Piratas del Caribe tenga erratas como casi cualquier película, pero yo no las he visto por ningún lado, porque las dos que comentais no son tales erratas.

Primera:
Sparrow se sorprende de ver a los esqueletos a la luz de la luna porque él NO ESTÁ MALDECIDO, no en ese momento. Al parar los pies al capitán Barbossa en su intento de que no maten a Turner sobre el arca, Sparrow, asegurandose de que Turner lo ve para que este se de cuenta de su inminente plan, se apodera de una de las monedas del arca, hurto que lo hace ser maldecido al instante, (ya que la maldición se hacía efectiva si alguien ROBABA LAS MONEDAS DIRECTAMENTE DEL ARCA, hecho que aclara que tanto Turner hijo como Elizabeth no estuvieran maldecidos en ningún momento aún poseyendo una de las monedas). Sparrow decide ser también maldecido, a sabiendas de que en breve la maldición sería rota, para poder enfrentarse a Barbossa sin peligro, mientras Turner logra romper la maldición, momento que Sparrow aprovecharía para usar ese disparo que guardó durante diez años y que solo tenía un destino...

Segunda:
Por otro lado, el ejército se dispone a enfrentarse a los piratas por dos motivos:
Primero porque forma parte del plan de Sparrow para rescatar a Turner y satisfacer así sus propios intereses, aunque este plan le costara la vida a unos pocos miembros del ejército, cosa que no debe de importarle a un pirata, a Sparrow le interesaba simplemente sacar de la cueva a los piratas y quedarse con Barbossa y los menos posibles ahí adentro, pese a que esto no lo sabía el necio pretendiente de Elizabeth y hombre al mando de dicho ejército, que se dejó engañar por la "piadosa" mentira de Sparrow de que lo mejor era tenderle una emboscada a los piratas.
Y segundo porque este ejército no era consciente de la maldición ni de que los piratas eran inmortales (y aunque lo hubieran sido, con un lider tan estúpido probablemente se hubieran lanzado igualmente al ataque en un intento desesperado por lograr la victoria), ni Sparrow se molestó en advertirles de esto, para que no fastidiaran su plan.

Simplemente quería comentar esto por lo mal que me he sentido al leer unas falsas erratas y ciertos comentarios sobre tan estupendo film de aventuras que hoy volveré a ver por segunda vez y que hacía tiempo que nuestros ojos, los de los cinefilos amantes de la aventura tal y como fue concebida en su mejor época, necesitabamos ver para deleitarnos con ella.

Fran Benítez

Tomb Raider 2. La cuna de la vida

Boxoffice online | Michael Tunison **
The nice thing about video games is that no matter how horribly you fail, you just hit a button and the whole thing starts over again. Applying the same principle to filmmaking, the folks behind the dreadful 2001 game adaptation "Lara Croft: Tomb Raider" are back for another try. With veteran action director Jan De Bont ("Speed") at the controls this time around, "Lara Croft: Tomb Raider--The Cradle of Life" is at least a bit more comprehensible than its predecessor--say, a second-rate Indiana Jones rip-off instead of a third-rate Indiana Jones rip-off--though it would be overly charitable to say this series has made it to the next level.

Philadelphia Inquirer | Steven Rea (2,5/4)
A big-budget, wide-screen stuntfest (deep-sea shark boxing, high-altitude skyscraper leaping, Great Wall motocrossing), Cradle of Life nonetheless lacks a certain essential momentum. There are spectacular set pieces, and a couple of spectacular sets, too, but things screech to a virtual halt as B-grade thespians deliver stock palaver and Ciar?n Hinds, playing a Nobel Prize-winning bioterrorist (rest assured: He won the Nobel before turning evil), behaves badly and kills a lot of people.
De Bont, who directed Speed and who's been accelerating, career-wise, downhill ever since, accords his cinemagenic star the attention she certainly deserves. But, really, something should be done about these scripts: Both Tomb Raiders suffer from rampant action-adventure cliches and the sort of lumbering dialogue that harks back to the Saturday morning serials of yore. Or to a George Lucas movie, which is the same thing except it costs a lot more.
"So this is the cradle of life!" Hinds' putatively brainy bad guy exclaims, after traipsing up an African mountain and battling some Dark Continent version of Tolkien's tree creatures, the ents.
Yes, stupid, this is the cradle of life. Cut to Lara Croft rolling her eyes - and oh what eyes they are!

Arizona Republic | Bill Muller
This is another movie that Americanizes the whole world. When Lara shows up in a far-flung Asian prison to fetch hunky but untrustworthy assistant Terry Sheridan (Gerard Butler), the guard greets her with the line, "Welcome to Fantasy Island." I'm glad they get TV Land in Kazakhstan.
In any case, the Cradle ostensibly holds the mythical Pandora's Box. According to legend, when opened, the box releases all kinds of maladies into the world.
Like, for instance, really bad movie sequels.

