Se montó la gorda

"Bringing down the house"
Adam Shankman, 2003
Reparto: Steve Martin (Peter Sanderson) Queen Latifah (Charlene Morton) Eugene Levy (Howie Rottman) Jean Smart (Kate Sanderson) Michael Rosenbaum (Todd Gendler) Betty White (Sra. Kline) Joan Plowright (Sra. Arness) Kimberley J. Brown (Sarah Sanderson) Angus T. Jones (Georgey Sanderson) Missi Pyle (Ashley)
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Contrastes

Peter Sanderson (Steve Martin) es un abogado divorciado que vive en un barrio rico de Los Angeles. Es blanco, carroza, pasado de moda, y sermonea a sus hijos sin comprenderlos. Charlenene (Queen Latifah, la carcelera de “Chicago”) es negra, vulgar, desvergonzada, está en la onda, comprende a los hijos del abogado y queda por ver si es o no es una delincuente. Al público se lo mete en el bolsillo, y a los buenos de la película también.

“Se montó la gorda” es una película que hará reír a los amantes de los contrastes, blanco-negro, carroza-moderno, enrollado-estirado, guay-presumido... Un grupo de negros se mete en la casa de un burgués, una negra se mete en un club de alta sociedad; una millonaria la toma por una criada y hace comentarios racistas. Y también el abogado se mete en un mundo que no es el suyo, de raperos y clubes subidos de tono. Se trata de mundos cercanos que nunca se tocan ni por asomo en una sociedad clasista hasta la médula, por más que quiera dar ejemplo de convivencia. Así que los guionistas se lo pasaron la mar de bien inventando situaciones para hacernos ver lo chocante que es una negra acá o un blanquito allá. Un humor que tiene poco que decir en un país como el mío donde la mezcla está a la orden del día y no sólo en las leyes, y que cuando se encontró un continente nuevo no hizo reservas para separar a los nativos.

Conocer a Charlene ejerce de bálsamo en una familia conservadora como la del abogado, rejuvenece al padre, ayuda a los hijos, a su matrimonio. Ella gana también porque era víctima de un mal mayor que el que nombra la película, era víctima de los prejuicios de todo el mundo.

Con estas películas uno se abastece de consejos prácticos sobre la vida que no encontrará en ningún libro, como por ejemplo, echar una bronca a un camarero y a la vez largarle dinero para que deje en paz al perrito de la clienta que quieres ganarte, o darle una paliza a la rubia tontorrona para que deje de criticarte, darle pornografía a un niño para que supere sus problemas de lectura. Todo esto es parte de la cultura americana, de la campechanía, el inevitable latiguillo de la igualdad que debe haber calado poco si a estas alturas hay que seguir colándolo en las películas. Los americanos se meten al espectador en el bolsillo con estas salidas de tono que creen que los separan de nosotros, los engolados europeos.

La campechanía es una constante en la cultura americana, un as en la manga de quien la utiliza, como bien aprendió Jackson en las elecciones de 1828. Jackson no tenía mucho de campechano ni de rústico, pero los conservadores llamaron asno y él, en vez de defenderse usó al animal en los carteles de su partido. Ganó, y el asno sigue siendo el símbolo de los demócratas.

28 días después

"28 days later"
Danny Boyle, 2002
Reparto: Cilian Murphy (Jim) Naomie Harris (Selena) Noah Huntley (Mark) Alexander Delamere (Mr. Bridges) Kim McGarrity (hija de Mr. Bridges) Brendan Gleeson (Frank) Megan Burns (Hannah) Tobby Sedwick (cura infectado)
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Infectarse

Danny Boyle (Trainspotting) puede presumir de haber ofrecido un escenario más para las pesadillas de nuestra generación y las generaciones venideras, el de un Londres inmaculado, limpio, vacío que en cada esquina amenaza con una muerte segura. No sé si Boyle había visto la pesadilla de Amenábar en Abre los ojos, con una Gran Via igual de desierta donde Noriega busca desesperado algun signo de vida, o con la del remake de Camerón Crowe, pero la suya es mucho más aterradora.

