Invictus



Como explicar las cosas

Cuando Mandela, el primer presidente negro, llega al gobierno de Sudáfrica, en 1994, se encuentra a sí mismo liderando a una mayoría negra resentida que ha sufrido el apartheid durante décadas y quiere cobrar su venganza. Él sabe que si el país malgasta su energía en saldar cuentas no saldra adelante, por eso quiere hacer borrón y cuenta nueva y quiere que todos miren al futuro. En medio de ese contexto histórico, la selección nacional de rugby se convierte en un símbolo de sus planes políticos, porque la selección nacional es un emblema del poder blanco. El nuevo ministerio de deportes quiere acabar con ella, y Mandela quiere que gane el mundial de Rugby.

Clint Eastwood, 2009
Reparto: Morgan Freeman (Nelson Mandela), Matt Damon (François Pienaar), Marguerite Wheatley (Nerine), Patrick Lyster (Sr. Pienaar), Matt Stern (Hendrick Booyens), Julian Lewis Jones (Etienne Feyder), Penny Downie (Sra. Pienaar), Tony Kgoroce (Jason Tshabalala), Patrick Mofokeng (Linga Moonsamy), Adjoa Andoh (Brenda), Leleti Khumalo (Mary).
Guión: Anthony Peckham; basado en el libro “El factor humano” de John Carlin.
* * * *
Contar una historia de reconciliación nacional, es una tarea ambiciosa. Explicarla para que la entiendan los que no leían la prensa internacional en los noventa es lo verdaderamente portentoso. Eastwood tiene que explicar muchas cosas y hacer cine en un espacio de sólo dos horas. Y le sale muy bien. Parece que su estilo austero y sin acentos era el vehículo perfecto para este tipo de película.

Particularmente me gusta como nos explica en que consiste el rugby, un deporte que, probablemente no entiende la mayoría de su público. Mandela tampoco es aficionado y le pide a sus asesores que le expliquen que tiene que hacer Sudáfrica para clasificarse. De paso lo explica al espectador. En otra escena, la selección viaja por el país y se acerca a unos niños y les enseña a jugar delante de las cámaras. La escena nos conmueve porque habla de negros y blancos que han estado en dos bandos y estan tirando abajo sus muros, pero es que de paso, la selección explica cuatro cosas de rugby que no sabemos y nos viene bien enterarnos.

Los asesores le explican como va el mundial (nos lo explican) y Mandela se aprende las fotos de los jugadores y la alineación. Y eso parece más importante que los asuntos de estado. “Invictus” viene a decir que si queremos llevarnos bien, no bastan las palabras, hay que compartir alguna de esas cosas irracionales como la pasión por el deporte.
Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find, me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

William Ernest Henley

Avatar



De momento, la gran película del siglo xxi

James Cameron, 2009
Reparto: Sam Worthington (Jake Sully), Zoë Saldana (Neytiri), Sigourney Weaver (Dra. Grace Augustine), Michelle Rodriguez (Trudy), Giovanni Ribisi (Selfridge), Joel David Moore (Norm), C.C.H. Pounder (Mo’at), Wes Studi (Eytukan), Laz Alonso (Tsu’Tey), Stephen Lang (coronel Quaritch), Matt Gerald (Lyle).
* * * * *

Dicen que lo de avatar no lo inventó Cameron y tienen razón. La verdad es que casi cada fenómeno cultural tiene un poco de avatar. Uno lee la Regenta y se convierte en Ana Ozores o en Don Fermín sin necesidad de encerrarse en una cámara hermética, como hace Jake Sully. En la sala de cine todos los espectadores sentimos por la piel de nuestro avatar que es el famoso de turno que sale en la pantalla. Los grandes actores no son los que se meten mejor en la piel de sus personajes, son los que invitan mejor al espectador a tripularles como avatar. Leí hace poco que lo que produce más felicidad a un hombre es ver meter gol a su equipo. Nuestra felicidad no está en nuestras manos, está en un avatar que viste pantalón corto y atina con una pelota a cuatrocientos kilómetros de nuestros hogares.

Mi charlatan favorito, Lacán, decía que la mujer no existe. Eso que parece una boutade significa que el modelo de feminidad es un avatar que tripula la mitad de la sociedad, de uno u otro sexo, para llamar la atención de la otra mitad.

Pero volviendo al fútbol, todos sabemos que tu equipo no tiene que ser necesariamente tu ciudad. Muchos madrileños son del Barça. Uno escoge su avatar, y toma partido. Uno puede identificarse con el enemigo, porque puestos a vivir un interés virtual, tanto me da luchar por estos que por esos. Jake Sully tiene que elegir entre los humanos y los na’vi, y dado que es humano debería estar claro que partido toma.

