Diario de una niñera



Las “Quiero y no puedo”


"The nanny diaries"
Robert Pulcini y Shari Springer Berman, 2007
Reparto: Scarlett Johansson (Annie Braddock), Laura Linney (sra. X), Paul Giamatti (sr. X), Nicholas Reese Art (Grayer X), Donna Murphy (Judy Braddock), Alicia Keys (Lynette), Chris Evans (el vecino guapo de Harvard).
Guión: Robert Pulcini y Shari Springer Berman; basado en la novela de Emma McLaughlin y Nicola Kraus.
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En la narrativa más actual, por ejemplo en la de Monzó, no poner nombre a los personajes es un signo de espontaneidad, de falta de cosmética. ¿Para qué inventar un nombre si la historia va a seguir siendo la misma? En “diario de una niñera”, llamar a su jefa Sra. X es un pequeño exceso, un toque esteticista. La finca de la familia esta señalizada con una X’s, “la finca de los X”, y la tarjeta de visita del padre dice “Mr. X”. En el cine, a diferencia de la literatura, lo rebuscado es no concretar.

“Diarios de una niñera” se sostiene a costa de su estilo. Juega con un paraguas rojo y el obvio paralelismo de la historia con Mary Poppins. La protagonista es economista y antropóloga por esa superstición americana de compaginar dos estudios en la universidad. En el prólogo, la voz en off nos cuenta como cada comunidad educa a sus niños y como lo hacen en el Upper East Side de Nueva York. Lo cuenta con estilo. Con el mismo extrañamiento con que una mujer de Samoa, o de Marte, vería a una neoyorkina.

Lo malo es que todos los hallazgos que hace se reducen al estilo, lo que equivale a decir que no tiene ningún hallazgo que valga la pena. Yo sigo sin entender por qué una economista se pone a trabajar de niñera. Una inmigrante le dice que a ella le gustaría dedicar su vida a cuidar de su hijo y en cambio tiene que cuidar el de los otros. Eso tiene sentido, pero ¿qué sentido tiene la elección de la protagonista?

Sólo consigo entender el personaje de la Johannson cuando pienso en el de Anne Hathaway en “El diablo viste de Prada”. Si desprecia la moda ¿por qué se mete tan a fondo en ese mundo? Algo se le escapa al narrador, algo esconde. Tal vez un secreto, un profundo deseo de pertenecer a ese mundo del que acaban siendo expulsadas. La periodista anhela pertenecer al mundo de la moda, la antropóloga al de las clases altas más ricas del planeta. Las dos se defienden contra la seducción escribiendo una novela que triunfa y que parece querer decir que hay cosas más importantes que las pasarelas o el Upper East Side. Pero lo dicen a media voz, porque ninguna de las dos se lo cree.

Aunque los jóvenes autores de best-sellers traen sangre fresca al mundo del espectáculo, y las actrices jóvenes representan bien el entusiasmo de los recien llegados, el público busca siempre sus mitos en el mismo cajón. Los directores, o puede que los productores, han visto detrás del texto que las verdaderas protagonistas son las dos mujeres maduras. Por eso no han elegido al azar a las intérpretes, han elegido a Meryl Streep y a Laura Linney. El público irá a estas películas a mirar a la Johannson o a la Hathaway, pero lo que quiere ver es a las otras.
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