El protagonista, Jim, se despierta en un hospital vacío, en una ciudad vacía por la epidemia de un virus de la rabia que se propaga por la sangre. Los infectados tardan 20 segundos en convertirse en enfermos rabiosos que a su vez propagan la enfermedad. Junto a otros tres supervivientes intenta llegar a un lugar en la autovía de Manchester donde el ejército anuncia por la radio que tiene un reducto.

George A. Romero nos proponía en "La noche de los muertos vivientes" una renovación del juego del pilla pilla para adultos. En el juego uno tiene que evitar que lo pillen, pero cuando es capturado pasa a formar parte de los malos y tiene que conseguir capturar a todos los demás que andan libres. Romero convierte a los que huyen en humanos, y a los perseguidores en zombis. Boyle desacraliza a los zombies, o muertos vivientes y lo actualiza con un problema más punzante y actual, la rabia se contamina, igual que el SIDA, con la sangre. Igual que el SIDA, la enfermedad divide a todos los personajes en dos bandos horribles, los infectados y los sanos, y nos plantea un dilema terrible cuando los personajes crean lazos y tienen que asesinar sin parpadear al que antes había sido un ser querido. La película transcribe en fotogramas una angustia de nuestros días. Los enfermos con VIH son por un lado portadores de un arma espantosa con la que pueden condenar a una muerte lenta (que gracias a los fármacos se alarga cada año y ya se cuenta en décadas) a los seres más cercanos; pero a la misma vez, los portadores son seres que queremos, y podemos acabar siendo uno de nosotros.

Selena ayuda al protagonista pero no es humanitaria porque ha aprendido que para sobrevivir la primera regla es asesinar sin tituveos. Ha aprendido a no tener lazos y a no pensar más que en sí misma. El oficial del ejercito le pregunta a Jim si ha matado a alguien, él confiesa arrepentido que sí, y el oficial le dice que eso no es condenable, es la única salida. La paradoja que pretende mostrar la película es la de un mundo en el que sólo se puede vivir haciendo daño.

La segunda parte de la película, en la que los protagonistas dan con el ejército, cambia el terror por otro tipo de suspense. Los infectados dejan paso a los supervivientes que se reparten los restos con la misma falta de escrúpulos que les ha permitido sobrevivir. Es un planteamiento que escora la película porque los malos no tienen razón de serlo, salvo que uno sea muy misántropo o muy paranoico, y por eso los actores tienen que sobreacutar mucho y poner caras raras (aun sin estar infectados), porque no hay manera de hacer creíble ese planteamiento. Mi tesis es que los paranóicos siempre venden más entradas.
Chicago Sun-Time | Roger Ebert ***
Jim is the everyman, a bicycle messenger whose nearly fatal traffic accident probably saves his life. Wandering London, shouting (unwisely) for anyone else, he eventually encounters Selena (Naomie Harris) and Mark (Noah Huntley), who have avoided infection and explain the situation. (Mark: "OK, Jim, I've got some bad news.") Selena, a tough-minded black woman who is a realist, says the virus had spread to France and America before the news broadcasts ended; if someone is infected, she explains, you have 20 seconds to kill them before they turn into a berserk, devouring zombie.

That 20-second limit serves three valuable story purposes: (a) It has us counting "12 ... 11 ... 10" in our minds at one crucial moment; (b) it eliminates the standard story device where a character can keep his infection secret; and (c) it requires the quick elimination of characters we like, dramatizing the merciless nature of the plague.

[...] But then I'm never satisfied. "28 Days Later" is a tough, smart, ingenious movie that leads its characters into situations where everything depends on their (and our) understanding of human nature.

Mr Cranky (-3)
Sadly, this film does nothing to distinguish itself from the parade of lame horror films that have come out over the last several years. To make matters worse, Boyle has filmed the thing in digital, which makes the whole picture look like it was shot by a three-year-old in a closet.
All I know about this one is that I could see next to nothing because of the bad camera work and the murky image quality. I suppose that suffices for style in some books. In mine, it's just one more annoyance.