Pero los espectadores sabemos que no es tan sencillo. Porque los humanos son codiciosos, y ya han arrasado un planeta, La Tierra. La grandiosidad de la película de Cameron no está en que Jake Sully tome partido por el otro, por la otra raza, por los que son de allá, por el antagonista. Eso ya está contado, como sabemos, y como nos recuerdan, en “Pocahontas”, o en “Un hombre llamado Caballo”. Lo grandioso es que nosotros, los humanos de la sala, nos damos cuenta de que tiene razón, queremos que sea uno de ellos, y queremo, también, serlo nosotros.

El coronel Quaritch es el mayor obstáculo que encuentra Sully. Y no se trata de que sea cruel. El coronel no es un malvado, es el soldado que yo quisiera tener en mi ejército. Es un hombre leal. Pero Quaritch nunca entenderá lo que es un avatar. Quaritch tiene cicatrices y no se las borra con la tecnología del siglo XXII, porque Quaritch vive con su piel, y esas cicatrices son su piel. Quaritch es el gran enemigo porque no entiende que Sully pueda amar a una “Gatita”. Los na’vi parecen gatos, con cola y nariz de gato. Quaritch no entiende que alguien pueda identificarse con los na’vi como estamos haciendo, a gritos, todos y cada uno de los espectadores. “¿Acaso crees que eres uno de ellos?” Le pregunta a Sully y en vez de atacarle se gira y ataca al humano, no al avatar. Y le odiamos porque se salta el sueño, porque baja al barro, a la carne, a la piel. En la batalla casi lo tiene en sus manos, cogido por la coleta. Y sólo tiene que usar su "armadura", pero no la usa, porque la "armadura", ese robot enorme, es como un avatar. Quaritch toma el cuchillo, y usa sus propias manos.

Sherlock Holmes



Deudas

Guy Ritchie, 2009.
Reparto: Robert Downey Jr. (Sherlock Holmes), Jude Law (Dr. John Watson), Rachel McAdams (Irene Adler), Mark Strong (lord Blackwood), Eddie Marsan (inspector Lestrade), Kelly Reilly (Mary Morstan), Robert Maillet (Dredger), Geraldine James (Sra. Hudson), William Houston (Clark), Hans Matheson (lord Coward), James Fox (sir Thomas), Clive Russell (capitán Tanner).
Guión: Michael Robert Johnson, Anthony Peckham y Simon Kinberg; basado en los personajes creados por Arthur Conan Doyle.
* * *

Al principio es refrescante escuchar a un Watson que no babosea como un tonto ante la increíble superioridad intelectual del detective. Ese Watson rebelde que protesta por los excesos de Holmes golea al de Conan Doyle.

Yo diría que este Holmes le debe algo a Chesterton, porque cada misterio apunta a una causa sobrenatural y nos hace temer una explicación tipo “El sexto sentido”. Pero al final todo será racional para nuestro consuelo. La deuda es mucho mayor con el cine de acción que tenemos, o, a veces, sufrimos. Guy Ritchie dirige cada escena con miedo a aburrirnos, de esa horrible manera que su generación se ha aburrido con las maravillosas obras que hizo la anterior, por eso opta por saturar, y por cansar.

El recuento de sus deudas también me lleva a House, pero ahí me pierdo. Es House, quien, a juicio de todos, nos vende una imitación de Holmes. De modo que Ritchie imita a una imitación para volver a servirnos el original. O algo sí. Cada vez que oía a Watson me parecía estar escuchando a Wilson, el amigo oncólogo de House. Lo cual es un punto más a favor de este Watson.

La trama es policial, se redude a desentrañar un misterio, pero se salta los cánones del buen género. El canon dicta que el espectador debe tener todas las pruebas sobre la mesa, pero espera a que el detective las una para decir: claro. Conan Doyle era tramposo y siempre se guardaba información que sólo sabía Holmes, como una marca de puros o un broche. Pero el Holmes de la película podía haber sido canónico. Dado que gana tanto con el respeto que muestra por el intelecto del nuevo Watson, podía haber hecho otro tanto con el intelecto del espectador.
Jordi Costa. El País: El crítico británico Michael Atkinson ha sugerido que el gran tema de Sherlock Holmes es el fin del orden doméstico de dos tipos que, hasta el momento de la acción, compartían piso, pero que se hallan en pleno proceso de negociación con relaciones heterosexuales que interfieren en su mutuo amor. Efectivamente, eso está en la película, pero junto a un competente recital de golpes de efecto, acción enfebrecida y saludable espíritu dionisiaco.
Antonio Trashorras. Fotogramas: esta cinta de réplicas chispeantes, camaradería calculadamente homo y gadgets victorianos al gusto nerd ha encontrado en Ritchie, sin duda, el director ideal.
John Tones. Cine 365: primero, la película va a ser juzgada no por valores propios, sino en base a una fidelidad que no está muy claro qué ley exige que sea total; segundo, más de un acusador va a dejar en evidencia que el canon que conoce no es el de Arthur Conan Doyle, sino el de... Basil Rathbone.
Roger Ebert ***: another classic hero has been fed into the f/x mill, emerging as a modern superman.
Downey's Holmes is at once more dissolute and more fit than previous incarnations. Holmes' canonical devotion to cocaine is here augmented by other drugs and a great deal of booze. Yet Holmes has the body of a lithe athlete, the skills of a gymnast and the pugilism of a world champion. He and Watson (who is, you recall, only a doctor, although one with clients who must be puzzled about his office hours) spring readily into action like Batman and Robin.
Rotten Tomatoes: 69%