The Mercury News | Glen Lovell
Well, the keepers of the franchise -- Paramount Pictures, plus a consortium of British, German and Japanese backers -- have heard your pain, Croft cultists. ``Cradle of Life,'' directed by ``Speed'' demon Jan De Bont, is the antithesis of the first installment. It contains lengthy blocks of dialogue, drawn-out gun battles a la John Woo, and the bare minimum of digital effects, glimpsed at the beginning and end, as Croft and company do battle with oversize trolls.
And oh yes, there's lots more Jolie for the mostly male, mostly juvenile core audience. The undeniably stunning star poses blankly for about two-thirds of this adventure, as if waiting for cues to ``action!'' that never come. We haven't seen this kind of commitment to cheeky pulchritude since Raquel Welch's heyday in ``One Million Years B.C.'' and ``Fathom,'' a sort of Mod-era precursor to Jolie's freelance Brit agent.

El abuelo

José Luis Garci, 1998
Reparto: Fernando Fernán Gómez (Don Rodrigo de Arista Potestad) Rafael Alonso (Don Pío Coronado) Cayetana Guillén Cuervo (Doña Lucrecia Richmond) Agustín González (I) (Senén Corchado) Cristina Cruz (Dolly) Alicia Rozas (Nelly) Fernando Guillén (Alcalde de Jerusa) Francisco Piquer (Prior de Zaratay) María Massip (Gregoria) José Caride (Venancio) Francisco Algora (Don Carmelo) Emma Cohen (Vicenta, la alcaldesa) Juan Calot (Don Salvador, médico) Concha Gómez Conde (Doña Consuelito) Antonio Valero (Don Jaime, ministro)
* * * *
Es la honra, no la duda

El marqués Don Rodrigo de Arista Potestad vuelve envejecido y también arruinado de hacer las américas. Antes de morir quiere saber cual de sus dos nietas es de su sangre, porque una carta de su hijo deja claro que la otra es ilegítima. La nuera se niega a decírselo. Ella tiene ahora gran poder dentro del pueblo porque posee las fincas y porque es la amante de un ministro. Toda la aristocracia del pueblo la agasaja y homenajea. Con ayuda de su poder hace que todos los pudientes del pueblo se unan para encerrar al abuelo en un monasterio, pero él escapa y redobla su cruzada con la ayuda del único amigo que hace, Don Pio Coronado, el profesor de las niñas, un hombre tan bueno que no encuentra lugar en el mundo y piensa seriamente en el suicidio porque no puede con sus hijas. Las niñas quieren a los dos ancianos y sobre todo la mayor demuestra su afecto enfrentándose con los arrendatarios de la tierra que hospedan al abuelo con avaricia.

No sé que es peor, si el Garci laudatorio que se quema las cejas buscando adjetivos y virtudes para el eximio Blas Otamendi, o si el Garci destemplado que pone de vuelta y media a los poderes fácticos de Jesusa. Garci, como muchos malos creadores, cree que es dios, y que todos sus personajes deben echarse a temblar por miedo a qué va a decir de ellos. Garci se inserta dentro de la tradición más española y menos exportable, que algunos llaman caspa, cuando reduce todos los méritos de sus héroes a lo que otros dicen de ellos. Esa obsesión por la fama es calderoniana, pero también está en el cine de pandereta. Por eso llama la atención la confrontación de los dos venerables ancianos en su discusión sobre el teatro. Don Rodrigo eleva a Shakespeare y la duda de Hamlet por encima del tema del honor de nuestro siglo de oro, pero el logrado final no basta para salvar la película de caer en lo segundo, en lo mismo que quiere evitar.

Si hubiera que buscar un tic incurable en Garci habría que nombrar su gusto por el portazo en las narices, la frase lapidaria, el insulto merecido y cortante con que despacha al malo de la película. En este caso, Don Rodrigo insulta a todos los hombres respetables por lo mucho que le deben a su familia. Consciente o no de ello, Garci hace un discurso de un conservadurismo trasnochado. El noble recuerda a cada uno que no serían nada si no fuera por sus favores que es como decir que este mundo es mucho mejor gracias a las limosnas que deja en él la aristocracia. Garci ha preparado la escena cuando el abuelo afirma que el peor pecado es el de la ingratitud que está por encima de la villanía. Garci ha hecho de su película, como a él le gusta, un púlpito desde el cual despelleja aquellos defectos que le parecen intolerables. La elección de otros defectos más palmarios hubiera mejorado ese climax.

Arthur Lacere, dice de los personajes que no hacen frases sino aforismos. Parece que los subtítulos ingleses no han descontaminado los diálogos de ese mal sabor de lo repensado, de lo estudiado, de lo que no tiene asomo de espontaneidad. Y sin embargo, después de nombrar todos los latiguillos del Garci de siempre no dejo de reconocer una película rica, por encima de la norma. Una película que no hay que perderse y que pese al ritmo cansino a base de escenas demasiado planificadas con prólogo y musiquilla final (en lugar de la agilidad que dictaba el propio curso de la historia) sigue siendo emotiva y emocionante. Lo es porque da con temas punzantes como la vejez abandonada, el dinero enfrentado a la nobleza, el amor enfrentado al honor, el hombre franco enfrentado con toda la chusma de pelotas. Una gran obra.
top