ContraCostaTimes | Mary F. Pols
There's a slight sense that the more intriguing first half of the story was deserted in favor of a more predictable "Lord of the Flies"-style second half. But by now we've grown quite attached to these plucky survivors, even the prickly Selena, and the heart races just as we want it to. "28 Days Later" is exhilarating, exciting and, thanks to its cool, mostly unknown leads and touches of black humor, is destined to be a hipster cult classic, much as "Trainspotting" was before it.

Simbad: la leyenda de los Siete Mares

"Sinbad: Legend of the Seven Seas"
Tim Johnson, Patrick Gilmore, 2003
Guión: John Logan
Voces: Brad Pitt (Sinbad), Catherine Zeta-Jones, Michelle Pfeiffer, Joseph Fiennes.
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Juventud, anacronismos y acertijos

El personaje de Simbad pretendía ser un pícaro con el corazón de oro. Un ladron de tesoros que llegado a un momento decisivo lo da todo por un amigo. Y si el guión hubiera trabajado ese aspecto hubiera conseguido un clásico de tomo y lomo. Lo malo es que Sinbad se queda en un bueno que a veces fanfarronea, y la química de la transformación que ha dado las mejores películas de dibujos animados no llega a su cenit.

El macguffin del libro de la paz mueve los hilos de la película. Este libro es el que brinda la felicidad a la Ciudad de Siracusa. La diosa de la discordia, Eris, lo roba y culpa a Simbad que es sentenciado a muerte y tiene ocho días para traerlo de vuelta del reino del Tártaro donde lo esconde la diosa. Las pruebas que tiene que resolver y su relación con Marina, la prometida de su mejor amigo medirán al héroe. Eris le obligará a luchar con un pulpo gigante, una ballena que se confunde con una isla, un ágila, una tempestad de hielo y el canto de las sirenas. Y la prueba más interesante que tendrá que vencer será intelectual, una pregunta, un acertijo, como manda la tradición de los cuentos orientales.

En la estela de "El planeta del tesoro", la película puede presumir de una juventud rabiosa. Los personajes hablan, ríen y fanfarronean como adolescentes, que sin duda son quienes más disfrutarán con las peleas y duelos entre los dos buenos amigos protagonistas o entre el chico y la chica con la ya casi obligada alusión a la lucha de sexos. Sinbad y Marina parecen sacados de una de las comedias de Howard Hawks, su enfrentamiento es teatral y tan poco creíble como en aquellas. La historia de amor, también de obligada inclusión, añade un elemento interesante, porque la heroina no tiene que elegir entre un patán y un príncipe, sino entre dos hombres admirables.
The dallas morning news | Phillip Wunch
The animated feature is a robust, rip-snorting swashbuckler that touches on such venerable emotions as filial devotion, bittersweet love and brotherly bonds from those reputed golden days of childhood.
What Sinbad is not is seamless.

Washington Post | Desson Howe
The testy screwball romance between Sinbad and Marina (nothing like battling a sea creature or two to change a girl's heart) is diverting, but, again, nothing earth-shattering. There are no Disneyesque huggy-shaggy critters along for the voyage for comic relief, nor do Sinbad and Marina burst into bickery song. But there is a slobbery and narratively superfluous pug, and some amusement when Sinbad learns the crew is bigger on Marina than their lifelong skipper.

Lo que el viento se llevó

"Gone with the wind"
Victor Flemming, 1939
Reparto: Vivian Leigh (Scarlett O'Hara)
Clark Gable (Rhet Butler)
Olivia de Havilland (Melania Hamilton) Leslie Howard, (Ashley Wilkes)
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Los actores y el coro

En la poética Aristóteles nos explica que la tragedia evolucionó con Esquilo a dos actores, ya que anteriormente sólo había un actor y un coro, y el peso de la obra recaía en el segundo. Y que debemos a Sófocles la invención del tercer actor. Es un buen tema para pensar. El teatro no nació con argumentos y luego buscó actores, había un actor y un coro y había que pensar un argumento para ellos.

En lo que el viento se llevó hay cuatro actores y un coro. La película puede ser vista a la vez como una narración histórica de los perdedores de la guerra civil ejemplificada en una heroína, o como la trayectoria vital de una mujer vivamente unida a un periodo histórico. Quiero decir que en la película el coro tiene algo importante que contar y la protagonista también, y los dos se necesitan mutuamente. Como en una sinfonía inolvidable, el instrumento solista no llegaría a donde llega sin la orquesta.