"Donde viven los monstruos" según Nacho Vigalondo



El curioso debate que ha provocado la película Donde viven los monstruos se centra en si es una película para niños, cuando los elementos más desestabilizadores de la película afectan precisamente al público adulto, que se ha visto en esta película ante demasiadas preguntas sin respuesta clara. Me pregunto si los niños sufren este problema ¿Necesitan acaso respuestas? ¿Se plantean siquiera preguntas? ¿Alguien ha observado las caóticas dinámicas de los juegos infantiles, esa acumulación de situaciones nada hilvanadas en las que la furia se alterna con las risas, los jadeos, los vacíos, una resbalón y un llanto? ¿Acaso la película de Jonze no se parece más a esos universos desordenados que dominan las horas de recreo infantl que las películas con introducción, clímax y mensaje en negrita que tanto confortan a los padres?


El blog de Nacho Vigalondo.

Solomon Kane



Los idiotas tienen derecho hacer cine

Michael J. Bassett, 2009
Reparto: James Purefoy (Solomon Kane), Pete Postlethwaite (William Crowthorn), Max Von Sydow (Josiah Kane), Jason Flemyng (Malachi), Rachel Hurd-Wood (Meredith Crowthorn), Mackenzie Crook (padre Michael), Patrick Hurd-Wood (Samuel), Alice Krige (Katherine), Jason Flemyng (Malachi), Philip Winchester (Telford).
Guión: Michael J. Bassett; basado en el personaje creado por Robert E. Howard.
*
Los idiotas tienen derecho a todo, como los demás; derecho a ver cine, y derecho a hacer cine. Eso nadie lo discute.

En una película idiota, como “Solomon Kane”, el protagonista sabe que está condenado porque se lo dice un payaso con forma de demonio. Y sabe que puede salvarse porque se lo dice otro a punto de morirse. Para un idiota, cualquier personaje con la voz un poco grave es un oráculo.

Solomon Kane hace un pacto para salvarse de su propia maldición: no recurrir a la violencia. Pero descubre que el mundo es un lugar injusto y que hay que matar y hacer daño a los malos. Para que sepamos lo que es un malo, el mensaje nos adjunta un ejemplo: se trata de un tipo muy feo que secuestra a una niña muy inocente.

Lo malo de ser idiota es que pones una niña en la pantalla para poder salvarla y en el primer plano en el que aparece el público ya sabe que tipo de truco narrativo escondes debajo de la manga. El problema de ser idiota es que el espectador menos curtido de la sala se te adelanta. El segundo problema es que cuando las niñas inocentes se convierten en coartadas te quedas solo defendiendo la violencia como un tío rabioso. Y es que ser idiota es un derecho, pero convencer al público es una virtud.
Cine365. Jesús Palacios ***: Bassett consigue plasmar visualmente el mundo de Howard, a la vez que se deshace de cualquier pretensión absurda de seriedad o profundidad psicológica, para centrarse en la acción, los monstruos y, en definitiva, la diversión.
El País. Jordi Costa: Como escribe León Arsenal en su esclarecedor prólogo para Las extrañas aventuras de Solomon Kane -recopilación de los ocho relatos protagonizados por el personaje, recientemente editada por Valdemar-, sus historias "tienen un estilo anticuado, tétrico y con frecuencia altisonante que le dan un sabor muy particular".
Guía del Ocio. Roberto Piorno **: Bassett no anda sobrado de imaginación, y más allá del universo Howard la recreación plástica de la fantasía postmedieval sucumbe a la tentación de hacerse notar a base de muletillas visuales. "Solomon Kane" es, en casi todo, un híbrido pobre de "Van Helsing" y "El Señor de los Anillos", porque el antihéroe no es sino un pariente cercano y canalla del primero y del Aragorn de la segunda. La vuelta de tuerca es el giro hacia lo oscuro y lo siniestro; el antihéroe es un genial inadaptado hiperviolento ebrio de muerte y sombras del demonio en busca de una redención que se antoja más bien difícil.
top