Escarlata, igual que Rett, vive su vida ajena a los tambores de guerra que resuenan una habitación más allá de la biblioteca donde ella galantea a su amado Ashley Wilkes. Escarlata es (igual que el Rick de Casablanca) una mujer egoísta “who doesn’t stick her neck out for nobody”. Por eso ella no entiende que Rett la ayude a escapar de Atlanta y se aliste en el ejército. Tampoco entiende que su padre hable de la tierra como un irlandes, o que Tara y los Siete Robles sean algo importante. Como todos los grandes personajes del cine, Escarlata va a evolucionar a lo largo del metraje y tiene mucho que decir.

Lo que el viento se llevó es un retrato de una época, de unos valores y de un bando de la guerra con el que Margaret Mitchel no oculta su simpatía. Los negros eran felices en su estado de esclavitud, y cuando el norte los liberó los convirtió en unos vagos maleducados. Recuerden la escena en la que mamita abre paso para que los negros no molesten a Escarlata. Ello demuestra que el cine no es mejor cuando defiende una moralidad razonable, o democrática o justa. Una buena película puede defender la esclavitud, la desigualdad y sigue siendo una buena película. La estética no está obligada a ser ética. Y por eso El nacimiento de una nación sigue gustándonos aunque nos escandalice. Por eso la paranoia fascistona de Terminator no nos impide disfrutar de la película.

Otro ingrediente que hace inmortal esta película está en el enfrentamiento que hay entre los cuatro protagonistas. Escarlata persigue toda la película a un inalcanzable Ashley Wilkes sin saber que un hombre como él no es para ella. Como todos los grandes personajes de la literatura, Escarlata vive un error que no comprende hasta el final. Rett la ama a ella y admira a la pareja de Melania y Ashley. Melania vive engañada sobre la buena intención de Escarlata y enamorada de su marido. Ashley miente a Escarlata porque no quiere herir sus sentimientos.

Rett traza en un momento de ebriedad la línea que separa el matrimonio Wilkes del suyo, ellos son caballeros y honestos mientras los Butler (Escarlata y él) no tiene principios. Los Butler ven a los Wilkes como la rectitud y la bondad. Melania y Ashley envidian de los Butler la fuerza, el fuego en el que ambos desearían tener el valor de arder.

Lo que el viento se llevó no termina con un final moralizante y pobre, como el que hubieran escrito los Wilkes. La obra está escrita por un Butler, por la fuerza, por la vida, por Rett o por Escarlata. Al final de la película Escarlata despierta de su sueño adolescente para descubrir que el hombre que ama no es el inalcanzable y etéreo Ashley, y también aprende que ella es una irlandesa y que la tierra es lo que importa. Tarra y Rett. Esas son sus grandes opciones.

Hulk

“The incredible Hulk” Ang Lee, 2003
Reparto: Eric Bana (Bruce Banner), Jennifer Connelly (Betty Boss), Sam Elliott (Ross), Josh Lucas (Talbot), Nick Nolte (Padre de Bruce), Paul Kersey (Bruce Banner niño), Cara Buono (Edith Banner), Todd Tesen (Joven Ross), Kevin Rankin (Harper), Celia Weston (Sra. Krensler), Daniel Dae Kim (Aide), Mike Erwin (Bruce Banner adolescente).
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El increíble e insoportable Ang Lee

¿A quién se le ocurre contratar a Ang Lee para rodar Hulk? es como contratar a Antonio Gala para que escriba el guión de Rambo iii. Al autor de Tigre y Dragón le aplaudieron aquel engendro y ahora los que no queríamos sopa tenemos dos tazas con este increíble e insoportable Hulk. Toda la pesadez de los diálogos zen ahora son se han convertido en profundas reflexiones sobre lo que esconde el pasado del muchacho y el corazón de la chica. Toda la gratuidad de los saltos sigue intacta, y esa maravillosa fotografía ahora tenemos todavía más, y más.

Ang Lee es el antihitchcock. Es una habilidad que siempre he reconocido al británico, la de saber saltarse la paja y las explicaciones y hacer andar la trama. Ang Lee al revés. Si la escena es divertida, como retorcerle a un tanque el cañón y hacer un nudo de corbata, eso dura poco, pero si tiene que enrollarse con alguna explicación inútil, innecesaria, triste, espúrea o gratuita, tenga usted por seguro que la cámara se quedará allí clavada hasta que usted grite basta.

Los personajes son complejos, o sea, lo contrario de lo que hace falta para los que quieren ver a Hulk. Y yo aguantaría un personaje complejo si además de complejo se acordara de cual es su problema y su posición durante toda la película. Pero la verdad es que estos estereotipos vulgares, sacados de una indigestión de las obras de Freud, que dependiendo del fotograma cambian de buenos a malos de novias despreciativas a perdidas enamoradas, de padres incomprendidos a monstruos sin escrúpulos, de monstruos verdes aterradores a monstruos verdes lacrimógenos.

A mi eso no me parece complejidad me parece una severa incapacidad de elaborar un guión. Sí, ya se que en el tebeo pasaron más cosas todavía, pero en una película sólo caben dos.
Mr. Cranky. (-1)
"The Hulk" is directed by Ang Lee, which demonstrates that even respected directors like a big fat limousine stuffed full of cash once in a while. Lee amuses himself mightily with his generous budget, playing with all sorts of tricks such as split screens, wacky scene transitions and shots textured with unnecessary computer effects. The whole thing plays like a PowerPoint presentation.

The real obstacle Bruce must overcome, however, is coming to terms with his childhood, specifically his dad, mad scientist David Banner (Nick Nolte). Lee, respected director that he is, brings us "Hulk as metaphor." The Hulk represents repressed emotions unleashed. If the generals really wanted to stop him, they'd assault him with talk therapy and a Zoloft milkshake.

La butaca | Tonia Palleja (2/5)
Lee ha queri-do dejar su marchamo personal sin desatender las exigencias me-nos profundas del espectador ocasional devorador de palomitas; el problema es que ambas intenciones se conjugan de manera irregu-lar y confusa a lo largo de la película, y el resultado de esta im-probable comunión de intereses opuestos, siempre a un paso de la serie B, es extraño, ecléctico, desconcertante y aburri-do, sobre todo aburrido. Y éste es un adjetivo que nunca debería encontrar un espacio en una cinta de este corte.

Metropoli | Manolo Marinero (**)
Ang Lee ha realizado con esta superproducción de 120 millones de dólares un filme que resulta entretenido por la acción pero que puede resultar aburrido por su largo prólogo, con mucho diálogo, que pondrá en peligro la paciencia del público infantil, que debe esperar mucho hasta que llega la parte espectacular (la primera transformación no se produce hasta pasada una hora del comienzo del filme). El monstruo (como ha querido James Schamus, el argumentista y socio del realizador) es una mezcla de Frankenstein y el Doctor Jeckyll. El director ha utilizado, alternativamente, recursos clásicos y modernos. Los efectos visuales generados por ordenador entretienen, un ejemplo de ello son los saltos kilométricos de La Masa. Unos 300 técnicos han dedicado su trabajo durante dos años para describir los movimientos de Hulk. Pero la historia acaba siendo demasiado cruel y turbia para los niños. Hulk no deja de ser una especie de Superman o de Capitán Marvel, personajes con quienes las coincidencias son muchas.

Mr Cranky (-1)
Bruce Banner (Eric Bana) is a seemingly normal man who, on occasion, gains incredible strength, flies into a rage, loses higher brain function, turns green and ends up face down in shredded clothes remembering little to nothing about the whole affair. Ostensibly, this is caused by a combination of altered genes, gamma radiation and a loss of emotional control. I have a shorter word for it: "tequila."
"The Hulk" is directed by Ang Lee, which demonstrates that even respected directors like a big fat limousine stuffed full of cash once in a while. Lee amuses himself mightily with his generous budget, playing with all sorts of tricks such as split screens, wacky scene transitions and shots textured with unnecessary computer effects. The whole thing plays like a PowerPoint presentation.
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